miércoles, noviembre 12, 2025
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¿Qué es el Cuerpo Místico?

En la Iglesia hay una vida sobrenatural, que se llama gracia. La Iglesia fundada por Jesucristo no es solamente una familia visible. En ella hay una vida interior, invisible, sobrenatural, divina, que comunica el mismo Jesucristo.

Dios nuestro Señor hizo al hombre a su imagen y semejanza, dándole un alma espiritual e inmortal, capaz de conocerlo y amarlo y alcanzar una felicidad proporcionada a su naturaleza. Pero, en su amor infinito, Dios ha querido llamarnos a más altos destinos. Quiso darnos la altísima dignidad de hijos suyos, y hacernos participantes de su misma felicidad en la gloria. Para esto nos une a Él en la persona divina de su Hijo hecho hombre, Jesucristo, de cuyo Cuerpo Místico somos miembros vivos. Esta vida divina en nosotros es la gracia santificante. Por ella Cristo vive en nosotros y nosotros vivimos en Cristo.

Por eso llamamos a la Iglesia el Cuerpo Místico de Cristo. Cristo es la Cabeza. Todos nosotros somos sus miembros. O como Él mismo dijo con otra comparación: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos».

Como los sarmientos reciben la savia de la vid -y gracias a ella producen las uvas- así nosotros recibimos de Jesucristo la gracia. Es la savia que nos hace vivir una vida sobrenatural, de la misma manera que nuestra alma vivifica nuestro cuerpo y le da vida natural.

La doctrina del Cuerpo Místico tiene enorme importancia en orden a la valoración de nuestros actos. El barrido de una calle realizado por un empleado de la limpieza pública que está en gracia de Dios, tienen incomparablemente más valor que la conferencia de más altura científica que sólo puede ser entendida por media docena de hombres en el mundo, pero pronunciada por un sabio que no está en gracia de Dios.

La razón es que las acciones de los hombres que no están en gracia de Dios, aunque tengan su valor, como enseña el Vaticano II, no rebasan los límites de lo humano. En cambio, cuando un hombre está en gracia de Dios es miembro del Cuerpo Místico de Cristo, y entonces sus obras, por sencillas que sean, pertenecen a un plano sobrenatural, infinitamente superior a todo lo humano.

Si esto se conociera más, ¿quién viviría en pecado mortal?. Cada uno de nosotros es una célula del Cuerpo Místico de Cristo. Con nuestra virtud colaboramos a su vitalidad. Con nuestros pecados, además de convertirnos en células muertas, entorpecemos la vida de las otras células, nuestros hermanos. Somos células cancerosas.

La gracia santificante es un don personal sobrenatural y gratuito, que nos hace verdaderos hijos de Dios y herederos del cielo. Es una cualidad que hace subir de categoría al hombre dándole como una segunda naturaleza superior. Es como una semilla de Dios. La comparación es de San Juan. Desarrollándose en el alma produce una vida en cierto modo divina, como si nos pusieran en las venas una inyección de sangre divina. La gracia santificante es la vida sobrenatural del alma. Se llama también gracia de Dios.

La gracia santificante nos transforma de modo parecido al hierro candente que sin dejar de ser hierro tiene las características del fuego. La gracia de Dios es lo que más vale en este mundo. Nos hace participantes de la naturaleza divina. Esto es una maravilla incomprensible, pero verdadera. Es como un diamante oculto por el barro que lo cubre. El siglo pasado Van Wick construyó con guijarros una casita en su granja de Dutoitspan (Sudáfrica). Un día, después de una fuerte tormenta, descubrió que aquellos guijarros eran diamantes: el agua caída los había limpiado del barro. Así se descubrió lo que hoy es una gran mina de diamantes. La gracia es un diamante que no se ve a simple vista.

La gracia nos hace participantes de la naturaleza divina, pero no nos hace hombres-dioses como Cristo que era Dios, porque su naturaleza humana participaba de la personalidad divina, lo cual no ocurre en nosotros. Dios al hacernos hijos suyos y participantes de su divinidad nos pone por encima de todas las demás criaturas que también son obra de Dios, pero no participan de su divinidad. La misma diferencia que hay entre la escultura que hace un escultor y su propio hijo, a quien comunica su naturaleza.

Cuando vivimos en gracia santificante somos templos vivos del Espíritu Santo. La gracia santificante es absolutamente necesaria a todos los hombres para conseguir la vida eterna. La gracia se pierde por el pecado grave. En pecado mortal no se puede merecer. Es como una losa caída en el campo. Debajo de ella no crece la hierba. Para que crezca, primero hay que retirar la losa. Estando en pecado mortal no se puede merecer nada.

