jueves, noviembre 13, 2025
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VIERNES

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Hola viernes, entra y siéntate. ¿Como estas? Hace seis días que no te veía. Desde la ultima vez que te vi he estado trabajando duro. Siempre es agradable tu visita, porque me haces descansar y sentir libre.

Además me dejas compartir con mis amigos y celebrar los triunfos que tengo durante la semana. Se que te enojas conmigo porque amo por igual a cada uno de tus hermanos. En especial a El lunes, he aprendido a tenerle un gran cariño muy especial, pues me ha enseñado a comenzar de nuevo, a tomar nuevas oportunidades y nuevos ciclos.

Pero tu viernes, eres súper especial para mi, por eso te espero con ansias cada seis días. Solo te pido algo… Enséñame, enséñame a celebrar sin olvidar que la vida continua, a que no es el ultimo día que te veré y que debo ser prudente.

A no desperdiciar contigo lo que tanto trabajo me ha costado durante la semana. A descansar para retomar fuerzas y nuevos ánimos, para así cuando llegue tu hermano lunes, estar fuerte, enfocado y listo para la nueva carrera.

Tu hermano sábado quiere que vaya mañana con el a la playa, y domingo quiere que reserve el día para pasar tiempo con mi familia. Así que hoy pasemos el tiempo juntos pero sabiendo que debo guardar fuerzas, energía y dinero para tus otros hermanos. Bueno mi querido viernes, un placer de verte de nuevo.

Espero que pasemos un buen día juntos; y que pueda sacar el mejor provecho de este día.

Saber Escuchar

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Saber Escuchar
Evita el autoritarismo.

Una cualidad poco común en la mayor parte de los que ocupan puestos de dirección, como pueden ser los mismos padres de familia, es la capacidad de escuchar con atención.

Los líderes verdaderamente efectivos, en lugar de mandar («haz esto»), echan mano del talento de la gente («¿qué harías tú?»); y les preguntan, saben escuchar.

Este tipo de líderes no viven demasiado apegados a su juicio, sino que están abiertos al parecer de los demás; no tratan de imponer su punto de vista a como dé lugar sino que, en las situaciones complejas, primero tratan de entender.

Ahora bien, una vez que han escuchado con sinceridad y entendido con claridad, entonces se forman un juicio y aseguran su ejecución.

Ambos extremos de la cuerda son importantes; por una parte, apertura para entender y, por otra, firme decisión para llevar a cabo la decisión tomada.

Ichak Adizes, uno de los consultores más reconocidos a nivel internacional en el campo empresarial y político, comenta lo siguiente.

«Ricardo Salinas Pliego» es uno de los escasos líderes que saben cómo tomar decisiones democráticamente (escuchando con una mente abierta a quien pueda contribuir con sus ideas) y después autoritariamente (y en esto no permite disentir) implementar la decisión tomada.

Es una rara cualidad el ser de mente tan abierta, para luego mostrar una gran determinación y objetividad de visión. En mi experiencia, la mayor parte de las empresas sufren, no por la ausencia de buenas decisiones, sino por no implementarlas adecuadamente. Éste no es un problema que aqueje a Ricardo, y aquí radica el secreto de su enorme éxito.

En mis treinta años de consultoría para empresas Fortune 100 y para ocho Primeros Ministros, Ricardo se encuentra entre los cinco líderes empresariales más importantes a quienes yo he conocido o con quienes he colaborado. Su juicio es impecable: toma riesgos, pero sabe cómo controlarlos. Escucha y al mismo tiempo forma sus propios criterios.

Es extraordinario, y para expresarlo de una forma no trivial: «es simplemente brillante».

¿Qué es escuchar?

Escuchar es:

– Guardar silencio: se trata no sólo de no hablar, sino de silenciar también nuestras emociones y tendencias espontáneas para acceder a las de aquella persona que deseamos escuchar, y cuidando que los propios sentimientos o emociones perturben el entendimiento con el interlocutor.

– Mirar a los ojos y dejar hablar a la otra persona.

– Estar atento a lo que se dice y lo que se siente: contemplar objetivamente las cosas.

Preguntarse si existe alguna razón que justifique su reacción, o si simplemente está (usted) precipitándose una vez más en sacar conclusiones precipitadas.

– Dar tiempo y ser paciente: no criticar ni hacer afirmaciones hostiles. Concentre toda su atención en formular preguntas que puedan resultar clarificadoras.

– Repetir lo que el otro dice, para estar seguro de haber comprendido.

NO escuchar es:

– Emitir juicios o discutir.

– Interferir o completar frases.

– Asumir que sé lo que el otro me va a decir y adelantarme a decirlo.

– Distraerse, haciendo otras cosas al mismo tiempo.

– Dar soluciones en vez de suponer que el otro es capaz de descubrirlas por cuenta suya.

Sugerencias de acción:

Prestar atención y escuchar lo que me dicen mis hijos, aunque a mí me parezca irrelevante.

Enseñarles a expresar correctamente sus opiniones y puntos de vista cuando se está conversando en la mesa.

Es todo un arte el saber provocar diálogos constructivos en la mesa donde se respete la opinión de todos. ¡Cuánto contribuye a la formación de hijos exitosos, seguros y humildes!

(Ejercicio)

Haz una evaluación personal sobre tu capacidad de escucha atenta y constructiva. Se sugiere la siguiente tabla.(en el siguiente enlace puedes descargar la ficha para la evaluacion)

click aquí

Preguntas de reflexión que debes responder en los foros del curso

1. ¿Estás de acuerdo en que una de las grandes necesidades que tenemos los seres humanos es la de ser escuchados?

2. ¿Por qué nos cuesta tanto escuchar a los demás?

Cómo medir la temperatura a tu relación con Dios

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Cómo medir la temperatura a tu relación con Dios
Como creyentes, uno de nuestros mayores anhelos es tener una relación fuerte y sana con Dios, que impregne nuestra vida y nos haga caminar en santidad. Vivir en sintonía con Dios nos da verdadera felicidad y por eso, debemos cuidar nuestra relación con Él más que ninguna otra y estar en constante sintonía con su voluntad.

Cuando el pueblo de Israel es conducido por Moisés a través del desierto hacia la tierra prometida experimenta muchos episodios de rebeldía. Éste período de travesía por el desierto, que no es muy hermoso, retrata muchas cosas ciertas para nosotros actualmente. El pueblo es la imagen de la Iglesia y el desierto de la vida humana, y seguramente las rebeldías que tuvo el pueblo de Dios son las que acompañan el transcurso de nuestras vidas. Hoy no nos quejamos y no nos rebelamos a Dios exactamente por los mismos motivos que ellos, pero estos pasajes bíblicos se encuentran más vigentes que nunca y los tomamos como guía para aprender a conocer nuestra condición humana, para estar en guardia y hacer frente a nuestras propias rebeliones y caprichos.

¿Estás en sintonía con lo que Dios tiene para ti o eres un caprichoso?

La palabra capricho es útil para describir lo que sucede al pueblo de Dios y que nos trae la Palabra en el Libro de Los Números (11, 4b-15), cuando los Israelitas se quejaban de que sólo tenían maná para comer y extrañaban el pescado, pepinos y cebollas que comían en Egipto mientras eran esclavos. No les bastaba el alimento que Dios les daba en libertad y en camino hacia la tierra prometida, sino que añoraban la comida que recibían en esclavitud. Ellos exclamaban: « ¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná ».

El pueblo tenía lo suficiente para vivir, pero no era a gusto de ellos. No se estaban muriendo de hambre como en otros pasajes parecidos, el problema tiene que ver con el sabor, con el gusto. Pues, aunque el maná según la descripción de la escritura suple la necesidad de nutrición, es un sabor que ya los tiene saturados.

Nosotros no somos muy distintos de ellos, pensemos en cuantas circunstancias de nuestra vida, más que tener necesidades lo que en realidad tenemos son caprichos, y el hecho de imponer o querer imponer nuestro capricho, nos vuelve como niños mal educados, malcriados, lo mismo que este pueblo. El problema es de falta de sintonía, yo quiero llevar mi camino, quiero hacer las cosas a mi gusto, yo prefiero mi estilo y Dios quiere llevarme por otra parte, descubro que lo que Dios me ofrece si es suficiente para la necesidad pero no es suficiente para mi propio gusto, desprecio el plan de Dios y creo que mis apetencias son mejores.

La fiebre del capricho nos enferma, pone en peligro nuestra relación con Dios, va atacándonos poco a poco y nos hace más susceptibles a caer en las redes del pecado. Para ello debemos estar constantemente midiendo la temperatura de nuestra relación con Dios.

Los dos termómetros de tu relación con Dios: La gratitud y la alegría

1. ¿Soy agradecido?

Si queremos saber la temperatura de nuestra relación con Dios, empecemos por preguntarnos por nuestros propios caprichos. ¿Soy una persona agradecida con lo que he recibido de Dios?

La gratitud se vuelve escasa o tal vez inexistente en el pueblo de Dios, estas personas no sienten que tengan que agradecer, es un pueblo ingrato porque no les llegan las cosas como quisieran. Para saber si somos caprichosos es bueno hacernos esa pregunta ¿Qué tan agradecido soy?

La falta de gratitud denota siempre que el capricho se está adentrando en el corazón humano, si damos gracias pocas veces o no el número de veces que deberíamos, es porque en realidad cuando las cosas no son a nuestro gusto seguramente no las agradecemos

2. ¿Soy alegre?

Llama la atención que en el pasaje de Caín y Abel, lo primero que perdió Caín mucho antes de cometer el homicidio fue la alegría, y Dios lo llama y lo interroga y le dice: “¿Qué paso con tu alegría? ¿Por qué andas con el rostro sombrío?”

La falta de alegría es el primer síntoma de que se ha perdido la sintonía con Dios. El corazón gozoso en la voluntad de Dios, agradecido por lo que recibe de Él, es un corazón en plena sintonía. Mientras que el corazón que ya no se alegra, que empieza a volverse apagado y sombrío, muy pronto va a pasar de esa sombras a las tinieblas, y va a pasar de ese aspecto simplemente serio o ausente a otro mucho más terrible, probablemente ya de envidia como Caín, ya de lujuria como David ya de venganza como Saúl, eventualmente terminará cayendo en las redes del pecado.

Para evitar que el pecado haga nido en nuestra vida y ponga en peligro nuestra relación con Dios hay que vigilar el rostro, hay que vigilar la alegría, hay que tener control de la gratitud. No se trata de ponernos una máscara que tenga una sonrisa, se trata de utilizar esas dos actitudes, la gratitud y la alegría, como termómetros que nos permiten examinar si tenemos esa fiebre terrible que se llama capricho, ver si me he enfermado de ingratitud y esa enfermedad hay que curarla con urgencia

Realmente el pecado no sucede de manera tan inesperada como a veces uno lo describe. Una vocación, por ejemplo, no se pierde de manera tan inesperada. Normalmente lo que sucede es que se empieza a resbalar, se empieza a ceder: de las cosas pequeñas se va pasando a otras más grandes, y de las grandes a las terribles, y de las terribles a las espantosas, uno va descendiendo, uno va resbalando. Entonces, estos termómetros de la alegría y la gratitud sirven para que el corazón se despierte y me pregunte ¿qué estoy haciendo? ¿Qué está pasando conmigo? ¿A dónde voy a llegar si sigo por este camino? Esos indicadores son muy importantes, cuando estamos atentos al estado de salud de nuestra docilidad y de nuestra sintonía con Dios, indudablemente podemos tomar medidas correctivas en el momento en el que son necesarias.

¿Cómo curarme de la fiebre del capricho y mejorar mi relación con Dios?

Revisa tu comunicación con Dios. Si de repente notas que estas estresado, enojado o agotado, es una señal de que te estas comunicando menos con Dios y más con el mundo. Es algo parecido a lo que sucede con la comunicación moderna a través del teléfono celular, si por algún motivo en medio de una llamada empiezas a perder la señal, la voz se empieza a entrecortar, no entiendes lo que te dicen. Esto mismo sucede en nuestra comunicación con Dios, apenas empecemos a sentir que se está perdiendo la comunicación, quiere decir, que me he alejado demasiado de la antena, me he alejado de esa emisión de la palabra de Dios que quiere llegar a mi vida, posiblemente me he alejado de mi libro de oraciones, de la liturgia de las horas, probablemente me alejado del sagrario que me inspira tanto, me he distanciado de mi comunidad que es el lugar natural de crecimiento y de florecimiento de mi vocación.

¿Qué hacemos cuando en el celular se pierde la señal? Caminamos hasta encontrarla, vamos al lugar donde la señal se recupera. Pues eso es lo que también debemos hacer en la vida de la fe, en la vida del espíritu, si ves que la señal esta interrumpida, esta entrecortada, es el momento de dar unos pasos, es el momento de buscar plena conexión con Dios que te da vida.

¿Preocuparse, o no, del mañana?

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¿Preocuparse, o no, del mañana? Homilía de la Liturgia de la Palabra del predicador de la Casa Pontificia, P. Raniero Cantalamessa, celebrada en la Basílica de San Pedro con ocasión de la I Jornada mundial de oración por el Cuidado de la Creación:

1.- Llenen la tierra y sométanla

Y los bendijo, diciéndoles:

«Sean fecundos, multiplíquense,

llenen la tierra y sométanla;

dominen a los peces del mar, a las aves del cielo

y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra» (Gen 1,28).

Estas palabras han suscitado en tiempos recientes una fuerte crítica. Estas -alguno ha escrito atribuyendo al hombre un dominio indiscriminado sobre el resto de la naturaleza-, están al origen de la actual crisis ecológica. Viene reversado a la relación del mundo antiguo, sobre todo de los griegos, que veían al hombre en función del cosmos, y no el cosmos en función del hombre.

Yo creo que esta crítica, como muchas similares hechas al texto bíblico, se origina por el hecho de que se interpretan las palabras de la Biblia a la luz de categorías seculares ajenas a ella. “Dominar” no tiene aquí el significado que la palabra tiene fuera de la Biblia. Para la Biblia, el modelo último del dominus del Señor, no es el soberano político que explota a sus súbditos, sino que es Dios mismo, Señor y padre.

El dominio de Dios sobre las creaturas no se finaliza al propio interés, sino a aquel de las creaturas que él crea y protege. Hay un paralelismo evidente: como Dios es el dominus del hombre, así el hombre debe ser el dominus del resto de lo creado, es decir responsable de ello y su protector. El hombre es creado para que sea “a imagen y semejanza de Dios” no de patrones humanos. El sentido del dominio del hombre es explicado por lo que sigue poco después en el texto: “El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Gen 2, 15). Lo expresa muy bien la plegaria eucarística IV donde se dice a Dios:

“A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero,
para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado”.

La fe en un Dios creador y en hombre hecho a imagen de Dios, no es por lo tanto una amenaza, sino sobre todo una garantía para la creación, es la más fuerte de todas. Dice que el hombre no es patrón absoluto de las otras creaturas; debe rendir cuentas de aquello que ha recibido. La parábola de los talentos tiene aquí su aplicación primordial: la tierra es el talento que todos juntos hemos recibido y del cual debemos rendir cuentas.

La idea de una relación idílica entre el hombre y el cosmos, fuera de la Biblia, más allá de todo, es una invención literaria. La opinión dominante entre los filósofos paganos del tiempo tendía a hacer del mundo material, en la línea de Platón, el producto de un dios de segundo rango (el Deuteros theos o Demiurgo) o incluso, como dirá Marción, obra de un dios malo, diferente del Dios revelado por Jesucristo. El anhelo era liberarse de la materia, no liberar la materia. Una visión, esta, que al tiempo de Francisco de Asís revivía la herejía de los cátaros.

Otra prueba de que no es la visión bíblica la que favorece la prevaricación del hombre sobre la creación, es que el mapa de la contaminación no coincide de hecho con el de la difusión de la religión bíblica o de otras religiones, sino que coincide sobre todo con aquella de una industrialización salvaje, dirigida sólo a la ganancia, y con aquella de la corrupción que cierra la boca a todas las protestas y resiste a todos los poderes.

Junto a la gran afirmación que los hombres y las cosas provienen de un único principio, la narración bíblica muestra a la luz, esto sí, una jerarquía de importancia que es la jerarquía misma de la vida y que vemos inscrita en toda la naturaleza. El mineral sirve al vegetal que de él se nutre, el vegetal sirve al animal (es el buey quien come la hierba, ¡no al contrario!) y los tres sirven a la creatura racional que es el hombre.

Esta jerarquía es para la vida, no en contra de ella. Esta es violada, por ejemplo, cuando se realizan gastos locos para los animales (¡y no por aquellos en peligro de extinción!), mientras que se dejan morir de hambre y enfermedades millones de niños delante de los propios ojos. Alguno querría abolir del todo la jerarquía entre los seres, presente en la Biblia e inherente en la naturaleza. Se nos empuja incluso a hipotizar y auspiciar un universo futuro sin la presencia de la especie humana, retenida dañina para el resto del creado. Se llama “ecología profunda”. Pero esto claramente no tiene sentido. Sería como si una inmensa orquesta fuera reducida a tocar una espléndida sinfonía, pero en el vacío total, sin que haya nadie para escuchar y los mismos que tocan fueran sordos.

Como es tranquilizante, en este contexto, volver a escuchar las palabras del salmo 8 que queremos hacer nuestras en esta vigilia de oración:

Al ver el cielo, obra de tus manos,

la luna y la estrellas que has creado:

¿qué es el hombre para que pienses en él,

el ser humano para que lo cuides?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y esplendor;

le diste dominio sobre la obra de tus manos,

todo lo pusiste bajo sus pies:

todos los rebaños y ganados,

y hasta los animales salvajes;

las aves del cielo, los peces del mar

y cuanto surca los senderos de las aguas.

¡Señor, nuestro Dios,

qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!

2.- ¿Preocuparse, o no, del mañana?

Pasamos ahora al pasaje evangélico que hemos escuchado:

“Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo… Miren los lirios del campo… No se inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?»… No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción. (Mt 6, 25 – 34).

Aquí las objeciones humanas se transforman en un coro de protesta. ¿No preocuparse del mañana?, ¿Pero no es lo que se propone con la ecología y que Papa Francisco hace en toda su encíclica ‘Laudato Si’? Es saludable que a veces reaccionemos así a la palabra de Jesús; es siempre la ocasión para descubrir algo de nuevo en sus palabras.

Pero esas palabras de Jesús hoy nos hablan también a todos nosotros. Dicen: no te preocupes por el mañana, pero ¡preocúpate por el mañana de aquellos que vienen después de nosotros! No se pregunten ¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Qué vestiremos? Pregúntense más bien ¿Qué comerán? ¿Qué beberán? ¿Qué vestirán nuestros hijos, los futuros habitantes de este planeta?”

Un gran estudioso de la antigüedad cristiana, Adolph von Harchak, ha escrito que cuando se trata de nosotros mismos, el Evangelio nos quiere despegados de los bienes de la tierra, pero cuando se trata del prójimo no quiere ni siquiera escuchar hablar de desinterés o de vivir la jornada. “La máxima ilusión del ‘libre juego de las fuerzas’, del ‘vivir y dejar vivir’ -sería mejor decir: vivir y dejar morir-, está en abierta oposición con el Evangelio. Lamentablemente esta máxima del ‘vivir y dejar morir’ es aquella que ninguno pronuncia, pero que muchos practican en la realidad. Jesús, en más ocasiones, se preocupa por dar él mismo de comer a la gente, multiplicando los panes y los peces, y al final pide recoger lo que quedaba “para que no se pierda nada” (Jn 6,12). Una palabra que se debería adoptar como lema en contra del desperdicio, sobre todo en campo alimenticio.

En realidad, el texto evangélico pone el hacha en la raíz – la misma hacha a la misma raíz que pone el Papa Francisco en su encíclica. Lo hace cuando dice al inicio del pasaje: “no pueden servir a Dios y a la riqueza”. Ninguno puede servir seriamente la causa de la salvaguardia de la creación si no tiene la valentía de señalar con el dedo en contra de la acumulación de riquezas exageradas en las manos de pocos y en contra del dinero que es la medida.

Que sea claro: Jesús nunca ha condenado la riqueza en sí misma. A Zaqueo le permite tener la mitad de sus bienes que debían haber sido sustanciosos; entre sus amigos está José de Arimatea llamado “hombre rico” (Mt, 27, 57). La que Jesús condena es la “riqueza deshonesta” (Lc 16, 9), la riqueza acumulada a expensas del prójimo, fruto de la corrupción y de la especulación, la riqueza sorda a las necesidades del pobre: aquella, por ejemplo, del rico epulón de la palabra, que hoy, entre otro, no está más por un individuo, sino por un entero hemisferio.

3.- Qué nos enseña Francisco de Asís

Ahora podemos dedicar un poco de atención también a Francisco de Asís y a su Cántico de las Criaturas que Papa Francisco, con feliz intuición, escogió como marco espiritual para su encíclica. ¿Qué podemos aprender de él, nosotros los hombres de hoy?

Francisco es la prueba viviente de la contribución que la fe en Dios puede dar al esfuerzo común para la salvaguardia de la creación. Su amor por las criaturas es una consecuencia directa de su fe en la paternidad universal de Dios. Todavía no tiene las razones prácticas que tenemos nosotros hoy para preocuparnos por el futuro del planeta: la contaminación atmosférica, la escasez de agua limpia… El suyo es un ecologismo puro de los fines utilitarios, por cuan legítimos, que tenemos nosotros hoy. Las palabras de Jesús “’padre’, no tienen sino uno, el Padre celestial; y todos ustedes son hermanos (cf. Mt 23: 8-9), le son suficientes. No son para él un principio abstracto; es el horizonte constante en el que vive y piensa. Fuerte con esta certeza, él ha querido poner al mundo entero “en un estado de fraternidad y en un estado de alabanza”.

Las fuentes franciscanas nos dicen los sentimientos con que Francisco se dispone a escribir su cántico:

“Por eso, quiero componer para su gloria, para consuelo nuestro y edificación del prójimo una nueva alabanza del Señor por sus criaturas. Cada día ellas satisfacen nuestras necesidades; sin ellas no podemos vivir, y, sin embargo, por ellas el género humano ofende mucho al Creador. Cada día somos ingratos a tantos dones y no loamos como debiéramos a nuestro Creador y al Dispensador de todos estos bienes». Se sentó, se concentró un momento y empezó a decir: «Altísimo, omnipotente, buen Señor…».

Las palabras del santo que definen bello el sol, bello hermano fuego, luminosas y bellas estrellas, son el eco de aquel: “Dios vio que era muy bueno”, de la historia de la creación.

El pecado de fondo contra la creación, que precede a todos los demás, es el de no escuchar su voz, condenarlo irremediablemente, diría San Pablo, a la vanidad, a la insignificancia (cf. Rom. 8: 18f). El mismo Apóstol habla de un pecado fundamental que llama impiedad, o “ahogar la verdad”. Dice que es el pecado de quienes “habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias” como corresponde a Dios. Este no es, pues, sólo el pecado de los ateos que niegan la existencia de Dios; también es el pecado de los creyentes de cuyo corazón nunca salió un entusiasta “¡Gloria a Dios en las alturas!”, ni un emotivo “Gracias, Señor”. La Iglesia pone en nuestros labios las palabras para hacerlo cuando, en el Gloria de la Misa, nos hace decir: “Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor, por tu inmensa Gloria”.

“Los cielos y la tierra – dice a menudo la Escritura – están llenos de su gloria”. Están, por así decir, preñados, pero no pueden, por sí mismos, “liberarse”. Como la mujer encinta, necesitan también las hábiles manos de una partera para dar a luz aquello de lo que están “preñados”. Y estas “parteras” de la gloria de Dios debemos ser nosotros. ¡Cuánto tuvo que esperar el universo, qué largo tuvo que tomar, para llegar a este punto! Millones y millones de años, durante el cual la materia prima, a través de su opacidad, caminó hacia la luz de la conciencia, como la savia desde la base hacia la parte superior del árbol para crecer en la flor y la fruta!. Esta conciencia fue finalmente llegó, cuando apareció en el universo «, el fenómeno humano.» Pero ahora que el mundo ha llegado a su meta, requiere hombre para cumplir con su deber, que tiene, por así decirlo, la dirección del coro y canta para todo el «Gloria a Dios en las alturas!»

Francisco nos muestra el camino para un cambio radical en nuestra relación con la creación: consiste en sustituir a la posesión, la contemplación. Él ha descubierto una manera diferente de gozar de las cosas que es la de contemplar, en lugar de su dueño. Puede regocijarse en todas las cosas, porque ha renunciado a poseer alguna. Las fuentes franciscanas nos describen la situación de Francisco cuando compuso su Cántico de las criaturas:

“Sin poder soportar de día la luz del sol, ni de noche el resplandor del fuego. Permanecía constantemente a oscuras tanto en la casa como en aquella celdilla; tenía, además, grandes dolores en los ojos día y noche, de modo que casi no podía descansar ni dormir durante la noche; lo que dañaba mucho y perjudicaba a la enfermedad de sus ojos y sus demás enfermedades”.

Francisco canta la belleza de las criaturas cuando ya no puede ver a ninguna de ellas, y, es más, la simple luz del sol o del fuego ¡le procura un dolor terrible! La posesión excluye, la contemplación incluye; la posesión divide, la contemplación, multiplica. Uno solo puede poseer un lago, un parque, y así todos los demás quedan excluidos; miles pueden contemplar ese mismo lago o parque, y todos disfrutar de él sin sustraerlo a nadie. Es una posesión más verdadera y profunda, un poseer dentro, no fuera, con el alma, no sólo con el cuerpo. ¿Cuántos latifundistas se han detenido a admirar una flor de sus campos o a acariciar una espiga de su grano? La contemplación permite poseer las cosas sin acapararlas.

El ejemplo de Francisco de Asís demuestra que la actitud religiosa y doxológica ante la creación no es sin consecuencias prácticas y operativas; no es algo montado en el aire. También empuja a gestos concretos. Así es como el primer biógrafo del Santo refiere algunos de estos gestos concretos del pobrecillo:

«Abraza todas las cosas con indecible afectuosa devoción y les habla del Señor y las exhorta a alabarlo (…) A los hermanos que hacen leña prohíbe cortar del todo el árbol, para que le quede la posibilidad de echar brotes. Manda al hortelano que deje a la orilla del huerto franjas sin cultivar, para que a su tiempo el verdor de las hierbas y la belleza de las flores pregonen la hermosura del Padre de todas las cosas. Manda que se destine una porción del huerto para cultivar plantas que den fragancia y flores, para que evoquen a cuantos las ven la fragancia eterna. Recoge del camino los gusanillos para que no los pisoteen; y manda poner a las abejas miel y el mejor vino para que en los días helados de invierno no mueran de hambre”.

Algunas de sus recomendaciones parecen escritas hoy, bajo la presión de los ambientalistas. Una vez dijo: “Yo jamás fui ladrón de limosnas”, que quiere decir, recibir más de lo necesario, quitando a quien necesita más que yo. Hoy en día esta regla podría tener una aplicación muy útil para el futuro de la tierra. Deberíamos proponérnosla también nosotros: no quiero ser ladrón de recursos, usando más de lo necesario y sustrayendo así a quien vendrá después de mí.

Ciertamente, Francisco no tenía la visión global y planetaria del problema ecológico, sino una visión local, inmediata. Pensaba en aquello que él podía hacer y, eventualmente, sus frailes. También aquí él nos enseña algo. Un lema ahora muy de moda dice: “Piensa globalmente, actúa localmente” piensa globalmente, pero actúa localmente. ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, culpar a quienes contaminan la atmósfera, los océanos y los bosques, si yo no dudo en lanzar a la orilla de un río o del mar, una bolsa de plástico que permanecerá allí durante siglos, si alguien la recupera, si tiro en cualquier lugar, en la carretera o en el bosque, aquello de lo que me quiero liberar, o si embadurno las paredes de mi ciudad?

El cuidado de la creación, como la paz, se hace, diría nuestro Santo Padre Francisco, “artesanalmente”, comenzando inmediatamente por sí mismos. La paz comienza por ti, se repite a menudo en los mensajes para la Jornada Mundial de la Paz; también el cuidado de la creación comienza por ti. Era lo que un representante ortodoxo afirmaba ya en la Asamblea Ecuménica de Basilea de 1989, sobre la justicia, la paz y el cuidado de la creación: “Sin un cambio en el corazón humano, la ecología no tiene ninguna esperanza de éxito”.

Concluyo mi reflexión. Unas semanas antes de su muerte, san Francisco agregó una estrofa a su Cántico, que comienza con las palabras: “Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor”. Creo que si viviera hoy añadiría otra estrofa a su canción: “Alabado seas mi Señor por todos los que trabajan para proteger a nuestra hermana la madre tierra, los científicos, los políticos, los líderes de todas las religiones y personas de buena voluntad. Alabado seas, mi Señor, por aquel que, junto con mi nombre, también tomó mi mensaje y lo está llevando hoy a todo el mundo.

SEPTIEMBRE… MES DE LA PALABRA DE DIOS

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SEPTIEMBRE… MES DE LA PALABRA DE DIOS
La intención es que durante este mes de septiembre, en todas las comunidades cristianas, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios.

Propuestas para escuchar la Palabra

1. La lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos es una excelente ayuda para profundizar en la Palabra de Dios. De esta manera nos unimos a toda la Iglesia que ora al Padre meditando los mismos textos. También nos acostumbramos a una lectura continuada de la Biblia, donde los textos están relacionados y lo que leemos hoy se continua con lo de mañana. La lectura diaria de los textos (para lo cual Liturgia Cotidiana es una excelente herramienta) constituye una «puerta segura» para escuchar a Dios que nos habla en la Biblia.

2. – ¿Has leído alguna vez un evangelio entero «de corrido»? Es muy interesante descubrir la trama de la vida de Jesús escrita por cada evangelista. Muchos detalles y relaciones entre los textos que cada evangelista utiliza quedan al descubierto cuando uno hace una lectura continuada. Este mes es propicio para ofrecerle a Dios este esfuerzo. Te recomendamos la lectura del evangelio de Marcos. No es muy largo, en unas horas se puede leer. Al ser el primero de los sinópticos, los otros (Mateo y Lucas) lo siguen en el esquema general. Por lo tanto es una muy buena «puerta de entrada» al mensaje de Jesús.

