domingo, noviembre 9, 2025
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Manteniendo un Diario, escribiendo una carta de amor a Jesús

Por muchos años asistí a talleres sobre cómo mantener un diario de oración y siempre estuve convencido del valor de mantener este diario para enfocar mi vida interior. Pero a pesar de eso, fueron muy pocas las veces que mantuve un diario. Cuando llegaba la hora para escribir en el diario al final del día, me encontraba muy cansado para un ejercicio que me parecía casi una asignación escolar. Y aún cuando trataba, era muy poco lo que conseguía escribir.

Pero un mes más tarde, me encontré deseando haber anotado una inspiración o experiencia conmovedora, en vez de haberla dejado ir sin haber sacado provecho de ella. Entonces me encontré sorprendido de cómo otros podían hablar de lo que sus experiencias le enseñaban, mientras que yo pasaba tanto trabajo recordando aún vagamente las cosas me habían sucedido. Mientras mis amigos reflexionaban y se convertían en personas con experiencia, yo solamente tenía algunas experiencias para recordar.

Luego, en otro momento, encontré que disfrutaba mucho escribiendo cartas a mis amigos. En ellas les hablaba de lo que estaba ocurriendo en mi vida y lo que esas cosas significaban para mí. Y encontré que mientras más amaba a una persona, no sólo sentía el deseo de compartir más de mí mismo y de lo que estaba viviendo, sino también cómo me sentía sobre eso. Entonces comprendí que lo que no podía hacer en mi diario, lo estaba haciendo en mis cartas. Más aún, no lo sentía como trabajo, sino como algo que disfrutaba.

Por ejemplo, yo nunca podía llevar a mi diario lo que mis votos religiosos significaban para mí, sin embargo, me encontré escribiendo cuatro páginas a un amigo que me preguntó ¿por qué quería hacer votos finales? Es cierto que mi carta estaba llena de errores y pensamientos a medias, porque fue escrita tarde en la noche, con mi corazón más que con mi cabeza… ¡pero por eso era tan especial!

Después de esa carta fue que descubrí un nuevo crecimiento dentro de mí: mayor gratitud y compromiso hacia mi vocación jesuita, un nuevo deseo de servir al pobre y no sólo a aquellos que eran agradecidos, una confianza profunda en permitirle Dios trabajar a través de mi pobreza, un deseo de crecer en el amor célibe que trata a todos como una familia, y estar más abierto a recibir el amor que me hacía más agradecido de lo que sé estaba dando en esos momento. Crecí más por esa sola carta que por cualquier otra cosa que hice ese año, y de cierta forma, estaba iniciando un diario. El amor que sentía por mi amigo me llevó a compartir con él mi corazón, por eso, ya no me fijaba en cómo deletreaba las palabras o expresaba las ideas, sino que me enfocaba en contarle esas cosas que pasaban en mi vida y a través de ellas, como me sentía.

Así es que comencé a mantener un diario a través de mis cartas, particularmente cartas de navidad donde compartía el año completo. No podía escribir una carta con los acontecimientos del año que había pasado sin tomarme el tiempo de reflexionar y recordar todo el amor que me inspiraba ese amigo a quien le escribía. Entonces, comenzaba a recordar las cosas que quería compartirle. Recordaba algunos de los buenos momentos que habíamos vivido juntos, y pronto encontraba mi pluma corriendo. Y según terminaba la carta, yo podía adivinar cómo mi amigo me contestaría, porque sabía que él también me respondería con lo más profundo de su corazón. Y mientras más grande era mi amor por esa persona, más fácil se me hacía adivinar su respuesta.

De pronto encontré que podía hacer esto mismo en oración con Jesús. Me relajaba en su presencia y recordaba algún momento en que había experimentado su amor de forma especial. Frecuentemente era algo que había sucedido durante el día y por lo estaba profundamente agradecido. Y entonces comenzaba a escribir una palabra de agradecimiento, seguida de todas aquellas cosas que quería compartir con Él. No tenía que estar escrito en oraciones completas porque Jesús comprende aún una sola palabra, pero las oraciones me ayudaban a clarificar lo que realmente quería contarle. Usualmente le decía lo que sentía en mi corazón y aquellas cosas que más deseaba. Luego escribía mi nombre… seguido por lo que Jesús me diría en respuesta a mi carta. Así como adivinaba lo que mi amigo escribiría, así también imaginaba lo que Jesús me estaba contestando.

¿Pero es realmente Jesús, o es sólo mi imaginación contestándome a mí mismo? El día que me hice esta pregunta pensé que cualquier palabra que me hace sentir con más fuerza Su amor, tiene que ser realmente la voz de Jesús. Y si puedo escribir una carta de amor a Jesús es sólo porque he escuchado su voz en la carta que ya Él me ha escrito a mí. «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (1 Juan 4, 10). Mantener un diario es simplemente eso, escribir una carta de amor a Jesús y escuchar Su voz en la carta que ya Él nos ha escrito primero.

