El trasfondo de la prostitución :
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cerca de 21 millones de personas son víctimas de la trata de seres humanos en el mundo, una lacra que no para de crecer y que supone uno de los principales negocios a nivel planetario.
Esto es lo que constata un reciente estudio, ‘La trata de seres humanos, el negocio del comercio de las personas’, que se puede consultar en el documento adjunto y que ha sido elaborado por el servicio de los Jesuitas españoles para los migrantes (Sjm).
Se trata de un negocio y fenómeno criminal global que golpea en particular a mujeres y niñas, que en la mayoría de los casos acaban siendo explotadas sexualmente. De hecho, cada año cerca de 500.000 mujeres provenientes de países pobres entran en Europa para ser explotadas en el ámbito de la economía criminal con un objetivo sexual, afirma el estudio.
De esta manera, en el trasfondo de la prostitución, sobre cuya despenalización hay un vivo debate en España y otros países europeos, está la constatación de que el 79% del tráfico de personas tiene que ver con la explotación sexual, señala el informe de los Sjm.
Se trata de una estadística que cabría recordar a organizaciones como Amnistía Internacional, que promueve la despenalización de la prostitución, argumentando que la venta de sexo «es un trabajo».
Diferentes cifras, todas preocupantes
Uno de los problemas de fondo al que nos enfrentamos, observa el estudio, es el de la falta de estadísticas sobre el fenómeno elaboradas por los diferentes Estados. Es decir, no existe todavía un monitoreo articulado a nivel local del problema y sin embargo al mismo tiempo son numerosas las investigaciones llevadas a cabo por agencias internacionales que describen en conjunto un cuadro alarmante.
Según las Naciones Unidas, el contrabando de seres humanos a través de las fronteras afecta al menos a cuatro millones de personas y factura entre siete y diez millones de dólares cada año.
Sin embargo, según la Interpol (Organización internacional de la policía criminal), sumando las ganancias provenientes de la trata verdadera a los intereses de las bandas criminales que controlan el tráfico de migrantes, los números son distintos: el negocio alcanzaría de hecho los 39 mil millones de dólares cada año, una cifra que compite con las derivadas del tráfico de droga y de armas.
«Crímenes muy graves»
No por casualidad la Santa Sede ha recordado en repetidas ocasiones durante los pasados meses la unión entre estos distintos fenómenos gestionados a menudo por las mismas organizaciones criminales o por grupos en contacto entre ellos.
El pasado mes de abril el Papa afirmó: “He declarado en repetidas ocasiones que estas nuevas formas de esclavitud –tráfico de seres humanos, trabajos forzados, prostitución, comercio de órganos– son crímenes muy graves, una plaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea”.
Francisco invocó después a una legislación adecuada para contrarrestar el fenómeno, llevar a los traficantes ante la justicia y reinvertir las ganancias de un comercio criminal.
Feminización de la trata y menores
También el trabajo en negro y el trabajo en esclavitud son aspectos directamente relacionados tanto con las migraciones como con el comercio de seres humanos.
En este sentido, el estudio de los Jesuitas españoles habla de feminización de la trata: el 55% de todas las víctimas de la explotación del trabajo son mujeres o niñas.
Un cuadro general que se confirma con otros datos de carácter global: según las Naciones Unidas, la mayor parte de los mil millones y medio de personas que viven con un dólar al año está compuesta por mujeres.
En el documento se observa además que quienes gestionan el reclutamiento de mujeres jóvenes lo hacen a través de falsas promesas de trabajo como modelos, secretarias o dependientes en un país rico; sin embargo, subraya, algunas de ellas saben bien de estar destinadas a ejercer la prostitución, teniendo el consenso (exhorto con promesas económicas) de sus familias.
El informe cita algunos itinerarios seguidos por los modernos mercaderes de esclavos sexuales, como el que va desde Myanmar, China y Camboya hasta Tailandia; o el que va desde Rusia a los Emiratos del Golfo, o el camino que pasa desde Filipinas y Colombia hasta Japón, o desde Brasil, Paraguay, Colombia y Nigeria y llega hasta España.
El documento de los Jesuitas señala también que “desde el fin de la cortina de hierro, decenas de miles de mujeres y niñas han sido ‘exportadas’ desde Rusia, Ucrania, Moldavia y Rumania para ser explotadas en las ciudades de Europa occidental y Japón”.
Finalmente explica que la trata con fines de explotación sexual tiene como víctimas también otro grupo muy vulnerable: los menores.
Según Unicef, hasta dos millones de niños son obligados a prostituirse en el comercio sexual en todo el mundo. Pero la trata de menores presenta otras posibilidades igualmente graves: la adopción ilegal de menores extranjeros, el tráfico de órganos, el secuestro de menores para ser utilizados en los conflictos armados (niños soldado) o en la mendicidad, a menudo acompañado por actividades delictivas