3. Otra posibilidad para poner en práctica este mes (y tal vez iniciar un hábito necesario y constructivo) es la oración con los salmos. Los mismos recogen la oración del pueblo de dios a lo largo de casi mil años de caminata del pueblo de Israel. Nos acercan la voz del pueblo que ora con fe, y la palabra de Dios, que nos señala esta manera de orar para acercarnos y escuchar sus enseñanzas. En los salmos podemos encontrar una inmensa fuente de inspiración para la oración. Hay salmos que nos hablan de la alegría, de las dificultades y conflictos, de la esperanza, del abatimiento, del dolor, de la liberación y la justicia, de la creación, de la misma Palabra de Dios (salmo 118, el más largo de todos). Aprender a rezar con los Salmos es una «puerta siempre abierta» para el encuentro con el Dios de la Vida.

4. La lectura orante de la Palabra, realizada en comunidad, nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. Es un ejercicio clave para el crecimiento en la fe. La fuerza de la comunidad nos alienta para encontrar en los textos la fuerza del Espíritu. Todos aprendemos juntos y nos enriquecemos con el aporte de cada uno. Existen muchos métodos de lectura orante. Simplificando al máximo podemos decir que los siguientes cuatro pasos son los más comunes:

Lectura
Meditación
Oración
Compromiso

La lectura orante siempre desemboca en un desafío para vivir. La Palabra de Dios nos desafía a seguir los pasos de Jesús y cambiar nuestra vida.

La lectura orante, practicada en comunidad, es una «puerta-espejo» que nos interpela y nos ayuda a discernir cómo vivir y practicar su Palabra en nuestros días.

De la la Encíclica Fides et ratioCapítulo V. N´55 (parcial)

«Tampoco faltan rebrotes peligrosos de fideísmo, que no acepta la importancia del conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y, más aún, para la posibilidad misma de creer en Dios. Una expresión de esta tendencia fideísta difundida hoy es el « biblicismo », que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis el único punto de referencia para la verdad. Sucede así que se identifica la palabra de Dios solamente con la Sagrada Escritura, vaciando así de sentido la doctrina de la Iglesia confirmada expresamente por el Concilio Ecuménico Vaticano II.

La Constitución Dei Verbum, después de recordar que la palabra de Dios está presente tanto en los textos sagrados como en la Tradición, afirma claramente: « La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica ». La Sagrada Escritura, por tanto, no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la « suprema norma de su fe » proviene de la unidad que el Espíritu ha puesto entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente.

No hay que infravalorar, además, el peligro de la aplicación de una sola metodología para llegar a la verdad de la Sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exégesis más amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. Cuantos se dedican al estudio de las Sagradas Escrituras deben tener siempre presente que las diversas metodologías hermenéuticas se apoyan en una determinada concepción filosófica. Por ello, es preciso analizarla con discernimiento antes de aplicarla a los textos sagrados.»

Juan Pablo II
Fides et ratio
14 de Setiembre de 1998

Para finalizar, los católicos durante el mes de septiembre debemos dedicarlo a iniciar el conocimiento y divulgación de los textos bíblicos, ya que quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia.

La Biblia, para todas las denominaciones cristianas, contiene la Revelación y es, como todo libro sagrado, la fuente del conocimiento y el compromiso de vida en lo referente a la fe.

Cada año, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la Iglesia Ortodoxa e Iglesias Evangélicas celebrarán el Mes de la Biblia.

Cada comunidad celebrará el mes con énfasis de acuerdo a su historia y tradición.

La Iglesia Católica Romana recordando a San Jerónimo, (a quien conmemoramos el 30 de septiembre), traductor de la Vulgata, la Biblia en lengua latina; la Ortodoxa haciendo memoria que fue en idioma griego que se escribieron los Santos Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento y las Iglesias Evangélicas conmemorando la publicación, el 26 de septiembre de 1569, de la primera traducción de los Textos Bíblicos a la lengua española, traducción realizada por Casiodoro de Reina y conocida como la “Biblia del Oso” ya que en su portada estaba representado dicho animal.

Muy pocos saben que esta Biblia, pese a ser fruto del trabajo de un activo protestante contenía todos los textos propios de la Biblia Vulgata latina de San Jerónimo, mencionada al inicio, que es el texto oficial de la Biblia para toda la iglesia católica romana.

Algo de historia

La palabra Biblia se origina, a través del latín, en la expresión griega τα βιβλία τα ἅγια (ta biblía ta haguia; los libros sagrados), acuñada por vez primera en I Macabeos 12:9, siendo βιβλία plural de βιβλίον (biblíon, ´papiro´ o ´rollo´, usado también para ´libro´). Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (Βύβλος), importante mercado de papiros de la antigüedad.

Esta frase fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir, el Nuevo Testamento. Para ese entonces ya era común utilizar las dos primeras palabras de la frase, τα βιβλία, a manera de título.

Ya como título, y habiendo perdido el artículo τα, se empezó a utilizar en latín como biblia sacra (los libros sagrados) y de ahí fue transmitido a las demás lenguas.

La Biblia es una compilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un dilatado periodo de tiempo y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí la Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1000 años (900 a. C. – 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en el Pentateuco, que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época.

El canon católico romano de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por primera vez en el Concilio de Hipona en el año 393 de nuestra era, por la Iglesia Católica. Dicho canon de 73 libros (46 pertenecientes al llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos -Tobías, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc- y 27 al Nuevo Testamento) fue confirmado en el Sínodo de Roma en el año 380, y ratificado en el Concilio de Cartago en el año 397, y luego nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546.

Versiones castellanas de la Biblia Católica

Vienen éstas de la traducción hecha por San Jerónimo (Dalmacia, Yugoeslavia, 342-420) al latín, versión oficial de la Iglesia por casi 15 siglos. El primer intento estuvo a cargo de la corte del Rey Alfonso X, El Sabio, en 1280, conocida como la Biblia Alfonsina; en 1430, el Gran Maestre de la orden de Calatrava, Don Luis de Guzmán, patrocina a Mosé Arragel para realizar otra traducción, conocida como la Biblia de Alba.

En 1944 se publica la llamada de Nácar-Colunga, publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos que no usa la traducción de la Vulgata como fuente si no usa los originales.
La Biblia de Jerusalén aparece en 1967, también basada en los textos originales. La primera edición de la Biblia latinoamericana, con el lenguaje propio de la región, es editada por primera vez en 2001. En el año 2005 se presentó, tras 33 años de trabajo, la Biblia de Navarra, para hacerla se tomaron como fuente los textos originales en hebreo, arameo y griego.

EL TIEMPO DE COSECHA

EL TIEMPO DE COSECHA
Un campo y fuerza entre las manos. Abrir surcos, lanzar semillas, regar y anhelar lluvias nuevas. Luego, quitar abrojos, luchar contra parásitos incansables.

Pasan las semanas y los meses. Quedan atrás fríos y tormentas, jornadas de sol y días inciertos. Por fin, llega el tiempo para la cosecha.

La semilla dio fruto. Crecieron plantas vigorosas. Las espigas ondean bajo el viento. Un campo fecundo ofrece una cosecha como pocas.

El tiempo de cosechas tiene un sabor especial para quien ha estado tantos días sobre el surco. No es lo mismo masticar pan tierno sin haberlo trabajado que tomar entre las manos una hogaza cuando en el corazón se guarda el recuerdo de sudores y esperanzas.

Si la cosecha ha sido buena, surge de lo más íntimo del alma un canto de gratitud a Dios. Desde su mirada paterna, con su cariño incansable, nos permite nuevamente tener en la mesa los frutos de los campos, recogidos gracias a hombres y mujeres que, cerca o lejos, emprendieron ese difícil trabajo de la siembra.

La gratitud, si es completa, se convierte en fiesta compartida. Los frutos no son para unos pocos. Cientos de hombres y mujeres esperan, necesitan, manos amigas que compartan ese don inmenso de una nueva cosecha. La caridad es parte de ese inmenso río de bendiciones que viene de los cielos.

Es tiempo de cosechas y de acción de gracias, de bendiciones y de repartos. Si hay justicia y amplitud de miras, si hay generosidad y atención a los más pobres, este tiempo será una nueva ocasión para imitar la bondad del Dios que hace llover sobre buenos y malos (cf. Mt 5,44-48), que ofrece amor y alegría sin medida.

El amor es el que habla

El amor es el que habla:
Esta frase del libro de la vida de Santa Teresa nos ayuda a comprender lo que es la oración. Ella encuentra en Toledo a un Padre dominico conocido que no ve desde hace mucho tiempo. Le cuenta bajo secreto de confesión todo lo que le pasa a su alma y las penas sufridas por la reforma del Carmelo.

El religioso la escucha, la consuela y le pide que no deje de pedir por él. Teresa, agradecida, confía al Señor el alma de este sacerdote. Ella va al lugar a donde solía orar y allí se queda «muy recogida, con un estilo «abovado» que muchas veces, sin saber lo que digo, trato». Y añade: «que es el amor que habla» (Libro de la Vida, 34, 8).

Orar es dejar que hable el amor. ¡Cuántas veces le tenemos miedo al amor, no dejamos que el amor hable! Sino que preferimos que hable sólo nuestra razón o nuestra mera capacidad humana de entender las cosas. Muchas veces reprimimos el amor como si fuera muestra de debilidad como si también en la oración tuviéramos que demostrar los fuertes e inteligentes que somos. Sin embargo la oración, sin dejar impedirnos usar nuestro entendimiento, es el momento explayar el corazón, y de dejar que el Amor divino nos inunde y nos queme con sus rayos. En una sociedad más racionalista y secularizada, nos da vergüenza de liberar la parte más noble de nosotros mismos, nuestra capacidad de amar y ser amados. Y vivimos como mutilados, no respirando a pleno pulmón, caminando sólo al ritmo que nos permite nuestras convenciones humanas o nuestro miedo de amar demasiado.

Orar, «es el amor que habla». Santa Teresa cuenta que, dejando al religioso, comenzó a hablar con Dios con toda sencillez, como ella solía hacer, dejando que el amor hablase. No sólo el amor que su alma nutría hacia Dios, sino también «comprendiendo el amor que Dios le tiene a ella». La oración usa un lenguaje de amor. Y el lenguaje de amor es especial, es único, tiene su lógica, su gramática y su sintaxis. Lo entienden los que aman. Basta un gesto, una mirada, un movimiento, una sonrisa. Dejemos que el amor hable en nosotros. Dejemos que el Amor nos hable. Dejémonos conducir por el Espíritu Santo que es la persona de la Trinidad que es el Amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre.

