martes, febrero 18, 2025
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Papa Francisco invita a complementar la ciencia con la fe en estudio del Universo

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En el discurso pronunciado ante los participantes en la Escuela de Verano de Astrofísica, el Papa Francisco señaló que la tarea del científico de avanzar en el conocimiento del Universo puede complementarse con una mirada metafísica y de fe.

El Pontífice dio su discurso en el evento promovido por la Specola Vaticana este jueves 14 de junio. Francisco afirmó que “conocer el Universo, al menos en parte; ser conscientes de lo que sabemos y lo que no sabemos, y cómo podemos proceder para saber más, es la tarea del científico”.

Sin embargo, señaló, “hay otra mirada metafísica” oculta a los instrumentos de medición y que “reconoce la Primera Causa de todo”. “Y todavía otra mirada, la de la fe, que acoge la Revelación. La armonía de estos diferentes niveles de conocimiento nos lleva a la comprensión; y la comprensión –esperemos– nos abre a la Sabiduría”, indicó.

“El Universo es inmenso y, a medida que crece nuestra comprensión del mismo, también crece la necesidad de aprender a gestionar el flujo de información que nos llega de muchas fuentes”, aseguró.

Tal vez, “la forma en que manejáis tal cantidad de datos también pueda dar esperanza a aquellos que en el mundo se sienten arrollados por la revolución informática de Internet y de las redes sociales”.

El Pontífice puso de relieve que, ante la enormidad del Universo, “nos sentimos pequeños y podríamos sentirnos tentados de pensar que somos insignificantes”.

En este sentido, destacó que ese miedo no se trata de algo nuevo, y puso como ejemplo uno de los salmos: “Hace más de dos mil años, el salmista escribía: ‘Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas que fijaste tú, ¿qué es el hombre, para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? ‘. Y, sin embargo, continúa: ‘Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor’”.

Por ello, “siempre es importante, como científicos y como creyentes, comenzar admitiendo que hay mucho que no sabemos. Pero es igualmente importante no estar nunca satisfechos con permanecer en un cómodo agnosticismo. Así como nunca debemos pensar que sabemos todo, nunca deberíamos temer tratar de aprender más”.

“También en este sentido podemos entender ‘la gloria y el esplendor’ de los que habla el salmista, la alegría de una labor intelectual como la vuestra, el estudio de la astronomía. A través de nosotros, criaturas humanas, este universo puede volverse, por decirlo así, consciente de sí mismo y de Aquel que nos creó: es el don –con la responsabilidad relativa– que nos ha sido dado como seres pensantes y racionales en este cosmos”.

Por último, recordó que “como seres humanos, somos más que pensadores y racionales. También somos personas con un sentido de curiosidad que nos impulsa a saber más; criaturas que trabajan para aprender y compartir lo que han aprendido, por el gusto de hacerlo. Y somos personas que aman lo que hacen y que descubren en el amor por el universo un anticipo de ese amor divino que, al contemplar la creación, declaró que era buena”.

Por: aciprensa.com

¿Son los niños de 13 años maduros para utilizar solos las redes sociales?

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Catherine L´Ecuyer es una de las grandes expertas mundiales en la divulgación de temas de educación. Autora de Educar en el Asombro y Educar en la Realidadse han convertido en fenómenos editoriales, en los que aboga por la defensa de los niños, criticando que se les quiera convertir en adultos antes de tiempo.

Por ello, es muy crítica con la utilización de pantallas, tanto móviles como tabletas, por parte de niños y adolescentes, alertando de las consecuencias del abuso que se produce en su consumo y también en su utilización en la educación. “Necesitan menos pantallas y más realidad”, afirma siempre.

Esta madre de 4 hijos alerta nuevamente sobre estas nuevas tecnologías y sobre elnuevo proyecto ley que rebaja la edad hasta los 13 años para poder registrarse en las redes sociales. Este es el análisis que realiza en El País

Niños con 13 años, ¿maduros para usar solos las redes sociales?
Francia acaba de anunciar que cumplirá con su promesa electoral de prohibir el móvil en las escuelas. Resulta curioso que una promesa así pueda llevar a un político al poder en los tiempos que corren. Spain is different, desde luego. Aquí, acaba de proponerse un proyecto de ley que baja de 14 a 13 años la edad para consentir al tratamiento de los datos —y por lo tanto para darse de alta a una red social—, a pesar de que el marco legislativo europeo recomendaba 16 años a sus Estados miembros. Unos hablan de “una generación pérdida”, mientras que otros aseguran que “la tecnología es neutra y que el impacto dependerá del uso que se haga de ella”.

