martes, noviembre 11, 2025
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Tenemos que triunfar en nuestra imaginación antes de hacerlo en la vida.

Hay muchas veces que creemos que triunfar en la vida dependerá de nuestro currículum, de nuestras capacidades, de nuestros contactos, de la suerte… Todo eso puede influir pero lo primero que debemos hacer para triunfar es creer que podemos hacerlo.

De eso habla la cita de hoy: primero debemos triunfar en nuestra imaginación. Si creemos en nosotros mismos, si pensamos que conseguiremos nuestros objetivos, estaremos mucho más cerca de conseguirlos.

Cuando en vez de centrarnos en pensar que conseguiremos triunfar, nos centramos en nuestros pensamientos negativos, nos estamos conduciendo a nosotros mismos al fracaso. Pensar cosas como “no van a darme ese trabajo porque no soy lo bastante bueno” o “seguro que les caigo mal a todos y no quieren ser amigos míos” sólo conduce a que esos malos augurios se cumplan. Piénsalo bien: si tú fueras un jefe, ¿le darías el trabajo a alguien que no cree ser lo bastante bueno? ¿Saldrías con alguien que se considera a sí mismo antipático?

Tú debes ser la persona que más confíe en ti, debes creer que puedes conseguir todo lo que quieras, debes verlo primero en tu imaginación.

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CONSAGRACION MARIANA

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¿En qué consiste la consagración Mariana?

Es la total consagración a Jesús a través de la Santísima Virgen María. Consiste en un acto libre y voluntario donde ofreces toda tu persona y tu vida, y te entregas todo entero, en cuerpo y alma, a la Madre de Jesús y Madre nuestra para que a través de ella el Espíritu Santo nos transforme conforme a la imagen de Jesús.

La misión que Jesús le dio a María:

Jesús nos dio a su madre como nuestra madre espiritual para que Ella nos conciba a la vida cristiana por obra del Espíritu Santo, nos alimente, nos cuide y nos lleve a la plenitud de Cristo.

Cuando Jesús miró por última vez a su Madre antes de morir le dijo: «Mujer aquí tienes a tu hijo. Aquí tienes a tu Madre» (Jn 19, 26-27) ¿Qué quiso decirle Jesús a María? Fórmalos como me formaste a mí. ¿Qué quiso decirle a Juan? (él nos representaba a todos nosotros) Descansa en su regazo, confíate a sus manos maternales: Ella te va a santificar por el poder del Espíritu Santo, Ella se encargará de modelarte y transformarte conforme a mi imagen.

San Luis María enuncia en su libro «los actos de caridad que la Virgen, como la mejor de todas las madres, hace para con sus fieles servidores»: Ella los ama, los mantiene, los guía y dirige, los defiende y protege, intercede por ellos ante Dios. Y añade los frutos que esta devoción produce en el alma: alcanza luz del Espíritu Santo para crecer en humildad y conocimiento personal, la Sma. Virgen concederá parte de su fe, apartará del alma los escrúpulos y ensanchará y abrirá el corazón para correr «por el camino de los mandamientos de su Hijo» con gran libertad interior, los llenará de una gran confianza en Dios y en Ella misma, «el alma de la Sma. Virgen María se os comunicará para glorificar al Señor» y «Ella dará su fruto a su tiempo y este fruto suyo es Jesucristo».

Pertenecer a María.

Por eso, cuando María nos ve a cada uno de nosotros, sus hijos, nos mira con amor, anhelando el momento en que libremente le digamos: Madre, soy todo tuyo, te pertenezco, fórmame como lo hiciste con Jesús, protégeme del Maligno, llévame al Paraíso.

Si Dios Omnipotente confió incondicionalmente en la Virgen María y puso a Su Hijo Unigénito en sus brazos maternales, ¿cómo no vamos a hacerlo nosotros?

Cuando le demos todo a María, Ella se hará cargo de nosotros y de nuestros seres queridos.

