jueves, febrero 20, 2025
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Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.

Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas».

Palabra de Dios.

Sobre el Matrimonio Católico

La Iglesia Católica enseña que el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer, que dura de toda la vida. Cuando dos cristianos bautizados se casan libremente, comprendiendo que la santidad del matrimonio es algo definitivo e indisoluble, se convierten en un símbolo de un matrimonio sacramental. ¿Qué significa eso?

De acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica, los sacramentos son “acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la Iglesia, son ‘las obras maestras de Dios’ en la nueva y eterna Alianza” (Núm. 1116). 

Con respecto al sacramento del Matrimonio, el catecismo dice: “El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia …»

La gracia del sacramento «perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna” (Núm. 1661). 

Matrimonio, espejo de la Trinidad

Dios creó el universo según la idea, o ejemplar, de su mente. Al igual que un artista, también Dios crea según lo que le es familiar, es decir, reflejando en su creación algo de sí mismo. Muy elocuente es el ejemplo de Marc Chagall: pintaba lo que conocía y lo que “le estaba a la mano”, nunca faltaban los temas relacionados a su origen ruso-judío, o aquellas pinturas con un fuerte contenido espiritual.

Quien se detiene un momento a contemplar todo lo que existe y observa detenidamente, no puede no preguntarse por el inicio o causa de las cosas. ¿De dónde viene esto? ¿Quién lo creó? La respuesta es sencilla: no puede venir de la nada, ya que de la nada no procede nada. De hecho a Dios, a quien no vemos, se le puede conocer por medio de sus efectos, que sí vemos.

Son múltiples las manifestaciones de su creación por ejemplo, el calor del sol, la profundidad de los mares, un cielo estrellado, la estructura de una escarcha de nieve, el orden en el macro y el micro cosmos, la complejidad del cuerpo humano, la capacidad de amar, la pureza de un niño, etc. Todo nos habla de Él. Es tan fácil reconocerle ya que todo lo humano nos habla de Él, puesto que Él se hizo hombre.

Sabemos que su obra maestra somos nosotros, los seres inteligentes. Por esta razón quiso hacernos semejantes a Él. Nos dotó de una razón, de voluntad y libre albedrio, con capacidad abierta a la totalidad de las cosas; para conocerlas y amarlas.

Podríamos pensar que el prototipo para crear al hombre, a imagen y semejanza suya lo tomó de su ser trino, es decir, de su ser tres personas en un solo Dios. La principal característica entre las tres personas en Dios es el amor. Cada persona está disponible y abierta totalmente hacia la otra. Existe una apertura total y desinteresada entre las personas de la trinidad. No hay misterios, no hay complicidad, no hay intrigas; todo es transparencia, interés por el otro, donación y mutua entrega. Basándose en esta dimensión de su Persona creó al hombre y a la mujer, según el ejemplar de trinidad.

Dios Padre ama tanto al Hijo y es tan amado por el Hijo que el amor mutuo se vuelve fructífero. Tan es así que de este amor procede otra persona, el Espíritu Santo. Esto es lo que expresa el Credo que rezamos: “creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria…”

Como las personas en la Trinidad, así son el hombre y la mujer, cada uno opta por el otro en plena libertad para constituir una nueva comunidad de amor. Esta comunidad, así como en Dios, está llamada a un amor fructífero, y a generar, aunque en este caso de modo físico, a otra persona como fruto de ese amor.

Al igual que la comunidad divina, el matrimonio está llamado a vivir una apertura total hacia la otra persona, no retener nada para sí. Esto debe ser así en todos los campos de la existencia (intereses, tiempo libre, trabajo, cuerpo, espíritu, sexualidad…) Por eso el hombre y la mujer en su unión sexual constituyen una imagen auténtica de Dios. Pero atención, lo es sólo en el matrimonio, cuando uno se dona en totalidad hacia la otra persona y está abierta a la fecundidad. Así hombre y mujer imitan a Dios al crear una comunidad y generar un hijo como fruto del amor recíproco. Forman así una imagen de la Trinidad, un espejo de Dios, una imitación de Dios. A esta imitación cada matrimonio está llamado a tomar parte; a ese ser semejantes a Él.

Por: católico.net

Rezar por los enemigos

El Papa Francisco invitó en su homilía en la Misa de la Casa Santa Marta a rezar por los enemigos, por aquellos que “nos quieren destruir”, y amarlos.

“Lo decimos todos los días en el Padre Nuestro, pedimos perdón como nosotros perdonamos: es una condición”, indicó.

“Rezar por aquellos que quieren destruirme, los enemigos, para que Dios los bendiga: esto es realmente difícil de entender. Pensemos en el siglo pasado, los pobres cristianos rusos que por el solo hecho de ser cristianos eran enviados a Siberia a morir de frío: ¿y ellos debían orar por el gobernante verdugo que mandaba allí?, ¿cómo es posible?”.

Muchos lo hicieron: rezaron. Pensemos en Auschwitz y en otros campos de concentración: ellos tenían que orar por ese dictador que quería la raza pura y asesinaba sin escrúpulos, y rezar para que Dios los bendijera. Y lo hicieron muchos”.

Francisco destacó la “distancia” que muchas veces existe “entre nosotros que muchas veces no perdonamos pequeñas cosas, y esto que nos pide el Señor y de lo que nos ha dado ejemplo: perdonar a aquellos que buscan destruirnos. En las familias es muy difícil, a veces, perdonarse los cónyuges después de alguna discusión, o perdonar a la suegra tampoco es fácil”.

El hijo, pedir perdón a su padre, es difícil. Pero perdonar a aquellos que te están asesinando, que quieren echarte… No solo hay que perdonar: ¡rezad por ellos, para que Dios los custodie! Es más: amadles. Solo la palabra de Jesús puede explicar esto”.

El Papa finalizó invitando a rezar “por los enemigos” porque, además “creo que todos nosotros los tenemos”. “Nos hará bien pensar en alguno que nos ha hecho el mal, que nos quiere hacer el mal o busca hacer el mal. La oración mafiosa es ‘me la pagarás’” pero “la oración cristiana es ‘Señor, dale tu bendición y enséñame a amarlo’. Rezamos por él”.

Por: aciprensa.com

 

El Papa dona 100 mil dólares para zonas afectadas por el Volcán de Fuego en Guatemala

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El Papa Francisco ha hecho una donación de 100 mil dólares a las víctimas del volcán de Fuego que entró en erupción hace algunas semanas y que ha causado numerosos muertos y provocado desaparecidos.

A través del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Papa Francisco ha establecido enviar esta primera contribución para ayudar a la población en esta fase de emergencia.

El dinero será repartido en colaboración a la Nunciatura Apostólica entre las diócesis golpeadas por la catástrofe y empleada en obras de asistencia a las personas y a los territorios castigadas por la erupción.

La donación es parte de las ayudas que se están recogiendo en toda la Iglesia a través de las diferentes conferencias episcopales y organismos de caridad.

La erupción del Volcán de Fuego en Guatemala, ocurrida el 3 de junio, ha dejado unos 1.7 millones de afectados en el país y diversas organizaciones de ayuda humanitaria se han movilizado para asistirlos.

La erupción del Volcán de Fuego ha causado ya al menos la muerte de 62 personas y otras 46 han resultado heridas.

Los departamentos de Escuintla, Chimaltenango y Sacatepéquez han sido los más afectados por la erupción. El vocero de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), David de León, indicó que han sido evacuadas tres mil personas.

Por: aciprensa.com

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

El Papa alza la voz contra la prostitución y la explotación de las mujeres

En la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este viernes 15 de junio, el Papa Francisco alzó la voz contra la prostitución y la explotación de las mujeres, contra la filosofía del descarte que las considera personas de segunda clase y las pisotea por ser mujeres.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre las palabras de Cristo en el Evangelio del día: “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”, y “todo el que repudia a su mujer la hace ser adúltera”.

Con estas palabras, explicó el Papa, “Jesús cambió la historia, porque hasta aquel momento, la mujer era de segunda clase, era como una esclava y no tenía plena libertad”.

“La doctrina de Jesús sobre la mujer cambia la historia”, aseguró. “Una cosa es la visión de la mujer antes de Jesús, y otra después de Jesús. Jesús dignifica a la mujer y la sitúa al mismo nivel que el hombre, porque toma aquella primera palabra del Creador cuando dice que los dos son ‘imagen y semejanza de Dios’, los dos; no primero el hombre y luego, un poco más abajo, la mujer. No: los dos. Y el hombre sin la mujer a su lado –ya sea como madre, como hermana, como esposa, como compañera de trabajo, como amiga–, ese hombre no está hecho a imagen y semejanza de Dios”.

El Pontífice denunció la generalización de la mujer como objeto que se ha instalado en la sociedad y en la cultura actual: “En los programas televisivos, en las revistas, en los diarios se muestra a la mujer como objeto de deseo, de uso, como en un supermercado”. “Se presenta a la mujer como objeto de esa filosofía de usar y tirar, como material de descarte”.