Cuando aprendamos el lenguaje del amor que nos enseña el Espíritu Santo, lenguaje hecho de sencillez y espontaneidad, que cualquiera que tenga un corazón puede aprender, entonces comprenderemos que la oración no es sino un ejercicio de amor, es una expresión de amor, es un grito de amor, es una súplica de amor.

La mística Teresa continua diciendo que el Amor que Dios tiene al alma hace que ésta se olvide de sí y «le parece está en Él». Nada la separa de Él. La sencillez del amor logra el mejor estado de unión. Entonces el alma orante «habla desatinos». Comienza a usar el lenguaje más elevado y puro, el lenguaje del amor, porque, como diría San Juan de la Cruz, «ya sólo en amar es mi ejercicio» (Cántico Espiritual, 95).

Formas de ayudar a nuestros hijos en los estudios

Formas de ayudar a nuestros hijos en los estudios

1.- Creando un ambiente de estudio en casa

Somos lo que hemos aprendido a ser. Crear un ambiente no es la actuación de unos días concretos, sin continuidad de manera esporádica para tratar de conseguir unos objetivos educativos. Crear un ambiente significa una actuación sistemática, perseverante para conseguir los objetivos marcados.

¿Cómo se crea el ambiente de estudio?

• Cuidando los detalles materiales que favorezcan el trabajo: que exista un sitio para estudiar, el cual reuna condiciones mínimas como: aislamiento de ruidos y distracciones; iluminación suficiente; silla y mesa de trabajo funcionales para las tareas que se realizan normalmente.

• Respetando los padres el tiempo de tareas sin interferir con otros encargos que puedan surgir.

• Creando hábitos de estudio, es decir, repitiendo siempre el mismo horario de estudio, de trabajo.. en un ambiente de silencio.

• Aprovechando los padres el tiempo de estudio para realizar diversos trabajos que tengan pendientes para que sus hijos los puedan ver como modelos que van por delante y son dignos de imitar.

• Teniendo un material base para el estudio: diccionarios, enciclopedias, libros de consulta.

• Promoviendo para el tiempo libre actividades que tengan que ver con la cultura, con la lectura, con el afán de saber más.

2.- Dando ejemplo en el afán por la cultura

Si los padres tienen curiosidad intelectual, afán de saber y afición por la lectura, serán un ejemplo estimulante para el estudio de sus hijos.

Los padres tienen que preguntarse hasta qué punto fomenta, sobre todo con el ejemplo, la cultura familiar. Los hijos no piden un profesor particular en los padres, sino la coherencia en su preocupación por los temas culturales, su sensibilidad ante lo artístico, el afán de saber qué han mostrado en su trayectoria personal. Son también manifestaciones de esa sensibilidad cultural, la existencia de una biblioteca familiar, las revistas que entran, las conversaciones que se tienen, etc.

3.- Manteniendo una estrecha colaboración con los profesores

Padres y profesores están metidos en una misma tarea: la educación de los niños, por ello, deben ir en la misma dirección y se precisa de una colaboración mutua.

En este punto como en tantos otros, hemos de estar en el término medio, no pasarse por un extremo ni por el otro. Término medio puede ser una entrevista en cada evaluación. En caso que nuestro hijo requiera una tutorización mayor por el colegio y los padres, la periodicidad de la reunión puede ser una vez al mes.

Convendrá fijarse conjuntamente algún objetivo común para la actuación de los padres y del centro. Este debe ser preciso y medible, para que en la próxima entrevista que se tenga, empezar por la revisión del objetivo marcado, cómo ha ido, qué dificultades han surgido, cómo adaptarlo para ahora, etc.

.- Orientando a los hijos en el manejo de las técnicas de estudio

Ahora nos vamos a referir a la importancia de tener la suficiente competencia en el manejo de las técnicas de estudio. Nuestro método de estudio siempre es perfeccionable; siempre algo se puede hacer mejor con el menor esfuerzo, mejor y en el menor tiempo posible.

El principal instrumento que se necesita para el estudio es la lectura, de manera que nuestro hijo tenga las suficientes habilidades en comprensión, velocidad y entonación en la lectura. Si este aspecto básico no se ha desarrollado en su momento con la suficiente eficiencia, posteriormente será la causa originaria del fracaso escolar que aparecerá.

Otras técnicas de estudio que nuestro hijo debe manejar adecuadamente son:

• Saber organizar su tiempo.
• Saber hacer esquemas, resúmenes.
• Saber subrayar un texto.
• Pasos a seguir para estudiar un tema.

La primera tarea es detectar en qué falla nuestro hijo, los defectos de estudio más comunes son: memorismo, estudiar sólo para el examen, dependencia excesiva del profesor y del libro de texto (falta de iniciativa), no saber distinguir lo importante de lo secundario, dificultad para expresar oralmente y por escrito, dificultad para relacionar y sintetizar conocimientos, mal uso del tiempo…

Una vez que entendemos en qué falla y en qué hay que actuar, habrá que hacer un plan para tratar de superar esos puntos débiles.

5.- Animando al estudio sin sermonear

Hay que empujar al estudio sin que se note, sin sermonear, ya que el insistir en un mensaje en los adolescentes, puede ser contraproducente. Sermoneamos en la medida que insistimos demasiado en un punto sin que sea el momento oportuno para ello.

Hemos de valorar el esfuerzo y la dedicación de nuestro hijo al estudio más que sus resultados. No ha de centrarse toda la valoración de su hijo en sus notas. Hay que mirarle como persona y en un contexto más amplio que el mero rendimiento académico.

Resaltar sus propios progresos, aunque no estén a la altura de lo que a nosotros como padres nos gustaría. Hay que dar tiempo, lo importante es que vaya subiendo, aunque en un momento parezca que está retrocediendo. Recuerden que los éxitos, aunque sean o nos parezcan pequeños, son una pieza clave para mantener el interés.

6.- Procurando ayudas pedagógicas cuando sea necesario

Cada hijo tiene su propio ritmo de aprendizaje. Hay que dar la respuesta pedagógica adecuada, que puede ir desde nuestra ayuda personal hasta ponerle un profesor particular.

Vamos a analizar algunas de las posibles respuestas:

a. Encargarse los padres: Teóricamente parece una de las más idóneas porque el conocimiento profundo que los padres tienen de sus hijos les lleva a saber exactamente qué es lo que tienen que superar. La dificultad que tiene esta opción es que los padres han de disponer de suficiente tiempo para poder dedicarlo a la ayuda escolar. Asimismo han de tener los suficientes conocimientos para ayudar en esas materias.

b. Encargarse algún hermano mayor: Tiene la ventaja de hacer partícipe a un hermano mayor de dicha responsabilidad. Esto crea más unidad familiar entre los miembros al tener un propósito común. Otra ventaja es que entre alumnos se explican de manera más didáctica y con el mismo lenguaje las cosas que tienen dificultades. Puede tener la dificultad de la falta de autoridad que tiene un hermano de manera que no siga las indicaciones que se le hacen.

c. Tener un profesor particular que puede reforzar aquellas materias en las que tiene más dificultades. Para que un profesor particular sea una ayuda para nuestro hijo, hemos de tener en cuenta los siguientes puntos:

Los contenidos que se vean en las clases particulares han de estar supeditados y ser complementarios a los que se desarrollan en el centro educativo por el profesor de esa materia. Es conveniente que sea una situación provisional. Se requerirá para situaciones extraordinarias: unos suspensos que indican lagunas importantes, dificultades significativas con área determinada, promocionar a un curso superior sin tener afianzado el anterior, cuando el niño no pueda seguir el ritmo normal de la clase….Sin embargo, puede pasar que lo extraordinario se convierta en ordinario.

7.- Siguiendo el quehacer diario sin agobiar

Hemos de seguir el día a día del quehacer diario. El criterio es que cuantos más pequeños más de cerca hemos de hacer el seguimiento de las tareas de nuestros hijos. Pero cuando van siendo más mayores y han ganado en autonomía y responsabilidad, les podemos dar más distancia en el seguimiento.

Hay que saber qué exámenes tienen, qué resultados están obteniendo, con qué dificultades se encuentran, cuáles son sus actitudes, disposiciones….

Sin embargo, hay que guardar un equilibrio entre dos posturas extremas: una hacer un seguimiento pormenorizado, que puede resultar agobiante y otra es no preocuparnos por sus cosas, seguirlo a mucha distancia, de manera que indique despreocupación por nuestra parte. El criterio como se ha dicho antes, es ir de más seguimiento a menos según va teniendo más años, pero cada caso es único.

Los padres podemos mandar que estudien, pero esto se puede hacer cuando tienen pocos años porque aceptan nuestras indicaciones sin rechistar. Pero cuando llegan a la adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el hacer las cosas, porque entienden que así lo tienen que hacer, poco lograremos con imposiciones.

8.- Involúcrese en la Educación Escolar
Por Sheila Morataya-Fleishman

Tu presencia es indispensable en la formación humana y espiritual de tus hijos, pero también, para dar carácter al estudiante del futuro. Adiestrar, instruir, educar… ¡qué gran tarea!

Involucrarte en la educación de tus hijos, ser protagonista diaria de la evolución de su inteligencia, enseñarles a desarrollar su creatividad e ir desarrollando paso a paso las formas que darán carácter al estudiante del futuro ¡que reto más grande y que acto de generosidad tan gratificante!

¿Han comenzado tus hijos el kinder?, ¿Has pensado lo importante que es aprender y descubrir con ellos el fascinante mundo de la educación? , ¿Sabes la dimensión de la tarea que tienes por delante?. Si hasta hoy los has formado en virtudes humanas como el orden, la disciplina, la introducción a la generosidad, etc. hoy es el momento de empezar a profundizar en cada una de esas virtudes, para que todo el potencial humano y espiritual de tu hijo salga a la luz, ayudándole a ser un estudiante feliz con cada esfuerzo por realizar y terminar las cosas bien hechas.

Por supuesto, sin tu sí generoso, esto es algo que no se dará automáticamente, pues involucrarse de lleno en la educación de tus hijos pequeños, vendrá acompañado con una serie de “tendrás…” que no fácilmente, todas las que somos madres estamos dispuestas a dar.

