La alegría del perdón | Oración de liberación y sanación interior, sin duda alguna esta oración la puede hacer cada uno por sí mismo, estando en la presencia de Jesús, y recordando los momentos más dolorosos de su vida. Al recordarlos, debemos pedirle a Jesús, que vaya sanando esas heridas, que todavía están abiertas, y que las cicatrice para que podamos recordar esos hechos con tranquilidad y paz, sin temor y sin rencor. Para ayudarnos, podemos decir la siguiente oración, recordando los casos concretos de nuestra propia vida.
Señor, Tú estabas conmigo en el primer momento de mi existencia, cuando me diste la vida en el vientre de mi madre. Sana, señor, cualquier sentimiento negativo que pudo haberme transmitido, porque no me quería tener o porque tenía miedo al embarazo o por cualquier angustia o preocupación que tuviera. Sáname, Señor, de esos sentimientos negativos que mi madre me pudo transmitir durante los meses de embarazo. Quizás se sentía sola o agobiada por los problemas económicos, por los malos tratos de mi padre o por haber sido engañada o abandonada en esos difíciles momentos, teniendo que asumir sola la responsabilidad del embarazo. Señor, hazme sentir tu amor y sana con tu amor divino cualquier influencia negativa o rencor, que pudiera haberme transmitido mi madre.
Sana también, Jesús, el trauma que pude recibir en el momento de mi nacimiento. Si mi madre tuvo que sufrir mucho, porque tuvo un mal parto o por la operación que tuvo que soportar o por la debilidad en que se encontraba…., hazme entender, que Tú estabas a mi lado y me cuidabas con infinito amor. Te ofrezco, Señor, mis defectos físicos, mis enfermedades hereditarias, los traumas y todo lo que no me gusta de mí mismo. Te entrego mis sentimientos de inferioridad por ser de tal raza o color o por mi estatura o por mi situación económica. Ayúdame a aceptarme como soy, tal y cual Tú me has querido desde toda la eternidad. Dame el valor necesario para decir SÍ a esta vida maravillosa que Tú me has regalado. Gracias por ser como soy y gracias, porque Tú me amas y me quieres así.
Libérame, Señor, del deseo de morirme que, a veces, he tenido. Por las veces que he intentado suicidarme. Perdóname, Señor. Gracias por mi vida. Te la entrego y te la ofrezco para servirte y amarte hasta el fin de mi existencia. Me siento orgulloso de Ti, y acepto vivir para Ti y para hacer felices a mis hermanos.
Señor, ¿recuerdas aquella vez en que me mordió un perro o cuando me asustó aquel animal o cuando me asusté en la oscuridad? Libérame del miedo y de todo lo que no es tuyo. Libérame de los traumas que he recibido por haber abusado de mí y por todos los actos impuros que realicé de niño. Cúbreme con tu amor divino y libérame de todo lo malo y de toda influencia negativa de mis antepasados. Perdóname por haber jugado a la ouija o por haber consultado a adivinos o haber creído en los horóscopos o en otras cosas que me apartaban de Ti.
Señor, tú estabas a mi lado, cuando empezaba a caminar y tú cuidabas todos mis pasos. Y, cuando empezaba a hablar y tu me enseñabas tus palabras y me demostrabas tu amor a través del amor de mi familia. Pero, a veces, sentía profundamente la ausencia de mi padre o de mi madre, cuando estaba enferma o de viaje. Tú sabes cómo sufría por no tener hermanos o una familia como los demás niños. ¿Te acuerdas, cuando me sentía celoso o cuando me maltrataban en mi casa o en el colegio? ¿Recuerdas, Señor, aquella vez en que me pegaron mis amigos? Libérame de todo el rencor que todavía guardo en mi corazón hacia aquellos que me hicieron daño a mí o a mis familiares. Dame tu gracia para poder perdonarlos de corazón.
Tú siempre estabas conmigo y yo no lo sabía y ni siquiera te pedía ayuda ni rezaba ni me acordaba de Ti. Y sufría, porque me sentía solo y sufría, cuando veía a mi padre o a aquellos familiares borrachos, o cuando se divorciaron mis padres y me quería morir. Te pido por mis padres para que siempre los tengas en tu Corazón divino y les des tu paz. Aparta de mí todas las tinieblas y todos los resentimientos, los traumas, las envidias, los celos, las frustraciones. Sácalos y lléname de tu luz y de tu amor. Inúndame con tu luz divina para que pueda tener tu alegría y pueda perdonar a los que me han hecho daño. Gracias, Jesús.