Cuando estemos como ciegos en las horas oscuras, María escuchará nuestro grito desesperado: «Señor, que vea» (Mc 10,51) y se encargará de decirle a Jesús: «Mira, no tienen vino» (Jn 2,3) y encontraremos una y otra vez la salida de las tinieblas para entrar en su luz maravillosa (cfr. 1 P 2,9)

A la hora del sufrimiento y de la cruz, María estará allí, de pie a nuestro lado, abrazándonos con ternura. (Jn 19,25)

En las decisiones importantes, María nos mostrará el Camino, la Luz, la Verdad, la Vida. Ella será la dulce y firme Pastora que nos conduzca por el buen Camino (Cfr. Jn 14,6). María nos lleva siempre por el mejor camino a Jesús.

En la vida cotidiana, María será nuestra educadora, la que nos forme en las virtudes cristianas.

María será nuestra maestra de oración. Nos conducirá siempre al Sagrario y nos mostrará el costado traspasado de Su Hijo, nos enseñará a entrar en la intimidad de Su Corazón traspasado. Es un maravilloso intercambio: le damos nuestro corazón a María y Ella nos da su Corazón inmaculado. A María le gusta compartir, cuando le demos nuestro corazón con absoluto abandono, Ella nos abrirá la intimidad del suyo, conoceremos cómo es su amor a Jesús, cómo gusta Su palabra, cómo contempla los misterios de Su Hijo. Sentiremos como Ella siente, amaremos como Ella ama, dejaremos que Jesús encuentre consuelo y descanso en nosotros como lo encuentra en Ella.

A la hora de nuestra muerte, María será la que nos abra la puerta del hogar definitivo, nos abrace y nos lleve a la presencia del Padre para entrar en su intimidad y permanecer allí para siempre.

JUEVES SANTO

La liturgia del Jueves Santo es una invitación a profundizar concretamente en el misterio de la Pasión de Cristo, ya que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció ‘en la noche en que iban a entregarlo’. Y por otro lado, el mismo Señor Jesús nos da un testimonio idóneo de la vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos todos los fieles cuando decide lavarle los pies a sus discípulos.

En este sentido, el Evangelio de San Juan presenta a Jesús ‘sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía’ pero que, ante cada hombre, siente tal amor que, igual que hizo con sus discípulos, se arrodilla y le lava los pies, como gesto inquietante de una acogida incansable.

San Pablo completa el retablo recordando a todas las comunidades cristianas lo que él mismo recibió: que aquella memorable noche la entrega de Cristo llegó a hacerse sacramento permanente en un pan y en un vino que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos, quedando instituida la Eucaristía.

La Santa Misa es entonces la celebración de la Cena del Señor en la cuál Jesús, un día como hoy, la víspera de su pasión, «mientras cenaba con sus discípulos tomó pan…» (Mt 28, 26).

Él quiso que, como en su última Cena, sus discípulos nos reuniéramos y nos acordáramos de Él bendiciendo el pan y el vino: «Hagan esto en memoria mía» (Lc 22,19).

Antes de ser entregado, Cristo se entrega como alimento. Sin embargo, en esa Cena, el Señor Jesús celebra su muerte: lo que hizo, lo hizo como anuncio profético y ofrecimiento anticipado y real de su muerte antes de su Pasión. Por eso «cuando comemos de ese pan y bebemos de esa copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva» (1 Cor 11, 26).

De aquí que podamos decir que la Eucaristía es memorial no tanto de la Ultima Cena, sino de la Muerte de Cristo que es Señor, y «Señor de la Muerte», es decir, el Resucitado cuyo regreso esperamos según lo prometió Él mismo en su despedida: » un poco y ya no me veréis y otro poco y me volveréis a ver» (Jn 16,16).

Como dice el prefacio de este día: «Cristo verdadero y único sacerdote, se ofreció como víctima de salvación y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya». Pero esta Eucaristía debe celebrarse con características propias: como Misa «en la Cena del Señor».