Los “tendrás…”

“La educación durante toda la vida permite, ordenar las distintas etapas, preparar las transiciones, diversificar y valorizar las trayectorias”. (Informe de la Unesco)

La preparación para entrar al que es prácticamente el umbral de la educación, puede ser una verdadera aventura o un verdadero dolor de cabeza para ti como mamá. Pues la “gran tarea” por delante, no te pide uno, ni tres, ni cuatro años, sino más que eso, “tendrás” que estar dispuesta a recorrer con ella, él o ellos, las diferentes etapas que van desde el kinder y culminan con el bachillerato.

Claro, al llegar a cierta etapa en sus estudios, si has puesto mucho de tu tiempo y cuidado, será un estudiante independiente, pero aún así, tendrás que estar muy dispuesta a seguir “estando presente” para ayudarle en su proceso formativo humano y espiritual. Ves a lo que me refiero con los “tendrás”? Veamos algunos de ellos:

Dependiendo de tu país y el sistema educativo, lo primero que “tendrás” que hacer, es anotarte como voluntaria para la junta de padres y los que tienen a su cargo vigilar que todas las actividades de la escuela se lleven a cabo como está planificado; por otro lado, también estas juntas de padres se encargan de organizar fiestas especiales, cumpleaños de maestros, celebraciones importantes y otros eventos. Estando en una de estas juntas, tendrás la oportunidad de conocer a otros padres que piensan y sienten como tu, acerca de la educación de sus hijos.

.“Tendrás” que ofrecerte de voluntaria por lo menos una vez a la semana para ayudar en el salón de clases de tus hijos pequeños. Un niño de cinco años todavía no tiene la madurez emocional que se necesita para seleccionar amigos, por lo tanto, tu tienes que seguir vigilando muy de cerca quiénes son sus amiguitos y cuáles son sus costumbres. Con tu participación una vez por semana, no sólo ganarás simpatía con su maestra, sino también podrás observar el comportamiento de cada uno de los niños y así decidir con quien tu hija tendrá días de juego después de la escuela.

.“Tendrás” que ponerte a revisar las lecciones estudiadas de cada jornada todos los días. Como un niño de kinder apenas está aprendiendo a leer y a descubrir por sí mismo el mundo del conocimiento, es importante que desde “ya”, aprenda que estudiar es un placer, un regalo, un juego maravilloso y la oportunidad más grande que te da la vida para llegar a ser todo lo que tu quieras ser. Es reforzar junto a él, ella o ellos, que uno de los derechos que tenemos como hijos de Dios es descubrir, aprender y desarrollar la inteligencia. El estudio hace todo esto, encárgate de que lo interioricen muy bien. Quince minutos de lectura diaria, con hora fija para hacer las tareas, y el talante alegre que observen en ti, serán cruciales para las actitudes que tendrá o no tendrá en el futuro.

.“Tendrás” que estar dispuesta a involucrarte en actividades extra escolares. Como son los programas para el desarrollo del carácter, los deportivos; los grupos de música o danza, etc. Todo esto requiere una enorme dosis de voluntad, generosidad, paciencia que no se cansa y conciencia de que es necesario estar presente en la vida de tus hijos. Los niños lo observan y sienten todo. Conozco una mamá que trabaja y tiene una lista enorme de obligaciones, sin embargo, desde que su hija comenzó la escuela, decidió lo que era importante en ese momento. Me comentaba el otro día que “nada la hace sentir más plena y feliz” que ver la cara de alegría de su niña, cuando la ve llegar todas las semanas a su salón de clases para ayudar a su maestra.

Todo lo anterior amiga, es para ayudar a que te animes seriamente en involucrarte en la educación de tus hijos pequeños. Ten la seguridad que al hacerlo, también tu estarás ayudando a tu propia formación y preparación, pues estarás familiarizada e inmersa en ese proceso educativo. Llegarás a ser una madre verdaderamente profesional, que se toma su papel muy en serio. No lo dudes: “ellos merecen el esfuerzo”.

Hay muchos consejos más que quisiera darte, pero me parece que hay uno especialmente importante cuando se trata de educar hoy para el futuro. Se trata de la educación de la voluntad.

Ya lo sabes, es con esta virtud, como tu misma te impones metas y las logras; es ella la que te motiva a terminar lo que comienzas, a perder esos kilos de más, y ahora te impulsará a involucrarte en la educación de tus hijos.

A medida que tus hijos te vean luchar y avanzar con ellos por el apasionante camino de las primeras letras, estarás descubriendo y al mismo tiempo enseñando cómo se lleva a cabo el proceso de querer aprender, querer mejorar y querer esforzarse por llegar a ser una persona completa. Todo esto está anclado en la voluntad de poder hacer.

Profundizarás junto con tus hijos en el “cómo” se adquieren las virtudes y en el “cómo” se llega a ser una mujer u hombre de carácter. Generalmente las palabras no son suficientes para ayudar a los niños a interiorizar, si te ven “haciendo” eso que dices es tan importante, ten por seguro que llevas muchos pasos adelante.

La educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción, hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.
¡Anímate a ser una gran protagonista en la educación de tus pequeños!

9.- Cómo afrontar las dificultades de los hijos en el estudio

La vida escolar de los hijos puede pasar por distintas situaciones en cuanto al rendimiento académico. Hay algunos que siguen una trayectoria positiva siempre igual y constante en el rendimiento escolar. Hay otros que han ido bien en Primaria pero al llegar a Secundaria se produce una quiebra en su rendimiento. Otros hay que según van avanzando en los estudios mejoran su rendimiento.

Cuando surgen estas dificultades conviene afrontarlas cuanto antes, ya que lo que puede ser relativamente sencillo de corregir cuando se produce, pasado algún tiempo, tienden a cronificarse las dificultades y corregirlas es más dificultoso. Lo importante es enfrentarlos con serenidad, reflexión y rigor.

Al enfrentarnos al problema que plantea nuestro hijo hemos de tener en cuenta las siguientes consideraciones:

1º.- ¿En qué consiste básicamente el problema?

Un problema cuanto más precisado está tanto más fácil es encontrar la solución, al contrario cuanto más difuso e impreciso más difícil es darle respuesta.

Si es posible vamos a tratar de hacer operativo el problema, es decir, en lugar de decir “es un vago”, diremos que habitualmente no cumple el horario de estudio por la tarde, en lugar de decir “tiene dificultades en la lectura” diremos que no sabe entonar lo que lee, su comprensión lectora es escasa y le falta velocidad.

2º.- ¿Cuándo ha comenzado el problema y con qué frecuencia se da actualmente?

Puede ser que sea al pasar de un nivel educativo a otro, de un colegio a otro, de estar con un profesor y pasar a otra clase. Puede que aparezca según va teniendo más dificultades académicas, al juntarse con determinados compañeros….

3º.- ¿Cuáles son las causas del problema? ¿A qué lo atribuye el propio sujeto?

Saber la raíz del problema no siempre nos resulta fácil, trataremos de indagar en ello para clarificarnos. Bastante información nos puede aportar el que sepamos a que atribuye nuestro hijo el bajo rendimiento, tiene este aspecto tanto más valor, cuanto más maduro es el chaval, porque ahí nos está dando pistas de por dónde pueden ir las dificultades.

4º.- ¿Qué hemos hecho hasta el momento para resolver las dificultades y qué resultado nos han dado esas estrategias?

Para afrontar un problema hay muy diversas estrategias que hay que valorar la idoneidad que tienen para tal fin. Habrá que desechar las que no han dado el resultado apetecido y buscar otras nuevas.

Vamos a ver las dificultades más frecuentes en los estudios y que podemos hacer con ellas:

1ª.- No estudiar o hacer como que se estudia

Se caracterizan por lo siguiente:
• Pueden estar ante el libro bastante tiempo, pero sólo eso “estar” puesto que la cabeza la pueden tener en otro sitio bastante lejos.
• Tardan demasiado tiempo para realizar las tareas.
• Omiten un tiempo de trabajo, de estudio para realizar las tareas pendientes.
• Se meten en su cuarto dos horas o el tiempo que sea y todo el mundo está convencido de que el niño está estudiando, pero estos chicos han podido pasarse la tarde entera haciendo un dibujo u oyendo los walkman.

Estrategias de intervención:

Este tipo de chavales tienen un déficit de hábitos importante. Los hábitos son recursos importantes para educar. Se adquieren por repetición de actos. La ventaja que tienen es que facilitan a la persona la realización de tareas que pueden ser costosas, como sucede con el estudio en los hijos.

• Dedicar todos los días un tiempo al estudio, a la realización de las tareas. Empezar desde poco para ir subiendo según se vaya afianzando. Puede ser como tiempo orientativo, para un niño de Primaria en torno a media hora. Para uno de Secundaria alrededor de una hora.
• Más vale poco tiempo y aprovechado que mucho y disperso.
• Al ponerse a estudiar o trabajar darse un tiempo para cada una de las tareas que va a realizar y exigirse para tratar de hacerlo en el tiempo que se ha dado.
• Hacerse un horario en el que haya tiempo para todo. Poner el estudio en los primeros momentos que se está más descansado.

2ª.- Estudiar los últimos días

Se caracterizan por lo siguiente:
• Estudian pero los últimos días, las últimas horas…
• Se acuestan tarde, se levantan temprano en el último momento, van a “revienta calderas” por el esfuerzo que hacen al final.
• Los padres pueden tener una percepción de que su hijo estudia y se ha esforzado bastante.

Estrategias de intervención:

Una de las variables que más tiene que ver con el éxito académico, es que el alumno tenga un plan de trabajo diario, así aparece en estudios experimentales. Cuando se deja para el final es imposible asimilar toda la materia, es como querernos comer en un día lo que no hemos comido en diez, por ejemplo.

• Tener un horario diario.
• Dedicar todos los días un tiempo a los repasos. Cada día de la semana a una materia, por ejemplo una hora, así se va estudiando lo que ya se ha visto y que entrará para el próximo examen.
• Que sea consciente que la estrategia de dejarlo todo para el final sirve cuando estamos en escalones inferiores en los estudios, pero al ir avanzando es imposible porque la materia a estudiar nos desbordará.