Mientras más amor pongo en mis cartas, más podré oír lo que Jesús me dice, porque el amor hace que el corazón se esfuerce en oírlo todo. ¿Quién es el primero que escucha a un bebé cuando llora en la noche? Usualmente, quien más preocupado está por el bebé estará durmiendo un sueño más ligero y estará menos propenso a voltearse para seguir durmiendo. Una madre amorosa oirá el llanto de su bebé y sabrá inmediatamente si el bebé tiene hambre, está mojado, cansado, con miedo, con frío o en peligro.

El amor abre los oídos del corazón para que pueda oír lo que otros ignoran y para darle sentido de lo que otros pueden considerar una necedad. Mientras más profundo es nuestro amor por Jesús – como el amor de una madre por su bebé – más fuerte escucharemos Su voz y más fácilmente la comprenderemos. Así que cuándo me pregunto si es en realidad Jesús o sólo mi propia imaginación contestándome, puedo preguntarme: ¿Me siento qué soy más amado por Jesús, y qué tengo por Él un amor tan profundo como el de una madre por su niño? Mientras más puedo dar y recibir amor a Jesús y a otros, más he podido escuchar su voz.

A continuación hay unas instrucciones que te pueden ayudar a mantener tu diario, escribiendo una carta de amor a Jesús… y a recibir la carta que Él te escribió en respuesta. Pero recuerda que mantener un diario no depende de la mejor técnica de escribir, sino de descubrir que Jesús es el mejor Amigo que podemos tener.

Instrucciones:

  • Al escribir tu diario, cuéntale a Jesús las veces que durante tu oración o durante el día experimentaste mayor lucha o crecimiento espiritual.
  • Escribe en tu diario cómo Jesús te responde (lo que parece hacer o decir en respuesta a lo que le has dicho en tu carta). Si no puedes ponerte en contacto con cómo Jesús responde, escribe lo que más te mueve cuando hablas con Él o lo que más deseas que Él te diga en ese momento. Poco a poco notarás que hay menos de ti y más de Jesús en las respuestas.

TU PUEDES TRANSFORMAR TU FUTURO.

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¿Has pensado en tu futuro? Si eres como la mayoría de las personas en el mundo, lo que viene en el futuro puede ser un tema de gran preocupación. Muchas preguntas pueden llenar la mente, como, ¿qué haré?, ¿dónde viviré?, ¿con quién me casaré?, ¿tendré un buen trabajo?, ¿mis niños saldrán bien?, ¿caerán en las drogas? y muchas más. Hay muchos que ya no quieren pensar más en el futuro porque el presente es tan amargo. La vida no ha resultado como la querían y piensan que realmente no hay futuro para ellos. Viven vidas derrotadas y tristes, una existencia pobre en todos los sentido.

¿De qué consiste el futuro? El futuro de cada uno de nosotros consiste de cuatro elementos, tres de los cuales podemos determinar de ante mano. El futuro es nada más que los pensamientos todavía no pensados, las palabras todavía no habladas, las acciones todavía no hechas y las circunstancias todavía no conocidas. Solamente son las circunstancias que muchas veces no podemos controlar directamente. Pero vamos a ver que es aún posible evitar muchas de las circunstancias negativas de la vida si administramos bien los otros tres elementos.

Leamos de dos hombres mencionados por Jesús:

Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa” (Lucas 6:47-49)

Dos hombres, dos vidas, dos futuros. Cada uno estaba construyendo su vida, y entonces, su futuro. Cada uno tenía la libertad para escoger sus pensamientos, sus palabras y sus acciones. Cada uno dejó construida una casa, que podía representar la vida, el matrimonio, o la familia. Al ver las dos casas, tal vez hubiera sido difícil saber que existía una diferencia entre ellas. Pero cuando les tocó las circunstancias negativas de la inundación, los dos hombres salieron con dos futuros distintos. Ambos hombres habían escuchado las enseñanzas de Jesús. Ambos tenían la libertad para considerar lo que habían escuchado. Ambos estaban planificado su futuro a través de sus pensamientos, palabras y acciones.

Me imagino que ya puedas ver la diferencia entre los dos. Uno de ellos eligió ser un hacedor de la Palabra de Dios. Decidió pensar en la Palabra, hablar de acuerdo con la Palabra y actuar conforme a la Palabra. Su vida quedó construida sobre un cimiento profundo y resistente. Aún cuando le tocó un problema que tenía el potencial para destruir su vida, él salió intacto, su futuro seguro. El futuro del otro también fue decidido antes de la llegada de la circunstancia negativa. Tal vez asistía la misma iglesia y escuchaba la misma enseñanza como el vecino. Pero no le hizo caso, y en su momento de necesidad él quedó incapaz de superar el problema. No fue la inundación que le destruyó, sino la falta de un cimiento. Y no son las circunstancias de la vida que te destruyen mi hermano y hermana, es la falta de entrega a la Palabra del Señor.

