Jamás nadie podrá decir que nunca en la vida se ha enfermado, que nunca se ha sentido triste o que nunca se ha sentido desanimado. Es más, ¿sabías que el mismo Jesús fue tentado con desánimo?
“Entonces les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte”. Mateo 26:38
El desánimo es uno de los obstáculos más difíciles de vencer, ya que nos produce desesperanza, depresión y como resultado nos alejamos o perdemos nuestra comunión con Dios. Pero así como Jesús pudo vencer su muerte y su resurrección, te garantiza a ti: EL PODER PARA VENCER.
Pero a pesar de que puedas estar enfrentado momentos difíciles en tu vida, quiero decirte que TÚ SÍ PUEDES, EN EL NOMBRE DE JESÚS vencer el desánimo.
Cuando una persona está desanimada pierde todo el interés en las cosas cotidianas. Esto por desgracia, le hará difícil enfrentar los problemas que se les presenten día a día; como resultado a este desinterés, la persona terminará abandonando su fe. Al desanimarte te llenas de dudas y te conviertes en una víctima fácil de los ataques del demonio, el cual ve propicio el momento para atacar y debilitar tu fe en Jesucristo. No olvides que la Biblia dice que, ¡el «diablo» anda como león rugiente buscando a quien devorar! ( 1 Pedro 5:8).
El desánimo puede hacerte víctima de hechos lamentables como la depresión, desesperación y hasta el suicidio.
Es muy común ver como se condena y se rechaza a una persona desanimada. Cuando nuestros hermanos de la iglesia ven que fallamos, en vez de animarnos comienzan a atacarnos. No solo pasa con las personas que están en el evangelio, los hermanos que aún no pertenecen a una iglesia o religión experimentan el desánimo: quizá al mismo grado. Lamentablemente, también son rechazados y condenados por nosotros que decimos estar de lleno (metidos) en una iglesia.
El desánimo inhabilita nuestras acciones, nos paralizamos y nos encontramos en la situación de no saber qué hacer. Perdemos toda fuerza y deseo de seguir adelante.
Dios de antemano sabe que podemos llegar a desanimarnos: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas». Josue 1: 9
Cuando estás desanimado caes en una rutina y, sinceramente no sabes por qué estás haciendo las cosas. No sientes apoyo, no sientes ningún estímulo por parte de las personas que te rodean. Además, no te concentras en la oración, no sales de la casa o vas como robot a trabajar. Pero como cristiano debes seguir los principios bíblicos establecidos por nuestro Dios. No te dejes vencer del enemigo.
Eres como una batería que debe ser recargada por el Espíritu Santo. Sí, al igual que las baterías que usan los celulares, los radios, los relojes, los marca pasos… Tú también necesitas recargar tus ánimos y, esa carga la da el Espíritu Santo.
Si dejas que el desánimo domine tu vida, vas a dejar de ir a la iglesia, comenzarás a descarriarte y desanimarás a otros, por ejemplo, a los miembros de tu familia. Al entrar en la oscuridad o en el túnel sin salida del desánimo, estás entregando tu vida al enemigo.
Cuando sientes desánimo, te vuelves criticón y chismoso. Comienzas a cuestionar la manera de proceder de tu líder espiritual. Terminas siendo una persona amargada e insoportable que vive murmurando a las personas con quienes trabaja, a su jefe, a los miembros de tu familia e iglesia; a las páginas Web dedicadas a emitir mensajes positivos: lo criticas y juzgas todo, te vuelves insensible a la necesidad ajena. Recuerda que el profeta Elías se sentía desanimado y hasta se quería morir (1 Reyes 19:4).
Puedes caer en el desánimo cuando te alejas de Dios, cuando enfrentas enfermedades, crisis económicas, crisis en tu matrimonio, drogas, alcoholismo, fracasos profesionales o simplemente cuando no salen las cosas como nosotros esperamos. Ignorando que estamos bajo la voluntad de nuestro Dios. Mira, no te condenes a ti mismo. Físicamente es normal caer o sentir desánimo —ALGUNAS VECES—. Pero si todo el tiempo te la pasas confundido, deprimido/a, desanimado/a, esto puede ser señal de un problema más grave, el cual no necesariamente debe ser espiritual, sino que a veces puede ser mental o físico. Si no cuidas tu hígado, tu corazón; si comes basura, los puedes dañar. Asimismo, si no te alimentas bien, si no haces ejercicio físico y si no duermes adecuadamente, puedes afectar tus funciones mentales. Revísate, en algunas ocasiones puede ser un problema espiritual la raíz del desánimo, pero a veces puede ser físico.
Las críticas negativas no ayudan, no aportan nada a tu espiritualidad. Recuerda que si estás haciendo bien las cosas y las estás haciendo para honra y gloria de nuestro Dios: te van a criticar. Además, les darás gusto si haces todo mal y contrario a los preceptos de nuestro Dios. Una ayuda en estos casos consiste en memorizar versículos de la Biblia que te hagan reflexionar cuando te sientas desanimado. Esto también te ayudará a dar ánimos a las personas que estén en tu situación. Cada vez que te venga el desánimo habla este versículo con convicción: «Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí». El poder de Dios mismo reside en ti. Recuérdalo siempre.
Si estás desanimado debes asumir rápidamente la actitud correcta. Cuestiona tus pensamientos, define sin son tuyos o los está poniendo el enemigo. Debes aceptar la realidad y pelear como guerrero victorioso contra esos ataques.
Debes aprender a controlar tus pensamientos. Sí, es posible vencer el desánimo, ya que Dios nos ha dado las herramientas bíblicas necesarias para lograrlo.
Es cierto que somos humanos, pero no luchamos como los hombres de este mundo. 4 Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas. Y así destruimos las acusaciones 5 y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a Él. 2 Corintios 10:3-5