viernes, marzo 14, 2025
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Las Agujas del Reloj

Las Agujas del Reloj :
Debo confesar que me gustan los relojes. No necesariamente que sean finos y caros, sino simplemente que me llamen la atención, que sean poco comunes y que se vean bien en mi antebrazo izquierdo.

Los relojes tienen tres agujas: Horario (Que indica las horas), Minutero (Que indica los minutos) Segundero (Que indica los segundos). Cada una de estas agujas tiene una función especifica. ¿Pero te has fijado que las agujas que miden las horas y los minutos dependen de la que mide los segundos?

Esta gira sin descansar, no importando que este en subida desde las 7:00 hasta las 12:00 o’ en bajada desde la 1:00 hasta las 6:00. (ver reloj). Sin importar si las otras dos agujas quieren avanzar mas lentamente, la aguja segundera sigue «Caminando sin detenerse»

A diario en nuestra propia vida tenemos altas (de 7 a 12) y bajas (de 1 a 6) y personas que no querrán que crezcamos y avancemos, o que simplemente vayamos a su ritmo mas lento y no al que nosotros nos hemos propuesto.

Aquellos que dicen que no hay necesidad de ir tan rápido, de esforzarse tanto, que la vida es corta y hay que disfrutarla. ¿Entonces porque esforzarse tanto? Nuestra responsabilidad es no detenernos y seguir adelante dando lo mejor de nosotros.

No importa por la situación que estemos pasando, tendremos altas y bajas, pero debemos seguir luchando hasta llegar a nuestra meta.

La esperanza es lo ultimo que nos queda y es lo primero que perdemos. Hoy es el mejor día para comenzar de nuevo. No te detengas, sigue corriendo.

Cuáles son los efectos que la Misa puede producir en nosotros

Cuáles son los efectos que la Misa puede producir en nosotros :
El sacrificio de la Misa considerado en sí mismo tiene un valor infinito.La razón estriba en que, en sustancia, el sacrificio de la Misa es el mismo que el de la Cruz, el cual tiene un valor infinito a causa de la dignidad de la Víctima ofrecida y del Sacerdote que la ha ofrecido, pues es el Verbo hecho hombre quien, en la Cruz, era al mismo tiempo Sacerdote y Víctima. Es Él quien permanece en la Misa como Sacerdote principal y Víctima realmente presente, realmente ofrecida sacramentalmente inmolada. Mientras que los efectos de la Misa inmediatamente relativos a Dios, como la adoración reparadora y la acción de gracias, se producen siempre infaliblemente en su plenitud infinita, incluso sin nuestro concurso, sus efectos relativos a nosotros sólo se extienden en la medida de nuestras disposiciones interiores.

En cada Misa se ofrecen infaliblemente a Dios una adoración, una reparación y una acción de gracias de valor sin límites, y ello en razón de la Víctima ofrecida y del Sacerdote principal, independientemente de las oraciones de la Iglesia universal y del fervor del celebrante.

Es imposible adorar a Dios, reconocer mejor su soberano dominio sobre todas las cosas, sobre todas las almas, que por la inmolación sacramental del Salvador muerto por nosotros en la Cruz. Tal adoración la expresa el Gloria: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos. Esta adoración la expresa de nuevo el Sanctus y aún más la doble Consagración. Es la más perfecta realización del precepto: Adorarás al Señor tu Dios y al Él sólo servirás. Sólo la infinita grandeza de Dios merece el culto de latría. En la Misa se le ofrece una adoración en espíritu y en verdad de valor sin medida.

En el momento de la Consagración, en la paz del santuario, hay como un gran impulso de adoración que sube hacia Dios. Su preludio es el Gloria y el Sanctus, cuya belleza queda subrayada algunos días por el canto gregoriano, el más excelso, el más simple y el más puro de todos los cantos religiosos; pero cuando llega el momento de la doble Consagración, todos se callan: el silencio expresa a su manera lo que el canto ya no puede decir. Que el silencio de la Consagración sea nuestro reposo y nuestra fortaleza.