Quien ha perdido la gracia santificante no puede vivir tranquilo, pues está en un peligro inminente de condenarse. La gracia santificante se recobra con la confesión bien hecha, o con un acto de contrición perfecta, con propósito de confesarse. El perder la gracia santificante es la mayor de las desgracias, aunque no se vea a simple vista.

Sin la gracia de Dios toda nuestra vida es inútil para el cielo. Por fuera sigue igual, pero por dentro no funciona: como una bombilla sin corriente eléctrica. Dice San Agustín que como el ojo no puede ver sin el auxilio de la luz, el hombre no puede obrar sobrenaturalmente sin el auxilio de la gracia divina .

En el orden sobrenatural hay esencialmente más diferencia entre un hombre en pecado mortal y un hombre en gracia de Dios, que entre éste y uno que está en el cielo. La única diferencia en el cielo está en que la vida de la gracia -allí en toda su plenitud- produce una felicidad sobrehumana que en esta vida no podemos alcanzar. Esta vida es el camino para la eternidad. Y la eternidad, para nosotros, será el cielo o el infierno.

Sigue el camino del cielo el que vive en gracia de Dios. Sigue el camino del infierno el que vive en pecado mortal. Si queremos ir al cielo, debemos seguir el camino del cielo. Querer ir al cielo y seguir el camino del infierno, es una necedad. Sin embargo, en esta necedad incurren, desgraciadamente, muchas personas. Algún día caerán en la cuenta de su necedad, pero quizá sea ya demasiado tarde.

Además de la gracia santificante Dios concede otras gracias que llamamos gracias actuales, que son auxilios sobrenaturales transitorios, es decir, dados en cada caso, que nos son necesarios para conseguir algo en orden a la salvación. Pues por nosotros mismos nada podemos. No podemos tener una fe suficiente, ni un arrepentimiento que produzca nuestra conversión.

Las gracias actuales iluminan nuestro entendimiento y mueven nuestra voluntad para obrar el bien y evitar el mal. Sin esta gracia no podemos comenzar, ni continuar, ni concluir nada en orden a la vida eterna. El hombre no puede cumplir todas sus obligaciones ni hacer obras buenas para alcanzar la gloria eterna sin la ayuda de la gracia de Dios. Merecer el cielo es una cosa superior a las fuerzas de la naturaleza humana. Pero como Dios quiere la salvación de todos los hombres, a todos les da la gracia suficiente que necesitan para alcanzar la vida eterna.

Con la gracia suficiente el hombre podría obrar el bien, si quisiera. La gracia suficiente se convierte en eficaz cuando el hombre colabora. Los adultos tienen que cooperar a esta gracia de Dios. Dijo San Agustín: «Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Dios ha querido darnos el cielo como recompensa a nuestras buenas obras. Sin ellas es imposible, para el adulto, conseguir la salvación eterna. Nuestra salvación eterna es un asunto absolutamente personal e intransferible. Al que hace lo que puede, Dios no le niega su gracia.

Y sin la libre cooperación a la gracia es imposible la salvación del hombre adulto. Con sus inspiraciones, Dios predispone al hombre para que haga buenas obras, y según el hombre va cooperando, va Dios aumentando las gracias que le ayudan a practicar estas buenas obras con las cuales ha de alcanzar la gloria eterna.

«Tan grande es la bondad de Dios con nosotros que ha querido que sean méritos nuestros lo que es don suyo». Esta gracia, que nos eleva por encima de la naturaleza caída, la mereció el sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo en la cruz. La obtenemos mediante la oración y los Sacramentos.

Aleluya, significa… Alegría

Aleluya es una de las palabras que más se repiten en tiempo de Pascua. No es ni siquiera una palabra castellana. ¿Qué significa? Significa alegría, y encierra todo lo que deben de vivir los cristianos en ese período después de la Semana Santa.

Todo debe ser alegría, debe ser un aleluya permanente. Ahora, conviene preguntarnos: ¿Cuántos de esos cristianos que dicen aleluya, viven interiormente una vida verdaderamente alegre y feliz? ¿Cuántos de veras han resucitado? Porque resucitar significa tener certezas. Haber arrancado las dudas de la vida. Haber convertido los problemas en soluciones. Significa resucitar también, el tener una honda, profunda felicidad.

¿Cuántos de veras son felices? ¿Cuántos tienen rostro y alma y vida de felicidad, de resucitados?

Resucitar significa salir del sepulcro de la tristeza, del pecado, del pesimismo, del desaliento.

Muchos aleluyas por el aire. Muchos aleluyas en las iglesias. ¿Cuánto aleluya, cuánta felicidad, cuánta resurrección hay de verdad en los corazones de los hombres?

La religión católica produce cientos de aburridos que no la toman en serio, y miles de felices que la viven en plenitud..

TENGO SED DE TI – ORACIÓN DE MADRE TERESA DE CALCUTA

“Mira que estoy a la puerta y llamo…”
(Apocalipsis 3, 20)

Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Aún cuando no estás escuchando, aún cuando dudes que pudiera ser yo, ahí estoy: esperando la más pequeña señal de respuesta, hasta la más pequeña sugerencia de invitación que Me permita entrar.

Y quiero que sepas que cada vez que me invitas. Yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor infinitos, trayendo los muchos dones de Mí Espíritu. Vengo con Mi misericordia, con Mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión. Un amor en cada detalle, tan grande como el amor que he recibido de Mi Padre (“Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí…” (Jn. 15,10). Vengo deseando consolarte y darte fuerza, levantarte y vendar todas tus heridas. Te traigo Mi luz, para disipar tu oscuridad y todas tus dudas. Vengo con Mi poder, que me permite cargarte a ti: con Mi gracia, para tocar tu corazón y transformar tu vida. Vengo con Mi paz, para tranquilizar tu alma.

Te conozco como la palma de mi mano, sé todo acerca de ti, hasta los cabellos de tu cabeza he contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. Te he seguido a través de los años y siempre te he amado, hasta en tus extravíos. Conozco cada uno de tus problemas. Conozco tus necesidades y tus preocupaciones y, si, conozco todos tus pecados. Pero te digo de nuevo que Te amo, no por lo que has hecho o dejado de hacer, Te amo por tí, por la belleza y la dignidad que mi Padre te dio al crearte a Su propia imagen. Es una dignidad que muchas veces has olvidado, una belleza que has empañado por el pecado. Pero te amo como eres y he derramado Mi Sangre para rescatarte. Si sólo me lo pides con fe, Mi gracia tocará todo lo que necesita ser cambiado en tu vida: Yo te daré la fuerza para librarte del pecado y de todo su poder destructor.

Sé lo que hay en tu corazón, conozco tu soledad y todas tus heridas, los rechazos, los juicios, las humillaciones, Yo lo sobrellevé todo antes que tú. Y todo lo sobrellevé por tí, para que pudieras compartir Mi fuerza y Mi victoria. Conozco, sobre todo, tu necesidad de amor, sé que tan sediento estás de amor y de ternura. Pero cuántas veces has deseado satisfacer tu sed en vano, buscando ese amor con egoísmo, tratando de llenar el vacío dentro de tí con placeres pasajeros, con el vacío aún mayor del pecado. ¿ Tienes sed de amor?

“Vengan a Mí todos los que tengan sed…” (Jn. 7, 37). Yo te saciaré y te llenaré. ¿Tienes sed de ser amado?, te amo más de lo que te puedes imaginar…. hasta el punto de morir en la cruz por tí.

TENGO SED DE TI. Si, esa es la única manera en que apenas puedo empezar a describir mi amor. TENGO SED DE TI. Tengo sed de amarte y de que tú me ames. Tan precioso eres para mí que TENGO SED DE TI. Ven a Mí y llenaré tu corazón y sanaré tus heridas. Te haré una nueva creación y te daré la paz aún en tus pruebas. TENGO SED DE TI. Nunca debes dudar de Mi Misericordia, de mi deseo de perdonarte, de Mi anhelo por bendecirte y vivir Mi vida en tí, y de que te acepto sin importar lo que hayas hecho. TENGO SED DE TI. Si te sientes de poco valor a los ojos del mundo, no importa. No hay nadie que me interese más en todo el mundo que tú. TENGO SED DE TI. Abrete a Mí, ven a Mí, ten sed de Mí, dame tu vida. Yo te probaré qué tan valioso eres para Mi Corazón.

¿No te das cuenta de que Mi Padre ya tiene un plan perfecto para transformar tu vida a partir de este momento? Confía en Mí. Pídeme todos los días que entre y que me encargue de tu vida y lo haré. Te prometo ante Mi Padre en el Cielo que haré milagros en tu vida. ¿Por qué haría Yo esto? PORQUE TENGO SED DE TI. Lo único que te pido es que te confíes completamente a Mí. Yo haré todo lo demás.

Desde ahora, ya veo el lugar que Mi Padre te ha preparado en Mi Reino. Recuerda que eres peregrino en esta vida viajando a casa. El pecado nunca te puede satisfacer ni traerte la paz que anhelas. Todo lo que has buscado fuera de Mí sólo te ha dejado más vacío, así que no te ates a las cosas de este mundo; pero, sobre todo, no te alejes de Mí cuando caigas. Ven a mí sin tardanza porque cuando me das tus pecados, me das la alegría de ser tu Salvador. No hay nada que yo no pueda perdonar y sanar, así que ven ahora y descarga tu alma.