En este sentido, advirtió que esa filosofía “es un pecado contra Dios Creador, porque al rechazar a la mujer, no podemos ser imagen y semejanza de Dios. Se está produciendo un ataque contra la mujer, un terrible ataque. ¿Cuántas veces las mujeres, para tener un puesto de trabajo, deben venderse como objetos de usar y tirar? ¿Cuántas veces? Aquí, en Roma. No hace falta irse muy lejos”.

El Papa se preguntó qué veríamos si hiciéramos una “peregrinación nocturna” por determinados lugares de la ciudad donde “tantas mujeres, tantas migrantes y no migrantes son explotadas como si fuera un mercado”. Y la gente “se limpia la conciencia llamándolas ‘prostitutas’. Frente a nuestra libertad, ellas son esclavas de este pensamiento del descarte”.

“Todo eso sucede aquí, en Roma, sucede en cada ciudad”, lamentó. “Mujeres anónimas, mujeres sin mirada porque la vergüenza cubre la mirada, mujeres que no saben reír y muchas de ellas no conocen la alegría de ser madres”.

“También en la vida cotidiana, sin necesidad de ir a esos lugares, encontramos este pensamiento maligno de rechazar a la mujer, de considerarla de segunda clase. Debemos reflexionar mejor. Y haciendo esto, o diciendo aquello, entrando en ese pensamiento, despreciamos la imagen de Dios que ha hecho al hombre y a la mujer juntos a su imagen y semejanza”.

Por último, el Papa pidió una oración “por las mujeres descartadas, por las mujeres usadas, por las jóvenes que tienen que vender su propia dignidad para tener un puesto de trabajo”.

Fuente: ACI Prensa

¿Es lícito callar ante el aborto?

NO CALLAR EL CRIMEN DEL ABORTO

El 16 de marzo de 1998, la Santa Sede publicó un documento llamado “Nosotros recordamos: una reflexión sobre la Shoah”, dedicado a la terrible tragedia desatada durante la Segunda Guerra Mundial y la persecución del nazismo contra los judíos (que no fue sólo contra los judíos sino contra muchos más como los gitanos y contra muchos católicos y cristianos en general). En ella se leen estas palabras:

“En los territorios donde el nazismo practicó la deportación de masas, la brutalidad que acompañó esos movimientos forzados de gente inerme debería haber llevado a sospechar lo peor. ¿Ofrecieron los cristianos toda asistencia posible a los perseguidos, y en particular a los judíos?

Muchos lo hicieron, pero otros no. No se debe olvidar a los que ayudaron a salvar al mayor número de judíos que les fue posible, hasta el punto de poner en peligro su vida. Durante la guerra, y también después, comunidades y personalidades judías expresaron su gratitud por lo que habían hecho en favor de ellos, incluso por lo que había hecho el Papa Pío XII, personalmente o a través de sus representantes, para salvar la vida a cientos de miles de judíos. Por esa razón, muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos fueron condecorados por el Estado de Israel.

A pesar de ello, como ha reconocido el Papa Juan Pablo II, al lado de esos valerosos hombres y mujeres, la resistencia espiritual y la acción concreta de otros cristianos no fueron las que se podía esperar de unos discípulos de Cristo. No podemos saber cuántos cristianos en países ocupados o gobernados por potencias nazis o por sus aliados constataron con horror la desaparición de sus vecinos judíos, pero no tuvieron la fuerza suficiente para elevar su voz de protesta . Para los cristianos este grave peso de conciencia de sus hermanos y hermanas durante la segunda guerra mundial debe ser una llamada al arrepentimiento. Deploramos profundamente los errores y las culpas de esos hijos e hijas de la Iglesia”.

Estas palabras escritas medio siglo después de aquellos acontecimientos nos recuerdan la mala actitud de muchos cristianos que “no tuvieron fuerza suficiente para elevar su voz de protesta”. Y el documento habla de “grave peso de conciencia” y de la necesidad del arrepentimiento.

¿Cuál es el pecado cometido por estos cristianos? El no elevar la voz de protesta frente a un crimen sólo puede ser pecado cuando hay obligación de protestar y de no callar. Y acusar a un cristiano por “no haber tenido fuerza suficiente” sólo es posible si no existe en verdad tal falta de fuerza, es decir, si en el fondo la razón no es otra que la tibieza, la desidia, la cobardía, el miedo o el desinterés por la vida ajena en peligro.

Hubo muchos cristianos, pastores, sacerdotes y obispos, que dieron la cara y arriesgaron la vida. El Papa ha declarado las virtudes heroicas de Mons. Clemens August von Galen, llamado el León de Münster, quien no tuvo reparo en predicar con valentía contra Hitler y su exterminio de discapacitados en las mismas narices del Führer. Hitler no lo tocó en aquel momento porque decidió asesinarlo cuando hubiera alcanzado la victoria definitiva.