Esa adoración, que sube hacia Dios en todas las Misas cotidianas, recae, de alguna manera, como fecundo rocío, sobre nuestra pobre tierra para fertilizarla espiritualmente.

Igualmente, es imposible ofrecer a Dios una reparación más perfecta por las faltas que se cometen diariamente, como dice el Concilio de Trento. No se trata de una nueva reparación, distinta de la de la Cruz: Cristo no muere ni sufre más, pero, según el mismo Concilio, el Sacrificio del altar, siendo substancialmente el mismo que el del Calvario, agrada a Dios más que lo que le desagradan todos los pecados juntos. El imprescriptible derecho de Dios, Soberano Bien, a ser amado por encima de todo no se podría reconocer mejor por la oblación [ofrecimiento] del Cordero [Jesucristo] que quita los pecados del mundo.(Dz 940 y 950, S. Tomás, de Aquino, Suma Teológica III, 48 2).

A menudo nos olvidamos de agradecer a Dios sus gracias, como los leprosos curados por Jesús; de diez, sólo uno se lo agradeció. Conviene ofrecer con frecuencia Misas de acción de gracias. Por cada Misa celebrada, por la oblación y la inmolación sacramental del Salvador en el altar, Dios obtiene infaliblemente una adoración infinita, una reparación y una acción de gracias sin límite.

No olvidemos que el más alto fin del Santo Sacrificio es la Gloria de Dios. Sin embargo hay otros efectos que son relativos a nosotros. La Misa puede obtenernos todas las gracias necesarias para la salvación. Cristo, que siempre está vivo, no deja de interceder por nosotros, (Hebreos 7,25).

¿Cuáles son los efectos que la Misa puede producir en nosotros?

Aunque el sacrificio de la Misa tenga en sí un valor infinito, en razón de la dignidad de la Víctima ofrecida y del Sacerdote principal, los efectos que produce en nosotros son siempre finitos a causa de los límites mismos de la criatura y de los límites mismos de nuestra disposición interior.

Gran número de teólogos, inspirándose en los textos de Santo Tomás, dicen: El efecto de cada Misa no está limitado por la voluntad de Cristo, sino tan sólo por la devoción de aquellos por los que se ofrece. Una sola Misa ofrecida por cien personas, puede serle provechosa a cada una, del mismo modo que si hubiese sido dicha sólo por una.

La razón estriba en que la influencia de una causa universal sólo está limitada por la capacidad de los sujetos que la reciben. Así, el sol ilumina y calienta en un solo lugar tanto a mil personas como a una sola. La influencia de la Santa Misa en nosotros no está pues, limitada más que por la disposición y el fervor de quienes las reciben.

El sacrificio de la Misa, que perpetúa en sustancia el de la Cruz, es de un valor infinito para aplicarnos los méritos y las satisfacciones de la Pasión del Salvador.

Es esto lo que explica la práctica de la Iglesia, que ofrece Misas por la salvación del mundo entero, por todos los fieles vivos y difuntos, por el Soberano Pontífice, los jefes de Estado, los obispos, sin limitar sus intenciones. Actuando así, la Iglesia no piensa en modo alguno que la Misa sea menos provechosa para aquél por quien se aplica especialmente.

En la Misa Cristo sigue ofreciéndose por acto teándrico [acto divino-humano], de valor infinito para aplicarnos los frutos de su Pasión. El límite no proviene de Él, sino sólo de nosotros, de nuestras disposiciones y de nuestro fervor. Como dice Santo Tomás de Aquino, igual que uno recibe más el calor de un hogar si se aproxima a él, así nosotros nos beneficiamos tanto más de los frutos de una Misa a la que asistimos con más espíritu de fe, de confianza en Dios, de amor y de piedad.

La Misa facilita nuestra conversión

En tanto que nos obtiene la gracia del arrepentimiento, nos facilita el perdón de los pecados; no se dicen en vano estas palabras antes de la Comunión: Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros. ¡Cuántos pecadores, asistiendo a Misa, han encontrado allí la gracia del arrepentimiento y la inspiración de hacer una buena confesión de toda su vida!

Por razón de que la Misa facilita el arrepentimiento, se sigue que puede ser ofrecida por pecadores incluso endurecidos e impenitentes a los que no se podría dar la Comunión. El santo Sacrificio puede obtenerles suficientes gracias de luz y de conversión. Incluso puede ser ofrecido, como el de la Cruz, por todos los hombres vivos, incluso por los infieles, los cismáticos, los herejes, siempre y cuando no se ofrezca por ellos como si fuesen miembros de la Iglesia. Con esta idea, el Padre Charles de Foucauld, eremita del Sahara [África], celebraba a menudo la Misa por los musulmanes a fin de preparar sus almas para recibir más tarde la predicación del Evangelio.

La Misa neutraliza al demonio

El espíritu del mal nada teme tanto como una Misa, sobre todo cuando es celebrada con gran fervor y cuando muchos se unen a ella con espíritu de fe. Cuando el enemigo del bien choca con un obstáculo insuperable, es que en una iglesia, un sacerdote consciente de su propia debilidad y de su pobreza, ha ofrecido la omnipotente Hostia y la Sangre redentora. Hay que recordar el caso de santos que, asistiendo a Misa, en el momento de la elevación del cáliz, han visto desbordarse la preciosa Sangre y deslizarse por los brazos del sacerdote, y los ángeles venir a recogerla en copas de oro para llevarla a aquellos que tienen mayor necesidad de participar en el misterio de la Redención.

La Misa disminuye nuestro purgatorio

El sacrificio de la Misa no sólo perdona nuestros pecados, sino la pena debida a nuestros pecados perdonados, ya se trate de vivos o muertos por quienes se ofrece el sacrificio. Este efecto es infalible; sin embargo, la pena no siempre es perdonada en su totalidad, sino según la disposición de la Providencia y el grado de nuestro fervor. Así se verifican las palabras: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, danos la paz.

De aquí no se sigue que los difuntos que han dejado mucho dinero para que se digan numerosas Misas por su intención, sean librados más rápidamente del purgatorio que los pobres que no han podido dejar nada o casi nada; pues esos pobres, teniendo quizá menos deudas con la Justicia divina, puede ser que hayan sido mejores cristianos y participen más del fruto de las Misas dichas por todos los difuntos y del fruto general de cada Misa.

Finalmente, el sacrificio de la Misa nos obtiene los bienes espirituales y temporales necesarios o útiles para nuestra salvación. Así, conviene, como lo recomendó el Papa Benedicto XV, celebrar Misas para obtener la gracia de una buena muerte, que es la gracia de las gracias, de la que depende nuestra salvación eterna.

Conviene que al asistir a Misa, nos unamos, con gran espíritu de fe, de confianza y de amor, al acto interior de oblación que perdura siempre en el Corazón de Cristo. Mientras más nos unamos así a Nuestro Señor en el momento de la Consagración, la esencia del sacrificio de la Misa, mejor será nuestra Comunión, que es una perfecta participación en ese sacrificio.

Ofrezcamos igualmente las contrariedades cotidianas; será la mejor manera de llevar nuestra cruz, tal como el Señor lo ha pedido. ¡Quiera Dios que tengamos el pensamiento y la fortaleza de renovar esta oblación en el momento de nuestra muerte, de unirnos entonces, por medio de un gran amor, a las Misas que se celebrarán, al sacrificio de Cristo perpetuado en el altar! ¡Podríamos hacer así, del sacrificio de nuestra vida, una oblación de adoración reparadora, de súplica y de acción de gracias, que sea verdaderamente el preludio de la vida eterna!