3ª.- Confundir «lo entiendo» con «ya me lo sé»

Se caracterizan por:
• Confunden el «lo entiendo» con «ya me lo sé». Leen una lección y como la entienden, ya creen que la saben y dejan de estudiar.
• Desconocen que el proceso de aprendizaje implica en un primer momento entender lo que se quiere asimilar y después tiene que haber un momento de fijación en la memoria, que se realiza a través de la repetición de los contenidos.
• Referido a las disciplinas que precisan la realización de ejercicios y prácticas, los chavales que presentan esta dificultad son aquellos alumnos que fallan en las operaciones aunque sepan cómo se pueden hacer los ejercicios.

Estrategias de intervención:

Se impone una tarea de clarificación al alumno para que entienda los distintos momentos que tiene el proceso de aprendizaje: comprender los mensajes, elaborar un resumen-esquemático y fijarlos en la memoria. Estos pasos se descubren tras una breve experiencia en los estudios, pero puede ocurrir en los inicios de la vida académica que omitan alguno de los pasos comentados.
• Hacer un seguimiento durante algún tiempo para comprobar que se ha entendido los pasos a seguir para estudiar un tema.
• Que se den cuenta que tareas más difíciles conllevan más esfuerzo: repetición que lo que es más sencillo.
• Preguntarles lo que dicen que han estudiado para comprobar los resultados.

4ª.- Dificultades de concentración

Se caracteriza por:
• Les cuesta mucho concentrarse, les cuesta ponerse a estudiar: desde que se sientan hasta que empiezan a estudiar pasa más de media hora. Están muy «a medio gas» y se les va fácilmente la imaginación.
• Cualquier cosa que acontece a su alrededor atrae la atención y pierden el tiempo.
• Su rendimiento neto es escaso, si se entiende por tal el tiempo en general que se dedica a una actividad menos el tiempo perdido por desconcentración.

Estrategias de intervención:

Si la concentración es la capacidad de dirigir todas las capacidades del conocimiento a la realización de una tarea, se ve que nos encontramos ante una de las habilidades fundamentales en el proceso del conocimiento. Se podría decir que si no hay un mínimo de concentración es prácticamente imposible el aprender algo, por tanto, la mejora de la concentración conlleva la mejora de la capacidad de aprender.

Como todas las capacidades, el desarrollo de la concentración es consecuencia de la ejercitación de la misma, por ello es frecuente que quien más dificultades tiene en la concentración es quien menos trayectoria de estudio tiene en su vida y al contrario.

• La eliminación de los estímulos irrelevantes que puedan captar la atención de quien estudia: revistas, fotografías, prendas…
• La eliminación de estímulos a los que pueda prestar atención de tipo sonoro, p.e. la radio o visual, p.e. la televisión.
• Darse un tiempo para la realización de cada tarea o actividad y exigirse para tratar de realizarla en el tiempo previsto. No es conveniente enfrentarse a una tarea con tiempo ilimitado para realizarla.
• Hay que empezar a estudiar a una hora fija para conseguir un buen rendimiento cerebral. Si una persona se acostumbra a hacer el esfuerzo de concentrarse todos los días a la misma hora, al cabo de unos días la cabeza se concentra con más facilidad a esa hora.
• Como la concentración supone un “calentamiento mental” puede ser conveniente que antes de ponernos a estudiar dediquemos varios minutos –no más de cinco- a tachar letras que nos hemos propuesto en una hoja de periódico, p.e. las “a” que encontremos o las “o”, para después a continuación pasar a la actividad que tengamos prevista.
• En la misma línea que el punto anterior podemos trabajar mentalmente series de números y letras combinándolas, p.e. sea la serie 1 2 3 4 A . Se trata de ir corriendo la letra A hasta la izquierda, así : 1 2 3 A 4 / 1 2 A 3 4 / 1 A 2 3 4 / A 1 2 3 4.
Estas series se pueden complicar interviniendo más letras o números.
• Tener claras las metas. No cabe duda que cuando algo queremos de verdad y lo proponemos como meta a conseguir, movilizamos todos los recursos que tenemos para tratar de alcanzar esa meta. En la medida que tengamos más claras nuestras metas en el estudio, más concentración tendremos para conseguirla.
• Intercalar descansos. El proceso de atención tiene una curva de manera que cuando se lleva un tiempo decae. Por ello, es conveniente intercalar descansos para recuperar la concentración. Esos tiempos de descanso pueden ser por cada hora u hora y media de estudio, unos minutos de descanso entre cinco y diez.
• Para sujetar la imaginación lo que podemos hacer es utilizarla en el estudio: en vez de hacer el esfuerzo de cambiar de pensamientos y empezar de nuevo cada vez que se nos va, hay que poner la imaginación en cada tema de estudio. Si está con volcanes, que se imagine cómo son, la lava que echan, etc. Eso ayuda también a que se grabe mejor las lecciones.

5ª.- Dificultades en la lectura

La lectura y su comprensión constituyen las herramientas de trabajo de nuestro intelecto. Las dificultades que tengan nuestros hijos en la lectura de inmediato se trasladarán en el aprendizaje.

Las dificultades en la lectura se caracterizan por:
• No tener la suficiente velocidad lectora y comprensión de los textos que se leen. Tener que volver a leer algo para enterarse del texto.
• Tener una pobreza de vocabulario significativa que se nota en las dificultades que se tienen para saber el significado de palabras de uso bastante habitual.
• Tener dificultades en la expresión escrita para realizar textos con estructuras correctas y claras.
• Tener tendencia a postergar las tareas. Se siente un rechazo a la lectura como medio de entretenimiento.
Si hay un problema más serio de fondo como puede ser la dislexia habrá que acudir al especialista para su solución, pues no basta con estudiar más.

Estrategias de intervención:

La habilidad lectora como cualquier otra habilidad se desarrolla con el entrenamiento, es por ello que la primera tarea a realizar es el ejercicio. Todos los días dedicar un tiempo a leer en voz alta para adquirir una entonación correcta que ayuda a la comprensión. Volver a repetir la lectura del mismo texto tratando de reducir el tiempo que se tarda en leerlo sin que afecte a la correcta entonación.

• Hacerse preguntas sobre un texto leído acerca de las ideas más importantes que hay en el mismo.
• Corrigiéndole los defectos de lectura ayudándole a hacerse un cuadernito de vocabulario. Con ese pequeño diccionario personal tendrá que hacer ejercicios con las palabras desconocidas.

6ª.- Lagunas en las materias. Falta base

Se caracteriza por:
• Tener dificultades en las materias en que sus contenidos tienen una gran conexión entre unas partes y otras, p. e. las matemáticas. Es como una escalera con bastantes peldaños entre los que se da una continuidad. De igual manera que si en una escalera falta un escalón, no impide su utilización, pero cuando son varios seguidos se hace imposible transitar por ella, así en una materia que falte un escalón conocimientos de unos contenidos previos se puede superar con atención especial. Pero cuando faltan varios escalones es decir, áreas importantes para proseguir estudios posteriores es muy difícil avanzar en el estudio adecuadamente.
• No tener asimiladas unas estructuras básicas de los contenidos de las diversas áreas, como consecuencia de un estudio para salir del paso en cursos anteriores.

Estrategias de intervención:

• Dedicación de un tiempo especial a tratar de remediar esa laguna. Puede ser a través de un hermano mayor, los padres o un profesor particular. Se entiende que esta ayuda es complementaria a la marcha de las clases y por tanto, supeditada a éstas.
• Potenciar las técnicas de estudio, no tener las suficientes habilidades para estudiar suele dejar lagunas en las materias que se han estudiado.

7ª.- Ansiedad ante los exámenes

Se caracteriza por:
• Miedo a suspender o por tener un exceso de responsabilidad que les lleva a angustiarse. Suelen ser buenos estudiantes. Comienzan a estudiar y como salen con el gran miedo a suspender, se angustian. Quizá tras un año de malas experiencias, de un fracaso, de haber suspendido muchas… pierden la confianza en sí mismos y se sienten agobiados.
• Tener en los días previos y/o en la realización de los exámenes un nivel de ansiedad o nerviosismo claramente por encima de lo normal. Hay que decir que los exámenes son situaciones generadoras de ansiedad para todos, pero hay una parte del alumnado que responde de manera sobredimensionada en este aspecto, teniendo un efecto negativo para el rendimiento en los exámenes.
• La persona tiene pensamientos negativos y catastrofistas sobre los resultados que va a obtener. Anticipa que suspenderá, que no rinde, que se vendrá abajo….
• Tener una activación de algunos sistemas fisiológicos de la persona, así en el sistema digestivo se suele tener sensación de nudo en el estómago, duermen mal, le sudan las manos, dificultades en poder desayunar porque se puede vomitar…..Aparece tensión muscular en algunos miembros como brazos, espalda o piernas. Pueden darse también palpitaciones.
• Presentar movimientos o acciones automáticas que no puede controlar como comerse las uñas, necesidad de mover la pierna, dar toquecitos con el bolígrafo en la mesa…

Estrategias de intervención:

• Es muy conveniente que se le explique de manera didáctica qué es lo que le está pasando y que sepa que tiene remedio lo que tanto le está afectando.
• Explicarle que la ansiedad se manifiesta en tres niveles de respuesta. El primero es a través de los pensamientos negativos que tiene. El segundo a través de los sistemas fisiológicos de la persona: sudoración, palpitaciones, nudo en el estómago, y el tercer nivel se manifiesta a través de la necesidad de movimientos que tiene, que le puede llevar hasta el abandono del examen.
• Intervenir en los tres niveles anteriores con distintas estrategias. Respecto de los pensamientos, cortando los negativos y catastrofistas, centrando la atención en lo que tengo que hacer aquí y ahora, no compararme con los demás en cuanto a lo que tienen hecho del examen, etc. Respecto del segundo nivel fisiológico, enseñando a nuestros hijos a relajarse. Es conveniente que practiquen algún deporte, pues tiene un efecto relajador. En el tercer nivel conviene que nunca abandonen el examen por mal que se puedan encontrar haciéndolo.

Todas estas estrategias requieren un entrenamiento y por tanto, tiempo y perseverancia por delante para que se puedan notar los resultados.

10.- El fracaso escolar

Por Bernabé Tierno
Se entiende por fracaso escolar al desajuste negativo entre las aptitudes reales de un estudiante y los resultados escolares valorados académicamente.

Según esta definición, tan fracasado escolar es el alumno que aprueba «por los pelos», cuando por sus capacidades debería obtener notas brillantes, como el estudiante que repite o suspende varias asignaturas de un curso.