En su primera carta pastoral diocesana de la Pascua de 1934, von Galen condena sin reservas la cosmovisión neopagana del nazismo poniendo claramente en evidencia el carácter religioso de esta ideología: «Una nueva y nefasta doctrina totalitaria que coloca a la raza por encima de la moralidad, coloca a la sangre por encima de la ley […] repudia la revelación, pretende destruir los fundamentos del cristianismo […]. Es un engaño religioso. A veces ocurre que este nuevo paganismo se esconde incluso bajo nombres cristianos […]. Este ataque anticristiano que estamos viviendo en nuestros días supera, en violencia destructiva, a todos los demás de los que tenemos conocimiento desde los tiempos más lejanos». La carta termina con una admonición a los fieles a no dejarse seducir por tal «veneno de las conciencias» e invita a los padres cristianos a vigilar a sus hijos. El mensaje pascual cayó como una bomba y tuvo un efecto liberador en el clero y en el pueblo, teniendo eco no sólo en Alemania, sino también en el extranjero.

El sábado 12 de julio de 1941 el obispo recibe la comunicación de que han sido ocupadas las casas de los jesuitas  de la Königstrasse y de Haus Sentmaring. Con el avance de la guerra los jefes supremos del partido intensificaron el secuestro de bienes de las confesiones cristianas, y precisamente en los días en que Münster sufría graves daños por los bombardeos, la Gestapo comenzó sistemáticamente a deportar a religiosos y a ocupar y confiscar los conventos. También fueron secuestrados los conventos de las monjas de clausura. Los religiosos y religiosas fueron insultados y expulsados. El obispo se puso en movimiento inmediatamente. Afrontó personalmente a los hombres de la Gestapo, diciéndoles que estaban realizando «un acto infame y vergonzoso», y los llamó con mucha claridad y franqueza «ladrones y bandoleros». Consideró que había llegado el momento de intervenir públicamente. Estaba listo para cargar con todo por Dios y por la Iglesia, aunque esto pudiera costarle la vida. El día siguiente, tras prepararse bien el sermón, subió al púlpito decidido a llamar a las cosas por su nombre. «Ninguno de nosotros está al seguro, ni siquiera el que en conciencia se considera el ciudadano más honesto, el que está seguro de que nunca llegará el día en que vengan a arrestarle a su propia casa, le quiten la libertad, le encierren en los campos de concentración de la policía secreta de Estado. Soy consciente de que esto puede sucederme hoy también a mí…» Y no duda en desenmascarar frente a todos las viles intenciones de la Gestapo, considerándola responsable de todas las violaciones de la más elemental justicia social: «El comportamiento de la Gestapo daña gravemente a amplísimos estratos de la población alemana… En nombre del pueblo germánico honesto, en nombre de la majestad de la justicia, en el interés de la paz… yo levanto mi voz como hombre alemán, como ciudadano honrado, como ministro de la religión católica, como obispo católico, yo grito: ¡exijamos justicia!».

Este es sólo un ejemplo, tal vez de los más hermosos que nos legó la historia. Junto al suyo, muchos otros cristianos se callaron la boca. Tuvieron miedo. O simplemente pensaron que no era problema de ellos; era una pelea que no les incumbía. ¿Es eso pecado? Sí, es uno de los dos pecados que cometió Caín. El primero fue el fratricidio. El segundo fue sostener una mentira gigantesca que destruye la base de toda sociedad: decir que no somos responsables ni guardianes de la sangre de nuestros hermanos. Este segundo pecado es el que cometen los que se callan cuando hay que hablar para salvar al inocente. Aunque no podamos salvarlo, aunque sólo podamos patalear para que no lo asesinen contando con nuestra mudez.

Queridos hermanos, el silencio, la pereza, la desidia o el miedo de estos cristianos dio por resultado la muerte de de menos diez millones de inocentes (judíos la mayoría, pero también un innumerable número de gitanos, discapacitados, sacerdotes, religiosas y religiosos, católicos, etc.). Esto pasó hace 50 años.

Dentro de 50 años o mucho menos tal vez también seamos juzgados nosotros por nuestra actitud ante el más grande genocidio que ha conocido la historia de la humanidad: el del aborto y la eutanasia que revive en nuestro tiempo la misma mentalidad pagana del nazismo y de los campos de exterminio comunistas. Cada año este crimen deja 60 millones de muertos (teniendo en cuenta sólo los abortos quirúrgicos que pueden llegar a cerca de 500 millones con los abortos provocados por píldoras abortivas y otros dispositivos); víctimas que tienen como característica el ser niños, inocentes, no haber cometido mal alguno, no tener capacidad de defenderse y ser el futuro de nuestro mundo. A esto se suma el creciente fenómeno del homicidio/suicidio llamado eutanasia.