Los fieles que poco a poco, dejan de asistir a Misa pierden progresivamente el sentido cristiano, el sentido de las cosas superiores y de la eternidad. Hay que encomendar las parroquias y las comunidades donde no se celebra Misa sino de tarde en tarde a aquellos santos del cielo que recibieron el carácter sacerdotal, en particular al alma del Santo Cura de Ars, para que desde arriba, vele sobre los rebaños sin pastor, para que interceda y obtenga a los agonizantes que no son asistidos la gracia de la buena muerte. Hay que pensar en ello a menudo al asistir al santo Sacrificio, y puesto que cada Misa tiene un valor infinito, hay que pedir que ésa a la que asistimos resplandezca allí donde ya no se celebra, donde poco a poco se pierde la costumbre de asistir a ella. Pidamos a Nuestro Señor que haga germinar vocaciones sacerdotales en esos medios; pidámosle sacerdotes, santos sacerdotes, cada día más conscientes de la grandeza del sacerdocio de Cristo, para que sean sus celosos ministros que solo vivan para la salvación de las almas. En los periodos turbulentos la Providencia envía innumerables santos; por eso es necesario pedir al Señor que envíe al mundo santos que tengan la fe y la confianza de los Apóstoles.

La Iglesia Católica en RD tiene nuevo arzobispo, Francisco Osoria

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La Iglesia Católica en RD tiene nuevo arzobispo, Francisco Osoria :
Tras meses de rumores y conjeturas el papa Francisco designó un nuevo arzobispo en República Dominicana, se trata del obispo de la diócesis de San Pedro de Macorís, Francisco Osoria.
La información fue confirmada de manera oficial por El Vaticano.
Osoria sustituye a monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien hasta la fecha y durante años ocupó esa posición.
La designación de Osoria ha sido una sorpresa en el seno de la Iglesia y para la sociedad, ya que se había conjeturado que el sustituto de López Rodríguez sería un obispo de Santo Domingo.

La misericordia no es abstracta y sin obras está muerta

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La misericordia no es abstracta y sin obras está muerta :
En su reflexión esta mañana en la audiencia jubilar en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco explicó que “la misericordia no es una palabra abstracta sino un estilo de vida” ya que una persona puede decidir ser misericordiosa o no, puede decidir involucrarse y ayudar a los demás o ser indiferente ante las necesidades del prójimo.

El Papa comenzó su reflexión afirmando que es necesario hacer un “serio examen de conciencia” sobre las obras de misericordia en la vida cotidiana.

“Es bueno, de hecho, no olvidar nunca que la misericordia no es una palabra abstracta, sino un estilo de vida. Una persona puede ser misericordiosa o puede ser no misericordiosa. Es un estilo de vida, yo elijo vivir como misericordioso o elijo vivir como no misericordioso. Una cosa es hablar de misericordia, otra es vivir la misericordia”.

El Santo Padre explicó que “la misericordia sin las obras está muerta en sí misma. ¡Propiamente! Lo que hace viva la misericordia es su constante dinamismo para ir hacia el encuentro de las necesidades de aquellos que están en dificultad espiritual y material”

A veces, alertó el Pontífice, “pasamos delante de situaciones de dramática pobreza y parece que no nos tocan; todo continúa como si nada pasara, en una indiferencia que al final nos hace hipócritas y, sin que nos demos cuenta, termina en una forma de letargo espiritual que hace insensible el ánimo y estéril la vida”.

Cuando esto sucede, dijo Francisco, las personas se convierten en “gente que pasa sin vivir, es gente que no sirve a los otros. Y recuerden bien: quien no vive para servir, no sirve para vivir”.

Tras recordar que quien ha experimentado la misericordia de Dios en la propia vida no puede permanecer insensible ante las necesidades de los otros, el Papa resaltó que “no se puede hacer esperar a una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. Jesús nos dice esto. Las obras de misericordia no son temas teóricos, sino que son testimonios concretos. Obligan a remangarse las mangas para aliviar el sufrimiento”.

“A causa de los cambios de nuestro mundo globalizado, algunas pobrezas materiales y espirituales se han multiplicado: demos, pues, espacio a la fantasía de la caridad para individuar nuevas modalidades operativas. De este modo, el camino de la misericordia será siempre más concreto”.

El Papa Francisco subrayó asimismo que “a nosotros, por lo tanto, se nos pide permanecer vigilantes como centinelas, para que no suceda que, frente a las pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se debilite y sea incapaz de mirar lo esencial”.

“Mirar lo esencial ¿qué significa? Mirar a Jesús. Mirar a Jesús en el hambriento, en el preso, en el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo y debe mantener a una familia. Mirar a Jesús en estos hermanos y hermanas nuestros”.

“Mirar a Jesús en aquel que está solo, triste, en aquel que se equivoca y necesita un consejo, en aquel que necesita hacer un camino en silencio para que se sienta en compañía”.

Estas, concluyó el Papa, “son las obras que Jesús nos pide. Mirar a Jesús en ellos, en esta gente. ¿Por qué? Porque Jesús a mí, a todos nosotros, nos mira así”.

El Santo Padre también dio gracias por su reciente viaje a Armenia, la primera nación cristiana del mundo, realizado del 24 al 26 de junio, y alentó a la paz en esa región.

Hoy la Iglesia celebra el nacimiento de San Juan Bautista

Hoy la Iglesia celebra el nacimiento de San Juan Bautista :
“La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja”, explicaba el Obispo San Agustín (354-430) en sus sermones ya en los primeros siglos del cristianismo.

“Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegaron hasta Juan”, añadía el Santo Doctor de la Iglesia.

San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo. En el primer capítulo de San Lucas se narra que Zacarías era un sacerdote judío casado con Santa Isabel y no tenían hijos porque ella era estéril. Estando ya de edad muy avanzada, el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías de pie a la derecha del altar.

El mensajero divino le comunicó que su esposa iba a tener un hijo, que sería el precursor del Mesías, y a quien pondría por nombre Juan. Zacarías dudó de esta noticia y Gabriel le dijo que quedaría mudo hasta que todo se cumpla.

Meses después, cuando María recibió el anuncio de que sería madre del Salvador, la Virgen partió a ver a su prima Isabel y se quedó ayudándole hasta que nació San Juan.

Así como el nacimiento del Señor se celebra cada 25 de diciembre, cercano al solsticio de invierno (el día más corto del año), el nacimiento de San Juan es el 24 de junio, alrededor del solsticio de verano (el día más largo). Así, después de Jesús los días van a más y después de Juan, los días van a menos hasta que vuelve “a nacer el sol”.

La Iglesia señaló estas fechas por el siglo IV con la finalidad de que se superpongan a dos fiestas importantes del calendario greco-romano: “día del sol” (25 de diciembre) y el “día de Diana” en el verano, cuya fiesta conmemoraba la fertilidad. El martirio de San Juan Bautista se conmemora cada 29 de agosto.

Madre Teresa: Una revolución Espiritual

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Madre Teresa: Una revolución Espiritual:
La ya próxima canonización de Madre Teresa de Calcuta es mucho más que el reconocimiento a una vida de santidad; mucho más que la certeza de que está en el Cielo. Es hacer presente en el mundo actual, y desde el centro de la cristiandad, que Agnes Gonxha Bojaxhiu supo ver en el más pequeño, en el más necesitado, en el más olvidado del mundo, a Jesucristo.

José Luis González-Balado, uno de los principales biógrafos en castellano de Madre Teresa y una de las personas que la acompañaron durante su viaje a Madrid en 1986, cuenta a Misión sus recuerdos de esa estancia en España: “Mi mujer y yo la recogimos en el aeropuerto de Barajas; llegaba de Estados Unidos, donde había asistido a un Congreso Eucarístico Internacional y aprovechó para fundar una casa en el barrio del Bronx, en Nueva York. No venía a España a expandir su imperio, sino a servir a los pobres”. Según explica González-Balado, Madre Teresa transmitía “autenticidad en su testimonio. Bondad y humildad, de manera total, pero no se imponía, sino que le salía desde lo más hondo de su ser. Era profundamente sencilla”. Por eso afirma que la noticia de su canonización no lo sorprendió, “porque Madre Teresa era considerada santa por todos los que la conocieron”.

