domingo, noviembre 9, 2025
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Nace “Parlamento de la Juventud” para escuchar la voz de los jóvenes en el Sínodo

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El Cardenal Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid (España), ha instituido el Parlamento de la Juventud, un espacio para que los propios jóvenes puedan “aprender a leer los signos de los tiempos a través de la luz del Espíritu Santo” y cuyas conclusiones serán llevadas al Sínodo de los Jóvenes del próximo octubre en el Vaticano.

Según ha informado la Archidiócesis de Madrid, este Parlamento de la Juventud fue creado a petición del Cardenal Osoro por la Delegación Episcopal de Infancia y Juventud.

“El objetivo es crear un espacio y un ámbito en el que los propios jóvenes puedan hablar en libertad y aprender a leer los signos de los tiempos a la luz del Espíritu Santo, con discernimiento evangélico”, precisan en el comunicado.

Además, aseguran que “la opinión de los jóvenes, aportada a través de estos diálogos, será llevada al Sínodo de los Obispos que se celebrará en Roma el próximo mes de octubre”.

Esta iniciativa pretende fomentar “la cultura, el encuentro y la comunión”.

En ese sentido precisan que se trata de un parlamento que estará abierto a todos, “sean cristianos o no, para hablar de la cultura que es común, y de la que se quiere construir entre todos al servicio del hombre”.

En ese sentido, explican que es “del encuentro” porque se realiza desde la cercanía a otros jóvenes, aunque no piensen igual, y “de la comunión”, porque al final lo que une es Jesucristo.

Desde la Archidiócesis explican que en una primera fase estos “parlamentos” se realizarán por vicarías, preparados por el coordinador de pastoral juvenil y presididos por el vicario episcopal.

“Tras la bienvenida y una acogida festiva, cada encuentro contará con una oración inicial presidida por el vicario, seguida de la presentación del Parlamento y del trabajo en grupos”, apuntan.

Entre los temas a tratar, están la identidad de los jóvenes, su situación en la sociedad y en el mundo laboral, así como su experiencia de la amistad y del amor humano.

También debatirán sobre las repercusiones prácticas de la fe, el compromiso social y el desafío de enfrentarse a las decisiones definitivas.

Los jóvenes de la Archidiócesis podrán apuntarse hasta el próximo 8 de marzo. En la inscripción deberán elegir tres grupos de trabajo en los que quieren participar y que tendrán lugar por vicarías durante el mes de abril.

En mayo tendrá lugar el Parlamento de la Juventud a nivel diocesano y estará presidido por el Cardenal Carlos Osoro.

Este parlamento diocesano estará preparado por el delegado de Juventud y su equipo, acompañados por dos jóvenes de cada grupo de trabajo de los parlamentos de las ocho vicarías.

Por: Aciprensa.com

Santa Águeda de Catania, virgen y mártir

Santa Águeda de Catania fue una virgen que murió mártir durante la persecución del emperador romano, Decio, en el siglo III.

Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia inmediatamente después de su martirio y el inicio de su veneración pública.

Santa Águeda nació en Catania, Sicilia, al sur de Italia, hacia el año 230. Como Santa Inés, Santa Cecilia y Santa Lucía, decidió conservarse virgen desde muy joven.

Durante la persecución de Decio, el gobernador Quinciano buscó enamorarla, sin embargo, Águeda rechazó todas sus propuestas. Por tal motivo, el romano la acusó de ser una mujer malvada y la subyugó a crueles torturas.

Según las Actas de su martirio, en primer lugar, el gobernador la llevó a una casa de mujeres de mala vida durante un mes, pero nada la hizo quebrantar su juramento de virginidad hecho a Dios. Luego, enfurecido, el romano ordenó que torturaran a la joven y que le cortaran los senos.

Se indica que esa noche se le apareció San Pedro, quien la sanó y la animó a sufrir por Cristo. Eventualmente, ella sucumbió a las repetidas crueldades practicadas sobre ella el 5 de febrero del año 251.

Según la tradición, en una erupción del volcán Etna, ocurrida un año después del martirio de Santa Águeda, la lava se detuvo milagrosamente cuando los pobladores pidieron su intercesión. Por eso la ciudad de Catania la tiene como patrona y las regiones aledañas al Etna la invocan como patrona y protectora contra fuego, rayos y volcanes.

Además de estos elementos, la iconografía de Santa Águeda suele presentar la palma (victoria del martirio) y algún símbolo o gesto que recuerde las torturas que padeció.

Por: Aciprensa.com

El sufrimiento y la cruz

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El sufrimiento es algo que repugna al hombre. Para muchos su realidad es, justamente, la prueba de que Dios no existe: les parece imposible que un Ser todopoderoso y lleno de amor no usara ese amor y ese poder para impedir que haya guerras, asesinatos, injusticias, niños que nacen deformes, cáncer que mata a madres cuando sus hijos más las necesitan, etc.

Al cristiano se le pide, mucho más: no sólo creer en Dios a pesar de la existencia del sufrimiento, si no también saber aceptar ese sufrimiento como camino de amor.
Este es el punto donde se dividen los espíritus y donde se decide si somos o no cristianos. Somos cristianos de verdad desde el momento en que aceptamos la cruz, porque es en la cruz donde se prueba nuestro corazón de hijos.

La cruz se produce cuando nuestra voluntad se “cruza” con la voluntad del Padre Dios: cuando yo quiero una cosa, y Él me pide otra o permite que suceda algo que va en contra de mis deseos.
Si entonces acepto la cruz, me hago verdadero hijo porque manifiesto que confío en mi Padre, porque creo que sus caminos son más sabios que los míos, y que me dejo conducir por ellos – renunciando a los míos – aunque me duela.

Siendo bueno, Dios no podría permitir nunca el mal por el mal, si de él no resultara bien alguno. Lo que sucede es que no siempre descubrimos el fruto positivo que surge del mal, porque no conocemos la totalidad del plan de Dios.

El sentido de muchos dolores nuestros tal vez lo entenderemos recién en el cielo. En el cielo – al ver el plan total que Dios tenía con nuestra vida – comprenderemos que todos nuestros sufrimientos los permitió Dios por amor: para corregirnos y educarnos, para librarnos del egoísmo y de la afición por los bienes terrenales, para obligarnos a crecer en dimensiones nuevas, para enriquecernos espiritualmente.

Así el sufrimiento no es castigo de Dios sino, al contrario, prueba de su amor de Padre. San Pedro compara el sufrimiento con un crisol, donde Dios purifica el oro de nuestra fe y de nuestro amor.

Cuando Dios hace sufrir, significa que nos está dando una oportunidad de crecer en el amor y la confianza, de desarrollar aspectos nuevos de nuestra personalidad cristiana, que hasta ahora estaban dormidos, atrofiados o enfermos.

Cristo y la Sma. Virgen sufrieron muchísimo, precisamente porque fueron los más amados por Dios. También ha sido el destino de todos los santos, los grandes predilectos de Dios.

Todo sufrimiento y cruz que aceptamos como cristianos es siempre participación de la Pasión de Cristo. Él se entregó hasta la cruz como expiación por nuestros pecados. Así nosotros participamos, por medio de nuestro sufrir, en esta expiación, no sólo por los pecados propios, sino también por los pecados de los demás.

Y siempre cuando nos es dada una nueva cruz, debemos verla en unión con Él, nuestro Redentor. Cuando consideramos así nuestra cruz como parte de su cruz, aprenderemos con más facilidad a llevarla pacientes, obedientes y, con el tiempo, incluso alegres.

Así lo hizo, ante todo, María, la Madre de Jesús. Lo acompañó durante su vida en los tiempos felices y en los tiempos difíciles, hasta el pie de la cruz. Y por eso no es sólo Cristo quien está con nosotros, en tiempos de dolor, sino que también su Madre – que es nuestra Madre – está con nosotros al pie de nuestra cruz.