¿Cómo se ve el futuro tuyo?

Leamos un poco más del mismo pasaje Bíblico:

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).

En cada corazón existe un tesoro. Lo que hay en este tesoro puede ser bueno o malo. Proverbios 4:23 nos dice, “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” ¿Por qué es tan importante el corazón? Porque el corazón representa el espíritu del hombre, la fuente de su vida.“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). En otras palabras, es del corazón que sale tu futuro. Los pensamientos, las palabras y las acciones que corresponden residen en tu corazón. O es un buen tesoro o es malo. Si es bueno, sacarás lo bueno y tu futuro será seguro. A pesar de las circunstancias inesperadas, el cimiento de tu vida está firme. Has metido la Palabra de Dios en tu corazón y eres un hacedor de la Palabra. Estás administrando tu vida y la vida de tu familia a través de la sabiduría y la revelación que se encuentra en la Biblia. Has transformado tu futuro.

No importa cómo se encuentra el presente, el futuro puede ser mejor. Decide poner la Palabra de Dios y sus promesas en primer lugar en tu vida. Llena tu corazón, tu mente y tu boca con las verdades que Dios nos ha revelado en el Nuevo Pacto. Sé un hacedor de la Palabra y no un oidor olvidadizo. Transforma tu futuro. La decisión es tuya.

Bendiciones!!!

 

SIMPLEMENTE… SONRÍA!!

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¿Ha notado que cuando sonríe suele tener un efecto de réplica en los demás? No es de extrañar que si usted sonríe, los demás le devuelvan una sonrisa en reciprocidad.

Una sonrisa refleja que usted está complacido con la vida que lleva. Por tanto, es fácil imaginar que su compromiso con el transcurrir por este mundo es: total. ¿Usted pensaría lo peor de alguien que sonríe? Lo más lógico es suponer que en el alma de esa persona se producen cosas mágicas y maravillosas.

Es coherente imaginar lo mejor de alguien que sonríe. Fácilmente supones que quien sonríe ve el mundo de una manera agradable porque es capaz de brindar algo hermoso de sí mismo.

Se afirma incluso que en el acto de la sonrisa están involucrados muchos músculos y que al sonreír hay un desgaste calórico considerable. Entonces, por simple salud: sonría.

Una sonrisa abre muchas puertas. La comunicación por alguna razón se vuelve más espontánea y sencilla. No sonría como un acto entrenado y rígido. Hágalo porque le hace la vida más amable y de verdad le nace de corazón. Además si lo vuelve una práctica cotidiana, cada vez le será más fácil.

Suponga que recibe a sus empleados con calidez y una agradable sonrisa al comenzar el día. ¿Le gustaría que lo recibieran de ese modo? ¿No haría usted su trabajo con un gusto enorme y complacido? ¿No haría usted su labor con alegría y un mayor grado de compromiso?
Sonreír genera endorfinas, las cuales se originan, debido a los neurotransmisores que actúan al ser ejecutados los movimientos de los músculos de la cara involucrados en la sonrisa. Al aumentar las endorfinas se disminuyen los niveles de cortisol, lo cual implica que estaremos menos tristes, irascibles y tendremos un mejor ánimo.

Imagine que está vinculando nuevo personal a su equipo. ¿No le agradaría contratar a una persona que sabe sonreír con amplitud en el momento adecuado? Ahora visualice a esa persona como parte de su equipo de colaboradores. Tenga la seguridad de que será una persona que haga un ambiente de trabajo positivo y agradable.

Hay cosas inimaginables que se comunican con una simple sonrisa. Por ejemplo: expreso empatía, sintonía, apoyo, solidaridad. ¡Qué agradable puede resultar trabajar con alguien que otorgue una sonrisa!

Ahora, es incalculable el valor de sonreír a un cliente. Una sonrisa hace sentir a una persona bien atendida. Una sonrisa es un agente multiplicador de personas que entran a mi negocio porque simplemente están a gusto. Una sonrisa hace sentir a la gente bienvenida, acogida, perciben que hay calor humano a su alrededor.

La sonrisa es el gesto más hermoso que puede tener un ser humano. Revela el amor que sentimos por nosotros mismos y por los demás. Muestra que ante la vida nos sentimos totalmente comprometidos. Entonces optemos por ese rasgo tan bello que nos hace la existencia más amable. Mirémonos al espejo y comencemos por regalarnos a nosotros mismos una hermosa y sincera sonrisa.

Hello world!

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San José

Esposo de la Virgen María

Martirologio Romano: Solemnidad de san José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.

Etimológicamente; José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.


Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.

 

 

BAILA!!

