lunes, noviembre 10, 2025
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DULCE HUÉSPED DEL ALMA

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Dios, Nuestro Señor, es tan amoroso con todos nosotros que nos ha dado la conciencia. Esa voz de Dios que nos habla internamente. Ahí donde nada más estás tú y Dios, ahí es donde el Espíritu Santo te hablará. Sus llamadas amorosas no son con gritos, sino con suavidad. Se necesita que haya silencio para que podamos oírlo. Pero, nuestro mundo de hoy hace tanto ruido que no nos permitimos escuchar esa voz de Dios. Dejemos que Dios nos hable. Escuchemos sus gemidos de amor por nosotros. Esforcémonos por escucharle..

Leamos la Secuencia de la Misa de Pentecostés, que nos dice:

Ven, Dios Espíritu Santo, y envíanos desde el Cielo tu luz, para iluminarnos.
Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas,
dador de todos los dones.
Fuente de todo consuelo, amable huésped del alma, paz en las horas de duelo.
Eres pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto.
Ven luz santificadora, y entra hasta el fondo del alma de todos los que te adoran.
Sin tu inspiración divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina.
Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas.
Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas.
Concede a aquellos que ponen en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones.
Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno.

Esta hermosa oración ha sido rezada por la Iglesia durante cientos de años. Ahí vemos la dulzura de Dios que, por medio del Espíritu Santo, inunda a las almas. Escuchemos una y otra vez esas hermosas palabras que decimos del Espíritu Santo, ese dulce huésped de nuestra alma.

Lo nombramos Padre de los pobres, pues Él es quien se identifica con ellos, con los que más necesitan, con los que tienen hambre y sed de Dios. Por eso, Santa Teresa decía: «quien a Dios tiene, nada le falta». Ahí estaba presente el Espíritu Santo.

Luz que penetra las almas: ¡Cuántas veces vivimos en la oscuridad del pecado, de la angustia y de la tristeza! Parece que nunca se va a hacer de día. Sin embargo, si pedimos a Dios que, por medio del Espíritu Santo nos ilumine, pronto las tinieblas de nuestro corazón se llenarán de esa luz amorosa de Dios.

Dador de todos los dones: Todos los dones que pueda recibir una persona, un alma, son originados por el Espíritu Santo quien, con el fuego de su amor, piensa personalmente en cada uno de nosotros.

Fuente de todo consuelo. ¡Cuántas veces parece que estamos inconsolables porque todo lo humano está en nuestra contra!

Dificultades con los miembros de la familia, los hijos, el cónyuge; en el trabajo, en la sociedad. Nada, parece, que nos puede consolar. Sin embargo, ahí está Dios quien, por medio del Espíritu Santo está en espera para consolarnos.

Amable huésped del alma. Sí, ese es el Espíritu Santo, ese amable, dulce y tierno visitante de nuestra alma, que habita en ella si nosotros se lo permitimos. Pero, nuestro egoísmo lo expulsa cada vez que optamos por el pecado. Dulce huésped, ¡quédate conmigo! No permitas que nada me separe de ti.

Paz en las horas de duelo. ¿Quién será quien nos levante el corazón cuando el dolor es fuerte? Ahí está el dulce huésped del alma, buscando consolar y dar paz en los momentos de duelo. Pero, ¿por qué no queremos escucharle?, ¿por qué nos hacemos sordos a su voz? Cuando el alma está atribulada, cansada, fatigada, ahí se presenta quien es pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto. ¡Sí! Ahí está el Espíritu Santo quien ha de confortar en todo momento.

Así podríamos ir hablando del Espíritu Santo, escuchando las palabras de esta oración que la Iglesia durante cientos de años ha recitado.

Sin embargo, esta maravillosa realidad del Espíritu Santo es muy poco conocida. Por algo se suele afirmar que el Espíritu Santo es el Gran Desconocido, pues si realmente lo conociéramos viviríamos con permanente paz en el alma. Dediquemos un tiempo para conversar amorosa e íntimamente con el Espíritu Santo, amable y dulce huésped del alma.

DONES DEL ESPÍRITU SANTO

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La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo.
Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

Los siete dones del Espíritu Santo son:

· —Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.

· —Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.

· —-Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.

· —Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios.

· —Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.

· —Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.

· —Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.

Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana (Sal 143,10).
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios… Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rm 8,14.17)
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Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma para recibir y secundar con facilidad las mociones del propio Espíritu Santo al modo divino o sobrehumano.