Y en la medida en que participamos así como Ella en la Pasión de Jesús, tenemos también la promesa de participar en la vida glorificada de Cristo en el cielo, tal como ya lo está haciendo María desde su Asunción.

Pongamos en cada Eucaristía, nuestro sufrimiento y cruz personal sobre la patena, como nuestra ofrenda, para unirlo con el sacrificio perfecto de Cristo en la cruz.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Cuáles son las cruces que más temo?
2. ¿Creo que Dios me castiga o es injusto conmigo?
3. ¿Ofrezco mis cruces y mis dolores?

Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y homilías del Padre Nicolás Schwizer

El Papa Francisco convoca jornada de ayuno y oración por la paz

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El Papa Francisco convocó una jornada especial de oración y ayuno por la paz para el próximo 23 de febrero, viernes de la Primera Semana de Cuaresma, ante las trágicas situaciones de conflictos prolongados en diferentes lugares del mundo.

El Santo Padre, que realizó este anuncio tras el rezo del Ángelus este domingo 4 de febrero en la Plaza de San Pedro del Vaticano, señaló que la jornada de oración y ayuno se dedicará de forma especial “por la población de la República Democrática del Congo y de Sudán del Sur”, ambos países africanos duramente golpeados por conflictos civiles.

“Como en ocasiones anteriores similares –continuó el Pontífice– invito también a los hermanos y hermanas no católicos y no cristianos a unirse a esta iniciativa en la modalidad que consideren más oportuna”.

Francisco animó a confiar en el poder de la oración, porque “nuestro Padre celeste escucha siempre a sus hijos que le imploran en el dolor y en la angustia: ‘Sana los corazones rotos y sana sus heridas’”.

“Dirijo un cordial llamado para que también nosotros escuchemos este grito y que, cada uno en su propia conciencia, ante Dios, nos preguntemos: ‘¿Qué puedo hacer yo por la paz?’. Seguramente podamos rezar, pero no solo: cada uno puede decir concretamente ‘no’ a la violencia por cuanto de él o de ella dependa”.

El Papa finalizó asegurando que “la victoria obtenida con la violencia son falsas victorias, ¡trabajar por la paz hace bien a todos!”.

Por: Aciprensa.com

Evangelio del día

Del santo Evangelio según san Lucas 9, 23-26

En aquel tiempo, Jesús le dijo a la multitud: «Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?

Por otra parte, si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de la del Padre y de la gloria de los santos ángeles».

Palabra del Señor.

Secretario de Estado explica objetivos de negociación entre el Vaticano y China

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El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, detalló los objetivos de las negociaciones de la Santa Sede con el gobierno comunista de China, que desde hace años asedia a los católicos, especialmente a los obispos que se mantienen fieles a la Sede de Pedro.

En entrevista concedida al vaticanista italiano Gianni Valente, publicada este miércoles 31 de enero en Vatican Insider, el Cardenal explicó que “el Santo Padre sigue personalmente las negociaciones actuales con las autoridades de la República Popular China. Todos sus colaboradores actúan en sintonía con él. Nadie toma iniciativas privadas. Sinceramente, cualquier otro tipo de razonamiento me parecería fuera de lugar”.

Estas palabras ratifican la declaración del 30 de enero del Director de la Sala de Prensa del Vaticano, Greg Burke. El vocero dijo que es “sorprendente y lamentable que lo contrario sea afirmado por personas de la Iglesia, generando confusión y polémica”.

Aunque Burke y el Cardenal Parolin no lo mencionan, sus declaraciones responden a la carta del Obispo Emérito de Hong Kong, Cardenal Joseph Zen ze-kiun, publicada el 29 de enero y en la que analiza la difícil situación por la que atraviesa la Iglesia Católica en China, en particular los obispos fieles a Roma, que son presionados y perseguidos por el gobierno comunista.

En la misiva que publicó en su sitio web, el Cardenal recuerda que en los últimos días los medios informaron que el Vaticano solicitó a dos obispos su renuncia para permitir que prelados afines el gobierno asuman sus cargos.