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Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después….Después de terminar la carrera, después de conseguir trabajo, después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.

Luego nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes, y pensamos que seremos más felices cuando crezcan y dejen de ser niños, después nos desesperamos porque son adolescentes, difíciles de tratar.

Pensamos: seremos más felices cuando salgan de esa etapa.
Luego decidimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando consigamos el ascenso, cuando nos retiremos.

La verdad es que. No hay mejor momento para ser feliz que ahora mismo.

Si no es ahora, ¿cuándo? La vida siempre estará llena de luegos,
Es mejor admitirlo y decidir ser felices ahora de todas formas

No hay un luego, ni un camino para la felicidad, la felicidad es el camino es ahora. Atesora cada momento que vives, y atesóralo más porque lo compartiste con alguien especial;  tan especial que lo llevas en tu corazón y recuerda que el tiempo no espera a nadie.

Así que deja de esperar hasta que termines la Universidad, hasta que te enamores, hasta que encuentres trabajo, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta que se vayan de casa, hasta que pierdas esos diez kilos, hasta el viernes por la noche o hasta el domingo
por la mañana; hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que justamente este,  para ser feliz!

“La felicidad es un trayecto, no un destino. Trabaja como si no necesitaras dinero, Ama como si nunca te hubieran herido, y Baila…. como si nadie te estuviera viendo!”

Que tengas un dia Bendedcido!

 

Señor… ¿por qué nos amas tanto?

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Ante ti, Señor, pongo mis ojos en esa pequeña puerta, que esconde la grandeza de un amor infinito como infinita es tu bondad, infinita tu paciencia e infinita tu humildad. ¿Por qué, Señor?…¿Por qué nos amas tanto?

No es posible saber de tu espera eterna en todos los Sagrarios de este mundo, y no sentir la nada que somos, lo poco que merecemos, el fardo que cargamos tan pesado de nuestros errores y faltas, de lo poco que valemos… pero ya ves, Jesús, el saber que estás ahí, me obliga a pensar que si valemos mucho, porque si nos amaste y nos amas hasta dar tu vida por nosotros pues… ¡si que debemos de valer!.

Y al pensar en esto me dan ganas de llorar por lo mal que te correspondemos, lo mezquinos y tacaños que somos para todo lo concerniente a tu sagrada persona….horas y horas ante la televisión, ante la «ventanita» de Internet, tardes enteras de cine, de café, de espectáculos, a veces con grandes sacrificios de filas y de dinero para verlos…. todo, todo lo damos, todo nos parece poco para asistir o lograr aquello que nos interesa y seduce….

Pero para ti, Señor, apenas y nos detenemos un instante ante tu figura de Dios hecho hombre muriendo en una cruz con los brazos abiertos para esperarnos y redimirnos…. ¡Qué poco tiempo para tí, Señor!.

Los días trascurren… mañana, tarde y noche y vuelta a lo mismo… ni un pequeño rato, a veces ni un minuto para ti y cuando llega el domingo, que es el Día del Señor, tu Día, si es que nos late entramos al Templo donde tu estás, siempre esperando…. ¡y que larga es la media hora de la misa!.

Estamos empezando los cuarenta días que nos llevarán a desembocar en la Semana de los mayores tormentos que se le pueden infligir a un ser humano, pero aún peor a un Dios que por amor acepta libre y voluntariamente todo eso y más, hasta la muerte. ¿Nos paramos, en nuestro loco correr, para pensar un pequeño instante en esto?
¡Cómo desearías que esto ocurriera, Señor!.

Quizá nunca nos confesamos de este desamor, de esta gran indiferencia….

Como un acto de desagravio, a tanta frialdad y olvido, recordamos el Salmo 50:

«Misericordia, Señor, hemos pecado.»
Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mi y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados
Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo a lo que a tus ojos era malo.
Crea en mi, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mi tu santo espíritu.
Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mi un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.
Misericordia, Señor, hemos pecado»

Se que nos miras con ojos llenos de amor porque eres Padre y te damos un poco de pena al vernos tan vulnerables… pero ese gran amor nos dará la fuerza que necesitamos para tratar de ser cada día un poco mejores y pensar también un poco más en ti.

Es todo lo que nos pides… es todo lo que deseas.

VIVIENDO LA CUARESMA

Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.

Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).

Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.

La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el saber renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.

De entre las distintas prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, Ia vivencia de Ia caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: «Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de Ia caridad; si deseamos Ilegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialisimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados».

Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquél a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. Así, vamos construyendo en el otro «el bien más precioso y efectivo, que es el de Ia coherencia con la propia vocación cristiana» (Juan Pablo II).

Cómo vivir la Cuaresma

1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.

Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.

2. Luchando por cambiar.

Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.

3. Haciendo sacrificios.

La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa «hacer sagrado». Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.

4. Haciendo oración.

Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.