martes, abril 8, 2025
Inicio Blog Página 51

¿Pero ustedes, quién dicen que soy yo?

El Evangelio de este domingo (Mt 16, 13-20) es el célebre pasaje, central en el relato de Mateo, en el que Simón, en nombre de los Doce, profesa su fe en Jesús como «el Cristo, el Hijo de Dios vivo»; y Jesús llama «bienaventurado» a Simón por su fe, reconociendo en ella un don, un don especial del Padre, y le dice: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».

Detengámonos un momento precisamente en este punto, sobre el hecho de que Jesús atribuye a Simón este nuevo nombre: “Pedro”, que en la lengua de Jesús suena “Cefas”, una palabra que significa “piedra”. En la Biblia este nombre, este término, “piedra”, está referido a Dios. Jesús lo atribuye a Simón, no por sus cualidades o sus méritos humanos, sino por su fe genuina y firme, que le viene de lo alto.

Jesús siente en su corazón una gran alegría, porque reconoce en Simón la mano del Padre, la acción del Espíritu Santo. Reconoce que Dios Padre ha dado a Simón una fe “fiable”, sobre la cual Él, Jesús, podrá edificar su Iglesia, es decir su comunidad. Es decir, todos nosotros. Todos nosotros.

Jesús tiene el propósito de dar vida a “su” Iglesia, un pueblo fundado ya no en su descendencia, sino en la fe, es decir, en la relación con Él mismo, una relación de amor y de confianza. Nuestra relación con Jesús edifica la Iglesia. Y, por tanto, para iniciar su Iglesia, Jesús tiene necesidad de encontrar en los discípulos una fe sólida, una fe “de confianza”. Esto es lo que Él debe verificar en este punto del camino. Y por eso formula la pregunta.

El Señor tiene en su mente la imagen del construir, la imagen de la comunidad como edificio. He aquí porqué, cuando siente la profesión de fe genuina de Simón, lo llama “piedra”, y manifiesta la intención de construir su Iglesia sobre esta fe.

Hermanos y hermanas, lo que sucedió de modo único en San Pedro, sucede también en cada cristiano que madura una fe sincera en Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios vivo.

El Evangelio de hoy también interpela a cada uno de nosotros. ¿Cómo va tu fe? Cada uno responda en su corazón, eh. ¿Cómo va tu fe? ¿Cómo es? ¿Qué encuentra el Señor en nuestros corazones? ¿Un corazón firme como la piedra o un corazón arenoso, es decir, dudoso, difidente, incrédulo? Nos hará bien en la jornada de hoy pensar en esto.

Si el Señor encuentra en nuestro corazón una fe, no digo perfecta, pero sincera, genuina, entonces Él ve también en nosotros piedras vivas con las cuales construir su comunidad. De esta comunidad, la piedra fundamental es Cristo, piedra angular y única. Por su parte, Pedro es piedra, en cuanto fundamento visible de la unidad de la Iglesia; pero cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús su propia fe, pobre, pero sincera, para que Él pueda seguir construyendo su Iglesia hoy, en todas partes del mundo.

También en nuestros días «mucha gente» piensa que Jesús es un gran profeta, un maestro de sabiduría, un modelo de justicia… Y también hoy Jesús pregunta a sus discípulos, es decir a nosotros, a todos nosotros: «¿Pero ustedes, quién dicen que soy yo?». ¿Un profeta, un maestro de sabiduría, un modelo de justicia? ¿Qué responderemos nosotros?

Pensemos en esto. Pero sobre todo, oremos a Dios Padre, para que nos dé la respuesta y por intercesión de la Virgen María; pidámosle que nos dé la gracia de responder, con corazón sincero: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

Ésta es una confesión de fe. Éste es precisamente el Credo. Pero podemos repetirlo tres veces todos juntos: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Todos juntos: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Por: Papa Francisco

Triunfó la vida: Senado rechaza proyecto de ley de aborto en Argentina

0

Esta madrugada, en una histórica sesión que se extendió por 16 horas, el Senado de Argentina rechazó el proyecto del aborto libre.

De un total de 72 senadores, 38 votaron en contra de despenalizar el aborto, 31 a favor, dos se abstuvieron y hubo un ausente.

El proyecto buscaba permitir el aborto hasta la semana 14 de gestación, y hasta los nueve meses de embarazo bajo las causales de violación, riesgo de vida y salud de la madre e inviabilidad fetal. Asimismo prohibía la objeción de conciencia institucional.

Con este resultado, el proyecto se cierra de forma definitiva por este año legislativo y recién podría volver a abrirse a un debate parlamentario en 2019.

Con 31 votos afirmativos, 38 votos en contra y 2 abstenciones se rechaza el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo

Durante el debate participó la expresidenta y ahora senadora Cristina Fernández para defender su promoción del aborto.

Por su parte, una de las encargadas de cerrar las ponencias a favor de la vida fue la senadora Silvia Elías de Pérez.

Elías de Pérez recordó que “nada justifica” que la vida quede “a merced de nada ni de nadie”. Además advirtió que el proyecto del aborto significaba “instaurar una nueva discriminación, entre aquellos que son deseados y los que no lo son”.

Asimismo, tras señalar que el Estado debe acompañar a la mujer embarazada, la senadora denunció que durante los meses que se discutió el proyecto «se ha denostado a los que profesamos la fe católica como nunca ha sucedido en la Argentina”.

“Realmente legalizar el aborto es admitir lisa y llanamente el fracaso del Estado; es desentenderse de trabajar en la prevención”, expresó.

Por: aciprensa.com

Separación ¿y los niños?

Un padre o madre a quien no se le permite ver a sus hijos se ve afectado profundamente: la ira, la tristeza y la impotencia son las emociones que están presentes en ellos, al verse incapaces de resolver el conflicto con su expareja.

Poco se habla de esta problemática familiar fuera de los juzgados, se deja de lado la salud emocional de los niños y del padre a quien se le impide verlos. Para los pequeños es suficiente con enfrentar el duelo por la ruptura de su familia, no es justo que sean doblemente perjudicados por los padres, cuando los ponen como rehenes de una discusión entre adultos.

Hay que mencionar que, se está violentando el derecho de un padre para convivir con sus hijos, lo que puede motivar conductas agresivas por parte del padre que no puede ver a sus hijos o a querer llevárselos a escondidas con tal de poder convivir con ellos.

En Red Familia queremos darte algunos tips que pueden ayudarte para evitar que pases por este problema.

Cuando pienses en dañar a tu expareja, recuerda que también estas dañando a tus hijos.
Aprende a perdonar, de lo contrario el dolor se convertirá en deseo de venganza.
Tus hijos tienen derecho a convivir con ambos padres, independientemente de si están juntos o separados.
Deja a un lado el egoísmo y piensa en lo que están sintiendo tus hijos.

Por: Redacción | Fuente: Red Familia

¿Un legislador católico que vota a favor del aborto queda excomulgado?

0

En el contexto de la votación de la despenalización del aborto en el Senado de Argentina el miércoles 8 de agosto, ¿los legisladores católicos que apoyen el proyecto quedarían excomulgados?

El abogado canonista Alejandro Álvarez, de Voces Católicas, explicó a ACI Prensa las implicancias del delito del aborto y sus involucrados según el canon 1398 del Código de Derecho Canónico.

En primer lugar, Álvarez señaló que el tenor literal del canon establece como sujeto del delito de aborto a “todo el que procura el aborto”, es decir, “a quien interviene en él, de modo necesario para producir el resultado de aborto”.

“No están sancionados, por lo tanto, otros que intervienen en un aborto, por ejemplo el personal administrativo de la clínica, incluso si ésta se dedica exclusiva o mayoritariamente a esta práctica”, aclaró el abogado.

Sin embargo, subrayó que esto “no quiere decir que un católico, que desee ser fiel a los compromisos de su fe, pueda trabajar en una clínica de esas características sin plantearse problemas de conciencia”.

En el caso de los parlamentarios que dan su voto a una ley que aprueba el aborto, Álvarez indicó que “aún siendo muy grave su conducta, de su actuación no se deriva necesariamente la comisión de un aborto, no hay una relación de causa y efecto directa. Por lo que se debe entender que no incurre en el delito de aborto”.

En cuanto a la excomunión latae sententiae (automática), el abogado canonista precisó que se aplica a “todo el que procura el aborto. Esto se refiere a quien interviene en él, de modo que su actuación sea necesaria para producir el resultado de aborto”.