La detallada carta del Purpurado tiene un tono crítico y en ella señala, entre otras cosas, que “el problema no es la renuncia de los obispos legítimos, sino el pedido de hacer espacio para aquellos ilegítimos e incluso excomulgados”.

“Sé que soy pesimista en relación a la situación actual de la Iglesia en China, pero mi pesimismo tiene fundamento en mi larga y directa experiencia de la Iglesia en China. Entre 1989 y 1996 solía pasar seis meses al año enseñando en varios seminarios de la comunidad de la Iglesia oficial. Por ello he visto directamente la esclavitud y la humillación a la que son sometidos nuestros hermanos obispos”, afirma el Cardenal Zen en su carta.

En su misiva, el Obispo Emérito cuestiona: “¿Creería yo que el Vaticano está vendiendo la Iglesia Católica en China? Sí, definitivamente, si es que van en la dirección en la que están según lo que han venido haciendo en los últimos años y meses”.

En la entrevista publicada este miércoles, el Cardenal Parolin reconoció que en la Iglesia existe el derecho a disentir y criticar, pero no deberían “suscitar la división”. En ese sentido, continuó, “ningún punto de vista personal puede ser considerado exclusivo intérprete de lo que es bueno para los católicos chinos. Por ello, la Santa Sede obra para encontrar una síntesis de verdad y una vía practicable para responder a las legítimas expectativas de los fieles, dentro y fuera de China”.

El Cardenal subrayó que “la comunión entre el Obispo de Roma y todos los obispos católicos toca el alma de la unidad de la Iglesia: no es una cuestión privada entre el Papa y los obispos chinos o entre la Sede Apostólica y las autoridades civiles”.

El Purpurado italiano resaltó que “el principal objetivo de la Santa Sede en el diálogo es precisamente salvaguardar la comunión en la Iglesia, siguiendo el surco de la genuina tradición y de la constante disciplina eclesiástica”.

Otro importante objetivo de las negociaciones con el gobierno chino, precisó el Cardenal, es “llegar, cuando Dios quiera, a ya no tener que hablar de obispos ‘legítimos’ e ‘ilegítimos’, ‘clandestinos’ y ‘oficiales’ en la Iglesia china, sino a encontrarse entre hermanos, aprendiendo nuevamente el lenguaje de la colaboración y de la comunicación”.

Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros.

Desde entonces, China únicamente ha permitido el culto católico por medio de la Asociación Patriótica Comunista China, leal al gobierno chino, que rechaza la autoridad de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y en el gobierno de la Iglesia.

Los obispos legítimos que permanecen fieles al Papa viven una situación cercana a la clandestinidad, permanentemente asediados por las autoridades comunistas.

El Cardenal Pietro Parolin explicó que “la Santa Sede conoce y comparte los graves sufrimientos que soportan muchos católicos en China y su generoso testimonio del Evangelio. Sigue habiendo muchos problemas para la vida de la Iglesia y estos no pueden ser resueltos todos juntos. Pero, en este marco, la cuestión de la elección de los obispos es crucial”.

“Por otra parte, no podemos olvidar que la libertad de la Iglesia y el nombramiento de los obispos siempre han sido temas recurrentes en las relaciones entre la Santa Sede y los Estados. Claro, el camino emprendido con China, mediante los actuales contactos, es gradual y todavía está expuesto a muchos imprevistos, así como a posibles emergencias nuevas. Nadie, en conciencia, puede afirmar tener soluciones perfectas para todos los problemas”.

Es necesario, expresó el Cardenal, “tener tiempo y paciencia para que se puedan curar todas las heridas personales infligidas recíprocamente dentro de las comunidades. Desgraciadamente, es cierto que todavía habrá muchas incomprensiones, fatigas y sufrimientos que afrontar. Pero todos tenemos la confianza en que, una vez considerado adecuadamente el punto del nombramiento de los obispos, las dificultades que queden ya no deberían ser tales como para impedirle a los católicos chinos vivir en comunión entre ellos y con el Papa”.