En esta Misa, de manera distinta a todas las demás Eucaristías, no celebramos «directamente» ni la muerte ni la Resurrección de Cristo. No nos adelantamos al Viernes Santo ni a la Noche de Pascua.

Hoy celebramos la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó en el fracaso sino en el éxito, tuvo un por qué y para qué: fue una «entrega», un «darse», fue «por algo» o, mejor dicho, «por alguien» y nada menos que por «nosotros y por nuestra salvación» (Credo). «Nadie me quita la vida, había dicho Jesús, sino que Yo la entrego libremente. Yo tengo poder para entregarla.» (Jn 10,16), y hoy nos dice que fue para «remisión de los pecados» (Mt 26,28).

Por eso esta Eucaristía debe celebrarse lo más solemnemente posible, pero, en los cantos, en el mensaje, en los signos, no debe ser ni tan festiva ni tan jubilosamente explosiva como la Noche de Pascua, noche en que celebramos el desenlace glorioso de esta entrega, sin el cual hubiera sido inútil; hubiera sido la entrega de uno más que muere por los pobre y no los libera. Pero tampoco esta Misa está llena de la solemne y contrita tristeza del Viernes Santo, porque lo que nos interesa «subrayar»; en este momento, es que «el Padre nos entregó a su Hijo para que tengamos vida eterna» (Jn 3, 16) y que el Hijo se entregó voluntariamente a nosotros independientemente de que se haya tenido que ser o no, muriendo en una cruz ignominiosa.

Hoy hay alegría y la iglesia rompe la austeridad cuaresmal cantando él «gloria»: es la alegría del que se sabe amado por Dios, pero al mismo tiempo es sobria y dolorida, porque conocemos el precio que le costamos a Cristo.

Podríamos decir que la alegría es por nosotros y el dolor por Él. Sin embargo predomina el gozo porque en el amor nunca podemos hablar estrictamente de tristeza, porque el que da y se da con amor y por amor lo hace con alegría y para dar alegría.

Podemos decir que hoy celebramos con la liturgia (1a Lectura). La Pascua, pero la de la Noche del Éxodo (Ex 12) y no la de la llegada a la Tierra Prometida (Jos. 5, 10-ss).

Hoy inicia la fiesta de la «crisis pascual», es decir de la lucha entre la muerte y la vida, ya que la vida nunca fue absorbida por la muerte pero si combatida por ella. La noche del sábado de Gloria es el canto a la victoria pero teñida de sangre y hoy es el himno a la lucha pero de quien lleva la victoria porque su arma es el amor.

SANTA BERNARDITA

Virgen

Martirologio Romano: En Nevers, en Francia, santa María Bernarda Soubirous, virgen, la cual, nacida en Lourdes de una familia muy pobre, siendo aún niña asistió a las apariciones de la Inmaculada Santísima Virgen María y, después, abrazando la vida religiosa, llevó una vida escondida y humilde. ( 1879).

También se la conoce como: Santa Bernardita De Lourdes.
También se la conoce como: Santa Bernardette.
También se la conoce como: Santa María Bernarda.

Etimológicamente: Bernarda = Aquella que es una guerrera, es de origen germánico.

Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1933 por el Papa Pío XI.

El 11 de febrero, fiesta de la Santísima Virgen de Lourdes, nos recuerda las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años que no sabía ni leer ni escribir, pero que rezaba todos los días el rosario, Bernardita Soubirous. Nació en Lourdes en 1844 de padres muy pobres. Por medio de ella la Virgen hizo surgir la prodigiosa fuente del milagro, a la cual acuden peregrinos de todo el mundo para reavivar su fe y su esperanza. Muchos regresan de Lourdes curados también en su cuerpo. La Virgen, durante la segunda aparición, le dijo: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, pero sí en el otro”.

