miércoles, noviembre 12, 2025
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Como ayudar a las personas que sufren depresión.

Para el Papa Juan Pablo II, la clave para ayudar a una persona con depresión es el amor y la oración. Así lo dio a conocer el Papa Francisco a todos los participantes de una cita internacional sobre la depresión realizada en Noviembre de 2013, donde se evaluaron numerosos y valiosos consejos sobre cómo ayudar a los familiares o amigos que padecen esta enfermedad.

En su mensaje dado en el Aula Pablo VI a los participantes en la XVIII Conferencia Internacional sobre “La Depresión” (Nov-13), el Papa Francisco indicó que las personas que cuidan de los enfermos deprimidos “deben ayudar a recuperar la propia estima, la confianza en sus capacidades, el interés por el futuro, las ganas de vivir. Por eso, es importante tender la mano a los enfermos, hacerles percibir la ternura de Dios, integrarlos en una comunidad de fe y de vida en la que se sientan acogidos, comprendidos, sostenidos, dignos, en una palabra, de amar y de ser amados”.

En el camino espiritual, son de gran ayuda, la lectura y la meditación de los salmos, el rezo del rosario, la participación en la Eucaristía, “fuente de paz interior”.

El Papa advirtió que “la difusión de los estados depresivos es preocupante. Se manifiestan fragilidades humanas, psicológicas y espirituales, que al menos en parte son inducidas por la sociedad”.

“Es importante ser conscientes de las repercusiones que tienen los mensajes transmitidos por los medios de comunicación sobre las personas, al exaltar el consumismo, la satisfacción inmediata de los deseos, la carrera a un bienestar material cada vez mayor”, indicó.

En este sentido, señaló que “es necesario proponer nuevas vías, para que cada uno pueda construir la propia personalidad, cultivando la vida espiritual, fundamento de una existencia madura”.

Juan Pablo II destacó que frente al fenómeno de la depresión la Iglesia y la sociedad deben “proponer a las personas, especialmente a los jóvenes, figuras y experiencias que les ayuden a crecer en el plano humano, psicológico, moral y espiritual. La ausencia de puntos de referencia contribuye a crear personalidades más frágiles, llevando a considerar que todos los comportamientos son semejantes”.

Precisó que ahí juegan “un papel relevante”, la familia, la escuela, los movimientos juveniles, las asociaciones parroquiales.

“También es significativo –(concluyó) el papel de las instituciones públicas para asegurar condiciones de vida dignas, en particular, a las personas abandonadas, enfermas, ancianas. Son igualmente necesarias las políticas para la juventud, que ofrezcan a las nuevas generaciones motivos de esperanza, preservándolas del vacío o de otros peligros”

IGLESIA CATÓLICA AFIRMA PROYECTO LEY SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA BUSCA “COLONIZACIÓN IDEOLÓGICA”

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“Nosotros, como miembros del pueblo dominicano, invitamos a nuestros legisladores a convocar a la totalidad de los actores sociales para producir una ley que no reduzca la educación sexual a la genitalidad. La Iglesia Catolica aspira a que se elabore una ley que tome en cuenta la educación integral de la persona humana”, precisaron los obispos

SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La Iglesia Católica rechaza enérgicamente, tanto en su forma como en su fondo, el Anteproyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva que fue propuesto en agenda en la Cámara de Diputados.

La Iglesia llamó a la ciudadanía a oponerse al proyecto de ley, del que dijo claramente obedece a lo que el Papa Francisco llama “colonización ideológica”.

“De esta manera, nuestra nación podrá salvaguardar sus más elevados valores”, precisa el mensaje católico.

Sostuvo que una Ley sobre una temática tan amplia e importante debe ser elaborada con el concurso de todos los sectores de la sociedad y tomando en cuenta los principios y valores que sustentan nuestra cultura y la identidad moral de nuestra nación.

Los obispos católicos, a través de una declaración difundida por el Departamento de Prensa de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), reclamaron que se convoque a todos los actores sociales para debatir el tema.

“Nosotros, como miembros del pueblo dominicano, invitamos a nuestros legisladores a convocar a la totalidad de los actores sociales para producir una ley que no reduzca la educación sexual a la genitalidad. La Iglesia aspira a que se elabore una ley que tome en cuenta la educación integral de la persona humana”, precisaron los obispos.

A seguidas los obispos católicos enumeran los principios sobre los cuales basan su rechazo al citado proyecto de ley:

Defendemos los siguientes principios

El derecho al disfrute de la vida no puede ser interpretado solamente desde un punto de vista del placer, sino también, sobre todo, desde el marco de la responsabilidad, pues no hay vida plena sin responsabilidad.
No puede concebirse una vida sexual desvinculada de las etapas del desarrollo biológico, psicológico e integral de la persona humana. La edad sí importa en la sexualidad.
Los primeros responsables para la educación integral de los hijos, incluida la educación sexual, son los padres. Esta tarea perdura hasta que el desarrollo pleno de los hijos les permita el ejercicio maduro de la libertad con responsabilidad. El Estado no puede arrebatar a la familia el derecho y el deber que tiene de ser la primera educadora de los ciudadanos.
La sociedad dominicana debatió y aprobó, a raíz de la reforma constitucional del 2010, consagrar en su artículo 37 la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte. Cualquier nuevo debate para aprobar el tema del aborto es inconstitucional.
En un régimen de libertad de culto no puede ser aprobada una ley que restrinja esa misma libertad, en razón de que contradice nuestra Constitución y los principios democráticos fundamentales.
En toda sociedad democrática la objeción de conciencia es un derecho inalienable de la persona que le permite expresar su rechazo a cualquier acción contraria a su conciencia. Cualquier penalización a la objeción de conciencia de un médico, en lo referente al aborto, es una flagrante violación a la libertad del ser humano.
La Iglesia apoya y promueve, de acuerdo con la ciencia, una educación sexual integral que respete las etapas del desarrollo del individuo, la primacía de los padres en la educación, y que eduque para un auténtico y responsable ejercicio de la libertad humana.