De hecho, el biógrafo recuerda que, tras la muerte de la religiosa, el entonces Papa, san Juan Pablo ii, había decidido canonizarla directamente, saltándose el paso de la beatificación. Por su parte, el cardenal José Saraiva Martins, por entonces prefecto de Congregación para las Causas de los Santos, asegura que, a pesar de ser “una figura extraordinaria” de la que no le cabe duda de su santidad, el Papa polaco respetó los tiempos establecidos.

El cardenal Saraiva conoció a Madre Teresa y también a san Juan Pablo ii, y afirma con orgullo que ha colaborado en ambos procesos de canonización. “Puedo testimoniar que Madre Teresa era santa. Una santa extraordinaria, realmente moderna y actual. Una santa, por la que en este año de la misericordia habría que expresar más devoción, porque ha sido la gran misionera y la gran apóstol de la misericordia”, apunta. Y precisa que “la mejor patrona del Año Santo de la Misericordia debería ser Teresa de Calcuta”.

El prefecto emérito de la Congre­ga­ción de las Causas de los Santos re­cuer­da el día que llevó a san Juan Pablo ii la noticia del reconocimiento del milagro realizado por intercesión de Madre Teresa para su beatificación. “El Papa estaba contentísimo; ellos tenían una relación muy hermosa, cercana y fuerte. Para Madre Teresa, Juan Pablo ii era como su director espiritual y Juan Pablo ii era un gran admirador de la religiosa”, precisa. Una relación que el cardenal atribuye a que “los santos se reconocen entre ellos, se intuyen”.

Aunque se prevé que la canonización sea multitudinaria, parece que serán pocas las Misioneras de la Caridad que asistirán. “Seguramente estará la superiora general y alguna más, pero la gran mayoría de las religiosas no asistirán a la celebración en la plaza de San Pedro”, afirma el biógrafo. El resto de comunidades seguirán prestando el servicio a los más necesitados en los lugares en los que nadie quiere estar. “Lo verán por televisión”, explica el escritor, aunque precisa que “tendrán que pedir una tele prestada porque ellas no tienen en sus casas”. Sin embargo, nadie duda de que la devoción a Madre Teresa hará que sea una celebración que traspase las fronteras del Vaticano.

La canonización de Madre Teresa de Calcuta cobra especial importancia después del asalto y asesinato de las cuatro religiosas de las Misioneras de la Caridad en Yemen. De alguna manera, ellas serán protagonistas de esa ceremonia el próximo 4 de septiembre, porque el reconocimiento de la vida santa de su fundadora es también la certeza de que su repentina y trágica muerte, cuyo único mal fue cuidar ancianos por amor a Cristo, no fue en vano.

Resulta llamativo que en la precaria residencia geriátrica que llevaban estas hermanas en la ciudad de Aden necesitara guardias de seguridad. Cuatro atacantes mataron al guardia y, una vez dentro del centro, a otras quince personas, a las que previamente ataron las manos. Entre los asesinados, cuatro religiosas de las cinco que formaban la comunidad. Tan solo sobrevivió la superiora, quien se escondió en el oratorio, y el padre Tom Uzhunnalil, sacerdote salesiano que atendía la comunidad, quien fue secuestrado y del que aún se espera su liberación.

La comunidad de las Misioneras de la Caridad en Aden (Yemen) era de las pocas congregaciones presentes en el país eminentemente musulmán en el que apenas hay 4.000 cristianos. En una casa sencilla, atendían a unos 60 ancianos, de muy escasos recursos. Nunca hicieron distinción por sus creencias religiosas, sin embargo, los extremistas las acusaron de hacer proselitismo cristiano. Ante la brutalidad del asesinato de las religiosas, Monseñor Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia del Sur, región a la que pertenece Yemen, afirmó que no había ninguna duda de que las hermanas habían sido “víctimas de odio contra nuestra fe; murieron como mártires”.