No importa cuánto hayas andado sin rumbo, no importa cuántas veces me hayas olvidado, no importa cuántas cruces lleves en esta vida, hay algo que quiero que siempre recuerdes y que nunca cambiará. TENGO SED DE TI, tal y como eres. No tienes que cambiar para creer en Mi Amor, ya que será tu confianza en ese Amor la que te hará cambiar. Tu te olvidas de Mí y, sin embargo. Yo te busco a cada momento del día y estoy ante las puertas de tu corazón, llamando. ¿Encuentras esto difícil de creer? Entonces, mira la Cruz, mira Mi Corazón que fue traspasado por tí. ¿No has comprendido Mi Cruz?, entonces escucha de nuevo las palabras que dijo en ella, te dicen claramente por qué Yo soporté todo esto por ti: “…. TENGO SED” (Jn. 19, 28). Sí, TENGO SED DE TI. Como el resto del salmo que Yo estaba rezando dice de Mi: “… esperé compasión inútilmente, esperé alguien que me consolara y no le hallé.” (Salmo 69:20). Todo tu vida he estado deseando tu amor. Nunca he cesado de buscarlo y de anhelar que me correspondas. Tu has probado muchas cosas en tu afán por ser feliz. ¿Por qué no intentas abrirme tu corazón, ahora mismo, abrirlo más de lo que lo has hecho antes?.

Cuando finalmente abras las puertas de tu corazón y finalmente te acerques lo suficiente entonces Me oirás decir una y otra vez, no en meras palabras humanas sino en espíritu: “no importa qué es lo que hayas hecho, te amo por ti mismo. Ven a Mi con tu miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades, y con todo tu deseo de ser amado. Estoy a la puerta de tu corazón y llamo… ábreme, porque TENGO SED DE TI….”

“Jesús es Dios, por lo tanto Su Amor y Su
Sed son infinitos. El, Creador del universo.
Pidió el amor de sus criaturas. Tiene sed
de nuestro amor…. Estas palabras:
“Tengo sed” ¿Tienen un eco en nuestra alma?.”

Madre Teresa de Calcuta

¿Es posible encontrar tu vocación por Internet?

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“El señor llama a quien él quiere y como Él quiere”. Así explica Sor Blanca Alonso la llegada de Esmeralda a la congregación de las Siervas de Jesús.

Esmeralda Dominguez tiene ahora 23 años. Ella cuenta el descubrimiento de su vocación religiosa como un camino en el que el Señor la ha ido guiando, pero que comenzaba apartada de la fe. “Yo no iba a misa todas las semanas, sí que había sido criada en un ambiente cristiano pero no especialmente practicante”, explica a ACI Prensa.

Según recuerda, hace tres años ella estudiaba enfermería y encontró en internet dos campamentos de verano: uno organizado por los jesuitas para niños inmigrantes y otro organizado por otra asociación para niños con parálisis.

Esmeralda cuenta que en el programa organizado por los jesuitas había un tiempo todos los días dedicado a la oración, “yo no sabía ni rezar, pero veía a los jóvenes de ese grupo especialmente felices. En esos tiempos de oración sólo pedía: ‘Si Dios existe, por favor, que se me muestre de alguna manera’”.

Después del campamento con los jesuitas asistió a otro de ayuda a niños con parálisis. “Me gustó muchísimo, pero veía que ahí me faltaba algo que había tenido con los jesuitas… y eran los ratos de oración. Cuando volví a casa me ponía los audios de rezandovoy, pero casi sin darme ni cuenta me empecé a preguntar qué había cambiado en mi vida”, asegura.

“Comencé a mirar en internet y me encontré con la página www.buscoalgomas.com y me puse en contacto con su organizadora Noemi que lleva un grupo de oración intercongregacional”, recuerda.

Noemí es Noemí Saínz, creadora de la página web que recoge más de 67 perfiles de congregaciones religiosas y que a través de vídeos e información ayuda a los jóvenes que buscan ‘algo más’ a informarse sobre la vida religiosa y sus tipos.

“Ahora lo que no está en internet no existe. Antes tenías ejemplos cercanos de monjas y sacerdotes, pero ahora ya no. Uno de los problemas es el desconocimiento de la vida consagrada. Por eso esta página es una manera de que las congregaciones se den a conocer”, explica Noemí.

Además asegura que cuando alguien la contacta a través de la web con inquietudes vocacionales, nunca da el nombre de una congregación en concreto. “Son ellos los que tienen que buscarla, yo les puedo ayudar, pero no decidir. Una cosa en la que insisto mucho es que Dios se sirve de nuestra humanidad, es decir, de cualquier cosa, para hacernos ver lo que Él quiere. Si uno no tiene vocación, por mucho que se informe no le dirá nada, pero si sí la tiene quizás así le pueda ser más fácil responder”, explica Sáinz.

Hasta ahora más de 50 mil personas han visitado su página, 360 la han contactado pidiendo información sobre distintas congregaciones religiosas y unos 40 han visitado las órdenes. Una de ellas, fue Esmeralda.

“Después de hablar con Noemí, ella me invitó al grupo de oración donde se hacía adoración eucarística. Yo no sabía por qué se levantaban o arrodillaban, pero lo hacía igual porque me daba vergüenza preguntar. Sin embargo, después de unas semanas me di cuenta de que sólo tenía ganas de volver a la capilla en donde había descubierto ‘algo’. A la vez buscaba todo el tiempo en internet cosas relacionadas con monjas y vida consagrada, a pesar de que no había visto una religiosa en mi vida”, cuenta la aspirante a Sierva de Jesús.

Durante ese tiempo de búsqueda Esmeralda buceaba en internet buscando información. Sin embargo explica que todo comienza siempre “con un encuentro con Jesús”. “Tienes que encontrarte con Él, de manera personal, internet puede ayudarte a responder las miles de dudas que te asaltan después”, explica.

En esto coincide con Sor Blanca Alonso, maestra de novicias de las Siervas de Jesús. A pesar de que la congregación tiene perfil de Facebook y twitter ella asegura que “hay que estar abiertas a lo que el Espíritu inspira en nuestra congregación. Este es un tiempo de cambio, pero el Señor siempre ha llamado a quien ha querido y como Él ha querido, pero es sistema para oír la llamada es siempre el mismo: oración, silencio y vivir en Dios”.

Por eso Sor Blanca a la vez que anima a adaptarse a las nuevas tecnologías también advierte del peligro de que éstas sean una distracción: “No por comunicar podemos quedarnos vacías. Tiene que haber un equilibrio con la vida de comunidad”.

En ese grupo de oración que hay detrás de la web buscoalgomás.com Esmeralda conoció a varias promotoras vocacionales, entre ellas la de las Siervas de Jesús que le ofreció ir a Bilbao (España). Allí Esmeralda estuvo en una casa destinada al cuidado de enfermos de sida. “Me pasé todo el día ayudando allí y rezando en la capilla. Pero todos los miedos que había tenido hasta entonces se me fueron”, cuenta.

Al volver de Bilbao (España) Esmeralda ya tenía claro que quería entrar en la congregación de las Siervas de Jesús, pero faltaba un paso muy importante: decírselo a su padre, que no sabía nada al respecto. “Cuando le dije a mi padre que quería entrar en el convento me dijo: ‘Ahora mismo haces las maletas y te vas y me das las llaves de casa’. Y así lo hice. Ni siquiera me dio un abrazo de despedida. No entendía que no hubiera compartido mi proceso durante todo ese tiempo”, explica.

Poco a poco su padre ha ido aceptando la vocación de su hija, hasta el punto de ir al convento a visitarla. “Un día de la primera Navidad que pasé en la congregación, en la fila para comulgar alguien me puso la mano en el hombro. Era mi padre”.

Sor Blanca explica que las redes sociales y la tecnología ha llegado al convento por las mismas novicias que entran en él. “Nosotras acogemos esa realidad e intentamos dar respuesta desde la fe a las preguntas que se hacen las personas”, explica, pero subraya que en el periodo de formación a la vida religiosa “tiene que haber algún corte, porque lo más importante es la relación con Dios”.

UN PRODUCTO LLAMADO AMOR

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UN PRODUCTO LLAMADO AMOR

Si en este momento les dijera que estoy cansado del amor setimentaloide, vaporizante, pasajero creo que causaría cierto escándalo. Pero es la verdad, estoy harto de ese amor de cuento de hadas, de ese amor de películas cursi, de ese amor sin vitalidad, de ese amor que no es eterno. Ahora tratare de explicarme. La verdad que mi primer error es llamar amor a ese invento de la época romántica que es una amalgama entre un simple impulso solevado por el viento de la idealización de una fantasía. He de reconocer que al inicio puede ser fascinante, excitante y hasta puede hacerte creer que es algo verdaderamente bueno, igual que un narcótico. Pero cuando el efecto pasa te levantas con el vacio de una existencia sin sentido.

No se preocupen, no estoy pasando por una crisis existencial. Ni estoy en un estado de depresión profunda. Faltaba más. Simplemente creo que el amor tiene que ser algo más que un simple sentimiento que es movido por el viento de las circunstancias. Con esto no quiero decir que lo sentimientos y la pasión no jueguen un papel importante en una relación. Por tanto, no estoy sugiriendo eliminarlos, porque al final, los sentimientos son como esa chispa que te empuja a realizar algo. Pero son eso, una chispa que te puede empujar en la dirección correcta o simplemente tirarte hacia el abismo. Por eso siempre he pensado que el amor bien entendido debe ser algo más

Les pongo un ejemplo, tantas veces escuchamos a los enamorados repetir las frases de las películas: “te amare toda la vida”, “eres el ángel que ha salvado mi vida”, “eres el aliento que me da vida”, bellas frases, dignas de un poema de Becquer, pero esas mismas personas no están dispuestas a perdonarse, no están dispuestas a sacrificarse por el otro, a donarse, a comprometerse, en definitiva, a amar. Un amigo mío escribía muy acertadamente: “Mientras que para enamorarse no hace falta pensar, sí que es preciso hacerlo para reconocer el amor…” y, eso creo sea el punto fundamental.

El amor es la opción libre por una persona determinada. Amar quiere decir aprobar, significa dar por bueno. Todas las formas de amar son una expresión de un acto de querer: yo quiero que existas. El amor es el original y mas autentico contenido de todo querer. Entendido el querer como un acto de la voluntad y no como un simple deseo. Lo que el amante está queriendo cuando “quiere” es que el amado exista, que viva simplemente.

Hay dos cosas que debemos detenernos a reflexionar: Primero eso que sabemos es lo más glorioso que una cosa puede hacer, o sea, simplemente ser. Eso tan incomprensible que se escapa a toda definición nos es dado a nosotros y a todos los demás seres por el amor y solo por el amor. Y eso es lo que sabemos y podemos confirmar cada uno de nosotros cuando amamos. En segundo lugar, la configuración suprema de la afirmación de una cosa, es la creación de ella. La creación es lo correlativo del si amoroso. El amante sabe perfectamente que esa afirmación que hace dirigida a la persona amada se perdería en el vacio si no hubiera en lo que dice algo así como un acto de crear.

Llegado a este punto podemos decir que es Dios quien ha introducido en todo lo que los hombres pueden amar o afirmar, juntamente con el ser, el ser bueno, quien regalo todo lo que puede ser digno de amor y de aprobación. El amor humano aun siendo una reproducción, es también una continuación, un perfeccionamiento de lo que se empezó en la creación.

Por tanto, lo que necesitamos, además de existir, es ser amados por otra persona. El haber sido creados por Dios parece ahora que de verdad no basta; es precisa la continuación por la fuerza creadora del amor humano. En el amor se sigue produciendo la acción creativa divina y se la lleva a su consumación. Solo por la configuración en el amor que viene de otro consigue el ser humano existir del todo, sentirse en el mundo arropado dentro de su verdad. Dios no se contento con traer al mundo y al hombre a la existencia, también los confirmo en la existencia por medio del amor que se dona y por el amor que se recibe. Por todo esto el amor es mucho más que un simple producto de la modernidad.

CADA MINUTO DE TU VIDA ES ESPECIAL

Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos más cortos y puntos de vista más estrechos. Gastamos más, pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas. Tenemos más compromisos, pero menos tiempo. Tenemos más conocimientos, pero menos criterio. Tenemos más medicinas, pero menos salud.

Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores. Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado. Hemos llegado a la Luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino. Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior. Tenemos mayores ingresos, pero menos moral… Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría… Con más comida, pero menos nutrición.

Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios. Son tiempos de casas más lindas, pero más hogares rotos. Por todo esto, propongo que de hoy en adelante. No guardes nada “Para una ocasión especial”, porque cada día que vivas es una ocasión especial. Busca a Dios, aprende a conocerle, lee más, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas. Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida referida, visita los sitios que ames. La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es solo para sobrevivir.

Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den ganas de hacerlo. Las frases “Uno de estos días”, “Algún día”, quítalas de tu vocabulario. Escribamos aquella carta que pensábamos escribir, “Uno de estos días”. Digamos hoy a nuestros familiares y amigos, cuanto los queremos. Por eso, no retardes nada que agregaría risa y alegría a tu vida.

Cada día, hora, y minuto son especiales… y no sabes si pudiera ser el último… Si estas tan ocupado y no puedes tomarte unos minutos para mandar este mensaje a alguien que tu quieras, y dices a ti mismo que lo enviaras “Uno de estos días” piensa que “Uno de estos días” puede estar muy lejos.

SI HOY TUVIÉSEMOS A CRISTO EN LA TIERRA ¿LO VOLVERÍAMOS A MATAR?

“Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su propio Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y en la resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra” (Papa Francisco).

La Semana Mayor de nuestra fe nos invita a una reflexión profunda, a llegar al fondo del misterio de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, nos invita a ver más allá del hecho histórico, aún más allá del cumplir, asistiendo a las respectivas misas y procesiones. Nos invita a ver a Jesús crucificado a los ojos, ver los ojos de ese ser humano cuyas huellas pisaron nuestra tierra hace dos mil años, quien nos enseñó como se debe amar a Dios y a nuestro prójimo. Nos invita a profundizar en su misterio, entender su misión, tomarla y hacerla nuestra, para que en su resurrección podamos arder en su fuego de amor y transmitirlo.

Viendo a Jesús a los ojos, estando nuestro Rey en la cruz, con todo su dolor y sacrificio, debemos movernos nosotros junto a sus seguidores a cumplir la misión que él nos llama a hacer. Si realmente creemos que es el camino, la Verdad y la Vida debemos seguirle ciegamente, abandonarnos en su voluntad… ver en su cruz y resurrección también nuestro fin último, en su dolor descubrir la gloria de su misión y un reflejo de la nuestra.

Jesús nos llama a seguirle, y Él mismo nos revela la forma: «Quien quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga” (Mateo 16, 2). Esta misión no es fácil, seguirle a Él mucho menos, es en extremo dura. Estamos hablando de la persona más influyente de la historia, el líder más grande que ha pisado esta tierra, ese ser humano con naturaleza divina y humana que sintió sed y hambre como nosotros, que cambió el rumbo de la historia no solo cristiana sino de la humanidad, esa persona que tuvo una madre y un padre humanos, quien siendo Dios entró a Jerusalén en un burrito, proclamando justicia, tocando la llaga de la corrupción, entregándose de lleno a los enfermos, ese quien dio una palabra de rectitud y de amor tan intensa que en Jerusalén no lo pudieron aguantar una semana entera porque el mensaje que proclamó fue tan duro, que les causaba aún más miedo que los asesinatos de Barrabás.

Estamos hablando de esa persona que en su momento fue seguida por muchos, pero también rechazada y crucificada por su propio pueblo, que recibió injurias, latigazos, escupidas, burlas, odio, humillación, clavos en sus manos. Que cuando tomó su cruz en el camino al calvario fue totalmente denigrado por su pueblo; es esa la persona que nos mira a los ojos y nos dice: Si quieres seguirme, niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme… Vaya reto.

¿Cómo atendemos nosotros a este llamado? Jesús sigue vivo en cada uno de nosotros, podemos aceptar esa misión acogiendo y haciendo vida su Evangelio, dejando que su fuego de amor nos llene por dentro y nos mueva, recibiéndolo en cuerpo y sangre en la Eucaristía, y estando en gracia. Lastimosamente, es una verdad irrefutable que le damos la espalda y nos alejamos de él por medio del pecado. Quien no da frutos los despilfarra, por lo tanto una vid seca por el pecado es el estado contrario a la vid que da frutos.

Basados en esto, cuando somos presa del pecado clavamos a Jesús en la cruz, nos convertimos en quienes lo negaron y rechazaron, y estamos también dándole la espalda a su misión, que es por consiguiente la nuestra. Aquí no hay intermedios, o se está con Cristo o se está en su contra.

De nuestra condición humana de pecadores nace también la reacción que tenemos como un colectivo ante el llamado de Jesús. La justicia que proclama Jesús es tan dura, tan profunda que así como en su tiempo, nos cuesta asimilarla. Es muy difícil, ya que tenemos las mismas características de la Jerusalén de los tiempos de Jesús. Vivimos en el epicentro de la violencia, de la pobreza, de la injusticia social, de la corrupción a todos los niveles, de una economía dominada por el narcotráfico. Es por la dureza de nuestra sociedad que hemos seguido y seguimos crucificando a quienes llevan la Palabra de Jesús a un impacto social más amplio, con la intención de generar un cambio social.

Un ejemplo de la labor social de Cristo es Monseñor Romero, quien fue una persona que, iluminada por el espíritu, se atrevió a lanzarse por la misión de Jesús. Quizá la persona más influyente de la historia moderna del país centroamericano El Salvador, quien fue asesinado por la intolerancia a la doctrina social de la Iglesia, que proclamaba palabra de justicia, de paz y amor.

Si respondemos a la pregunta inicial con sinceridad, lastimosamente sí volveríamos como sociedad a crucificar a Cristo si viniese hoy, es una característica de nuestra humanidad. Recordemos el pasaje en el que san Pedro en la última cena le dice a Cristo: Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.» Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.» Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.» (Juan 36-38) …Y así fue.

Este pasaje de la Biblia es clave y podemos analizarlo en base a dos ejes centrales. Primero, el sentimiento de san Pedro y su intención, quien al ver a su Mesías con ojos de amor le ofrece su vida. ¿No habremos sentido nosotros este amor en esta semana santa al ver a Jesús en la cruz, o al velarlo en su entierro? ¿Nos habremos visto en la misma posición de ofrecerle nuestra vida, de llorar y sufrir sus llagas, de prometerle jamás volverle a fallar? Jesús, con su respuesta, nos recuerda que por mucho que lo amemos nuestro amor es imperfecto, y falla, que aunque en nuestras intenciones deseemos jamás fallarle, no somos perfectos ni de naturaleza divina como Él, y nuestro amor en algún momento le va a fallar y lo negará.

De esta negación surge el otro análisis importante. San Pedro nos enseña como seguirle. Al negarle tres veces, san Pedro cae en un llanto profundo y doloroso, sufre su culpa y no se excusa, con arrepentimiento la padece, y son sus propias lágrimas, sin necesidad de palabras, las que piden perdón a Dios. En esto consiste nuestro camino de seguir a Dios. Cuando Jesús nos ve a los ojos desde su cruz y nos da nuestra misión, no espera que seamos perfectos como Él. Espera que con pasión le sigamos, y que de nuestras caídas nos arrepintamos y nos levantemos, que perseveremos en la lucha por amarle cada día más y que evitemos cada ocasión en que lo clavemos en cruz, y cuando lo hagamos, su infinito amor y misericordia nos darán el perdón en nuestro sincero arrepentimiento.

Es necesario ahora tomarnos un tiempo para reflexionar que todo este dolor que sentimos al recordar la pasión de Jesús, todo el sufrimiento que presenciamos en su santo entierro, no será materializado mientras no nos salgamos de nuestra zona de comodidad, mientras no permitamos que Cristo resucite en nosotros, que nosotros seamos quienes asumamos el reto de la cruz desde nuestra condición de humanos, y mientras no dejemos de seguir crucificando a quienes llevan el mensaje de Jesús día a día con sus vidas. Las enseñanzas de la semana santa no terminarán de dar frutos en nuestra vida hasta que no asumamos la misión que se nos es encomendada.

Nuestro reto hoy pasa por ser e identificar. Ser el instrumento de Jesús, verle a los ojos y seguirle con nuestra cruz… “Si no ardo en fuego yo, habrán muchos que pasarán frío”. Jesús nos invita a que sea una misión personal, porque el cambio que nosotros podemos realizar en este mundo no hay persona que lo pueda hacer igual, es un cambio que se necesita, que Jesús en el que sufre lo necesita. Pasa también nuestra misión por identificar y apoyar a quienes, ya sea en nuestro metro cuadrado o a nivel más amplio, actúan en el nombre de Jesús. Apoyemos y difundamos, por ejemplo, la doctrina social de la Iglesia que difundía Monseñor Romero, o las palabras de nuestro Santo Papa Francisco, quien nos exhorta precisamente a eso: a combatir la globalización de la indiferencia y como jóvenes arder en el fuego de Cristo y hacer lío.

En conclusión, al responder esta pregunta, veamos no sólo el rostro de la imagen de Cristo crucificado, sino al pobre, al hermano que sufre y que está junto a nosotros, reconozcamos en él el rostro vivo del sufrimiento de Jesús. Viendo a ese hermano a los ojos asumamos el reto, asumamos la misión, no dejemos que Jesús vuelva a ser asesinado, que no sean nuestras manos las que lo glorifiquen elevando plegarias al cielo pero le den latigazos en la espalda aquí en la tierra. Vivir esa misión al estilo de Jesús, con el ejemplo de san Pedro, cayéndonos y levantándonos, pero en fin viviendo una vida congruente, que cuando ofendamos a Cristo y le fallemos pidamos perdón. Perseverando y ardiendo en el fuego de amor de Cristo, atrevámonos a entregar nuestra vida por Él. Que en esta semana mayor y en todas seamos esa voz de justicia en la tierra, y convirtamos la Palabra de Jesús crucificado y resucitado en un estilo de vida.

LA MANO DE LA ESPERANZA!

Debemos tener claro que la esperanza no es fingir que no existen los problemas. Es la confianza de saber que estos no son eternos. Que las heridas curarán, y las dificultades se superarán.

Es tener fe, es una fuente de fortaleza y renovación que es Dios y que El nos guiará desde la oscuridad hacia la luz.

Cuando el amor profundo de tú vida no te quiere, cuando la llamada que esperas nunca llega, cuando no consigues el trabajo que deseas, cuando no recibes la invitación que esperabas, esto no quiere decir que no te lo mereces o que no eres importante. El mensaje es que tú mereces algo mejor.

Cada vez que sientas decepción por no recibir lo que deseas ó esperas, no lo veas como rechazo ó mala suerte, simplemente piensa que es una tremenda oportunidad a algo mucho mejor de lo que esperabas obtener de la vida.

Algunos, buscamos amor, paz, armonía, comprensión, ternura, tiempo, aceptación y todas estas cosas solo las podemos lograr agarrados a la mano de la esperanza. «Dios» El quieres que vivas, pero que vivas full, Sin limitaciones. Hoy es un buen día para acercarnos a el, el tiene las llaves de las puertas que necesitas abrir. ¡Que tengas feliz dia! #Bendiciones