En ese sentido, “no están sancionados otros que intervienen en un aborto, por ejemplo el personal administrativo de la clínica”.

Además, la excomunión afecta a los “cómplices”, esto es, “a todos los que cometen este delito conociendo la pena, incluidos también aquellos sin cuya cooperación el delito no se hubiera producido”.

Al tomar en cuenta estas precisiones, Álvarez explicó que en el caso el parlamentario católico que vota a favor del aborto “no hay pena, y teniendo en cuenta que, aun siendo muy grave su conducta, de su actuación no se deriva necesariamente la comisión de un aborto”.

“Por lo que se debe entender que no incurre en el delito de aborto”, señaló el abogado, quien agregó que “un presidente bautizado se encuentra en la misma situación que los parlamentarios, que si bien se trata de una conducta grave, no constituye delito de aborto”.

Respecto a que si bien no hay pena canónica para el parlamentario católico que vota a favor del aborto, esto no quiere decir que esta conducta es moralmente lícita, Álvarez expresó que “en mi opinión es moralmente reprochable, pero no hay que olvidar que el cristianismo no es un mensaje moral, sino de salvación para todos los hombres”.

“Por lo tanto, la pregunta no es si su conducta es moral o no, si no que cuál es la fuerza que tiene el cristianismo para transformar la sociedad y el mundo de hoy y producir un cambio de la mentalidad de la cultura de la muerte hacia una cultura de la vida”, concluyó.

Por: aciprensa.com

Conoce a los dos santos que el Papa Francisco puso de modelo para seguir en la vida

0

El Papa Francisco recordó a dos santos que este miércoles 8 y jueves 9 de gosto celebran su memoria y fiesta: Santo Domingo de Guzmán y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, conocida también por su nombre de bautismo Edith Stein.

Al término de la Audiencia General del miércoles, el Pontífice recordó que la santa que murió en el campo de concentración nazi de Auschwitz fue una “mártir, mujer de coherencia, mujer que busca a Dios con honestidad, con amor” y “una mujer mártir de su pueblo judío y cristiano”. “Patrona de Europa, ora y cuida a Europa desde el cielo”, le pidió.

Sobre Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como Dominicos, Francisco dijo que puede servir de modelo para los esposos recién casados: “que su ejemplo de fiel servidor de Cristo y de su Iglesia sea de estímulo para todos nosotros”.

Por: aciprensa

Una Iglesia sin fronteras

0

250 mil hostias para que los fieles venezolanos puedan participar en modo pleno en el Sacramento Eucarístico: se trata de un esfuerzo más que realiza Diócesis de Cúcuta.

En el último año en la ciudad fronteriza se distribuyeron 500 mil alimentos calientes, unas 8 mil porciones de comida diarios, con toda la dificultad logística que ello conlleva. Y  ¿quién ayuda a esta pequeña diócesis a tremendo esfuerzo? Tal como nos lo explica su obispo, Monseñor Víctor Ochoa González Giménez, la mayor parte de los aportes solidarios proviene de la misma diócesis. También, naturalmente, Cáritas Internationalis, diócesis vecinas, entre otros.

“Los puentes internacionales Simón Bolívar y General Santander ven atravesar cada día unas 45 mil personas”, nos dice el Obispo, aunque «han habido días que esos puentes han visto pasar hasta 60 mil personas».

Los voluntarios, un don de Dios

Un «don de Dios», como los llamó su Obispo, son los más de ochocientos voluntarios, muchos de ellos jóvenes, que provienen de las parroquias y de movimientos apostólicos, quienes por turnos se dan cita en la frontera– sin percibir nada a cambio más que la gratitud de los recién llegados – para cocinar fuentes gigantes de pasta, pollo u otros alimentos, para lavar frutas y hortalizas y ofrecer acogida y una palabra de bienvenida al hermano sufriente que atraviesa la frontera con la penuria en su corazón a cuestas, por verse obligado a dejar su propio país o a proveerse de las medicinas o los alimentos que en su país no encuentra.

«Las personas que atraviesan la frontera lo hacen por dos motivos», nos explicó Mons. Víctor Ochoa: personas que llegan a Colombia para emigrar atravesando el país hacia Ecuador, Perú y Chile, personas que llegan para establecerse en Colombia, y personas – la mayor parte- que van a Colombia para comprar alimentos o para buscar servicios médicos.

«Tenemos un centro que se llama la Casa de Paso la Divina Providencia y otros ocho lugares de atención en parroquias de la periferia de Cúcuta», explica.

Carencia de pan en Venezuela, también de aquel para la consagración Eucarística

Entre las carencias de los venezolanos, aquella del pan ha alcanzado a la del pan para la participación plena de los fieles al Sacramento de la Comunión.

Narra Mons. Víctor Ochoa que desde hace algunos meses la Iglesia de Cúcuta viene apoyando algunas diócesis venezolanas con elementos para la liturgia, sobre todo para la celebración de la Santa Misa, y no podían dejar que faltase el pan eucarístico y el vino para la Santa Misa, de modo que en las semanas pasadas, han enviado a las diócesis unas 250 mil formas de pan para la consagración: «Casi semanalmente enviamos las hostias y el vino, en la medida de nuestras posibilidades», afirma.

Considerando el gran esfuerzo que realiza la Diócesis le preguntamos acerca de dónde provienen las ayudas: Mons. Ochoa refiere que las ayudas externas llegan, desde en su mayor parte, de la generosidad de Cúcuta misma: “Son los fieles de Cúcuta quienes proveen la mayor parte de la ingente ayuda material para la atención de los venezolanos”, señala. “También Caritas Internationalis, Adveniat, algunas diócesis de España y la Secretaría para Latinoamérica de la Conferencia de Obispos Católicos de los EE.UU.”, añade.

“En los últimos días – explica Mons. Víctor- viendo nuestro trabajo y el esfuerzo que estamos haciendo, el Programa Mundial de Alimentos ha comenzado a darnos alimentos crudos para poder atender esta emergencia. Son muchos, cerca de ocho mil alimentos diarios, una suma ingente y muy compleja la que debe manejar – se debe garantizar, entre otras cosas, la salubridad de los mismos, teniendo presente que esta ciudad tiene unan temperatura media de 31/33 grados centígrados”.

San José, protector de la gran obra solidaria que se realiza en Cúcuta

“San José de Cúcuta es el nombre de la ciudad en honor a san José de Nazaret, padre de Jesús, que hace honor a su nombre en lo que es el cuidado y la acogida.  ¿Es él el modelo para Cúcuta?”, preguntamos. “San José es el protector de la gran obra que se está realizando”,  responde con certeza Mons. Ochoa.

Creo que san José, Patrono de la Iglesia Universal, es quien ha suscitado la generosidad de tantos laicos, hombres y mujeres que ayudan en la atención de estos hermanos venezolanos. San José es el que nos protege y nos acompaña y hace llegar el alimento necesario para todas estas personas. San José es el que consuela con su niño en brazos a todos los que llegan de Venezuela, tristes, enfermos y con grandes dificultades”.
No sólo alimentos, también se brinda atención médica

Tras lo arriba escrito el Obispo se detiene para explicar que hace unos tres meses también se ha comenzado a brindar atención médica: «Tenemos tres/cuatro médicos que diariamente atienden en sus necesidades a los venezolanos, y les entregamos las medicinas, medicinas muy reducidas, no tenemos una gran farmacia, -señala- pero al menos los elementos de primera necesidad los repartimos”. “Siempre en el espíritu de ser un hospital de campaña, es muy práctica y muy concreta esa dimensión de ser un hospital de campaña que nos dio el Papa”.

Mons. Víctor Ochoa explica por últimoque la solidaridad se brinda “tratando de controlar puntualmente” también que la Casa y los lugares de acogida, sean “lugares de una gran vida espiritual y una gran entrega del Evangelio y del mensaje de Jesucristo a quienes sufren”.

“Cuanto está sucediendo en la frontera es un drama humanitario – concluye- . La de Cúcuta es “una ‘Iglesia sin fronteras’, como nos ha enseñado el Papa Francisco”.

Por: Redacción | Fuente: Vatican News

La cananea, la fe que vence a Dios

Encontramos el relato en Mt. 15, 21-28 y en Mc 7, 24-30.

Nos encontramos el ejemplo de una mujer anónima, llamada «La Cananea» por su origen, no por nombre propio. Nos va a enseñar cómo la fe es capaz de ganarle a Dios ese pulso que Dios le echa. Es un relato tan hermoso que parece casi un cuento de hadas. Sin embargo, aquella mujer se llevó en el corazón aquello que tanto quería: la curación de su hija.

«Ten piedad de mí, Señor. Mi hija está malamente endemoniada». Esta mujer parte de una realidad: nadie, a excepción de Dios, puede solucionarle eso que atormenta tanto su corazón, el tormento de su hija a manos del demonio. En nuestras vidas cuántas veces Dios no entra en nuestros cálculos humanos: son nuestras propias fuerzas, son los demás, es la esperanza en el progreso, es el psicólogo, las primeras puertas a las que llamamos. Cómo nos cuesta poder decir que aquella sencillez de Marta y María: «Señor, el que amas, está enfermo» Cómo nos cuesta ser niños ante Dios y decirle con esta mujer: «Ten piedad de mí».

Parece que Jesús no escucha aquel grito desgarrado, porque no le responde. Sin embargo, cómo le dolió a Cristo aquella súplica. Quiere poner a prueba la fe de aquella mujer para que su fe fuera más grande si cabía. Y son los discípulos quienes intervienen abogando en favor de ella, pero no por motivos profundos, sino para quitársela de encima, pues ya molestaba. Parece que Dios muchas veces no nos escucha, no nos oye. Nos llega a desesperar a veces el silencio de Dios. Es posible que hasta a veces pensemos que a Dios no le interesamos. Y es ahí justamente cuando Dios está esperando ese último gesto de entrega a él, de confianza en su amor de Padre.

Jesús responde a los discípulos, no a ella, que él no ha sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Es como un gesto de desprecio, de rechazo, como queriendo zanjar todo aquello de golpe. Pero ella insiste en su oración: «Señor, socórreme». Hay que ser humildes para aceptar a Dios. «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos». Ante aquel grito de dolor, Cristo va a poner la última prueba. Le dice que no está bien quitarle el pan a los hijos para dárselo a los perritos. Es como un insulto. Hoy diríamos que Cristo ha pisoteado la dignidad humana de aquella persona. Pero Él sabe lo que está haciendo, y lo que está haciendo es purificar aquel corazón plenamente antes de hacer el gran milagro.

Por ello responde la mujer que también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. Aquello doblega el corazón de Cristo que ya desde antes venía sufriendo junto con aquella mujer aquel dolor terrible que experimentaba por la enfermedad de su hija. Ya no puede más, y ante tanta humildad dice: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y la hija quedó curada. La fe siempre lo puede todo hasta lo imposible. La fe y la humildad de una pobre mujer cananea habían doblegado el Corazón de Dios. «A los humildes Dios los bendice». ¡Cómo se llenaría de gozo el corazón de aquella mujer que ahora contemplaba a su hija curada! Diría: «Ha valido la pena pasar por esto mil veces», y tal vez no se daba cuenta del todo de que había sido su fe perseverante quien había ganado aquel duelo.

Nosotros los cristianos tenemos que aprender de esta mujer muchas cosas hermosas y bellas. A Dios se le vence con la fe, no con el orgullo. De Dios se obtiene todo no con el racionalismo, sino con la confianza. En Dios siempre encuentra uno acogida cuando se le acerca con humildad, no con auto-suficiencia. Por ello, estos ejercicios nos dan la oportunidad de revisar nuestra fe.

¿Es mi fe la primera actitud que define mi relación personal con Dios? O más bien, ¿la fe es el último recurso, cuando ya no cabe ninguna otra esperanza? A Dios le gusta que mi relación habitual, diaria, personal con Él se de siempre en el campo de la fe. Dios quiere que me fíe de Él, que tenga la suficiente confianza como para pedirle cosas de niño, que nunca ponga en duda su amor y su poder.

¿Es mi fe humilde? Parecería una contradicción porque la fe sin humildad no es tal. Pero conviene preguntarse si sé agarrarme de Dios incluso cuando no entiendo nada de nada, cuando no comprendo sus planes, cuando me resulta imposible ver su amor en algo que me ha sucedido. Entonces, tengo que hacerme pequeño y decirle a Dios: «No te entiendo, pero me fío de ti», como tuvo que hacer María al comprobar que duros eran los planes de Dios sobre el modo y el cómo del Nacimiento de su Hijo, o al ignorar cómo se iba a resolver el tema de su embarazo con José, o al escuchar que una espada iba a atravesar su corazón por culpa de aquel niño que llevaba a presentar ante el Señor.

¿Es mi fe tan grande que, incluso no entendiendo nada de nada de los planes de Dios sobre mí o sobre los demás, pongo por delante siempre mi fe absoluta en Él? ¡Cómo nos gustaría escuchar de los labios del mismo Dios: «Qué grande es tu fe. Que se haga como quieres»! Hay que apostar en la vida por Dios y aceptar que Dios nos sobrepasa y nos supera. No somos nada a su lado. Todo lo que de Él venga será bienvenido. No dejemos nunca que el orgullo nos someta y dejemos de curarnos porque se nos hace humillante bañarnos en el río que nos ha aconsejado Dios cuando tenemos ríos tan bellos en nuestra tierra (2 Re 5, 1-15).

El Evangelio de la gracia, la Buena Nueva de Cristo, nos ha enseñado que la fe es fundamental en el cristiano. Incluso cuando uno ve el futuro y siente ansiedad, incluso cuando uno ve los problemas y siente impotencia, incluso cuando uno constata los graves problemas que afligen al mundo, al hombre, a la familia. No hay otra solución que la fe. Dios es más grande que todo eso. Dios es quien me garantiza mi alegría y mi salvación.

Por: P. Juan J. Ferrán

Papa Francisco: Reconocer la propia debilidad abre la puerta a Dios y rechaza la idolatría

0

Nueva Audiencia General del Papa Francisco en la que dedicó su catequesis otra vez a la idolatría y subrayó que reconocer la propia debilidad es lo que lleva a Dios y a alejarse de estos ídolos.

Tomando la lectura del Libro del Éxodo en la que el pueblo de Israel en el desierto se fabrica un becerro de oro para adorarlo, Francisco señaló que “reconocer la propia debilidad no es la desgracia de la vida humana, sino la condición para abrirse a Aquél que es verdaderamente fuerte”.

El Papa habló primero del desierto, que “es un lugar donde reinan la precariedad y la inseguridad, donde faltan agua, comida y refugio. El desierto es una imagen de la vida humana, cuya condición es incierta y no posee garantías inviolables”.

El Papa explicó en el Aula Pablo VI del Vaticano que “esta inseguridad genera en el hombre ansias primarias, que Jesús menciona en el Evangelio”.

“La naturaleza humana, para escapar de la precariedad busca una religión ‘hecha por uno mismo’: si Dios no se hacer ver, nos hacemos un dios a medida”.

Sobre el becerro, el Pontífice dijo que “tenía un sentido doble en el cercano Oriente antiguo: por una parte representaba fecundidad y abundancia, y por la otra energía y fuerza. Pero, ante todo, es de oro, por tanto, símbolo de riqueza. “¡Éxito, poder y dinero son las tentaciones de siempre!”, exclamó.

“El becerro de oro es el símbolo de todos los deseos que dan la ilusión de la libertad y sin embargo esclavizan”.

Francisco añadió que “todo nace de la incapacidad de confiar sobre todo en Dios, de poner en Él nuestras seguridades, de dejar que sea Él el que de verdadera profundidad a los deseos de nuestro corazón”.

“Esto permite sostener también la debilidad, la incertidumbre y la precariedad. Si el Señor no es el primero se cae fácilmente en la idolatría y nos contentamos con medias seguridades”.

El Papa también habló de la actitud inversa: “cuando se acoge al Dios de Jesucristo, que de rico se ha hecho pobre por nosotros se descubre entonces que reconocer la propia debilidad no es la desgracia de la vida humana, sino la condición para abrirse a aquel que es verdaderamente fuerte”.

“Por la puerta de la debilidad entra la salvación de Dios; es por su propia insuficiencia que el hombre se abre a la paternidad de Dios”.

“La libertad del hombre nace del dejar que el verdadero Dios sea el único Señor. Esto permite aceptar la propia fragilidad y rechazar los ídolos de nuestro corazón”.

Por: Aciprensa.com