Mis mejores recuerdos son de cuando era niño y estaba en la escuela. No había preocupaciones, ni ansiedades, solo con ganas de que llegara el recreo. Recuerdo que iba con mi mochila repleta de libros y cuadernos.
Al principio de año se hacía tan pesado llevar todo en la mochila, pero al pasar del tiempo me iba acostumbrando al peso en la espalda.
Al igual que si salieras a correr diariamente con una mochila de piedras en tu espalda, al principio se tornara muy pesado pero con el tiempo te acostumbras a la carga. En nuestras vidas llevamos cargas a diario y la mala noticia es que nos acostumbramos a ellas.
Nuestro corazón está demasiado cargado de errores, fracasos, traiciones, heridas, decepciones, rencor, falta de amor, en fin… Un sin número de cargas que no debemos llevar.
Si vas con un niño al aeropuerto y el quiere llevar la maleta más grande y pesada donde está su ropa, ¿Que le dices? «Déjame llevarla porque es muy pesada para ti» ¿Verdad? Lo mismo te dice Dios: ¡Déjame llevar esas cargas que te hacen daño, déjame alivianar tu corazón y que puedas viajar ligero!
Este día decide comenzar una vida diferente, dejando que Dios lleve las cargas pesadas de tu corazón que nunca debiste llevar. «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar” (Mateo 11:28)
¡Que tengas un día Bendecido!