El deber de un padre

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El deber de un padre :
Padre y madre son igual de importantes en la formación de los hijos y cada una de las tareas que emprenden para dicho fin, son fundamentales. Lamentablemente en el mundo actual, e inclusive, desde la antigüedad, el padre ha estado relegado de este protagonismo y se ha recargado en gran parte a la madre, quien a su vez, expresa con seguridad frases como “soy madre y padre a la vez”, “no necesito de un hombre para educar a mi hijo”, “quiero tener un hijo sola”, y muchas otras afirmaciones que dejan en claro que un padre no es importante y que poco a poco van apagando la llama de la verdadera figura paterna. Muchas veces estas aserciones son consecuencia de experiencias no gratas o en algunas ocasiones son fruto del orgullo de no reconocer que se necesita del padre para alcanzar la construcción de una familia sana y feliz, y se expresan estos sentimientos que no son los más acordes a la realidad.

El padre, al igual que la madre, es primordial en la edificación de un proyecto personal de vida ya que también le aporta las bases a ese hijo o a esa hija, para emprender su viaje por la vida. En un abrir y cerrar de ojos, le hemos restado importancia dentro de la familia. Debemos dejarlos intervenir también en la construcción de la familia, en la cimentación de cada hijo nacido de ese amor inicial, y que, por tantas circunstancias o por la falta de cuidado, se va deteriorando y se va marchitando. Ese sentimiento que con tanto ímpetu surge, se apaga con tanta facilidad, que aterroriza la transformación de ambas personas frente a los diferentes problemas a los cuales se deben enfrentar a lo largo del camino. Se desconoce al conyugue cuando reacciona inadecuadamente, se niega el amor ante la adversidad, se nos olvida que no somos perfectos y que cada persona tiene una lucha interior por alcanzar dicha perfección.

En una familia no se puede desligar a la madre del padre o viceversa. Cada uno de ellos tiene en si la condición esencial para forjar el carácter, para orientar las decisiones trascendentes, para guiar con asertividad, para llevar de la mano a ese hijo o hija hacia el afinamiento de su personalidad, hacia el desarrollo de sus capacidades, sus destrezas y sus habilidades. Tanto la madre como el padre son igual de importantes en esta magna tarea.

En cuanto al padre, se necesita de ese ser único e irrepetible que deja huella con cada consejo, cada mirada, cada palabra. Padre solo hay uno y es vital para el desarrollo armónico y adecuado de cada persona. Podemos encontrar muchas teorías en contra de estas palabras y de este sentir plasmado desde lo profundo de mi ser, y es respetable. Pero indiscutiblemente, un padre marca el camino de ese hijo o hija. Con su compañía se hace cada vez más fuerte su confianza, su visión de ver la vida y el sentido que le da a cada uno de los instantes experimentados. Esa voz sabia y cálida que pronuncia una frase alentadora, que consuela para siempre alcanzar el éxito y que anima cuando todo está perdido. El padre es invalorado y minimizado con tanta firmeza por la misma sociedad, que es triste reconocerlo.

Cabe aclarar que en estas ideas deseo plasmar a la figura del padre ideal, no perfecto; aquel que da todo por su esposa e hijo(s), que comparte valores y profundiza en su fe para dar lo mejor de sí, para el bienestar de su familia; que la protege y la cuida; trabaja en función de darles todo lo que necesitan, diferenciando lo material de lo espiritual, el tener del sentir, el poseer y del trascender.

Hace algunos días tuve el privilegio de participar en un evento en el cual se profundizó sobre la importancia de la madre, de los hijos, los cónyuges y del padre. La verdad, cada frase escuchada fue fundamental para reflexionar acerca de la importancia de cada uno de los integrantes de la familia y de consolidar algunas ideas alrededor del deber ser para lograr edificar realmente la condición de ser personas, con todo lo que esto implica. Algunas frases siguen girando en mi cabeza, y son el diario cuestionar en conversaciones con colegas y amistades.

No abandonemos la idea de seguir protegiendo tanto a la figura materna, como a la paterna. Ambas hacen parte de la idea magnífica de forjar un mundo mejor; donde los sueños y esperanzas se hagan realidad; donde se valoren sus enseñanzas desde diferentes perspectivas (porque hombre y mujer son diferentes). El poder tener un hijo equivale a una responsabilidad extremadamente grandiosa. No dejamos nunca de ser papá o mamá, es trascendental, relevante y de mucho significado. Por eso, hay que valorar y cuidar este don divino, ejerciendo con alegría y orgullo el ser papá o mamá. No todos tienen este privilegio y muchas veces el que lo tiene, no lo valora, lo menosprecia o lo abandona.

Démosle al padre su verdadera importancia, posicionémoslo para bien de la formación de los hijos, seamos cómplices en esta tarea de educar. Pongamos nuestra cabeza en su regazo, como esposas, y confiemos en su sabiduría. Démosle la oportunidad de demostrar cuán grande es su labor y ayudémosle a ser papás. Es nuestra responsabilidad como mujeres, ya que nosotras poseemos el instinto de serlo, por el hecho de llevar en el vientre a esa criatura hermosa. Si en la vida real, muchas mamás no quieren serlo, imagínense cómo es el pensamiento de muchos padres. Es por ello, que debemos ayudarlos a enamorarse del ser padres, involucrándolos con amor, haciéndolos partícipes desde ese mismo momento en que son bendecidos con un hijo o hija.

El verdadero amor se construye en el día a día y se fortalece con pequeños detalles. Con el tiempo llega a ser tan fuerte que ni la más temerosa tormenta puede quebrarlo. Y los hijos serán los más favorecidos cuando papá y mamá se aman verdaderamente.

Niños refugiados: Tema del Papa para Jornada Mundial de los Migrantes

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Niños refugiados: Tema del Papa para Jornada Mundial de los Migrantes :
Menores migrantes, vulnerables y sin voz”, es el tema que el Papa Francisco eligió para la 103° Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado que se celebrará el 15 de enero de 2017, informó hoy el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes.

El dicasterio explicó que el objetivo del Pontífice es llamar la atención sobre los migrantes más pequeños y vulnerables, que son los niños, propensos a ser víctimas de violaciones de sus derechos humanos, especialmente cuando llegan solos a los países de destino.

En su comunicado, el Pontificio Consejo recordó que las migraciones no son un fenómeno solo europeo o mediterráneo, sino que afecta a todos los continentes e involucra a personas que emigran pacíficamente en busca de un futuro mejor, y a familias enteras que se ven forzadas a huir de las guerras que hay en sus países.

“Es necesario garantizar que en cada país los migrantes que llegan a él y sus familias gocen del respeto pleno de sus derechos. La preocupación más grande es la suscitada por la condición de los menores en el contexto de la migración internacional”, indicó el texto.

“Efectivamente, los niños y las mujeres representan las categorías más vulnerables dentro de este gran fenómeno y los menores son los más frágiles, a menudo hasta invisibles, porque carecen de documentos o no tienen quien les acompañe”, añadió.

Como es habitual, la Santa Sede publicará un mensaje pontificio con ocasión de esta jornada.

Esta jornada tiene su origen en la circular “El dolor y la preocupación” que la Sagrada Congregación Consistorial mandó el 6 de diciembre de 1914 a los obispos italianos para solicitar, por primera vez, la institución de una jornada anual de sensibilización sobre el fenómeno de la migración y también para organizar una colecta en favor de las obras pastorales para los emigrantes italianos y la formación de los misioneros de emigración.

La consecuencia de aquella misiva fue la celebración, el 21 de febrero de 1915, de la primera Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado.