jueves, marzo 13, 2025
Inicio Blog Página 80

Dos caminos

Dos caminos :
Como en la historia de Hércules, cada hombre encuentra ante sí dos caminos: el del vicio y el de la virtud.

El camino del vicio se presenta fácil, lleno de placeres y ganancias, sencillo y asequible. Promete conseguir alegrías inmediatas sin tener que pasar a través de esfuerzos incómodos. Invita a superar categorías “anticuadas” y “represivas” (pecado, juicio, infierno) para disfrutar al máximo este tiempo caduco y lleno de emociones.

El camino de la virtud no oculta sus dificultades. Hay que decir “no” al capricho, a los placeres inmediatos, a la droga, al alcohol, al sexo, a la avaricia, a la comodidad, al orgullo, a la sed de venganza. Un “no” que arranca de un “sí” a lo más noble y elevado que existe en el ser humano: la posibilidad de amar, el compromiso por vivir a fondo los deberes como estudiante o como trabajador, como hijo o como padre, como esposo o como amigo.

Los dos caminos se presentan especialmente ante la mirada de cada adolescente, de cada joven, aunque también aparecen en la vida de los hombres maduros: a veces una persona honesta nos sorprende por sus devaneos con caprichos que son propios de un ser inmaduro y desquiciado…

Cada momento de mi vida tengo que optar. Hoy seré más egoísta o más bueno, más tramposo o más honesto, más cobarde o más trabajador, más vengativo o más fuerte para ofrecer un perdón sincero. Los dos caminos me piden, urgentemente, que decida mi futuro y el de tantos familiares y amigos que viven a mi lado y esperan de mí lo mejor: una vida honrada, limpia, buena, abierta al amor y a la esperanza.

Sólo si escojo el buen camino podré penetrar en el mundo del amor eterno, donde existe un Dios que invita a cada uno de sus hijos para celebrar el banquete de bodas del Cordero.

Santa María Auxiliadora

Santa María Auxiliadora :
En la fecha de hoy, la Iglesia conmemora una vez más, a la Santísima Virgen, bajo su advocación de María, Auxilio de los Cristianos. La historia del establecimiento de la fiesta de María Auxiliadora se remonta a la Revolución Francesa, la cual había asestado un duro golpe a la Iglesia y desquiciado completamente a la religión cristiana. Cuando Napoleón Bonaparte asume el poder, restableció el catolicismo en Francia: anula las leyes revolucionarias de proscripción, permite a los sacerdotes regresar a sus iglesias y devuelve catedrales, parroquias y seminarios a obispos. Sin embargo, embriagado por sus triunfos y ambición desordenada, comenzó a exigir al Papa Pío VII algunas cosas que el Pontífice no podía conceder, dando lugar a nuevos conflictos con la Iglesia.

El Papa fue hecho prisionero en el castillo de Fontainebleau por el emperador francés y durante los cinco años que estuvo preso, dedicaba especialmente una parte del tiempo de sus oraciones a María Santísima, Auxilio de los Cristianos para que protegiese a la Iglesia perseguida, desgobernada y desamparada. Los ruegos del Papa fueron escuchados y en 1814 Napoleón firma su abdicación. En 1815, cuando la Iglesia había recuperado su posición y poder espiritual, el Papa para manifestar el agradecimiento de todo el orbe católico a la Virgen María, bajo su advocación de Auxilio de los Cristianos y como un expreso reconocimiento de la infalible protección de la Madre de Dios, instituyó la fiesta de María Auxiliadora en el día 24 de mayo para perpetuar el recuerdo de su entrada triunfal a Roma al volver de su cautiverio en Francia.

No se puede ser cristiano sin alegría

No se puede ser cristiano sin alegría :
El Papa Francisco comentó esta mañana durante su habitual Misa en la Casa Santa Marta, sobre la Primera Carta del Apóstol Pedro, donde señala que “no se puede ser cristianos sin alegría”, y que incluso en los momentos de mayor sufrimiento sabemos que podemos confiar en Dios y vivir con esperanza.

Francisco, refiriéndose a la resurrección de Jesús, señaló que la alegría no nos será quitada. Dios “nos ha regenerado en Cristo y nos ha dado la esperanza”, esperanza que nos da la alegría.