“Esto es lo importante, y lo que tanto se esperaba y deseaba desde San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Esto es lo importante y hoy se persigue con la clarividencia del Papa Francisco”, subrayó.

Dirigiéndose a las autoridades chinas, el Cardenal dijo que “la Iglesia en China no pretende sustituir al Estado, sino que desea ofrecer su contribución serena y positiva por el bien de todos. Por lo tanto, el mensaje de la Santa Sede es un mensaje de buena voluntad, con la esperanza de proseguir en el diálogo emprendido para contribuir a la vida de la Iglesia católica en China, al bien del pueblo chino y a la paz en el mundo”.

Desde hace algunos años la Santa Sede trabaja en un acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con China, un acercamiento alentado por el Papa Francisco.

Por: Aciprensa.com

Dejarse ayudar

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Nos gusta poder ayudar a otros. Significa que tenemos sensibilidad, que percibimos el dolor y las necesidades ajenas, que contamos con fuerzas para dar una mano.

Quizá nos cuesta dejarnos ayudar, porque ello implica reconocer que estamos necesitados, que los problemas son superiores a nuestras energías, que nos encontramos cansados o enfermos.

Dejarse ayudar, sin embargo, tiene aspectos positivos. Por un lado, porque captamos algo que todos, también los que parecen más afortunados, necesitamos descubrir: la vida es siempre algo frágil.

Por otro lado, porque al abrirnos a la ayuda de otros reconocemos nuestra confianza en la bondad humana. La habíamos experimentado tantas veces en nuestra infancia, sobre todo a través de los padres. La experimentamos continuamente en accidentes, enfermedades, estudios, trabajos, arreglos en la cocina…

Sí: a nuestro lado hay mucha gente buena, que percibe nuestras flaquezas, que ofrece un consejo para apartarnos del mal camino, que nos deja unos billetes (sin intereses) para salir adelante en un aprieto económico.
Son hombres y mujeres que nos cuidan en los hospitales, que nos protegen en la calle como policías (con frío y con calor), que nos llevan al destino como conductores de metro o de autobuses, que nos indican cómo llegar al ayuntamiento.

Al dejarnos ayudar por tanta gente buena, superamos la pena de quien pide al constatar el alivio que surge al vernos apoyados, acogidos, acompañados,cuidados, incluso a costa del riesgo de contagiar con nuestra gripe a quien nos visita durante las horas de fiebre.

Dejarnos ayudar por familiares, amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo, facilita el que nuestros corazones se abran a la ayuda definitiva, la única que puede perdonar pecados y superar el drama de la muerte: la que nos ofrece Jesucristo, en nombre de Dios Padre, con la fuerza y el consuelo del Espíritu..

Por: P.Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Catholic.net 

 

Santa Brígida de Kildare, patrona de Irlanda

Santa Brígida de Kildara fue monja, abadesa y uno de los santos más grandes en Irlanda, declarada patrona del país junto a San Patricio y San Columbano.

Vivió probablemente entre los años 450 y 525. Nació en la ciudad de Faughart al norte de Irlanda, y según la tradición, desde temprana edad se consagró a Dios y recibió el velo de las vírgenes de mano de San Melo, sobrino de San Patricio.

Después de ello, Brígida, junto con otras vírgenes consagradas, permaneció en la ciudad de Meatr y obró muchos milagros. Curó a un extranjero por nombre Marcos, a dos leprosos, dos mudos y dos ciegos; proporcionó cerveza de un solo barril a dieciocho iglesias, entre otros.

También fundó un convento en la ciudad de Kildare (Irlanda) adoptando la regla de San Cesáreo hacia el año 513. Esta regla fue retomada por varios conventos de Irlanda.

Santa Brígida es Venerada como madre espiritual por muchísimas religiosas. En vida ya era considerada santa.

Falleció en Kildare y fue enterrada en Downpatrick junto a San Patricio y San Columba.

Por: Aciprensa.com