¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “vacaciones”? ¿Caminar en la playa, con el mar mojándote los pies y tomando la mano de un ser querido? ¿O una expedición a una montaña, en bicicleta y observando el paisaje? ¿Tal vez eres más pacífico, y sólo piensas en visitas a museos, un buen libro y una taza de café? O, ¿como buen joven, significa discotecas, pasarla con los amigos “a tope”?
Para María Guadalupe Represas, según aparece en un artículo publicado en la página web del Regnum Christi, las vacaciones son sinónimo de apostolado. Así lo explica ella: «Nuestra experiencia en vacaciones ha sido llevar imágenes de la santísima Virgen de Guadalupe con nosotros y repartirlas por donde andamos: hoteles, restaurantes, gasolineras, centros comerciales, etc. Por todos lados».
Sin ningún tipo de barreras o de respetos humanos, han ido dejando sus boletines y postales en todos los países en donde han estado: en México, en Estados Unidos, en Francia, en Rusia…
«Una amiga se fue a Sudáfrica – nos sigue contando María Guadalupe – y el último día le preguntó a la guía si era católica, a lo que le respondió que sí. Le obsequió la imagen y se emocionó. Le dijo que estaba a punto de divorciarse y que esa misma mañana ella le había pedido a la Virgen una señal para que no se divorciara, porque ya estaba decidida, y entonces le llegó la imagen».
Esto no significa que no se lo pasen bien: ¡todo lo contrario! Pero este “plus”, este pequeño gesto dice mucho de estas almas. Dan otro toque a las vacaciones que, nos sigue diciendo nuestra apóstol, «con la Virgen tienen otro sabor. Se ha vuelto costumbre poco a poco, entre varias familias salir de viaje llevando imágenes. Los testimonios son muchos y muy variados, podría contarles más…».
Algo parecido han hecho mis grandes amigos Ignacio de Alva y Ana de Unamuno, que quisieron pasar su viaje de novios en Roma, para poner en manos de Dios y del Papa su matrimonio. Vacaciones… con el aderezo divino, que le da mucho más sabor.
He leído hace poco una frase de François Mauriat que me ha dado mucho qué pensar en estos días: «Si vosotros no ardéis de amor, habrá mucha gente que morirá de frío». Y ¡qué fácil es dar calor, si de verdad nos lo proponemos! Basta un poco de iniciativa, de fe y de amor.
En un mundo en el que el cristianismo parece enfriarse, hechos tan simples, pero tan grandes, como el de María Guadalupe y su familia, nos lanzan un desafío: ¿valoras tu fe? ¿Hasta el punto de transmitirla espontáneamente? La respuesta auténtica está ahí latente: basta llevar a Dios y a María con nosotros a todas partes, incluso a las vacaciones.
Y ahora, ¿en qué piensas cuando escuchas la palabra “vacaciones”?