Hay dos series de pecados que se pueden cometer relacionados con este crimen:

(1) Ante todo, todos los pecados que se relacionan directamente con este homicidio cualificado: el practicar un aborto, el ayudar a realizarlo, el pedirlo, el aconsejarlo, el votarlo o hacer campañas a favor del mismo, el presionar para que alguien lo realice. Muchos de estos casos incluso conllevan cuando se reúnen ciertas condiciones la pena de excomunión automática, además de encuadrarse como pecado gravísimo. Más grave que todos estos es el reclamar o simplemente postular que el aborto “es un derecho” de la mujer . En seguida diré algo más al respecto.

(2) El otro pecado es callarse ante este mal; no hacer nada para intentar detenerlo; pensar que no nos toca o que no es asunto nuestro; no apoyar a quienes dan la cara para frenar esta tragedia colectiva, o peor todavía considerar que quienes luchan contra el aborto y ponen la cara son imprudentes o fanáticos, o hacernos eco de la prensa que los despedaza, por estar ella involucrada con los que manejan las campañas abortistas. Ejemplo notable tenemos en la valiente carta de Mons. Baseotto contra el aborto dirigida al Ministro de Salud Gines González y todas las criticas que ha desatado por parte del Gobierno incluso pidiendo su destitución a la Santa Sede, incluso haciéndole decir cosas que no ha dicho y cambiándole el verdadero sentido a sus palabras. En un caso como este, guardar silencio puede ser pecado. No olvidemos que el pedido de perdón de la Iglesia por la mala actitud de algunos católicos ante la persecución nazista se debió a que se quedaron callados; ellos no asesinaron a nadie ni entregaron a nadie al perseguidor; simplemente miraron el espectáculo como si no fuese problema de ellos. A los que hablaron (como mons. von Galen) los persiguieron y algunos terminaron en la cárcel, como suele ocurrir en los tiempos difíciles.

Por tanto, es nuestro deber recordar las grandes verdades sobre este tema que podemos resumir en los siguientes puntos:

1º Matar al inocente es un pecado abominable.

2º Asesinar al inocente indefenso, siendo niño, enfermo, anciano o discapacitado es un pecado más abominable aún.

3º Cuando los que lo asesinan o piden su muerte son sus padres, sus hijos, sus parientes, éste se convierte en un pecado que no tiene nombre.

4º Cuando los que lo practican son los que se han comprometido a defender la vida, a curar, a aliviar el dolor, como son los médicos y enfermeros, conlleva además la traición de sus juramentos y horroriza al cielo.

5º Cuando los que trabajan por imponer una pena de muerte al inocente, como es este caso pues se condena a muerte por venir al mundo, por ser enfermo, por estar postrado o por ser deficiente, cuando los que hacen esto son los Gobernantes, entonces es probable que Dios entregue a esa Nación a su propia destrucción.

6º Y finalmente, cuando se defiende no sólo el aborto sino la existencia de un “derecho a abortar” o un “derecho a que se practique la eutanasia” se comete no sólo un pecado contra la vida y el quinto mandamiento de la ley divina, sino que además se incurre en una herejía porque está revelado como consta en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia que no existe derecho a matar al inocente. Y en esto entramos en otro terreno, pues el que comete pecado de herejía destruye la fe en su alma, aunque por fuera se siga llamando católico. Observemos que no estoy hablando aquí del que hace o pide un aborto sabiendo que hace algo abominable ante Dios, sino del que defiende “la existencia de un derecho” a hacer el mal del aborto o de la eutanasia. Eso ya afecta a la fe.

Queridos hermanos, no todos tenemos las mismas posibilidades de decir estas cosas, pero ha llegado el momento en que debemos buscar el modo de que nuestras convicciones no queden guardadas en nuestro corazón. El que pueda proclamarlo desde el púlpito o desde la cátedra debe hacerlo; el comerciante que pueda decirlo o hacerlo leer a sus clientes debe hacerlo, aunque no sepa encontrar otro modo que empapelar las paredes y vidrieras de su negocio con estas verdades; la ama de casa que no tenga otro medio, al menos puede decirlo a sus vecinas y defender el más sagrado de los dones naturales que Dios nos ha dado. Cada uno verá el modo. Lo que no se puede es callar.

Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org