Hacemos un llamado a toda la ciudadanía a oponerse a este anteproyecto de ley que claramente obedece a lo que el Papa Francisco llama “colonización ideológica”. De esta manera, nuestra nación podrá salvaguardar sus más elevados valores.

¿Qué pensaba Jesús sobre las personas ricas?

Jesús, al invitar a renunciar a las riquezas, ¿apunta hacia la carencia, incita a ingresar en el vacío y la nada? Jesús apunta más bien a conseguir una riqueza infinitamente mayor. Al igual que se entra desnudo en la vida, sólo se entrará desnudo en el Reino de los cielos, pues, si desnudo se nace, desnudo se renace. Sólo quien se ha despojado de riquezas, de ambiciones, de poderes, de falsas ilusiones, de odios y revanchas, podrá entender mejor las riquezas del cielo. Jesús no viene a empobrecer al hombre, pero sí a sustituir una riqueza pasajera por la gran riqueza de Dios.

Todos los bienes materiales son regalos de Dios, nuestro Padre. Debemos usarlos en tanto cuanto nos lleven a Él, con rectitud, moderación, desprendimiento interior. Al mismo tiempo, son medios para llevar una vida digna y para ayudar a los más necesitados. Lo que Jesús recrimina es el apego a las riquezas, y el convertirlas en fin en sí mismas.

Hay expresiones de Jesús en los Evangelios bastante desconcertantes sobre las riquezas y sobre los ricos: «Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios para los que confían en las riquezas. Más fácil es que pase un camello por ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios» (Mc 10, 24). O aquella otra frase: «No podéis servir a Dios y a Mammón» (Mt 6, 24; Lc 16, 13). ¿Jesús desprecia las riquezas, las condena? ¿Excluye de su Reino a los ricos?

1. Jesús ante los bienes materiales

Jesús era una persona pobre. Nace de una familia sin grandes recursos y en condiciones pobres. Incluso no pudieron ofrecer un cordero, por falta de recursos (cf. Lc 2, 24).

No almacena bienes y sabe vivir de la Providencia de su Padre (cf. Mt 8, 20; Lc 9, 58). Es más, las cosas son para Jesús una obra del Padre. Brotaron de la mano amorosa y providente de su Padre (cf. Mt 6, 26ss).

Y cuando llama bienaventurados a los pobres (cf. Mt 5, 3), está llamando felices a quienes son desprendidos interiormente, aquellos que ponen toda su confianza en Dios, porque todo lo esperan de Él. Pobre es sinónimo del que tiene el corazón vacío de ambiciones y preocupaciones; de quienes no esperan la solución de sus problemas sino de solo Dios. Y pobreza en la Biblia es sinónimo de hambre, de sed, de llanto, de enfermedad, trabajos y cargas agobiantes, alma vacía, falta de apoyo humano.

Jesús era pobre en ese sentido: apoya su vida en Dios, su Padre. Gracias a esa libertad interior, Jesús puede disfrutar de los bienes moderada y alegremente. Es tan libre que está por encima de las apetencias, ansiedades y vanidades. Por eso sabe gozar de las cosas y, a la vez, prescindir de ellas para seguir su misión y su preferencia por Dios Padre. Goza de un banquete (cf. Lc 7, 36-49; Jn 2, 1-12), pero también se priva de lo material cuando se lo pide su misión (cf. Jn 4, 31-32). Disfruta preparando un almuerzo a sus íntimos (cf. Jn 21, 9-12); les defiende cuando los fariseos les acusan de arrancar espigas, pues tenían hambre (cf. Mt 12, 1-8).

Pero no vive en la miseria. Tiene su vida asegurada, pues en el grupo de los apóstoles había una bolsa común (cf. Lc 8, 1-3; Jn 12, 6). Compraban alimentos (Jn 4, 8) y se hacían limosnas con parte de los bienes (cf. Jn 13, 29). Es decir, Cristo tiene bienes y los administra. Participa en banquetes y fiestas y sabe cooperar con vino generoso en las bodas de Caná (cf. Jn 2, 1 ss). Y estos mismos goces sanos los desea para los demás. De ahí su hermoso y gratuito gesto de la multiplicación de los panes y peces (cf. Mt 15, 15 ss; Jn 6, 1-15).

Acepta regalos, incluso costosos (cf. Jn 12, 1-8).

Y, sin embargo, Cristo alcanza con su gloriosa resurrección la máxima riqueza que va a distribuir a todos (cf. Mt 28, 18). Sigue siendo pobre porque no posee las riquezas materiales, sino las de Dios.

¿Cuál fue, entonces, la postura de Jesús frente a los bienes materiales? La enseñanza central de Cristo en lo económico es ésta: relativización del dinero. A Jesús le interesa mucho más cómo se usa lo que se tiene que cuánto se tiene y, sobre todo, le importa infinitamente más lo que se «es» que lo que se tiene. Jesús quiere dar a entender que la verdadera riqueza es la interior, la del corazón. La riqueza material nos debe ayudar a ser ricos en generosidad, desprendimiento y solidaridad.

Al decir que Jesús consideraba las riquezas como relativas, no significa que Jesús fuera un adorador romántico de la pobreza, en sentido material. No es que Jesús quiera la pobreza material, que se convierta en miseria. No. Por eso, su mensaje es bien claro: todos somos hermanos y debemos compartir lo que tenemos, para que nadie sufra esa pobreza material. Si no tenemos caridad no somos nada (cf. 1 Cor 13, 1 ss).

La postura de Jesús frente a las riquezas es de una gran libertad interior. Jesús no está apegado a ellas, no está esclavizado a ellas, no está obsesionado por ellas. Vive la pobreza como ese desapego interior de todo. Por eso, Jesús insiste en que lo material es perecedero y lo sobrenatural es eterno. Así se entiende por qué no toma posición ante quien le pide juicio sobre lo material (cf. Lc 12, 14).

La cruz descubre profundamente el valor que Jesús concede a las cosas materiales y terrenas. Para salvar a los hombres y cumplir la misión confiada por su Padre, dio todo cuanto tenía. Jesús en la cruz es pobre de cosas, pero es rico en amor, perdón, misericordia, obediencia. De su costado abierto brotó la Iglesia, los sacramentos, el regalo de su Madre.

2. Jesús ante los ricos

Cuando decimos que Jesús prefiere como amigos a los pobres no estamos diciendo que excluya a los ricos. Jesús, enemigo de toda discriminación, no iba Él a crear una más. En realidad, Cristo es el primer personaje de la historia que no mide a los hombres por lo económico sino por su condición de personas.

Es un hecho que no faltan en su vida algunos amigos ricos con los que convive con normalidad. Si al nacer eligió a los pastores como los primeros destinatarios de la buena nueva, no rechazó, por ello, a los magos, gente de recursos y sabia. Y si sus apóstoles eran la mayoría pescadores, no lo era Mateo, que era rico y tenía mentalidad de tal. Y Jesús no rechaza invitaciones a comer con los ricos; acepta la entrevista con Nicodemo, cuenta entre sus amigos a José de Arimatea, tiene intimidad con el dueño del cenáculo, gusta de descansar en casa de un rico, Lázaro, y, entre las mujeres que le siguen y le ayudan en su predicación figura la esposa de un funcionario de Herodes. Tampoco rehusa el ser enterrado en el sepulcro de un rico.

Jesús ama a todos: pobres y ricos. Conocemos su relación con Simón, el fariseo (cf. Lc 7, 36), y con Nicodemo, doctor de la Ley (cf. Jn 3, 1). El rico José de Arimatea es mencionado expresamente entre sus discípulos (cf. Mt 27, 57). En sus viajes le seguían «Juana, mujer de Cusa, procurador de Herodes, Susana y otras muchas que le servían con sus bienes» (Lc 8, 3). Por lo que podemos juzgar, sus apóstoles no pertenecían a las más bajas clases sociales, sino como Jesús mismo, a la clase media.

Más que a las riqueza en sí o a los ricos, Jesús combate la actitud de apego frente a esas riquezas. Jesús veía en la mayor parte de los fariseos y saduceos, representantes de la clase rica y dirigente del país, las funestas y alarmantes consecuencias del culto a Mammón. Lo que les impedía seguirle, manteniéndoles alejados del reino de los cielos, no era la riqueza en sí, sino su egoísmo duro, su orgullo, su apego a ella, a sus privilegios.

Cuando Jesús llama la atención a los ricos es porque el rico, apegado a las riquezas, no siente necesidad de nada, pues lo tiene todo y no desea que cambien las cosas para seguir en su posición privilegiada. A quien le falta siente nostalgia de Dios y le busca.

Es un hecho que Jesús frente al pobre y necesitado lo primero que hacía era la liberación de su problema o dolencia, y sólo después venía la exigencia de conversión. Mientras que, frente al bien situado y rico, lo primero que le pedía era la exigencia de conversión y, sólo cuando esta conversión se manifestaba en obras de amor a los demás, anunciaba la salvación para aquella casa (cf. Lc 19, 1-10).

Por eso Jesús no condena sin más al rico, ni canoniza sin más al pobre. Pide a todos que se pongan al servicio de los demás. Para Jesús el verdadero valor es el servicio. Por lo mismo, la salvación del pobre no será convertirle en rico y la del rico robarle su riqueza, sino convertir a todos en servidores, descubrir a todos la fraternidad que cada uno ha de vivir a su manera.

3. Juicio de Jesús sobre las riquezas

No obstante lo dicho, Jesús anuncia del peligro y riesgo de las riquezas. Aquí la palabra de Jesús no se anda con rodeos. Para Jesús la riqueza, como vimos, no es el mal en sí, pero le falta muy poco. La idolatría del dinero es mala porque aparta de Dios y aparta del hermano. Así se explican las palabras de Jesús: no se puede amar y servir a Dios y a las riquezas (cf. Mt 6, 24; Lc 16, 13); la preocupación por la riqueza casi inevitablemente ahoga la palabra de Dios (cf. Mt 13, 22); es sinónimo de «malos deseos» (cf. Mc 4, 19). El que atesora sólo riquezas para sí es sinónimo del condenado (cf. Lc 12, 21). Cuando el joven rico no es capaz de seguir a Cristo es porque está atrapado por la mucha riqueza (cf. Lc 18, 23).

La crítica de Jesús al abuso de la riqueza se basa, efectivamente, en el poder totalizador y absorbente de ésta. La riqueza quiere ser señora absoluta de aquél a quien posee. Por eso, Jesús pone en guardia sobre la salvación del rico. Será difícil la salvación de aquel que haya vivido sólo para la riqueza, de la riqueza, con la riqueza, despreocupado del amor a Dios y al prójimo. Haría falta un verdadero milagro de Dios para que consiga la salvación (cf. Mt 19, 23; Mc 10, 25; Lc 18, 25).

Esta es la razón por la que el rico tiene que «volver a nacer», como sucedió a Zaqueo (cf. Lc 19, 1-10); tiene que compartir, si quiere salvarse, cosa que no hizo el rico Epulón (cf. Lc. 16, 19-31); tiene que aceptar la invitación de Dios al convite de la fraternidad y no hacer oídos sordos, como hicieron los egoístas descorteses, que prefirieron sus cosas y por eso no entraron en el banquete del Reino (cf. Lc 14, 15-24).

¿Se salvará o no se salvará el rico? Si abrimos san Mateo, capítulo 25, 31-46, podemos concluir lo siguiente: Se salvará -rico o pobre- el que haya dado de comer, de beber, el que haya consolado al enfermo, el que haya tenido piedad con sus hermanos. Y se condenará -rico o pobre- el que haya negado lo que tiene, mucho o poco, a los demás.

CONCLUSIÓN

Es un error pensar que la vida es un ascenso hacia la fortuna material para gozar de los bienes en el más allá. ¡Qué diversos son los bienes que nos alcanzó Cristo con su resurrección! Él nos consigue la verdad, la libertad, la sinceridad, la comprensión, la satisfacción de no tener ansiedades, la paz, el perdón. Y sobre todo, la riqueza de las riquezas: el cielo. Y por ese cielo es necesario vender todo y así comprarlo (cf. Mt 13, 44-46). ¡Es la mejor inversión en vida!

El 13 ¿es de mala suerte?

¿Has visto alguna vez la cara de felicidad de los que se sacan la lotería? ¿O cuando alguien recibe una casa o un coche en uno de esos sorteos que se anuncian por televisión y radio? Sin ir más lejos, ¿cómo te has sentido cuando en la tómbola de tu parroquia sales premiado con aquel regalo que tanto deseabas? ¿Suerte, superstición, magia, coincidencia, carambolas?

Asignarle buena o mala suerte a un número, concretamente al número 13, es estar hablando de una superstición y si comenzamos a hablar de supersticiones, hay muchas: En día 13, ni te cases ni te embarques. Pensar en un viernes 13 para muchas personas es sinónimo de desgracias seguras. Romper un espejo trae consigo la mala suerte durante siete años. Pasar debajo de una escalera trae mala suerte.

Una superstición no es otra cosa que “asignarle presuntas fuerzas o poderes contenidos implícitamente a ciertos objetos y que con un gesto o una actitud pueden hacerse activos para alcanzar la felicidad o la desgracia”. (Diccionario del cristianismo. A. Morian).

Todas las cosas, los números incluso, han sido creadas por Dios y Dios les ha fijado a cada una de ellas una función muy determinada, por eso se llaman criaturas. Nosotros debemos respetar y alegrarnos con todas esas criaturas y, cómo dice San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales “usar de ellas tanto en cuanto nos ayuden para alcanzar a Dios” (Sn. Ignacio de Loyola. “Libro de los Ejercicios Espirituales”).

Lo que hacemos cuando le damos a las cosas un valor que no tienen en sí o esperamos de ellas una función para la cual no fueron creadas, estamos cayendo en una superstición, es decir, estamos usando las cosas en una forma equivocada, en una forma que no es la que Dios ha dispuesto.

La suerte, o más bien dicho, la casualidad, puede existir: “me tropecé con el escalón y me fracturé un hueso”, o bien, “estaba caminando por la calle y me encontré una moneda”. Eso es una casualidad. Pero decir que me fracturé un hueso por que era día 13 y ese número es un número de mala suerte, eso sí que es una superstición, pues le estás atribuyendo al número 13 una función que no le corresponde.

Muchos hombres llegan a perder poco a poco su fe por atribuirle propiedades a cosas que no las tienen. Hay quienes además, se aprovechan de esa falsa credibilidad y logran embaucar a otros, basándose en sus supersticiones: son aquellos que piensan adivinar el futuro leyendo las cartas, los horóscopos o el agua.

Yo te recomiendo estar tranquilo. Confiar en Dios, pues como dice el salmo:
“En su mano están las honduras de la tierra,
y suyas son las cumbres de los montes;
suyo el mar, pues Él mismo lo hizo
y la tierra firme que sus manos formaron” (Ps. 94, 4-5).

¡Hagan lío! Pero un lío que nazca de conocer a Jesús. Papa Francisco

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ASUNCIÓN, 12 Jul. 15 / 08:13 pm (ACI).- El Papa Francisco recordó su famosa frase pronunciada por primera vez en su pontificado en el encuentro que sostuvo con los argentinos en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro (Brasil) 2013: “¡Hagan lío!”

Esta vez, en el encuentro con cientos de miles de jóvenes en Paraguay, el Santo Padre reiteró su pedido y precisó que el “lío” debe hacerse bien, ordenadamente, y a partir del conocimiento personal de Jesús.

El Santo Padre llegó a la Costanera en Asunción pocos minutos antes de las 5:00 p.m. (hora local) en medio de un ambiente de fiesta. Fue recibido por un grupo de jóvenes que portaban una Cruz peregrina, réplica de la de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Tras saludar a cada uno de los jóvenes, escuchó el saludo de Mons. Ricardo Valenzuela, Obispo de Villarica y encargado de pastoral de Paraguay, quien le dijo al Pontífice: “Santo Padre, no nos olvide. Recuerde que esta juventud paraguaya y latinoamericana lo ama con todo el corazón” a lo que los muchachos presentes contestaron “¡Te queremos Papa! ¡Te queremos!”.

Luego el Papa escuchó los testimonios de Liz Pretes, una joven enfermera que compartió su experiencia de cuidar a su madre enferma de Alzheimer y lo difícil que ha sido su vida.

También compartió su dura experiencia de vida Manuel de los Santos Aguilar, un muchacho de 18 años, campesino, quien narró su dura historia y cuestionó al Papa sobre la necesidad del trabajo y algunas otras dificultades de los jóvenes.

Tras la lectura del Evangelio, que realizó un muchacho de nombre Orlando que le pidió al Papa que rece para que los jóvenes vivan la libertad auténtica, el Pontífice dijo que “Liz muestra su vida, la quema en el servicio a su madre. Es un grado altísimo de solidaridad, es un grado altísimo de amor, un testimonio. Padre ¿entonces se puede amar? Ahí tiene a alguien que nos enseña a amar. Primero libertad, corazón libre, segundo solidaridad para acompañar. Solidaridad. Eso es lo que nos enseña este segundo testimonio” de la joven enfermera.

El Papa hizo una pausa en su reflexión y contó que “el otro día, un cura en broma me dijo: ‘sí, usted siga aconsejándole a los jóvenes que hagan lío, siga, siga… pero después los líos que hacen los jóvenes los tenemos que arreglar nosotros’. ¡Hagan lío! pero también ayuden a arreglar y organizar el lío que hacen. Las dos cosas ¿eh?”

“Hagan lío y organícenlo bien –exhortó el Santo Padre–. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan”.

Francisco animó luego a los jóvenes a darle gracias a Dios por tener la oportunidad de estudiar, de tener un hogar y alimentos; a diferencia de muchos otros que tienen problemas, que no tienen una vida fácil. “Quiero que se lo metan en la cabeza”, dijo.

“Si mi vida es relativamente fácil, hay otros chicos y chicas que no les es relativamente fácil, más aún, que la desesperación los empuja a la delincuencia, los empuja al delito, los empuja a colaborar con la corrupción. A esos chicos, a esas chicas les tenemos que decir que nosotros le estamos cerca, que queremos darle una mano, que queremos ayudarlos con solidaridad, con amor, con esperanza”.

El Papa Francisco resaltó luego que “hubo dos frases que dijeron los dos que hablaron: Liz y Manuel, dos frases que son lindas, escúchenlas. Liz dijo que empezó a ‘conocer a Jesús’. ¡Conocer a Jesús! y eso es abrir la puerta a la esperanza. Y Manuel dijo: ‘conocí a Dios, mi Fortaleza’. Conocer a Dios es fortaleza, o sea, conocer a Dios, acercarse a Jesús es esperanza y fortaleza; y eso es lo que necesitamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza, no queremos jóvenes debiluchos, jóvenes que están ‘ahí no más’, ni sí ni no, no queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos”.

El Santo Padre subrayó luego la necesidad de tener jóvenes que tengan el corazón libre, esperanza y fortaleza. “¿Tiene un corazón triste? (Preguntó el Papa) ¡No! (Respondieron los jóvenes). Ese es el camino, pero para eso hace falta sacrificio, hace falta andar contracorriente”.

Tras alentarlos a leer las Bienaventuranzas en el capítulo cinco del Evangelio de Mateo, el Papa recordó que Jesús “No dice felices los ricos, los que acumulan plata” sino que son felices “los que tienen el alma de pobre, los que son capaces de acercarse y comprender lo que es un pobre. Jesús no dice felices los que lo pasan bien sino que dice felices los que tienen capacidad de afligirse por el dolor de los demás”.

“Y ahora, antes de irme les pido: Primero, que sigan rezando por mí, segundo, que sigan haciendo lío, tercero que ayuden organizar el lío que hacen para que no destruyan nada”.

El Papa rezó finalmente la siguiente oración con todos los presentes:

Señor Jesús, te doy gracias por estar aquí, te doy gracias porque nos diste hermanos como Liz, Manuel y Orlando. Te doy gracias porque nos diste muchos hermanos que son como ellos, que te encontraron Jesús, que te conocen Jesús, que saben que Tú, su Dios eres su fortaleza.

Jesús, te pido por los chicos y chicas que no saben que Tú eres su fortaleza y que tienen miedo de vivir, miedo de ser felices, miedo de soñar.

Jesús, enséñanos a soñar, a soñar cosas grandes, cosas lindas, cosas que aunque parezcan cotidianas son cosas que engrandecen el corazón. Señor Jesús, danos fortaleza, danos un corazón libre, danos esperanza, danos amor y enséñanos a servir. Amén

¿Es pecado enojarse?… Radio Cristo

¿Es pecado enojarse?: (Ef 4, 23-26; Jn 2, 14-16) Les invito a reflexionar sobre la ira, que juega un papel importante en nuestras relaciones. Cuando no somos señores de ella, cuando no tenemos la vigilancia necesaria de nuestras reacciones emocionales o no perdonamos, nos descontrolamos. Si no somos conscientes de nuestros sentimientos o no los trabajamos, podemos comportarnos inconscientemente de modo injusto y destructivo, pues actuamos por instinto. Los sentimientos tienen influencia profunda sobre nuestras ideas, opiniones, acciones y, en general, sobre nuestro cuerpo y nuestro comportamiento. Radio Cristo.

Podemos enojarnos, pero sin pecar

Por principio y de suyo la ira no es mala, pues todos tenemos el justo derecho de tomar represalia por las ofensas, según la recta razón y la ley general. Mientras el hombre se atenga al dictamen de la razón y obre de acuerdo con las exigencias de la naturaleza, la ira es un acto digno de alabanza; es un deber del que la ley puede pedir cuentas. Por eso, pudo decir san Juan Crisóstomo: «Quien con causa no se aíra, peca. Porque la paciencia irracional siembra vicios, fomenta la negligencia, y no sólo a los malos sino también a los buenos los invita al mal». Sólo cuando se excede la medida racional, o cuando no se llegue al justo medio, la ira o la no ira, son pecado. No se puede decir que una persona airada esté pecando, ya que su acto de ira puede responder en proporción justa, a la medida racional que la ira por celo está reclamando de él, pues al centrarse la ira en la venganza, si el fin de la venganza es recto, la ira es buena.

Las primeras comunidades

Los cristianos de la primera comunidad apostólica se amaban y se trataban mutuamente como hermanos (cf. Hech 2,42-47). Con el paso del tiempo, las comunidades fueron creciendo en tamaño y en número y fueron creciendo las diferencias personales (cf. 1Cor 11, 17-22). Incluso, se hizo más difícil recordar que ser cristiano suponía fuertes exigencias en las relaciones personales. No basta con haber recibido el bautismo, con rezar y participar en la celebración de la Eucaristía. Los cristianos tenían que vivir su fe en el contacto con el hermano, en sus relaciones de cada día, que se fueron cargando de conflictos. Avanzando el tiempo las comunidades empezaron a tener fuertes dificultades en las relaciones, a caer en la mediocridad, y destruir así la vida comunitaria.

Tratando de comprender la ira

La ira, en su esencia íntima, es una sed tan viva de venganza, correspondiente a una injuria recibida, cuya satisfacción se logra con la venganza. Es tan poderosa que resulta repulsiva tanto para quien lo experimenta en sí mismo como para quien la advierte en otro. Como afecta a las relaciones humanas, hasta hacernos capaces de odiar, ha suscitado más debates que ninguna otra emoción. Muchos católicos habían creído que el sentimiento de ira era en sí mismo pecaminoso. Ha tenido que pasar mucho tiempo hasta descubrir que es una emoción humana normal, regalo de Dios para la supervivencia física y psicológica. La Carta a los Efesios, cuando afirma: “Si se aíran, no pequen; no se ponga el sol mientras están airados… Toda acritud, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre ustedes” (Ef 4,26.31), entiende que no es el sentimiento de la ira lo que es malo, sino la conducta perjudicial o culpable que dimana de él.

¿Cómo es posible airarse sin pecar?

Si encontramos expresiones de ira en la vida de Jesús, quiere decir que esta no es pecado, sino un estado emocional normal. Cuando a uno le pisan el pie, brinca. En ese caso la ira es un sentimiento normal, con ciertos límites. Se entiende que la gente tiene sentimientos de ira. Pero esos sentimientos no deben llevarnos a una conducta injuriosa. El sentimiento es una cosa y su expresión externa es otra. No podemos controlar los sentimientos, pero sí podemos controlar su reacción. Una cosa es sentir ira y otra mostrarla en la conducta. Tener ira no es pecado, mientras sea aislada y se eviten las conductas que sean perjudiciales para la vida familiar. De todos modos, la ira es un sentimiento difícil de controlar.

Sentir no es consentir

Lo primero que tenemos que hacer es distinguir el sentimiento de ira del pecado de la ira. Nos enseñan la psicología y el Catecismo de la Iglesia Católica que sentir no es lo mismo que consentir, y que los sentimientos en sí mismos, no son ni buenos ni malos, son amorales, no son pecado. Dice el Catecismo que “el término ‘pasiones’ designa los afectos y los sentimientos. Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira. En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Las emociones y sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios”. (CaIC 1767-1774). En segundo lugar, el sentimiento de ira surge cuando lo que la persona espera, necesita o desea no es alcanzado. Por eso, si no hay deseo no hay ira. Así, si yo espero que mis hijos se porten siempre bien, hagan la tarea sin protestar, y mantengan sus cuartos en orden, si esto no sucede me voy a frustrar. El sentimiento de la ira es una reacción a mi frustración, porque las cosas no suceden como yo quisiera que fueran.

Testimonio de la Escritura

En los Evangelios encontramos el testimonio de que Jesús se enojó contra los mercaderes en el templo de Jerusalén (Juan 2,13-16); cuando los fariseos quisieron ridiculizarlo por curar en el día sábado, Jesús “paseó sobre ellos su mirada enojado y apenado por su ceguera” (Mc 3,5); cuando los discípulos reprendían a los niños para que nos se le acercaran “Jesús se enfadó y les dijo: Dejen que los niños vengan a mí” (Mc 9,13-14).

Sentimiento normal

Cristo se airó porque habían convertido la casa de Dios en cueva de ladrones. Cuando vinieron los niños a El y los apóstoles no los dejaron acercarse, el Señor se enojó. Esta es la ira normal, reacción normal del celo por la gloria de Dios ultrajada. La ira normal no lleva nunca a la agresión.

Sentimiento anormal

Hay otro grado al cual puede llegar la ira que es lo que llamamos «la rabia», la furia. Ese es un grado muy grande de ira que puede llevar, y ordinariamente lleva, a la agresión de palabra o de obra; la rabia es una forma muy fuerte de ira. Es terrible y lleva a la violencia, a la agresión. No hay que confundir ira con rabia, con resentimiento. En el resentimiento hay su parte de ira también, que la persona va almacenando, pensando en lo que le hicieron lo va guardando. Por eso se llama resentimiento, que significa volver a sentir. Esta ira va destruyendo a la persona que la siente, no al que causó el resentimiento, que a veces ni se entera que hizo calentar al otro. La ira destruye, si llega a convertirse en odio, cuyo proceso final es el resentimiento, que es una ira congelada. La ira se puede convertir en una adicción. ¿Cuándo se puede decir que una persona es adicta a la ira? Cuando no tiene control sobre la ira y ésta es algo crónico, compulsivo.

Elemento de crecimiento personal

La ira es un elemento fundamental de crecimiento personal. Puede ser un enemigo que arruine nuestras relaciones y destruya familias y comunidades o puede hacerse presente como un amigo. Será como una especie de faro para nuestro conocimiento y una fuente de energía para la acción. Clarificar nuestras necesidades más profundas y conocer nuestras barreras nos sitúa en la posición de asumir las riendas de nuestra ira, en vez de que ella lo asuma sobre nosotros.

Más importante que cualquier sacrificio

La Escritura nos introduce en las líneas maestras de la vida de los seguidores de Jesús en cuanto a las relaciones. La esencia de estas líneas de conducta es el amor. Los sinópticos presentan el mandamiento del amor dentro de un contexto de conflicto. Jesús ha llegado a Jerusalén. El jefe del sanedrín, los escribas y los ancianos han puesto en duda su autoridad. Cuando Jesús continúa enseñando, ellos se ponen furiosos y quieren detenerlo; algunos fariseos y saduceos se reúnen e inventan unas preguntas para ponerle una trampa. Así, con ese telón de fondo, rodeado de enemigos y de trampas, puesto a prueba y atacado, Mateo, Marcos y Lucas presentan a Jesús hablando del amor (cf. Mc 12,28-34). Enseñándonos así que la mansedumbre y la misericordia moderan la ira, el odio. El conflicto no nos exime del amor. La ira contra el prójimo no nos exime del más grande de los mandamientos. Más aún, el momento de la ira es el momento de responder con amor. Nos llama a abordar el conflicto con la actitud y conducta de los que viven a Jesús, de los que creen que amar al prójimo “vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (Mc 12,33). Incluso cuando alguien nos ha atacado, nos ha engañado, ha sido hostil con nosotros, nuestra respuesta es dejarnos guiar por el amor. Y esto no significa negar nuestra ira, sino enfrentar nuestra ira, a la persona contra quien nos airamos con un comportamiento en armonía con el amor evangélico: honradez, respeto y sobre todo disposición para el perdón.

Jesús, en medio de la oposición, peleando con sus amigos y con sus enemigos, habla del amor. Nos habla de un Padre que perdona, que acoge entre sus brazos al hijo que le ha ofendido; habla del pastor cansado que sale en busca de una sola oveja perdida; de una mujer sorprendida en adulterio que experimenta su acogida en vez de su lapidación; de un criminal que muere saboreándola misericordia y el perdón. Estas historias nos dicen que no podemos tener vida sin conflictos y que el conflicto nos ofrece la oportunidad de recuperar algo que hemos perdido, la oportunidad de la curación, de dar la vuelta a nuestras vidas, la oportunidad de regresar a nuestra casa, la casa del Padre.

Radio Cristo. En busca del mundo perfecto

Cientos de científicos e intelectuales se habían reunido para preparar el manifiesto por un mundo perfecto.