Los dones son infundidos por Dios. El alma no podría adquirir los dones por sus propias fuerzas ya que transcienden infinitamente todo el orden puramente natural. Los dones los poseen en algún grado todas las almas en gracia. Es incompatible con el pecado mortal.

El Espíritu Santo actúa los dones directa e inmediatamente como causa motora y principal, a diferencia de las virtudes infusas que son movidas o actuadas por el mismo hombre como causa motora y principal, aunque siempre bajo la previa moción de una gracia actual.

Los dones perfeccionan el acto sobrenatural de las virtudes infusas.
Por la moción divina de los dones, el Espíritu Santo, inhabitante en el alma, rige y gobierna inmediatamente nuestra vida sobrenatural. Ya no es la razón humana la que manda y gobierna; es el Espíritu Santo mismo, que actúa como regla, motor y causa principal única de nuestros actos virtuosos, poniendo en movimiento todo el organismo de nuestra vida sobrenatural hasta llevarlo a su pleno desarrollo.

Faltas contra el Espíritu Santo:

· Desesperar de la misericordia de Dios.
· Presunción de salvarse sin ningún mérito.
· La impugnación de la verdad conocida.
· La envidia de los bienes espirituales del prójimo.
· La obstinación en el pecado.
· La impenitencia final.
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OBEDIENCIA… MI MEJOR ADORACIÓN.

¿QUE ES LA OBEDIENCIA?

Obedecer significa hacer la voluntad del que manda. Es un valor fundamental no sólo de la familia, célula base de la sociedad, sino de la sociedad misma que se vale de leyes para conseguir la convivencia armónica de sus miembros.

En el plano religioso, las congregaciones, que tienen como carisma la vida fraterna, se comprometen, con voto, a obedecer al superior en cuya voluntad quieren descubrir la voluntad de Dios.

La Iglesia Católica se funda también en la obediencia a Cristo y a su Vicario en la tierra: el Papa, quien con los obispos dirige la Iglesia. Vicario significa el que hace las veces de. Por eso, cuando los católicos obedecemos, sabemos que es a Cristo a quien obedecemos.

Dios sonríe cuando le obedecemos de todo corazón, esto es, hacer cualquier cosa que Dios pide sin titubeos ni reservas, no dejas las cosas a la desidia diciendo «voy a orar al respecto», obedeces inmediatamente. Todos los padres saben que la obediencia retrasada en realidad es desobediencia.

Dios no tiene que darnos ninguna explicación por las cosas que nos pide hacer, entender sus razones puede esperar, obedecerle no. La obediencia instantánea te enseñara mas de Dios que una vida entera de discusiones bíblicas, es más, nunca podrás comprender algunos mandamientos hasta que primero los obedezcas, la obediencia es la llave para comprenderlos.

“Dios mío, enséñame a cumplir tus mandamientos, pues obedecerlos me hace feliz; ¡los cumpliré toda mi vida! Aclara mi entendimiento, y los seguiré de todo corazón.” (Salmos 119:33-35)

A menudo le ofrecemos a Dios una obediencia parcial, queremos escoger los mandamientos a obedecer, hacemos una lista de los mandamientos que nos gustan y los obedecemos ignorando aquellos que consideramos irrazonables, difíciles, de alto precio o no populares. Voy a ir a la iglesia pero no voy a diezmar, voy a leer la biblia pero no voy a perdonar a los que me han lastimado. Sin embargo la obediencia parcial, es desobediencia.

La obediencia de todo corazón se lleva a cabo con gozo y entusiasmo, la biblia dice, «¡Sirvan al Señor con alegría!»
Esta es la actitud de David: » Dios mío, enséñame a cumplir tus mandamientos, pues obedecerlos me hace feliz; ¡los cumpliré toda mi vida! Aclara mi entendimiento, y los seguiré de todo corazón.» (Salmos 199:33)

Santiago, al enseñar a unos cristianos, les dijo, «…Dios aprueba a un hombre no solamente por la fe que tenga, sino también por lo que haga». (Santiago 2:24)

“Ahora pues, hijos, escuchadme, porque bienaventurados son los que guardan mis caminos. Escuchad la instrucción y sed sabios, y no la menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas día a día, aguardando en los postes de mi entrada”. Proverbios 8:32-34

La palabra de Dios es clara al decir que no podemos ganarnos la salvación, solo la obtenemos por gracia, no por nuestros esfuerzos. Como hijo de Dios. Tú traes placer a tu padre celestial a través de la obediencia, cualquier acto de obediencia también es un acto de adoración.