Recuerdo, cuando iba al colegio y mis amigos me ridiculizaban, o, cuando aquel profesor me castigó sin razón, o, cuando aquel compañero me hizo aquel daño. Te ofrezco, Señor, aquellos sufrimientos para que no me sigan haciendo sufrir; cicatriza esas heridas que tengo abiertas todavía y haz que recuerde todo mi pasado con paz y tranquilidad.
Jesús, necesito que me des seguridad; porque, a veces, me siento inseguro e inestable; tengo un carácter difícil, no puedo controlarme, soy violento y colérico. Cuando estoy enfermo, me rebelo contra Ti y, cuando estoy sano, me olvido de Ti. Enséñame a amarte, enséñame a ser bueno, porque quiero ser tu amigo. Pero libérame de la tristeza, de la soledad y de la envidia. Sana mi corazón herido y dame tu amor para amar a todos sin excepción y sin condiciones. Yo te amo, Señor, hazme sentir tu amor.
También te pido, Jesús que me perdones todos mis pecados. Por los pecados solitarios, por las veces que desobedecí a mis padres y les falté al respeto, por las veces que ofendí a otros con mis agresiones verbales o físicas. Por todo lo que he hecho sufrir injustamente a los demás. Y yo perdono sinceramente a los que me dieron malos ejemplos y me llevaron a malos lugares para hacerme pecar. Perdóname por las veces que maldije a alguien, deseándole la muerte, por mis palabras groseras, por todos los pensamientos y deseos impuros, que mancharon mi alma. Por todo lo que te ofendí con mis borracheras, drogas, impureza… Perdóname, porque, cuando tuve aquel accidente, creí que Tú me habías castigado y me rebelé contra Ti. Y también perdóname por aquella oportunidad en que invoqué al diablo, a ver si me respondía; porque creía que Tú, Señor, ya no me querías ni contestabas a mis oraciones. Perdóname, Señor.
Libérame, del trauma que me causó la muerte de aquel ser querido. Tú sabes cuánto sufrí y hasta ahora no lo puedo olvidar. Cada vez que lo recuerdo me siento mal. Sana esos recuerdos dolorosos y dame paz y amor en mi corazón.
Libérame de la desesperación; pues, en algunos momentos de mi vida, me desesperaba, cuando no me salían las cosas bien, cuando no tenía trabajo o cuando no me comprendían y hablaban mal de mí. Señor, toma en tus manos todos mis traumas y enfermedades, todos mis pecados y toda mi vida. Límpiame, sáname, perdóname, libérame, transfórmame. Hazme una persona nueva. Quiero vivir siempre contigo, quiero ser tu amigo y hacerte siempre feliz, cumpliendo tu santa voluntad.
Jesús, tómame tal como soy en este instante con todos mis defectos y pecados, y escóndeme en tu Corazón. Cúbreme con tu sangre y protégeme de todo poder del Maligno y lléname de amor y de paz. Tú eres mi médico de cuerpo y alma. Tú eres todo para mí. Te ofrezco mi pasado, mi presente y mi futuro.
Madre mía, Virgen María, cúbreme con tu manto de pureza y amor, y dame pensamientos, sentimientos y deseos puros para ser limpio y puro como Tú quieres que sea. Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo, que me perdería.
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Ahora imagina la alegría de Jesús, que te sonríe y te dice: Hijo mío, hace mucho tiempo estaba esperando este momento para sanarte interiormente de tantas cosas que eran como un fardo pesado para ti y te hacían sufrir. Quiero que sepas que siempre estoy a tu lado y escucho tus oraciones. Ven a visitarme a la Eucaristía, donde siempre te espero. Ven a dejarme todos tus problemas y te daré mi Paz. No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc 5, 36).
Gracias, Señor, por tu amor, por tu alegría y por tu paz. Ahora me siento ligero y quiero compartir tu amor con mis hermanos.