En la práctica escolar, sin embargo, se habla de fracaso escolar para referirse a estudiantes cuyo rendimiento no es suficiente, dejando a un lado si es o no totalmente satisfactorio.

Rendimiento insuficiente

Hablamos de rendimiento escolar insuficiente circunstancial cuando el alumno pasa por un bache de su vida escolar que acaba por superarse y no afecta apenas a la autoestima y al sentimiento de competencia del estudiante. Por el contrario, el rendimiento insuficiente cuando es crónico, es decir, se arrastra desde los primeros años de la escolaridad, constituye el fracaso escolar en su sentido más apropiado y puro.

Es fundamental diferenciar con gran exactitud y propiedad las expresiones fracaso escolar y retraso escolar. El retraso se da cuando hay un desfase entre las exigencias del currículum y las calificaciones escolares. En los sistemas escolares actuales se habla de fracaso cuando el alumno suspende, es decir, su rendimiento no es el suficiente (el mínimo exigido para conseguir el aprobado).

Principales causas

Según un estudio realizado por la Inspección Básica de Navarra, los motivos del bajo rendimiento en la escuela tanto en el ciclo medio como en el superior son:

1. Ambiente familiar poco adecuado.
2. Coeficiente intelectual bajo.
3. Dificultad para motivar e interesar a los alumnos en el aprendizaje.
4. Contenidos de los ciclos extensos y poco adecuados a los intereses del niño.
5. Influencia negativa de la TV. Tiempo que roba, ansiedad que genera, actitudes que fomenta.
6. Dificultades en el lenguaje, comprensión lectora insuficiente; no haber adquirido el hábito de estudio y trabajo…
7. No repetir curso cuando este no se ha superado con un mínimo de holgura.

Según mis propias investigaciones, las causas de unos resultados escolares insuficientes o poco satisfactorios podrían sintetizarse en los siguientes puntos:

• El alumno no sabe acceder hasta las ideas principales de los párrafos de un texto escrito y comprender lo que lee, trasladando a su propio nivel de comprensión y expresión los contenidos.

• Esto se debe fundamentalmente a que no se le ha enseñado a estudiar durante la enseñanza primaria y la secundaria.

• Se sigue cometiendo la incoherencia de exigir al estudiante que aprenda unos contenidos nuevos, sin preocuparse de averiguar si domina y sabe otros contenidos que son previos y absolutamente imprescindibles para entender, asimilar y asentar los nuevos conocimientos que se pretende enseñar.

• Disociación entre los contenidos del aprendizaje y las exigencias de la vida real, al tiempo que la enseñanza sigue siendo preponderantemente expositiva y pasiva.
El estudiante se cansa de estudiar algo que es muy abstracto y teórico y no puede utilizar de inmediato en la vida real. Falta una enseñanza activa, viva y participativa. Muchos contenidos son odiosos de aprender… listas de nombres, conceptos abstractos que de forma pedante presenta el autor a la comprensión de niños pequeños.

• Descuido de la metodología pedagógica. No existe un acuerdo entre los profesionales de la enseñanza en temas pedagógicamente tan fundamentales como: premios, castigos, tareas escolares, evaluación continua, actividades extraescolares.

• Desconocimiento de la psicología del niño y de los procesos que le llevan al aprendizaje.
Hay muchos profesores de matemáticas, filosofía, ciencias, biología, lengua y literatura, que no han recibido suficiente capacitación ni como educadores ni como profesores para hacer asequibles a los alumnos los contenidos de la asignatura que imparten.

• Deficiencias, limitaciones y errores educativos de comienzo. Los seis-siete primeros años de la vida del niño son fundamentales. Las deficiencias, limitaciones y errores educativos se marcan ya en los primeros años. Muchos niños se incorporan a la escuela a una edad en que otros ya saben leer y han desarrollado adecuadamente sus aptitudes y destrezas motrices, intelectuales y sociales… Ellos empiezan en inferioridad de condiciones y esto conduce de manera más o menos directa al fracaso escolar.

• Las limitaciones intrínsecas del sujeto son sin duda causa del fracaso escolar. A veces las capacidades del alumno, por los motivos que sean, se encuentran muy por debajo de lo normal. Son niños que precisan desde la infancia una ayuda especial, aunque sigan la escolaridad en centros de enseñanza normal. Por desgracia, el 80% de los niños con ciertas limitaciones no reciben la ayuda especializada necesaria que les recuperaría para la enseñanza normal, y pasan a engrosar las filas de los fracasados escolares.

• Fracaso escolar circunstancial. El alumno que no ha presentado hasta el momento problemas en sus estudios comienza a fallar. Casi siempre se trata de algún acontecimiento traumático o de especiales características que irrumpen de improviso en la vida del alumno, afectando a su personalidad, minando la confianza en sí mismo, la autoestima y los deseos de superación. Hay muchos profesores de matemáticas, filosofía, ciencias, biología, lengua y literatura, que no han recibido suficiente capacitación ni como educadores ni como profesores para hacer asequibles a los alumnos los contenidos de la asignatura que imparten.

• Falta de coordinación pedagógica de los educadores entre sí y con los padres de los alumnos. Es imprescindible que exista una línea de actuación conjunta entre la familia y el colegio, de lo contrario se producirá el desánimo, la desorientación y la ansiedad en el alumno, que, al no saber con qué carta quedarse, optará por el abandono y el desinterés.

• Escasas expectativas de éxito al terminar los estudios. Los adolescentes y jóvenes son conscientes de que un título no garantiza el puesto de trabajo. El creciente paro juvenil contribuye a eliminar la ilusión de formarse para el futuro.

11.- Cómo ayudar a los hijos en los exámenes escolares

• Llega el final del semestre y los papás comienzan a sentir la angustia que reflejan sus hijos cuando tienen que presentar los exámenes orales y escritos en el colegio. Debido a que son varias materias o clases que los chicos deben aprobar, su vida se trastorna un poco por esta época para preparase muy bien en todos los temas que serán evaluados. De igual manera, los padres también se retroceden a sus años escolares para ayudarles a los hijos a estudiar las lecciones, pero muchos se preguntarán, ¿será que sí lo estoy haciendo bien?, ¿cómo le puedo ayudar?, ¿será mejor no intervenir en su estudio?…

• Aquí le damos algunas recomendaciones para solucionar las dudas que tenga.

Lo que SÍ deben hacer los padres

El rol de los papás: Su labor como padre debe ser de acompañante en este proceso de estudio y preparación de los exámenes. Déjelo que él haga su primer esfuerzo y si necesita consultarle algo, entonces ya si podrá intervenir. Los hijos necesitan hacer su trabajo por sí solos, pues son ellos los que están estudiando, usted es un asesor que debe guiarlo y hacerle unas cuantas preguntas para reconocer si se ha aprendido la lección. Por lo tanto, no se tome usted el papel de estudiante, ellos deben asumir las consecuencias de sus actos: “si no estudias, perderás el examen”.

Animar y estimular al hijo: Elógielo por las cosas que hace bien, esto le incrementará la seguridad en sí mismo y su desempeño será mejor en los exámenes. Es normal que a los niños los atemoriza el fracaso, lo que hace más probable que se sientan ansiosos y que cometan más errores, por lo tanto, no le infunda miedo y recuérdele que la mejor forma de ganar los exámenes es preparase muy bien.

Identificar el temperamento de su hijo: Tener identificado el modo de ser del niño, le evitará muchos problemas, pues teniendo esta claridad, se procede a trabajar un problema de raíz, como puede ser el exagerado nerviosismo, inseguridad, baja autoestima, etc. O de lo contario un niño demasiado tranquilo, que hay que “empujarlo” para que estudie y evade sus responsabilidades.
Asistencia del maestro: Si es posible, reúnase con el profesor para pedirle que le sugiera actividades para que usted y su hijo hagan en casa y le ayuden a prepararse para los exámenes.
Asegúrese que su hijo asista continuamente a clases: Los exámenes reflejan el rendimiento general del estudiante. Entre más esfuerzo que el niño le dedique a su aprendizaje, mayor será la probabilidad de que se destaque en las evaluaciones.

El lugar de estudio: Disponga un lugar callado y cómodo para que su hijo estudie en casa. Asegúrese que no haya distractores a la vista, como el televisor, juegos, música, etc. También es importante que este espacio tenga la luz necesaria y una temperatura adecuada.
Ajustar horarios: Es importante que el niño duerma bien en las noches para que al otro día su desempeño en el examen sea óptimo, pues los chicos cansados tienen mayores dificultades para enfocarse en su trabajo en la escuela o para superar las exigencias de una prueba.
Revisar el examen juntos: una vez evaluado, observen cuáles fueron los puntos donde se falló y pregúntele al hijo qué le sucedió. Muchas veces se sabe la respuesta pero no la supo transmitir o tal vez leyó mal la pregunta.

Lo que NO deben hacer los padres

No justificar la pérdida: Los padres nunca deben cometer el error de justificar al hijo por la pérdida de un examen si hubo razones para hacerlo. Mentir ante los profesores diciendo que el niño sí estudió o que tuvo un problema o sacando excusas falsas, le hacen un daño enorme al hijo, obviamente sin ser esa la intención. Si el niño no estudió deberá enfrentar la situación y reponer su falla.

No abandonarlos a su libre albedrío: desentenderse del tema no es una buena idea. Los padres deben acompañarlos en el proceso de aprendizaje sin caer en los extremos.

No se moleste demasiado por los malos resultados del examen: Si usted fue testigo que su hijo se esforzó y preparó bien el examen, no se moleste, ni mucho menos lo reprenda. Muchas cosas pueden influir en el rendimiento del estudiante en una evaluación. Quizás se sentía mal ese día o los nervios afectaron su concentración. Quizás tuvo una discusión con un amigo antes del examen o llegó tarde a la escuela porque el autobús se atrancó en el tráfico. Mejor, pregúntele qué pasó y apóyelo para que se recupere.

No se enfrasque en la nota del examen: Cuando los padres ejercen tanta presión en los hijos para que obtengan buenos resultados, se está impulsando a que el niño se vuelva excesivamente competitivo y esto puede llevar a afectar su rendimiento académico, pues es tanto el estrés de tener que ganar la prueba, que el niño se ahoga en los nervios.