A pesar de haber sido dócil instrumento para extener la devoción a la Inmaculada, Bernardita no se contaminó con la gloria humana. El día que el obispo de Lourdes, ante 50.000 peregrinos, colocó la estatua de la Virgen sobre la roca de Massabielle, Bernardita tuvo que permanecer en su celda, víctima de un ataque de asma. Y cuando el dolor físico se hacía más insoportable, suspiraba: “No, no busco alivio, sino sólo la fuerza y la paciencia”. Su breve existencia transcurrió en la humilde aceptación del sufrimiento físico como generosa respuesta a la invitación de la Inmaculada para pagar con la penitencia el rescate de tantas almas que viven prisioneras del mal.

Mientras junto a la gruta de las apariciones se estaba construyendo un grande santuario para acoger a los numerosos peregrinos y enfermos en busca de alivio, Bernardita pareció desaparecer en la sombra. Pasó seis años en el instituto de Lourdes, de las Hermanas de la Caridad de Nevers, y en el que después fue admitida como novicia. Su entrada se demoró debido a su delicada salud. En la profesión tomó el nombre de Sor María Bernarda. Durante los quince años de vida conventual no conoció sino el privilegio del sufrimiento. Las mismas superioras la trataban con indiferencia, por un designio providencial que les impide a las almas elegidas la comprensión y a menudo hasta la benevolencia de las almas mediocres. Al principio fue enfermera dentro del convento, después sacristana, hasta cuando la enfermedad la obligó a permanecer en la cama, durante nueve años, siempre entre la vida y la muerte.

A quien la animaba le contestaba con la radiante sonrisa de los momentos de felicidad cuando estaba a la presencia de la blanca Señora de Lourdes: “María es tan bella que quienes la ven querrían morir para volver a verla”. Bernardita, la humilde pastorcita que pudo contemplar con sus propios ojos a la Virgen Inmaculada, murió el 16 de abril de 1879.

Fue beatificada el 14 de junio de 1925 por el Papa Pío XI, y el mismo Papa la elevó al honor de los altares el 8 de diciembre de 1933.

En Francia se la festeja el 18 de febrero

EL VIEJO CARRO GRIS

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Una vez un amigo tenía un pequeño carro gris. Ya estaba viejito; por lo tanto lo tenía medio descuidado.

Estaba esperando poder cambiar el vehículo por uno más nuevo. Así que no le prestaba mucha atención a su viejo carro gris.

Un día fue a una plaza comercial de la capital; se parqueo en un lugar y luego de varias horas salió y no encontró su vehículo.

¡Wow! ¡Me robaron mi carro! Solo el que ha pasado por esa situación sabe lo que se siente en ese momento.

Luego de unos minutos, triste y desconcertado, miro a todo su alrededor y se fijo que no era la salida en donde se había parqueado al llegar. Así que volvió a entrar a la plaza; busco la salida por donde había entrado y se dio cuenta que su carro estaba en el mismo lugar donde lo dejo.

¡Qué alivio! Cuanta paz recibes al pensar que habías perdido algo para siempre, y te das cuenta que ahí está. El refrán “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” pasa por mi mente.

Muchas veces no valoramos lo que tenemos hasta que lo vemos partir o se lo vemos a otra persona. No valoramos el empleo que tenemos porque quisiéramos uno donde podamos ganar más. No valoramos nuestra familia, nuestro matrimonio, nuestros amigos. No podemos disfrutar lo que tenemos en la mano pensando en lo que nos gustaría tener.

Disfruta lo que tienes. Recuerda que somos administradores de las cosas que Dios nos ha entregado. Y si somos fieles con lo poco que tenemos, entonces estaremos preparados para también disfrutar y ser fieles en lo mucho. (Mateo 25:21)

Recuerda; Nadie llega a la cima sin antes haber estado abajo. Cuida lo poco que tienes y Dios te bendecirá con más. Valora a tus seres queridos ahora que están en vida, luego que hayan partido nunca podrán escuchar todo lo que tengas que decir.