¿Por qué la obediencia es tan placentera para Dios?, porque prueba que en verdad le amas, Jesús dijo, » Ustedes demostrarán que me aman, si cumplen mis mandamientos.» (Juan 14:15)

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LOS ERRORES

Todos los días al levantarme y salir a la calle, no pienso en hacer todo perfecto. Pienso en hacer lo mejor que pueda y aprender de mis errores. Nuestros errores nos dan la experiencia necesaria para volver a intentarlo una vez mas.

El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.

No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.

No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Creo que al final del día no te premian por lo que hayas logrado, sino por todo lo que hayas aprendido en el camino.

Aquellos que tienen miedo a equivocarse, se equivocan. La vida nos ofrece retos; y esos retos nos ofrecen logros y esos logros nos ofrecen experiencias. Y esto es lo esencial para vivir.

El error más grande, es temer cometer uno.

¡Que tengas un día Bendecido!
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“¿Cansado?”

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Tenia mucho tiempo sin practicar baloncesto. En realidad tenia mucho tiempo sin practicar ningún tipo de deporte. Así que ayer en la tarde invite a unos amigos al parque a jugar baloncesto.

Al principio toda iba bien hasta que me comenzó a faltar la respiración, las piernas me temblaban y mi cuerpo se hacia cada vez mas pesado.

Esta mañana al levantarme sentía que un camión me había atropellado. ¿Sera el síndrome de la vejes? No creo, puesto que aun no soy tan viejo; lo que si se es que es falta de practica. Mi cuerpo ya esta oxidado por tanto tiempo sin practicar. Todos aquellos que tienen mucho tiempo sin practicar deporte me entenderán. El cuerpo se oxida, se vuelve lento, se enfría y se vuelve pesado. Y siempre decimos “Tengo que volver a comenzar”.

Lo mismo pasa con los sentimientos. Si dejamos de ponerlos en practica se oxidan. Hay personas que cerraron su corazón por un mal episodio en el pasado y nunca mas lo han vuelto a abrir a un nuevo amor por miedo a pasar por lo mismo; hay quienes no han vuelto a practicar el perdón y su corazón se ha vuelto mas duro, pesado y viven amargados. A quienes darían lo que fuera por experimentar la felicidad nuevamente.

El corazón hay que ejercitarlo; poniendo en practica nuestros sentimientos. ¿Hay momentos de dolor? Si… pero esto es parte del proceso y hará tu corazón mas fuerte, sabio y resistente. Así podrás volver a amar, perdonar y ejercitar nueva vez tu corazón.

Tenemos que aprender a perdonar para ser perdonados, amar para ser amados, sobrellevar para que nos sobrelleven, querer para que nos quieran, buscar para que nos busquen y cuidar para que nos cuiden.

Los tiempos han cambiado y la corriente nos lleva a vivir una vida centrada en lo que podemos recibir pero no en lo que podemos dar. Sal al parque y ejercita tus sentimientos. ¿Quieres que te perdonen? Sal a perdonar… ¿Quieres que te amen? Sal y da amor… recuerda que lo que siembras eso mismo cosecharas. (Galatas 6:8)

Bendecido dia!!!

VIVE EL MOMENTO PRESENTE… PARA LA ETERNIDAD.

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El hecho de ser, de estar presentes en esta vida, de poder disponer de un tiempo que se nos da, trae consigo una responsabilidad de infinitas dimensiones que muchas veces no queremos o no sabemos aquilatar.

Estamos conscientes de que solo el presente, el momento presente nos pertenece. El pasado lo vivimos, si, pero se nos fue como agua entre las manos dejándonos tan solo la humedad perfumada de un grato recuerdo o de un triste llanto. Se nos fue como el viento que pasa y pasa para no regresar jamás. Los instantes, las horas, los años vividos se fueron y no volverán. El futuro es tan incierto como el más grande de los misterios. Indescifrable e impenetrable

No nos pertenece el mañana, ni siquiera el próximo minuto, que tan solo será nuestro si alcanzamos a vivirlo. ¿Y qué hacemos con nuestro tiempo? Ese, el del momento presente, el que Dios nos está regalando gota a gota, hora tras hora, día tras día… ¿Cómo empleamos nuestro tiempo.? A veces dejamos transcurrir esas horas, horas que no volveremos a tener, sin hacer nada, con una dejadez tonta, con un desperdicio imperdonable y falto de cordura.