El Papa comentó que “un cristiano es un hombre y una mujer de alegría, un hombre y una mujer con alegría en el corazón. No hay cristiano sin alegría”, y quienes actúen de manera contraria “¡no son cristianos! ¡Dicen que lo son, pero no lo son! Les falta algo.” Explicó que la “carta de identidad cristiana es la alegría, la alegría del Evangelio”, “la alegría de la esperanza que Jesús nos está esperando”, esa alegría que incluso en momentos de sufrimiento se expresa de una manera distinta, “es la paz en la certeza de que Jesús está con nosotros”.

Añadió que nuestra alegría crece cuando ponemos nuestra confianza en Dios, en Dios que no olvida su alianza, que los recuerda, los ama, los acompaña, los está esperando. «Esta es la alegría».

En otro momento, centrándose en el Evangelio de hoy que nos relata el encuentro de Jesús con el joven rico, el Papa dijo que «no fue capaz de abrir el corazón a la alegría», eligiendo así la tristeza. «Él frunció el ceño y se fue triste».

Cuántas veces hemos encontrado personas así en nuestras parroquias, comunidades, instituciones, personas que dicen ser cristianos pero son tristes, señaló el Papa. A estas personas hay que ayudarlas a encontrar a Jesús, para así quitar la tristeza y que puedan tener la alegría que es propia del Evangelio.

“El estupor bueno ante la revelación, ante el amor de Dios, ante las emociones del Espíritu Santo”. Francisco dijo que el cristiano “es un hombre, una mujer de estupor”, explicando que cuando Jesús dijo que el joven rico se fue entristecido por estar apegado a las riquezas, los apóstoles se preguntaron, quién podría salvarse a lo que “el Señor responde: ¡Imposible para los hombres, pero no para Dios!”.

El Papa concluyó recordando que “el estupor de la alegría” es solo posible lograrla “con la fuerza de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo”. “Pidamos hoy al Señor que nos dé el estupor ante Él”, “que con este estupor de la alegría” podamos “vivir con paz en el corazón”. “que nos proteja de buscar la felicidad en tantas cosas que al final nos entristecen: prometen tanto, ¡pero no nos darán nada! Acuérdense bien: un cristiano es un hombre y una mujer de alegría, de alegría en el Señor; un hombre y una mujer de estupor”, alentó el Papa.

Hasta qué punto está obligado el sacerdote a guardar el secreto de confesión

0

Hasta qué punto está obligado el sacerdote a guardar el secreto de confesión :
Pregunta:
Estimado Padre: Hace tiempo se publicó la noticia de que un sacerdote católico que se rehusó a identificar al hombre que lo apuñaló durante una confesión por salvaguardar el secreto de confesión. ¿Es esto así? ¿Hasta dónde obliga el secreto de la confesión?

Respuesta:

Estimado:

1. En términos generales

El Código de Derecho Canónico, canon 983,1 dice: ‘El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo’.

En el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1467: ‘Dada la delicadeza y la grandeza de este ministerio y el respeto debido a las personas, la Iglesia declara que todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas. Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes. Este secreto, que no admite excepción, se llama ‘sigilo sacramental’, porque lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda ‘sellado’ por el sacramento’.

El sigilo obliga a guardar secreto absoluto de todo lo acusado en orden a la absolución (in ordine ad absolutionem), aunque no se obtenga tal absolución o la confesión resulte inválida.

En cambio, no es sacramental y por tanto no impone obligación de sigilo la confesión que se hace para engañar al confesor, sacarle dinero, burlarse, o por cualquier otro motivo.

El sigilo obliga por derecho natural (en virtud del cuasi contrato establecido entre el penitente y el confesor), por derecho divino (en el juicio de la confesión, establecido por Cristo, el penitente es el reo, acusador y único testigo; lo cual supone implícitamente la obligación estricta de guardar secreto) y por derecho eclesiástico (Código de Derecho Canónico, c. 983). Así el sigilo sacramental no puede quebrantarse jamás bajo ningún pretexto, cualquiera que sea el daño privado o público que con ello se pudiera evitar o el bien que se pudiera promover; obliga incluso a soportar el martirio antes que quebrantarlo, como fue el caso de San Juan Nepomuceno. Aquí debe tenerse firme lo que afirmaba Santo Tomás: ‘lo que se sabe bajo confesión es como no sabido, porque no se sabe en cuanto hombre, sino en cuanto Dios’ (In IV Sent., 21,3,1).

¿Qué cae bajo secreto de confesión? Hay que distinguir entre objeto esencial y accidental [1]:

a) Objeto esencial primario: son todos los pecados graves, incluso genéricamente indicados, y los pecados veniales, no en general sino sobre materias concretas. A no ser que tales pecados les sean conocidos por otra vía; pero nunca hable de ellos dando a entender que también los conoce por confesión.

Objeto esencial secundario son todos los demás datos que el penitente manifestó durante la declaración de sus pecados (a no ser que sean hechos públicos) y que puedan resumirse en alguno de estos tres capítulos:

circunstancias del pecado (fin, tiempo, lugar, etc.)
objeto del pecado (por ejemplo, si se acusa de haber hablado mal por el escándalo que dio su vecino en tal o cual materia)
cómplice;
Igualmente es objeto esencial secundario el hecho de haber negado la absolución a tal penitente, la penitencia que le impuso (a menos que sea la más leve que pueda darse), etc.

b) Objeto accidental: son otros datos que pueden causar alguna molestia al penitente, pero que nada tienen que ver con los pecados acusados, por ejemplo, los defectos físicos o psíquicos, etc.

2. ¿Cómo se viola el sigilo sacramental?

El sigilo puede violarse de dos maneras:

a) Directamente: cuando se revela claramente el nombre del penitente y el pecado cometido. Esto incluso si la persona no es conocida por los oyentes (Por ejemplo, si un misionero comenta ante gente que no conoce el lugar de misión de éste, que el jefe de la tribu que está misionando se confesó de un adulterio). No es necesario que diga que lo que está diciendo lo sabe por confesión; para quebrantarlo basta con que sea de hecho así. No admite parvedad de materia.

b) Indirectamente: cuando sin revelar el nombre se dice algo imprudentemente por lo cual los demás pueden conjeturar de quien se trata y qué hizo.

3. Respondiendo al caso planteado

En el caso arriba planteado: ¿cae la identidad del que agrede al confesor en la confesión bajo sigilo?

Hay que distinguir:

a) Si la confesión fue fingida, en orden a agredir al confesor, no cae bajo sigilo, como se dijo más arriba.

b) Pero si la confesión no fue fingida, entonces obliga bajo sigilo según el parecer de San Alfonso. Éste dice: ‘Tampoco creo que es lícito por lo común el manifestar los pecados cometidos por el Penitente mientras se confiesa, por ejemplo las desvergüenzas que le dice al confesor, y otros semejantes, porque entonces se manifestaría indirectamente o que se le negó la absolución, o que se le dio alguna reconvención fuerte’[2].

En cambio, la identidad de los penitentes (no la del que agrede al confesor) no es cosa que caiga bajo sigilo directamente, a menos que el penitente le hubiese prohibido que lo descubriese, o si hubiese ido secretamente a confesarse[3].

DIFERENCIAS ENTRE SER BUENO Y SER SANTO

0

DIFERENCIAS ENTRE SER BUENO Y SER SANTO :
Muchos cristianos viven hoy en la idea de que eso de la santidad es algo reservado para unos pocos. Que al fin y al cabo, el número de aquellos que han sido beatificados o canonizados son una ínfima minoría comparados con los millones y millones de fieles que han vivido en los últimos veinte siglos. Piensan que incluso aunque se acepte que, aparte de los que figuran en el santoral, hay tantos o más cristanos que podrían haber alcanzado ese “reconocimiento público” de haberse conocido sus vidas, siguen siendo una porción escasísima del total.

Una gran parte de aquellos que piensan así tienen una actitud parecida a la del joven rico con el que se encontró Jesús:

Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.

Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».

Mc 10,18-20

He ahí el típico ejemplo de “buen” creyente, de “buena” persona. No mata, no roba, no adultera, no se pasa la vida acusando al prójimo de mentiras, quiere a su familia, especialmente a quienes le dieron la vida,etc. Ciertamente hoy vivimos en una época en que al menos la cuestión del adulterio no parece ser tan “importante». En relación al matrimonio, aquello de que el amor “todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” y “nunca deja de ser” (1ª Cor 13,7-8) parece enterrado bajo la idea de que el amor dura hasta que dura, y cuando acaba te puedes buscar otro.