¡Que tengas un día Bendecido!

 

LAS LUCHAS

Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo.

Un día vió que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por abrirlo mas grande y poder salir.

El hombre vió que la mariposa forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento.

Parecía que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo, al salir la mariposa tenía un cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.

El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba.

Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Nunca pudo llegar a volar.

Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fué que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.

La libertad y el volar solamente podían llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fué privada su salud.

Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si la naturaleza nos permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podríamos haberlo sido.

Cuántas veces hemos querido tomar el camino corto para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser libres.

Que tengas un dia Bendecido!

LA GRAN MULTITUD.

Jesús se encontraba a la orilla de la playa predicando y una gran multitud lo seguía.
Como la biblia no la escribió un dominicano, cuando dice “”Multitud” es que había “MUCHA GENTE”.
Había tanta gente que tuvo que subir a un bote para terminar su mensaje desde ahí, porque casi lo empujan al agua de tanto tumulto. Al terminar dice “Pasemos al otro lado”. De toda esa gran multitud de gente, solo doce pudieron subir a la barca para irse con El.
Solo doce, los que le conocían personalmente, los que pasaban tiempo con El, los que tenían intimidad con El. Hoy en día hay una “Gran Multitud” que dice amar a Dios, pero no le siguen. Hoy todo el mundo cree en Dios, pero pocos le conocen realmente.
Hay quienes solo forman parte de la gran multitud y otros pocos que tienen intimidad con El, los que realmente le conocen. Donde estas tu? Entre la gran multitud, haciendo lo que todos hacen, pensando como todos piensan, viviendo como todos viven o eres de los pocos, los locos que dicen conocer a Dios “Realmente”?
 Todo el mundo conoce de Dios, pero pocos conocen a Dios. Muchos sirven a Dios, pero pocos siguen a Dios. El hecho no es saber que Dios existe y creer en El, es ser parte de aquellos pocos que se atreven a creer en El, Amarlo, Confiar en El y Seguirlo con todo el corazón, con toda su mente y con toda su alma.
Si aun eres parte de la gran multitud, hoy es el día de salir y subirte a la barca con Jesús.

Hay que pasar al otro lado, Vienes?
Que tengas un día Bendecido.

EL RINCÓN DE LO REGUEROS

El pasado fin de semana me tome todo el sábado y parte del domingo para organizar algunas cosas en casa.

Comencé a sacar cosas viejas del closet, de cajas y maletas. Guardaba y botaba lo que ya no necesitaba, pero había un rincón de los regueros donde dejaba cosas que estaba indeciso en si botarlos o no.

Fui dejando cositas pequeñas, pero al rato pude ver como el rincón se lleno de tanto reguero que no sabía por dónde comenzar.

Todos en nuestras casas tenemos un “rincón de los regueros”. Es ese lugar que no dejas que las visitas vean, es un lugar donde tienes todo guardado y desordenado. ¿Te sorprendería saber si no solo en la casa tenemos un rincón de los regueros, sino también en nuestro corazón?

Si! Todos tenemos un lugar donde guardamos sentimientos, pensamientos, heridas, resentimientos y rencores. Es un lugar que no dejamos que nadie vea y que al igual que el rincón de los regueros en la casa, vamos tirando cosas pequeñas, poco a poco, hasta que se convierte en un desastre. Entonces tomamos la decisión de limpiar, pero no sabemos por dónde empezar.

En el corazón es diferente. Vamos acumulando tantas cosas pero cuando queremos limpiar ya es demasiado tarde y explotamos. No acumules sentimientos negativos en tu corazón, puesto que vas a necesitar algo más que detergente y cloro para poder limpiarlo.

Por ejemplo: Si alguien te ofende díselo en el momento y no lo guardes para después, “Hablar a tiempo te ahorrará muchos sinsabores” guarda tu corazón, mantenlo limpio de regueros(Proverbios 4:23) Ama, perdona y olvida es la clave de la vida. #ViveFull