ADVIENTO TIEMPO POR EXCELENCIA DE MARIA :
Históricamente la memoria de María en la liturgia ha surgido con la lectura del Evangelio de la Anunciación antes de Navidad en el que con razón ha sido llamado el domingo mariano prenatalicio.
Hoy el Adviento ha recuperado de lleno este sentido con una serie de elementos marianos de la liturgia, que podemos sintetizar de la siguiente manera:
– Desde los primeros días del Adviento hay elementos que recuerdan la espera y la acogida del misterio de Cristo por parte de la Virgen de Nazaret.
– La solemnidad de la Inmaculada Concepción se celebra como «preparación radical a la venida del Salvador y feliz principio de la Iglesia sin mancha ni arruga («Marialis Cultus 3).
– En las ferias del 17 al 24 el protagonismo litúrgico de la Virgen es muy característico en las lecturas bíblicas, en el tercer prefacio de Adviento que recuerda la espera de la Madre, en algunas oraciones, como la del 20 de diciembre que nos trae un antiguo texto del Rótulo de Ravena o en la oración sobre las ofrendas del IV domingo que es una epíclesis significativa que une el misterio eucarístico con el misterio de Navidad en un paralelismo entre María y la Iglesia en la obra del único Espíritu.
En una hermosa síntesis de títulos. I. Calabuig presenta en estas pinceladas la figura de la Virgen del Adviento:
– Es la «llena de gracia», la «bendita entre las mujeres», la «Virgen», la «Esposa de Jesús», la «sierva del Señor».
– Es la mujer nueva, la nueva Eva que restablece y recapitula en el designio de Dios por la obediencia de la fe el misterio de la salvación.
– Es la Hija de Sion, la que representa el Antiguo y el Nuevo Israel.
– Es la Virgen del Fiat, la Virgen fecunda. Es la Virgen de la escucha y de la acogida.
En su ejemplaridad hacia la Iglesia, María es plenamente la Virgen del Adviento en la doble dimensión que tiene siempre en la liturgia su memoria: presencia y ejemplaridad. Presencia litúrgica en la palabra y en la oración, para una memoria grata de Aquélla que ha transformado la espera en presencia, la promesa en don. Memoria de ejemplaridad para una Iglesia que quiere vivir como María la nueva presencia de Cristo, con el Adviento y la Navidad en el mundo de hoy.
En la feliz subordinación de María a Cristo y en la necesaria unión con el misterio de la Iglesia, Adviento es el tiempo de la Hija de Sión, Virgen de la espera que en el «Fiat» anticipa el Marana thá de la Esposa; como Madre del Verbo Encarnado, humanidad cómplice de Dios, ha hecho posible su ingreso definitivo, en el mundo y en la historia del hombre.