¿Es neutra la tecnología? Veamos el caso de una tecnología “neutra”: una nevera.Supongamos que cada vez que abrimos la nevera, se enciende la luz. ¿Volveríamos a abrirla varias veces para ver si se ilumina? No hacemos eso, porque nos resulta previsible que ocurra -mientras la bombilla no se funda-. La luz no provoca fascinación, ni adicción, porque no hay descarga de dopamina en el cerebro cuando abrimos neveras. Ahora bien, imaginémonos que cada vez que abrimos una nevera “inteligente”, nos da noticias en directo de la erupción de un volcán en una ciudad cercana, estadísticas de las personas que han pensado en nosotros en tiempo real, nos dice si esos pensamientos fueron positivos o no, y además nos enseña comidas distintas de las que podemos escoger para comérnoslas inmediatamente con una presentación impecable. ¿Cuántas veces abriríamos la nevera cada día?

En las redes se entrega a uno mismo
¿Creemos que el uso de esa nevera no impactaría en nuestros hábitos alimenticios? ¿En nuestro peso? ¿En la cantidad de tiempo que pasamos en la cocina? ¿En el tiempo que dejamos de dedicar a otras actividades?

Decía Marshall McLuhan que “la postura según la cual la tecnología es neutra es la del adormecido idiota tecnológico”. Frase dura, pero de una curiosa vigencia, después de que Mark Zuckerberg haya confesado en uno de los eventos más destacados de su interminable gira del perdón, su comparecencia ante los representantes del Congreso de los Estados Unidos: “hemos creado una herramienta neutra, pero no hemos pensado en como podía ser usada para hacer el mal”. ¿Solución? La contratación de 20.000 personas que revisarán nuestros muros al peine fino y eliminarán los contenidos considerados “no seguros para la comunidad”. Y muy recientemente, Facebook sorprendió una vez más con el anuncio de la contratación de “especialistas en credibilidad de las noticias”, eufemismo divertido por “editor de noticias de medios de comunicación”. Un duro golpe para un medio que siempre se posicionó como “neutro”. ¿Cómo se decide si un contenido es seguro, o no? ¿Cuál es el criterio? El de la neutralidad. La neutralidad todo poderosa de una empresa que se atribuyó a sí misma la infalibilidad para emitir el sello del nihil obstat sobre el contenido emitido y consumido por sus 2.200 millones de usuarios, nada menos que una tercera parte de la población mundial. Ninguna religión, ninguna organización en el mundo tiene actualmente tantos adeptos susceptibles de ser influidos por el incuestionable dogma de la “neutralidad”. Un dogma con tantas fisuras, que se está empezando a convertir en una pesadilla recurrente para Zuckerberg.

Si pensábamos que el impacto que tiene la tecnología depende del uso que se hace de ella, es que nos olvidamos de que, en la vida, no hay nada gratuito. Cuando usamos una herramienta, tenemos que pagar un precio por ella. Otra cosa es que no seamos conscientes de ello, por mucho consentimiento y acuerdo de uso con letra pequeña que hayamos firmado con el dedo. En el caso de las redes, lo que entregas, no es dinero, eres tú mismo. No solo por las horas y por la preciada atención que le dedicas. Va mucho más allá de eso. Las plataformas que ofrecen contenidos en las redes, o que permiten a los usuarios compartirlos, no están en el negocio de entregar contenidos a cambio de nada. Están en el negocio de entregar usuarios a los que patrocinan sus plataformas y esos contenidos, o incluso a terceros. Por lo tanto, la moneda de cambio por el uso de las redes, es el usuario. Eres tú, o es tu hija o tu hijo. Y pronto podrá hacerlo sin tu consentimiento con tan solo 13 años.

«No podemos dejar que sean esclavos de su tiempo»
Y si pensamos que el impacto no se aprecia, recordemos que 30 segundos de una publicidad en la Super Bowl valen más de dos millones de dólares. Las empresas no gastarían ese dinero si ello no tuviera un impacto directo e inmediato en el consumo o la apreciación de sus productos o de sus marcas. La atención del usuario y su información privada es un bien preciado que nunca había sido objeto de tanto poder económico y político. Tanto es así, que sabemos que una empresa de consultoría política —Cambridge Analytica—, se hizo indebidamente con la información de más de 50 millones de usuarios de Facebook, consiguió influir en el resultado de las elecciones americanas y cambiar el curso de la historia de la democracia.

Hace unos días, Facebook confesó el intercambio de datos de usuarios con al menos 60 empresas, entre ellas Apple, Amazon, Samsung y Microsoft. ¿Quizás sea esa la explicación por la que el joven fundador de Facebook tiene las entradas del audio y de la cámara de su dispositivo tapadas con un celo oscuro? ¿Podemos, entonces, razonablemente asumir que un menor de 13 años tiene la madurez suficiente para dar su consentimiento a una actividad que tiene tantas implicaciones?

Algunos dicen que, si les quitamos el Internet a los jóvenes, es como si les quitáramos la sangre. ¿Es posible defender la neutralidad de una tecnología de la que hablamos en esos términos? La tecnología en una mente no preparada para usarla, difícilmente será neutra. Y menos si está diseñada para la adicción. Nuestros hijos son hijos de su tiempo, y es cierto que su tiempo no es el nuestro. Pero si deseamos lo mejor para ellos, no podemos dejar que sean esclavos de su tiempo; para ello, necesitamos leyes que no dejen a los padres fuera de juego.

Por: n/a | Fuente: Religión en Libertad

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 27-32

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio».

Palabra del Señor.

6 consejos para una mejor vida de oración

Así que ¿quieres orar, pero no estás seguro por dónde comenzar? Déjame que te cuente primero una historia acerca de un monje que casi ahoga a un seminarista…

¿Cuán importante es orar?

Hubo una vez un joven seminarista comenzando su viaje hacia el sacerdocio. Él era un poco sabelotodo y quería ser el mejor en todo cuanto hacía. Escuchó acerca de un monje muy santo que era considerado un maestro espiritual en cuanto a oración y contemplación se refiere.

El seminarista lo buscó y le pidió al viejo monje que le enseñara todos sus secretos para la oración. El monje lo envió de regreso. El seminarista era testarudo y regresó nuevamente al poco tiempo, pidiendo otra vez conocer los secretos para orar. El monje le dijo que regresara en una semana.

Cuando llegó a la semana siguiente, el monje lo llevó con él a un cuerpo de agua detrás del monasterio. El monje aún sin decir ni una palabra. Mientras entraban al agua, con ésta llegándoles un poco arriba de la cintura, la impaciencia del seminarista para con el monje creció, pero éste permanecía en silencio.

De pronto, el monje tomó al seminarista y hundió su cabeza debajo del agua. El seminarista luchaba y se retorcía, pero con la fuerza de un buey el viejo monje lo mantenía bajo el agua. Cuando el monje finalmente lo dejó ir, el seminarista se levantó buscando aliento, avergonzado, molesto y confundido. El monje lo miró y dijo: ‘Hasta que ores con la misma desesperación que tienes por aire, aún no has orado’.

¡Orar es tan importante para nuestras almas como lo es el aire para nuestro cuerpo! Necesitamos la oración para permanecer conectados a Dios quien nos ha creado con un plan en mente. Veamos algunas maneras como se puede profundizar en la oración en nuestra vida diaria.

¿Cómo orar?

1) ¡Di hola!

Cuando un amigo entra al salón, lo primero que la mayoría de las personas hacen es decir hola o saludan con la mano o con un movimiento de cabeza. En muchas maneras, este es el comienzo de la oración: un reconocimiento de la presencia de Dios. Cuando entramos a la Iglesia, hacemos una genuflexión delante del tabernáculo para humillarnos mientras reconocemos y reverenciamos la presencia real de Jesús en la Eucaristía dentro. Cuando inicies a orar, ya sea que estés caminando hacia algún lugar durante tu día, en una capilla o en tu cuarto, tómate un momento para reconocer en la presencia de Quién estás. “Paren y reconozcan que soy Dios” (Sal 46,11)

2) Se tú mismo.

Tantas personas piensan que la santidad es inalcanzable, y que para orar necesitamos vernos como una estatua de San Francisco con las manos juntas piadosamente. La realidad es que fuimos creados en comunión con Dios y Él desea tener una relación con nosotros. No quiere que seamos una copia al carbón de un santo del pasado. Él te creó con tus propios dones y pasiones y quiere brillar a través de ti y de forma única en ellos. ¡Ven a Él como eres y deja que te transforme en el santo que Él quiere que seas!

3) “Enséñanos a orar” (Lc 11,1).

Los apóstoles de Jesús le pidieron con estas palabras y la conversación resultante es lo que nosotros conocemos como la oración del “Padre Nuestro”. Si sus propios discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, ¡cuánto más debemos pedirle nosotros que nos enseñe a orar! Pídele a Dios que te ayude y estate seguro de que Él te escucha. “Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta.” (Mt 7,7)

4) ¡Frena!

El mundo en el que vivimos nos abruma con los medios de comunicación y el ruido proveniente de todas las direcciones a diario, desde mensajes de texto hasta la música, la televisión o el internet. Estas cosas no son malas, pero mucho de ellas puede distraernos de nuestra relación y conversación con Dios.

«Hace falta silencio en este mundo que es a menudo muy bullicioso, lo que no es favorable para el recogimiento y para escuchar la voz de Dios” (Papa Benedicto XVI).

Toma 10 minutos de tu tiempo cada día y en lugar de dedicar ese tiempo a Facebook o a la televisión, úsalo para orar. Pon a Dios nuevamente en el centro de tu corazón y de tu mente.

5) Mantenla viva.

Una vida de oración que no se mantiene viva es como un estanque sin agua fluyendo dentro y fuera de él. Se estanca. No entra oxígeno y se convierte en inhabitable. Todo lo que se podrá encontrar es suciedad y mosquitos. A nadie le gustan los mosquitos, no seas esa persona. Pero una persona que cultiva su relación con Dios por medio de la oración encuentra una imagen muy diferente. Hay agua fresca corriendo dentro y fuera del estanque. ¡Da vida! Hay flores y árboles creciendo a su alrededor. Tu vida de oración afectará otras áreas de tu vida. “Dichoso el hombre que no va a reuniones de malvados, ni sigue el camino de los pecadores ni se sienta en la junta de burlones, mas le agrada la Ley del Señor y medita su Ley de noche y día. Es como árbol plantado junto al río que da fruto a su tiempo y tiene su follaje siempre verde. Todo lo que él hace le resulta” (Sal 1,1-3)

6) Deja que te transforme.

La práctica hace al maestro. Toda la vida cristiana, incluyendo la oración, es algo en lo que debemos trabajar para mejorar y perseverar en ella. ¡Dios puede hacer cosas maravillosas en nosotros si llegamos a Él en la oración!

“Las virtudes se forman por la oración. La oración preserva la templanza. La oración suprime la ira. La oración evita emociones de orgullo y envidia. La oración lleva al alma al Espíritu Santo, y eleva al hombre al Cielo”. (San Efrén el Sirio)

¡Haz la prueba!

Como católicos, tenemos acceso a la más grande forma de oración cada domingo (y cada día si está disponible) en la Misa, finalizando al recibir a Jesús mismo en la Eucaristía. ¡Alimento para el alma! Introdúcete en ella de una manera más profunda cada vez y escucha a Dios que te habla en ella.

Puedes también comenzar rezando el Rosario. Nuestra madre María es maravillosa y es el modelo perfecto de cómo amar a su Hijo.

La oración a San Miguel Arcángel es también una excelente oración. Satanás está tratando siempre de separarnos de Dios. San Miguel vence a Satanás, así que, créeme, quieres a San Miguel en tu equipo.

Ora por tu familia, tu cónyuge, tus hijos, los ministros, sacerdotes, y si eres soltero(a) por tu futuro (a) esposo (a), y agradécele a Dios por todas las personas que Él ha puesto en tu vida y que te han ayudado a ser quien eres.

Yo estoy orando para que en tu recorrido hacia la oración te enamores de Dios, quien estará contigo en las buenas y en las malas y en incontables aventuras a lo largo de toda tu vida. Todos sus santos y ángeles, ¡oren por nosotros!

Por: Aaron Hostetter | Fuente: Lifeteen.com // Píldoras de Fe 

Mensaje del Papa Francisco para la II Jornada Mundial de los Pobres Redacción ACI Prensa

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Con motivo de la II Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el próximo 18 de noviembre, la Santa Sede ha hecho público un mensaje del Papa Francisco en el que llama a ayudar a los pobres sin caer en el protagonismo: “No es protagonismo lo que necesitan los pobres, sino ese amor que sabe esconderse y olvidar el bien realizado”.

“Frente a los pobres, no es cuestión de jugar a ver quién tiene el primado de la intervención, sino que podemos reconocer humildemente que es el Espíritu quien suscita gestos que son un signo de la respuesta y cercanía de Dios”.

A continuación, el texto completo del Mensaje del Papa Francsico:

Este pobre gritó y el Señor lo escuchó

1. «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó» (Sal 34, 7). Las palabras del salmista se vuelven también las nuestras a partir del momento en que somos llamados a encontrar las diversas situaciones de sufrimiento y marginación en las que viven tantos hermanos y hermanas, que habitualmente designamos con el término general de “pobres”. Quien escribe tales palabras no es ajeno a esta condición, al contrario.

Él tiene experiencia directa de la pobreza y, sin embargo, la transforma en un canto de alabanza y de acción de gracias al Señor. Este salmo permite también a nosotros hoy comprender quiénes son los verdaderos pobres a los que estamos llamados a volver nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades.

Se nos dice, ante todo, que el Señor escucha los pobres que claman a Él y que es bueno con aquellos que buscan refugio en Él con el corazón destrozado por la tristeza, la soledad y la exclusión. Escucha a cuantos son atropellados en su dignidad y, a pesar de ello, tienen la fuerza de alzar su mirada hacia lo alto para recibir luz y consuelo.

Escucha a aquellos que son perseguidos en nombre de una falsa justicia, oprimidos por políticas indignas de este nombre y atemorizados por la violencia; y aun así saben que en Dios tienen a su Salvador. Lo que surge de esta oración es ante todo el sentimiento de abandono y confianza en un Padre que escucha y acoge. En la misma onda de estas palabras podemos comprender más a fondo lo que Jesús proclamó con las bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5, 3).

En virtud de esta experiencia única y, en muchos sentidos, inmerecida e imposible de describir por completo, nace por cierto el deseo de contarla a otros, en primer lugar a aquellos que son, como el salmista, pobres, rechazados y marginados. En efecto, nadie puede sentirse excluido del amor del Padre, especialmente en un mundo que con frecuencia pone la riqueza como primer objetivo y hace que las personas se encierren en sí mismas.

2. El salmo caracteriza con tres verbos la actitud del pobre y su relación con Dios. Ante todo, “gritar”. La condición de pobreza no se agota en una palabra, sino que se transforma en un grito que atraviesa los cielos y llega hasta Dios.

¿Qué expresa el grito del pobre si no es su sufrimiento y soledad, su desilusión y esperanza? Podemos preguntarnos: ¿cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles? En una Jornada como esta, estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia para darnos cuenta si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres.

El silencio de la escucha es lo que necesitamos para poder reconocer su voz. Si somos nosotros los que hablamos mucho, no lograremos escucharlos. A menudo me temo que tantas iniciativas, aunque de suyo meritorias y necesarias, estén dirigidas más a complacernos a nosotros mismos que a acoger el clamor del pobre

En tal caso, cuando los pobres hacen sentir su voz, la reacción no es coherente, no es capaz de sintonizar con su condición. Se está tan atrapado en una cultura que obliga a mirarse al espejo y a cuidarse en exceso, que se piensa que un gesto de altruismo bastaría para quedar satisfechos, sin tener que comprometerse directamente.

3. El segundo verbo es “responder”. El Señor, dice el salmista, no sólo escucha el grito del pobre, sino que responde. Su respuesta, como se testimonia en toda la historia de la salvación, es una participación llena de amor en la condición del pobre. Así ocurrió cuando Abrahán manifestaba a Dios su deseo de tener una descendencia, no obstante, él y su mujer Sara, ya ancianos, no tuvieran hijos (cf. Gén 15, 1-6).

Sucedió cuando Moisés, a través del fuego de una zarza que se quemaba intacta, recibió la revelación del nombre divino y la misión de hacer salir al pueblo de Egipto (cf. Éx 3, 1-15). Y esta respuesta se confirmó a lo largo de todo el camino del pueblo por el desierto: cuando el hambre y la sed asaltaban (cf. Éx 16, 1-16; 17, 1-7), y cuando se caía en la peor miseria, la de la infidelidad a la alianza y de la idolatría (cf. Éx 32, 1-14).

La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a retomar la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también una invitación a que todo el que cree en Él obre de la misma manera dentro de los límites de lo humano.

La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de toda región para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío. Probablemente es como una gota de agua en el desierto de la pobreza; y sin embargo puede ser un signo de compartir para cuantos pasan necesidad, que hace sentir la presencia activa de un hermano o una hermana.

Los pobres no necesitan un acto de delegación, sino del compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor. La solicitud de los creyentes no puede limitarse a una forma de asistencia – que es necesaria y providencial en un primer momento –, sino que exige esa «atención amante» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 199) que honra al otro como persona y busca su bien.

4. El tercer verbo es “liberar”. El pobre de la Biblia vive con la certeza de que Dios interviene en su favor para restituirle dignidad. La pobreza no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que involucran a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas.

La acción con la cual el Señor libera es un acto salvación para quienes le han manifestado su propia tristeza y angustia. Las cadenas de la pobreza se rompen gracias a la potencia de la intervención de Dios. Tantos salmos narran y celebran esta historia de salvación que se refleja en la vida personal del pobre: «Él no ha mirado con desdén ni ha despreciado la miseria del pobre: no le ocultó su rostro y lo escuchó cuando pidió auxilio» (Sal 22, 25). Poder contemplar el rostro de Dios es signo de su amistad, de su cercanía, de su salvación. «Tú viste mi aflicción y supiste que mi vida peligraba, […] me pusiste en un lugar espacioso» (Sal 31, 8-9).

Ofrecer al pobre un “lugar espacioso” equivale a liberarlo de la “red del cazador” (cf. Sal 91, 3), a alejarlo de la trampa tendida en su camino, para que pueda caminar expedito y mirar la vida con ojos serenos. La salvación de Dios toma la forma de una mano tendida hacia el pobre, que ofrece acogida, protege y hace posible experimentar la amistad de la cual se tiene necesidad. Es a partir de esta cercanía, concreta y tangible, que comienza un genuino itinerario de liberación: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187).

5. Me conmueve saber que muchos pobres se han identificado con Bartimeo, del cual habla el evangelista Marcos (cf. 10, 46-52). El ciego Bartimeo «estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna» (v. 46), y habiendo escuchado que pasaba Jesús «empezó a gritar» y a invocar el «Hijo de David» para que tuviera piedad de él (cf. v. 47). «Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más fuerte» (v. 48).

El Hijo de Dios escuchó su grito: «“¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Rabbunì, que recobre la vista!”» (v. 51). Esta página del Evangelio hace visible lo que el salmo anunciaba como promesa. Bartimeo es un pobre que se encuentra privado de capacidades básicas, como son la de ver y trabajar.

¡Cuántas sendas conducen también hoy a formas de precariedad! La falta de medios básicos de subsistencia, la marginación cuando ya no se goza de la plena capacidad laboral, las diversas formas de esclavitud social, a pesar de los progresos realizados por la humanidad… Como Bartimeo, ¡cuántos pobres están hoy al borde del camino en busca de un sentido para su condición! ¡Cuántos se cuestionan sobre el porqué tuvieron que tocar el fondo de este abismo y sobre el modo de salir de él! Esperan que alguien se les acerque y les diga: «Ánimo. Levántate, que te llama» (v. 49).

Lastimosamente a menudo se constata que, por el contrario, las voces que se escuchan son las del reproche y las que invitan a callar y a sufrir. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, considerados no sólo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento. Se tiende a crear distancia entre ellos y el proprio yo, sin darse cuenta que así se produce el alejamiento del Señor Jesús, quien no los rechaza sino que los llama así y los consuela.

Con mucha pertinencia resuenan en este caso las palabras del profeta sobre el estilo de vida del creyente: «soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; […] compartir tu pan con el hambriento, […] albergar a los pobres sin techo, […] cubrir al que veas desnudo» (Is 58, 6- 7). Este modo de obrar permite que el pecado sea perdonado (cf. 1Pe 4, 8), que la justicia recorra su camino y que, cuando seremos nosotros lo que gritaremos al Señor, Él entonces responderá y dirá: ¡Aquí estoy! (cf. Is 58, 9).

6. Los pobres son los primeros capacitados para reconocer la presencia de Dios y dar testimonio de su proximidad en sus vidas. Dios permanece fiel a su promesa, e incluso en la oscuridad de la noche no hace faltar el calor de su amor y de su consolación.

Sin embargo, para superar la opresiva condición de pobreza es necesario que ellos perciban la presencia de los hermanos y hermanas que se preocupan por ellos y que, abriendo la puerta del corazón y de la vida, los hacen sentir amigos y familiares. Sólo de esta manera podremos «reconocer la fuerza salvífica de sus vidas» y «ponerlos en el centro del camino de la Iglesia» (Exhort. apost. Evangelii gaudium, 198).

En esta Jornada Mundial estamos invitados a hacer concretas las palabras del Salmo: «los pobres comerán hasta saciarse» (Sal 22, 27). Sabemos que en el templo de Jerusalén, después del rito del sacrificio, tenía lugar el banquete. En muchas Diócesis, esta fue una experiencia que, el año pasado, enriqueció la celebración de la primera Jornada Mundial de los Pobres.

Muchos encontraron el calor de un una casa, la alegría de una comida festiva y la solidaridad de cuantos quisieron compartir la mesa de manera simple y fraterna. Quisiera que también este año y en el futuro esta Jornada fuera celebrada bajo el signo de la alegría por redescubrir el valor de estar juntos. Orar juntos y compartir la comida el día domingo.

Una experiencia que nos devuelve a la primera comunidad cristiana, que el evangelista Lucas describe en toda su originalidad y simplicidad: «Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. […]Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno» (Hch 2, 42. 44-45).

7. Son innumerables las iniciativas que diariamente emprende la comunidad cristiana para dar un signo de cercanía y de alivio a las variadas formas de pobreza que están ante nuestros ojos. A menudo la colaboración con otras realidades, que no están motivadas por la fe sino por la solidaridad humana, hace posible brindar una ayuda que solos no podríamos realizar.

Reconocer que, en el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es también limitada, débil e insuficiente hace que tendamos la mano a los demás, de modo que la colaboración mutua pueda alcanzar el objetivo de manera más eficaz. Nos mueve la fe y el imperativo de la caridad, pero sabemos reconocer otras formas de ayuda y solidaridad que, en parte, se fijan los mismos objetivos; siempre y cuando no descuidemos lo que nos es propio, a saber, llevar a todos hacia Dios y a la santidad. El diálogo entre las diversas experiencias y la humildad en el prestar nuestra colaboración, sin ningún tipo de protagonismo, es una respuesta adecuada y plenamente evangélica que podemos realizar.

Frente a los pobres, no es cuestión de jugar a ver quién tiene el primado de la intervención, sino que podemos reconocer humildemente que es el Espíritu quien suscita gestos que son un signo de la respuesta y cercanía de Dios. Cuando encontramos el modo para acercarnos a los pobres, sabemos que el primado le corresponde a Él, que ha abierto nuestros ojos y nuestro corazón a la conversión.

No es protagonismo lo que necesitan los pobres, sino ese amor que sabe esconderse y olvidar el bien realizado. Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres. Quien se pone al servicio es instrumento en las manos de Dios para hacer reconocer su presencia y su salvación.

Lo recuerda San Pablo escribiendo a los cristianos de Corinto, que competían ente ellos por los carismas, en busca de los más prestigiosos: «El ojo no puede decir a la mano: “No te necesito”, ni la cabeza, a los pies: “No tengo necesidad de ustedes”» (1Cor 12, 21). El Apóstol hace una consideración importante al observar que los miembros que parecen más débiles son los más necesarios (cf. v. 22); y que «los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente.

Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera» (vv. 23-24). Mientras ofrece una enseñanza fundamental sobre los carismas, Pablo también educa a la comunidad en la actitud evangélica respecto a los miembros más débiles y necesitados. Lejos de los discípulos de Cristo sentimientos de desprecio o de pietismo hacia ellos; más bien están llamados a honrarlos, a darles precedencia, convencidos de que son una presencia real de Jesús entre nosotros. «Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).

8. Aquí se comprende cuánta distancia existe entre nuestro modo de vivir y el del mundo, el cual elogia, sigue e imita a quienes tienen poder y riqueza, mientras margina a los pobres, considerándolos un desecho y una vergüenza. Las palabras del Apóstol son una invitación a darle plenitud evangélica a la solidaridad con los miembros más débiles y menos capaces del cuerpo de Cristo: «¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría» (1Cor 12, 26).

Del mismo modo, en la Carta a los Romanos nos exhorta: «Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes» (12, 15-16). Esta es la vocación del discípulo de Cristo; el ideal al cual aspirar con constancia es asimilar cada vez más en nosotros los «sentimientos de Cristo Jesús» (Flp 2,5).

9. Una palabra de esperanza se convierte en el epílogo natural al que conduce la fe. Con frecuencia son precisamente los pobres los que ponen en crisis nuestra indiferencia, hija de una visión de la vida en exceso inmanente y atada al presente. El grito del pobre es también un grito de esperanza con el que manifiesta la certeza de ser liberado. La esperanza fundada sobre el amor de Dios que no abandona a quien en Él confía (cf. Rom 8, 31-39).

Santa Teresa de Ávila en su Camino de perfección escribía: «La pobreza es un bien que encierra todos los bienes del mundo. Es un señorío grande. Es señorear todos los bienes del mundo a quien no le importan nada» (2, 5). Es en la medida que seamos capaces de discernir el verdadero bien que nos volveremos ricos ante Dios y sabios ante nosotros mismos y ante los demás. Así es: en la medida que se logra dar el sentido justo y verdadero a la riqueza, se crece en humanidad y se vuelve capaz de compartir.

10. Invito a los hermanos obispos, a los sacerdotes y en particular a los diáconos, a quienes se les impuso las manos para el servicio de los pobres (cf. Hch 6, 1-7), junto con las personas consagradas y con tantos laicos y laicas que en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos hacen tangible la respuesta de la Iglesia al grito de los pobres, a que vivan esta Jornada Mundial como un momento privilegiado de nueva evangelización. Los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No echemos en saco roto esta oportunidad de gracia.

Sintámonos todos, en este día, deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos, uno hacia otro, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, hace activa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en el camino hacia el Señor que viene.

Por: Acriprensa.com

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.

Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

 

Palabra del Señor.

Las 5 cifras sobre la Iglesia que todo católico debe saber en 2018

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Vaticano. Foto: Pixabay, dominio público

Vaticano. Foto: Pixabay, dominio público

La Tipografía Vaticana publicó este 12 de junio el Anuario Pontificio 2017 y el Anuario de Estadísticas de la Iglesia 2015, en donde se dan a conocer las últimas cifras sobre el número de católicos en todo el mundo.

Entre las cifras más importantes, presentamos estas cinco:

1.- Hay 1299 millones de católicos, que suman el 17,67% de la población mundial


Gráfico realizado por Fiorella Garrido / ACI Prensa

En el año 2015 esa cifra era de 1285 millones. Aunque el aumento ha sido de 14 millones, en porcentaje se aprecia una ligera disminución ya que se pasó del 17,73% de la población del mundo al 17,67%.

En abril de 2015, el Pew Research Center publicó una investigación que señalaba que la población cristiana (católicos y otras denominaciones) llegaba a 2300 millones, seguidos por los musulmanes con 1800 millones, y los que afirman no tener religión con 1200 millones de habitantes.

El mismo estudio indica que para el año 2035 los musulmanes superarán en nacimientos a los cristianos con 235 y 224 millones respectivamente.

2.- América tiene al 48,6% de católicos


Gráfico realizado por Fiorella Garrido / ACI Prensa
De este porcentaje, informa el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, el 57,5% está en América del Sur.

Europa aparece en segundo lugar con casi 22%, mientras que en África está el 17,6%, seguido de Asia con el 11%.

Oceanía, con un aproximado de 10 millones de católicos, aparece en último lugar con un aproximado de 0,76%.

3.- Brasil es el país con más católicos en el mundo

En Brasil viven alrededor 173,6 de millones de católicos, lo que representa el 13,3% de fieles del mundo y el 27,5% de América del Sur.

4.- Hay 687 sacerdotes menos


Gráfico realizado por Fiorella Garrido / ACI Prensa

El año 2016 marca un descenso en el número de sacerdotes respecto a 2015. Ahora hay 687 presbíteros menos ya que los sacerdotes pasaron de ser 415,656 a 414,969.

De los sacerdotes, el 67,9% pertenece al clero diocesano, mientras que el otro 32,1% es parte del clero religioso.


Gráfico realizado por Fiorella Garrido / ACI Prensa

5.- El aumento de los católicos se debe a África

L’Osservatore Romano explica que África, con el 17,6% de los católicos del mundo, se caracteriza por “una difusión de la Iglesia Católica muy dinámica: el número de católicos pasó de poco más de 185 millones en 2010 a más de 228 millones en 2016, con una variación de 23,2%”.

En África, la República Democrática del Congo está en el primer lugar de católicos con más de 44 millones, seguidos por Nigeria con 28 millones; y Uganda, Tanzania y Kenia que registran cifras similares.

Por: Aciprensa.com

El Papa desea que el Mundial de Fútbol se convierta en ocasión para la paz entre las naciones

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Tras la Audiencia General de este miércoles 13 de junio, el Papa Francisco dirigió un “cordial saludo” a los participantes en el Mundial de Fútbol que se celebrará en Rusia a partir del próximo jueves 14 de junio.

“Mañana se inaugura el Campeonato Mundial de Fútbol en Rusia. Deseo enviar mi cordial saludo a los jugadores y a los organizadores, así como a todos los que seguirán a través de los medios de comunicación social este evento que supera todas las fronteras”, fueron las palabras del Santo Padre.

El Pontífice también mostró su deseo de que “esta importante manifestación deportiva se convierta en ocasión de encuentro, de diálogo y de fraternidad entre culturas y religiones diferentes, favoreciendo la solidaridad y la paz entre las naciones”.

Desde su elección como Obispo de Roma, el Papa Francisco ha subrayado en varias ocasiones su afición al fútbol, y ha reconocido haber practicado este deporte en su juventud.

En concreto, no ha ocultado su apoyo a la selección de su patria, Argentina. De hecho, tras la cancelación de la audiencia con los jugadores de la selección argentina el pasado miércoles 6 de junio por motivos logísticos, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede publicó un mensaje en la red social Twitter en la que afirmaba que esperarán “con alegría” a los jugadores argentinos en el Vaticano “cuando vuelvan con la Copa”.

En esta edición del campeonato mundial, que se inaugurará este jueves en una ceremonia ante 80.000 espectadores en el Estadio Luzhnikí de Moscú, participarán las selecciones nacionales de 32 países que se enfrentarán, en la primera fase del Mundial, en 8 grupos de 4 selecciones cada grupo.

Por: Aciprensa