Pensemos frecuentemente en esto: el gran tesoro del tiempo lo tenemos en nuestras manos. Es el momento presente el que no se nos puede ir sin darle su valor y de muchos presentes hacemos nuestro pasado y también estamos haciendo un puente hacia ese futuro que está por llegar. Ese puente que nos va a conducir a la eternidad.

El valor de nuestro tiempo se lo damos nosotros. Si empleamos ese tiempo en crecer espiritualmente, en ser mejores, en ir limando las aristas de nuestro carácter y temperamento con las que lastimamos a los que nos rodean, ese tiempo será rico, lleno de paz y de alegría.

Será de un extraordinario valor si no lo usamos con la avaricia de vivirlo para nosotros solos, sin que generosamente se lo obsequiemos a los demás. Así ese tiempo jamás será un desperdicio y cuando nos hayamos ido siempre habrá alguien que nos recordará porque llevará en su vida el regalo de nuestro tiempo, el regalo de nuestra propia existencia.

Todos los instantes de nuestra vida son aprovechables.

No los malgastemos en críticas malsanas, en chismes, en arropar rencores, en maldecir con envidia la suerte de otros, en herir de obra o de palabra, en lastimar sentimientos o menospreciar al más débil

Por el contrario, valoremos y amemos esos instantes presentes para vivirlos con intensidad, con profundidad, haciéndolos fecundos dándoles su justo valor enriquecidos por la fe y la confianza en Dios y repartiéndolos siempre entre nuestros semejantes.

Somos dueños de nuestro tiempo, pero no olvidemos que daremos cuenta de él cuando ese tiempo se termine y empiece la ETERNIDAD.

«¿Adán o Eva? «

Todos conocemos la historia de Adán y Eva. Fueron puestos en un paraíso lleno de la mayor variedad de frutas. Libres de comer todo cuanto quisieran (Buffet libre y sin engordar) pero solo había una fruta de la cual no podían comer.

Es como si te dijeran «Esta gran mansión es tuya. puedes usar todas sus habitaciones, la piscina, el jacuzzi, la cancha de tenis, la de fútbol, el salón cine para ver televisión… y todo esto sin pagar un centavo» pero que te digan que hay una pequeña habitación a la que no puedas entrar. Y que si en algún momento entras te expulsaran de la casa.

Días después el dueño encuentra forzada la cerradura del pequeño cuarto que se te prohibió entrar; y esto conlleva a que te expulsen de la casa. Perdiste toda una gran mansión por una pequeña habitación. Fue exactamente lo mismo que paso con ellos, perdieron todo el jardín por una sola fruta.

Este episodio lo vemos a diario, cuando perdemos las cosas mas valiosas de nuestra vida por otras que realmente no valen la pena. Y lo mas doloroso es que aprendemos a valorar estas cosas cuando las vemos marcharse. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde… ¿Te suena? No pierdas lo mas por lo menos, o peor aun… no pierdas las cosas mas importante en tu vida por cosas pasajeras.

Valora y cuida lo que tienes porque sino otra persona lo hará por ti. Valora a tu familia, a tu pareja, a tus hijos, tu trabajo, tus estudios, tu carrera, valora el perdón infinito que Dios nos ha entregado y la oportunidad de que seamos sus hijos, valora cada segundo de tu vida porque estos son irrecuperables.

Comencemos a luchar por ellas y estas serán las que nos darán las fuerzas para despertar cada mañana y dar lo mejor de nosotros.

¿VA A HACER TU HIJ@ LA PRIMERA COMUNIÓN?

