Para los católicos es el mes de la Biblia porque el 30 de septiembre es el día de San Jerónimo, el hombre que dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia al latín. Naciò en Dalmacia, cerca del año 340 y muriò en Belén el 30 de septiembre de 420. San Jerónimo tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín.La traducción al latín de la Biblia hecha por San Jerónimo, llamada laVulgata (de vulgata editio, ‘edición para el pueblo’), ha sido hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana.
Del «Mes de la Biblia» se desprende «el Día de la Biblia» el cual es conmemorado en varios países, aunque en distintas fechas, entre ellos:
* En Argentina (cuarto domingo de septiembre), no está institucionalizado por ley dicho día, sino que sólo se celebra por entidades religiosas en un ambiente ecuménico.
* En Chile aún no se aprueba por el gobierno la oficialización de un «Día de la Biblia», aunque ya existen propuestas que se están tramitando en el congreso para hacer que este día se lleve a cabo el último domingo de septiembre de cada año.
* En Perú igualmente lo celebran el día 30 de setiembre, con una eucaristía en la sede de la Conferencia Episcopal Peruana, que comparten un momento de oración con los representantes de otras confesiones religiosas presentes en el país como la iglesia Ortodoxa, Anglicana y Evangélica, entre otras
Otros países del continente
Venezuela, Nicaragua (último domingo de septiembre), República Dominicana (27 de septiembre), etc. En estos dos últimos países, dicho día se encuentra institucionalizado por ley.
¿Qué es la Biblia?
La palabra «Biblia» viene del griego y significa «libros». Es el conjunto de Libros Sagrados llamados también «Sagradas Escrituras» (Mateo 21:42; Hechos 8:32) que contienen la Palabra Viva de Dios y narran la «Historia de Salvación» (como Dios nos salva). Nos revela las verdades necesarias para conocerle, amarle y servirle.
La Biblia se divide en dos partes: Antiguo Testamento (antes de Cristo) y Nuevo Testamento (plenitud de la promesa en Cristo). «Testamento» significa «alianza» y se refiere a las alianzas que Dios pactó con los Israelitas en el Antiguo Testamento y la nueva y definitiva alianza que Dios hizo con los hombres en la Sangre de Jesucristo.
¿Por qué decimos que la Biblia es revelación de Dios?
«Revelación» significa darse a conocer. A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único (Jesucristo), en quien él se dice en plenitud (Heb 1,1-3). Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, determinó los libros de la Biblia y los reconoció como revelación divina. Ver desarrollo del canon>>>
Dios es el autor de la Sagrada Escritura. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. Dios inspira a sus autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos enseñan sin error la verdad salvífica.
¿Quién escribió la Biblia?
La Biblia es la Palabra de Dios, su autor es Dios que escribe por medio de los autores humanos. Muchos de los libros llevan el nombre del autor, otros, como los primeros, escritos por Moisés, no.
¿Cuando se escribió la Biblia?
Fue un largo proceso que comenzó unos 1300 años antes de Jesucristo. El último escritor fue San Juan +aprox.100AD.
¿Porque la Iglesia nos exhorta a leer la Biblia?
La Iglesia no cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y fuerza, porque, en ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios (Tes 2,13). En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos.
Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual.