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¡Hagan lío! Pero un lío que nazca de conocer a Jesús. Papa Francisco

ASUNCIÓN, 12 Jul. 15 / 08:13 pm (ACI).- El Papa Francisco recordó su famosa frase pronunciada por primera vez en su pontificado en el encuentro que sostuvo con los argentinos en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro (Brasil) 2013: “¡Hagan lío!”

Esta vez, en el encuentro con cientos de miles de jóvenes en Paraguay, el Santo Padre reiteró su pedido y precisó que el “lío” debe hacerse bien, ordenadamente, y a partir del conocimiento personal de Jesús.

El Santo Padre llegó a la Costanera en Asunción pocos minutos antes de las 5:00 p.m. (hora local) en medio de un ambiente de fiesta. Fue recibido por un grupo de jóvenes que portaban una Cruz peregrina, réplica de la de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Tras saludar a cada uno de los jóvenes, escuchó el saludo de Mons. Ricardo Valenzuela, Obispo de Villarica y encargado de pastoral de Paraguay, quien le dijo al Pontífice: “Santo Padre, no nos olvide. Recuerde que esta juventud paraguaya y latinoamericana lo ama con todo el corazón” a lo que los muchachos presentes contestaron “¡Te queremos Papa! ¡Te queremos!”.

Luego el Papa escuchó los testimonios de Liz Pretes, una joven enfermera que compartió su experiencia de cuidar a su madre enferma de Alzheimer y lo difícil que ha sido su vida.

También compartió su dura experiencia de vida Manuel de los Santos Aguilar, un muchacho de 18 años, campesino, quien narró su dura historia y cuestionó al Papa sobre la necesidad del trabajo y algunas otras dificultades de los jóvenes.

Tras la lectura del Evangelio, que realizó un muchacho de nombre Orlando que le pidió al Papa que rece para que los jóvenes vivan la libertad auténtica, el Pontífice dijo que “Liz muestra su vida, la quema en el servicio a su madre. Es un grado altísimo de solidaridad, es un grado altísimo de amor, un testimonio. Padre ¿entonces se puede amar? Ahí tiene a alguien que nos enseña a amar. Primero libertad, corazón libre, segundo solidaridad para acompañar. Solidaridad. Eso es lo que nos enseña este segundo testimonio” de la joven enfermera.

El Papa hizo una pausa en su reflexión y contó que “el otro día, un cura en broma me dijo: ‘sí, usted siga aconsejándole a los jóvenes que hagan lío, siga, siga… pero después los líos que hacen los jóvenes los tenemos que arreglar nosotros’. ¡Hagan lío! pero también ayuden a arreglar y organizar el lío que hacen. Las dos cosas ¿eh?”

“Hagan lío y organícenlo bien –exhortó el Santo Padre–. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan”.

Francisco animó luego a los jóvenes a darle gracias a Dios por tener la oportunidad de estudiar, de tener un hogar y alimentos; a diferencia de muchos otros que tienen problemas, que no tienen una vida fácil. “Quiero que se lo metan en la cabeza”, dijo.

“Si mi vida es relativamente fácil, hay otros chicos y chicas que no les es relativamente fácil, más aún, que la desesperación los empuja a la delincuencia, los empuja al delito, los empuja a colaborar con la corrupción. A esos chicos, a esas chicas les tenemos que decir que nosotros le estamos cerca, que queremos darle una mano, que queremos ayudarlos con solidaridad, con amor, con esperanza”.

El Papa Francisco resaltó luego que “hubo dos frases que dijeron los dos que hablaron: Liz y Manuel, dos frases que son lindas, escúchenlas. Liz dijo que empezó a ‘conocer a Jesús’. ¡Conocer a Jesús! y eso es abrir la puerta a la esperanza. Y Manuel dijo: ‘conocí a Dios, mi Fortaleza’. Conocer a Dios es fortaleza, o sea, conocer a Dios, acercarse a Jesús es esperanza y fortaleza; y eso es lo que necesitamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza, no queremos jóvenes debiluchos, jóvenes que están ‘ahí no más’, ni sí ni no, no queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos”.

El Santo Padre subrayó luego la necesidad de tener jóvenes que tengan el corazón libre, esperanza y fortaleza. “¿Tiene un corazón triste? (Preguntó el Papa) ¡No! (Respondieron los jóvenes). Ese es el camino, pero para eso hace falta sacrificio, hace falta andar contracorriente”.

Tras alentarlos a leer las Bienaventuranzas en el capítulo cinco del Evangelio de Mateo, el Papa recordó que Jesús “No dice felices los ricos, los que acumulan plata” sino que son felices “los que tienen el alma de pobre, los que son capaces de acercarse y comprender lo que es un pobre. Jesús no dice felices los que lo pasan bien sino que dice felices los que tienen capacidad de afligirse por el dolor de los demás”.

“Y ahora, antes de irme les pido: Primero, que sigan rezando por mí, segundo, que sigan haciendo lío, tercero que ayuden organizar el lío que hacen para que no destruyan nada”.

El Papa rezó finalmente la siguiente oración con todos los presentes:

Señor Jesús, te doy gracias por estar aquí, te doy gracias porque nos diste hermanos como Liz, Manuel y Orlando. Te doy gracias porque nos diste muchos hermanos que son como ellos, que te encontraron Jesús, que te conocen Jesús, que saben que Tú, su Dios eres su fortaleza.

Jesús, te pido por los chicos y chicas que no saben que Tú eres su fortaleza y que tienen miedo de vivir, miedo de ser felices, miedo de soñar.

Jesús, enséñanos a soñar, a soñar cosas grandes, cosas lindas, cosas que aunque parezcan cotidianas son cosas que engrandecen el corazón. Señor Jesús, danos fortaleza, danos un corazón libre, danos esperanza, danos amor y enséñanos a servir. Amén

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