En muchas de nuestras parroquias se celebran en estos días las Primeras Comuniones. No sólo es un momento especial de gracia para los niños, sino también para sus familias y para las comunidades parroquiales. Todos los cristianos compartimos el gozo y la alegría de este día, sin embargo, en la celebración de la Primera Comunión vemos la necesidad de depurar algunas adherencias que pueden llegar a deformar la maravilla de este Sacramento. Permitidme algunas reflexiones:

1.- “Dejad que los niños se acerquen a mí…” (Mc 10, 14). Antes de otras consideraciones, lo primero es caer en la cuenta de que Jesucristo desea tener una relación personal con cada uno de los más pequeños. Tenemos el riesgo de despreciar la religiosidad infantil, pensando que los niños no tienen la “madurez” suficiente para discernir desde un espíritu crítico, sin dejarse arrastrar por las influencias de su entorno, y sin ser capaces de opciones definitivas de vida. Sin embargo, no es ése el pensamiento que refleja el Evangelio de Jesucristo: “Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18, 3) “Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: « Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él. » Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.” (Mc 10, 13-16).

Sin duda alguna, de la lectura del Evangelio se desprende que para la unión con Dios, la soberbia del adulto es un obstáculo mucho mayor que la inmadurez del niño. Dios es perfectamente capaz de transmitir su mensaje eterno en un lenguaje sencillo e infantil. Más aún, ¡gusta de hacerlo! y posiblemente le resulte mucho más impenetrable nuestro lenguaje “adulto”. Las Primeras Comuniones de nuestros niños nos recuerdan el ideal evangélico de hacernos como niños, con toda su sencillez y pureza, en el seguimiento de Cristo.

Se narra una anécdota protagonizada por un conocido filósofo inglés ilustrado, A. Collins, quien se encontró con un campesino que, a la hora del Ángelus, interrumpía su trabajo de labriego para recogerse en la oración mariana. Con tono provocativo, el ilustrado preguntó al labriego: “¿Cómo es tu Dios? ¿Grande o pequeño?”. El labriego, sin terminar de comprender la malicia que encerraba la pregunta, le respondió sencillamente: “Dios es tan grande que no cabe en la mente de un sabio como usted, y tan pequeño que es capaz de caber en un corazón tan pequeño como el mío”. Tras su conversión, Collins manifestó años más tarde que aquella reacción del campesino había ejercido sobre él más influencia que todos los debates sostenidos y libros leídos.

2.- “¡Ay de quien escandalizare a uno de estos pequeños…!” No olvidemos que en uno de los pasajes más duros pronunciados por Jesucristo en el Evangelio, se denuncia el grave pecado que supone que los adultos profanemos la inocencia de los niños. “Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar”.

No estamos hablando de casos aislados y puntuales, sino de una cultura que roba artificialmente al niño su inocencia, y que le impide disfrutar y enriquecerse de ella. No cabe duda de que éste es uno de los obstáculos mayores, para que la Primera Comunión pueda tener todo el fruto que Dios espera de ella. Nuestra cultura consumista lanza a los niños de forma continua y sugestiva, todo un cúmulo de “sensaciones fuertes” que focalizan su atención y entorpecen en gran manera su apertura natural a los valores espirituales.

3.- “Hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana”: Permitidme un consejo práctico e importante para cuidar la Primera Comunión de nuestros niños. Es un error que enfaticemos tanto el hecho de que sea la “primera” Comunión, y dejemos pasar desapercibida la “segunda” o la “tercera”…

A nuestros niños, más allá de la natural ilusión por lo novedoso, tenemos que transmitirles que es más importante la segunda Comunión que la primera, la tercera que la segunda, o la cuarta que la tercera; de forma similar a como es más importante que papá y mamá se sigan diciendo “hoy” que se quieren, diez años después de su boda.

Os sugiero que hablemos en profundidad con nuestros pequeños sobre cómo están preparando y viviendo esas Comuniones posteriores a su “Primera” Comunión.

4.- Los niños, signo de Dios: Es cierto que en pura lógica, somos los adultos los que tendríamos que ayudar a los pequeños a acercarse a la Eucaristía y a valorarla. Sin embargo, en los designios divinos -cada vez con más frecuencia- los niños son el camino del que Dios se está sirviendo para que muchos adultos puedan descubrir el don de la Eucaristía. Baste concluir con una anécdota sucedida en octubre de 2005, cuando el Papa tenía un encuentro con multitud de niños que recientemente habían recibido su Primera Comunión. Una pequeña le preguntó qué hacer si sus padres el domingo no van a Misa. A lo que el Papa le contestó sugiriéndole que les hablase con gran amor y respeto, diciéndoles: “Querido papá, querida mamá, ¿sabéis que hay algo muy importante para todos nosotros y también para vosotros? Encontrarnos con Jesús”.