Pero aun concediendo que se es también fiel en el amor conyugal, el considerarse a uno mismo lo suficientemente bueno para heredar la vida eterna se va a encontrar de bruces con las palabras de Cristo:

Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.

Mc, 10,21-22

Jesús lo amó. Tengamos bien presente ese hecho. Ante el joven que buscaba ser salvo y había llevado una vida que encajaba dentro de los parámetros por los que se le podía considerar una “buena persona», el Señor no reacciona manifestando cierto desdén sino amor. Y tanto le amó, que le dio la clave para salvarse: “Deja todo y sígueme».

El joven, el mismo que cumplía los mandamientos, el mismo que había sido un buen hijo, un buen ciudadano y un buen creyente, tenía algo que estaba por encima de su amor a Dios. En su caso eran las riquezas materiales. Entonces Cristo dio una de las enseñanzas claves del evangelio:

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».

Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».

Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».

Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

Mc 10,23-27

Imaginemos a los apóstoles contemplando la escena. Ven que ese chaval era muy buena gente, que cumplía los mandamientos. Esperaban seguramente que Cristo le dijera: “querido, si haces eso, ya te has salvado». Pero no, se encuentran con que el Señor quiere más, mucho más, que un simple cumplimiento de sus preceptos. Quiere ni más ni menos que le entregue todo su ser, que no haya un resquicio que se guarde para sí. No es que cumplir los mandamientos no sea necesario. Simplemente, no basta. Y como no basta, los discípulos hacen exactamente la misma pregunta que el rico, ¿»quien puede salvarse?», pero creyendo que la respuesta es prácticamente nadie. Y Jesus les dice que ciertamente es imposible para un hombre salvarse, pero Dios puede hacerlo.

Efectivamente, solo Dios puede poner en el alma aquel verdadero amor por El que nos conduce a la salvación. Un amor que está por encima de cualquiera de nuestros deseos. Un amor que esta incluso por encima de nuestro amor a nuestros seres queridos, sean padres, cónyugues, hijos, hermanos, amigos.

Aquel que nos ha dado todo, nos pide todo. Y nos pide todo porque nos concede darle todo. Aquel que, siendo Dios, sometió su voluntad a la del Padre, llegando a entregar su vida en la Cruz, pide que sometamos nuestra voluntad a Él, de forma que pueda presentarnos ante el Padre como verdaderos hijos suyos. Y como sabe que para nosotros tal cosa es literalmente imposible sin ayuda, nos concede el incomparable don del Espíritu Santo, que es quien nos transforma y nos capacita para entregarnos por completo a Dios.

Todos, y quien diga lo contrario miente, tenemos algo en nuestras vidas que todavía no hemos entregado a Cristo. Pueden ser las riquezas materiales, puede ser cualquier apego desordenado, puede ser lo que sea. Escuchamos a Cristo diciéndonos “deja eso y sígueme», y fruncimos el ceño. “No, Señor, eso, si no te importa, me lo quedo», replicamos. Pero lo que Dios quiere de nosotros no es aquello que ya nos ha concedido darle, sino precisamente esa parte que todavía no hemos sometido a su soberanía divina. Y he aquí la buena noticia: Dios hará todo lo que está en su mano para que se lo demos. Su gracia cubre nuestros pecados mientras dura ese proceso. De lo contrario, estaríamos condenados sin remedio. Pero esa misma gracia obra en nuestras almas un doble proceso: primero, querer entregarle lo que hemos reservado para nosotros. Segundo, entregárselo. Si movidos de la gracia aceptamos que Dios ponga en nosotros el deseo de poner a sus pies todo nuestro ser, indefectiblemente creceremos en santidad. No seremos simplemente “buenas personas». Seremos santos, que es a lo que hemos sido llamados y para lo que hemos sido salvados.

No nos asustemos si vemos que son “demasiadas” las cosas que no hemos entregado a Dios. Simplemente, quedémonos al lado de Cristo. No huyamos de su abrazo amoroso como hizo el joven rico. Permanezcamos por gracia con el Señor en la oración, en la Eucaristía, donde Él se dona para que entremos en plena comunión con su divina persona. Dejemos que perdone nuestros pecados. Imploremos al Espíritu Santo que obre la santificación en nuestras vidas. Pidamos la intercesión de su Madre para que podamos decir sí a sus palabras en las bodas de Caná: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5). Eso, y no otra cosa, es ser cristiano.

La masificación del exhibicionismo: en redes sociales

0

La masificación del exhibicionismo: en redes sociales :
Corría los últimos días del mes de octubre de 2015 cuando una de las jóvenes celebrities más conocidas de Instagram, la australiana Essena O´Neill, salió del closet: detrás de cada una de sus fotografías se escondía una historia de engaño y adicción: “Me he hecho más de 50 fotografías hasta que he conseguido una que quizá os guste, después he tardado años en editar este selfie con un montón de apps sólo para sentirme socialmente aceptada por ti», reveló en una de sus fotos tras su salida del closet. Esa no era su vida real y por tanto anunciaba su decisión de abandonar la famosa red de fotografías y su cuenta de YouTube, a pesar de que muchas fotos le dejaban entre 365 y 1,300 euros. Las marcas la buscaban para que se retratara “naturalmente” con sus productos y ella publicaba esas imágenes para sus más de 700 mil seguidores: ¨Para ser realistas, he pasado la mayor parte de mi vida siendo adicta a las redes sociales, la aprobación social, el estatus social y mi apariencia física. Estaba consumida por ello. ¿Cómo podemos darnos cuenta de nuestros propios talentos si no dejamos de fijarnos en los demás?”, escribió en uno de sus últimos post.

El caso de Essena, sin embargo, no resulta un fenómeno aislado sino un reflejo de la realidad cotidiana de miles de adolescentes que en Instagram, Snapchat o Facebook publican la mayor parte de una supuesta vida auténtica que muy pocas veces coincide con la que de verdad les toca vivir. La masificación de la publicación de todo lo que se hace ha implicado de hecho una renuncia a la propia privacidad que roza en el exhibicionismo. El fenómeno llega a rayar en la conducta patológica desde el momento en que la persona se vuelve adicta al estímulo que brindan las reacciones posibles en las distintas redes sociales (“me gusta”, comentarios, re-envíos, visualizaciones, etc.). Se pasa así de un “comprensible” postureo propio de la edad a un estilo de vida abocado a hacer creer que las personas están interesadas por quien publica y el tenor de publicaciones realizadas. De este modo se va construyendo una personalidad basada en la imagen que cada uno alimenta, construye y proyecta de sí mismo (gracias a las alteraciones de imagen que las mismas aplicaciones facilitan).

El fenómeno del postureo exhibicionista, sin embargo, supera ya las edades núbiles y extiende su radio comprensivo a personas en etapas superiores de la vida que van por ella como creyendo que todo lo que se vive se debe publicar (con el interés oculto de una caricia digital convertida en “me gusta” o el ansiado momento de tres minutos de relevancia adictiva que siempre busca más). ¿No hay en el fondo de todo esto un anhelo humano de ser valorados, resultar importantes para alguien? La búsqueda del aprecio es un deseo arraigado en el corazón del hombre. Esa valoración comienza en el propio corazón: ¿de qué sirve sacar decenas de fotos hasta lograr la mejor técnicamente posible si no coincide con la identidad y manera habitual de ser de la persona que hizo el esfuerzo por aparecer estéticamente mejor? A fin de cuentas los seres humanos no se enamoran sólo de imágenes sino también de gestos, palabras, modos de ser y comportarse. Y eso no lo logra ni la cuenta con más seguidores del mundo. ¿No será todo esto una ocasión de reflexión para que las poses pasen de lo artificial a lo natural y por tanto auténtico? ¿O será que hay quien de verdad cree que es posible vivir una vida humana basada en frías reacciones digitales y ningún “me gusta” que supere los límites de los social network?

Hay quien ha descubierto que se puede ir por la vida sin publicar todo lo que se vive. Y los hay también que han descubierto que la vida es eso que pasa mientras se mira el smartphone.

El Vuelo

El Vuelo :
El 14 de Octubre de 1998, en un vuelo trasatlántico de una línea aérea tuvo lugar el siguiente suceso:

A una dama la sentaron en el avión al lado de un hombre de raza negra.

La mujer pidió a la azafata que la cambiara de sitio, porque no podía sentarse al lado de una persona tan desagradable.

La azafata argumentó que el vuelo estaba muy lleno, pero que iría a revisar a primera clase para ver si podría encontrar algún lugar libre.

Todos los demás pasajeros observaron la escena con disgusto. No solo por el hecho en sí, sino por la posibilidad de que hubiera un sitio para la mujer en primera clase.

El pobre hombre quedó incómodo y cohibido por la reacción de su compañera de fila, pero tuvo la educación de no hacer un escándalo.

ppsentir09aEl clima en la cabina era de total tensión, pero la señora se mostraba feliz y hasta triunfadora porque la iban a quitar de ese sitio y ya no estaría cerca de aquella persona.

Minutos más tarde regresó la azafata y le informó a la señora:- Discúlpeme señora, todo el vuelo está lleno…

Afortunadamente, encontré un lugar vacío en primera clase.

Me demoré unos instantes porque,
para poder hacer este tipo de cambios,
le tuve que pedir autorización al capitán.

Él me indicó que no se
podía obligar a nadie a viajar al lado
de una persona tan desagradable
y que me autorizaba el cambio.

Los pasajeros no podían
creer lo que escuchaban,
pero ya la señora con cara de triunfo,
empezó a levantarse de su asiento.

En ese momento, la azafata se voltea y le dice al hombre de raza negra:

– Señor, ¿sería usted tan amable de acompañarme a su nuevo asiento en la primera clase? El capitán, en nombre de la Compañía, le ofrece sus disculpas personales, por el hecho de que haya tenido que soportar a una persona tan desagradable a su lado.

Todos los pasajeros del avión se pararon y ovacionaron la acción de la tripulación.

Ese año, la azafata y el capitán fueron premiados y gracias a esa actitud, la empresa se dio cuenta de que no le había dado demasiada importancia a la capacitación de su personal en el área de atención al cliente.

La empresa hizo cambios de inmediato.

Desde ese momento en todas las oficinas de esa línea aérea y a la vista del personal, se lee el siguiente mensaje:

“Las personas pueden olvidar lo que les dijiste, las personas pueden olvidar lo que les hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir”.

“Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, asi también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” – Mateo 7:12

Para obtener ese tipo de amor, que nos ayuda a ser considerados y amables, pídele a Jesús que entre en tu corazón por medio de esta sencilla oración:

“Señor Jesús, te pido que entres en mi corazón, perdona todos mis pecados y dame la vida eterna. Lléname de tu amor y ayúdame a pensar más en otros como Tú lo hiciste siempre. Amén.”

NO OLVIDES LO IMPORTANTE POR HACER LO URGENTE

NO OLVIDES LO IMPORTANTE POR HACER LO URGENTE :
Antes de llegar a casa ya estás pensando en todo lo que hay que hacer, vas acelerándote pensando en cuántas cosas son urgentes en cuanto llegues, piensas en el orden en las que las harás para ir más rápido, todo es urgente, ¿dejarlas para mañana? ¡imposible, ni pensarlo!
En general hablamos de una lavadora, un pasar la mopa, quitar el polvo, tender, hacer una llamada,… bien, hay que hacer esas cosas, sin duda, pero ¿son más importantes que dedicar un tiempo a nuestros hijos, a nuestra pareja o incluso a nosotros mismos?
Tendemos a pensar: primero hago todo lo que tengo que hacer y luego descanso o hago aquello que me apetece. ¿POR QUÉ? ¿Cuántas veces luego ya no las haces por cansancio o por inercia?
Es muy típico en muchos hogares hacer la limpieza general el sábado y cuando se termina ésta, entonces ya puede hacerse una actividad agradable ¿por qué no dejarlo para el domingo? ¿por qué no empezar el sábado con relax, calma y tiempo para lo que realmente deseemos? Después de una semana de trabajo ¿nos lo merecemos no? ¿Cuántos llegan a casa y acto seguido del hola o incluso antes de éste ya comienzan a discutir por lo que tendría que estar hecho y no lo está? ¿Realmente eso es más importante que preguntarles cómo les ha ido el día y escucharles o darles un beso? ¿Lo que tuviese que hacerse no puede hacerse luego o mañana? ¿Realmente vale la pena discutir con alguien a quien queremos por algo que creemos urgente pero que no lo es?
Cuidarnos a nosotros mismos y a las personas que componen nuestro sentido de vida sin duda es mucho más importante y urgente. Cambia la dinámica. Prioriza lo que verdaderamente es importante para ti y observa que eso si que es urgente.