Allí estaban médicos y biólogos, geólogos y astrónomos, meteorólogos y ambientalistas, economistas y químicos, sociólogos y psicólogos, ingenieros y matemáticos, arquitectos y agrónomos, filósofos y periodistas. (Radio Cristo)

La primera sesión tenía un título atrevido y difícil: “Por la construcción de una mentalidad científica”. (Radio Cristo)

Para ello, un grupo de ponentes subrayó la importancia de eliminar todas aquellas visiones “primitivas” que impedían el desarrollo de los pueblos. Atacaron a las religiones y la magia, la brujería y la superstición, las fábulas y las tradiciones absurdas transmitidas de generación en generación entre personas ignorantes y retrógradas. (Radio Cristo)

Otros relatores preferían formular propuestas positivas. Ese era el tema en discusión: crear en el mundo una mentalidad científica. Para ello, resultaba urgente ayudar a las personas a pensar no en clave de consumo y bienestar, sino en función del respeto hacia las fuerzas que rigen los equilibrios del planeta. (Radio Cristo)

Pero aquí surgieron enormes discrepancias. Unos decían que lo más importante era controlar la población mundial e iniciar un proceso para que el número de humanos quedase reducido a 1000 millones de unidades. Otros decían que el problema no era el número, sino la cantidad de consumo, y que los países ricos deberían volver a sistemas económicos similares a los así llamados países pobres. Otros criticaban los acuerdos internacionales para reducir gases tóxicos por el alto costo que implicaban y porque impedían invertir en la mejora de las condiciones de vida de millones de seres humanos. Otros defendían a ultranza esos mismos acuerdos y consideraban que era sumamente irresponsable ponerlos en discusión ante las emergencias del planeta. (Radio Cristo)

Un grupo de especialistas afrontaba el tema de la presunta superioridad del ser humano respecto a los otros seres vivos de la tierra. Varios científicos declararon que después de Darwin era absurdo hablar de “almas espirituales” y de diferencias profundas entre hombres y animales. (Radio Cristo)

Si todos procedemos de un mismo tronco, si la vida no es más que un proceso casual debido a mecanismos cada vez mejor estudiados, llegaba la hora de dejar orgullos absurdos y discriminaciones “específicas”: la hermandad universal entre todos los animales debía ser implantada a través de acuerdos nacionales e internacionales. (Radio Cristo)

Otros consideraron estas propuestas demasiado radicales y difícilmente proponibles ante tantas personas que mantenían aún ideas filosóficas y religiosas sumamente “anticuadas” (según ellos). Había que ir poco a poco, a través de ataques a las religiones por sus posturas intolerantes y anticientíficas, para que, una vez desprestigiadas, los intelectuales pudiesen imponer en el mundo una perspectiva moderna, atea y verdaderamente justa respecto de los demás seres vivos. (Radio Cristo)

El día pasaba y las discusiones transcurrían entre momentos de mayor consenso y momentos de divergencias profundas. No todos estaban de acuerdo en que tal sistema de riego era bueno o malo, o que los transgénicos podían servir a mejorar el mundo o lo estaban arruinando, o si se podía usar el DDT para combatir la malaria o dejarlo de lado aunque cada año millones de personas fuesen contagiadas por culpa de la picadura de un mosquito… (Radio Cristo)

A pocos metros del salón de congresos, un grupo de jóvenes había salido de la parroquia. Fueron a un asilo de ancianos, con sus guitarras y su alegría. Pasaron con ellos una tarde espléndida: chistes, cantos, lágrimas de alegría, anécdotas e incluso un momento de baile entre los ancianos más decididos. (Radio Cristo)

Es verdad: todos queremos un mundo más perfecto. Unos lo buscan sin Dios, de espaldas a todo lo que consideran como “superado” e inútil, porque no pueden medirlo con sus instrumentos técnicos o sus estudios altamente científicos. Otros lo hacen desde las palabras de Jesús el Nazareno. Un Maestro que nos enseñó a dar un vaso de agua fresca a quien nos lo pide a veces con un silencio lleno de deseos. (Radio Cristo)

La fe lleva al amor y el amor lleva al servicio. Por eso, también el cristiano sabrá promover estudios y aplicar nuevas técnicas para que el mundo sea un poco más bueno. Pero lo hará siempre desde una certeza profunda: cada vida humana vale mucho, muchísimo, porque ha sido tocada por el Amor eterno de un Dios bueno. (Radio Cristo)
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MES DE LA VIRGEN DEL CARMEN.

REDACCIÓN CENTRAL, 07 Jul. 15 / 03:40 pm (ACI).- “Invito ahora a todos los devotos de la Virgen Santa a dirigirle una ferviente oración, para que Ella, con su intercesión, alcance a cada uno el proseguir seguro en el camino de la vida y ‘llegar felizmente al monte santo, Jesucristo Nuestro Señor’”, animaba San Juan Pablo a los fieles, en julio de 1988, al recordar el mes de la Virgen del Carmen.

Aquí una Novena a Nuestra Señora del Carmen, cuya fiesta se celebra cada 16 de julio:

Por la señal de la Santa Cruz…

Acto de contrición para todos los días

Dios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en este Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.

Oración para todos los días

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo: (rezar tres avemarías).

Oración para el primer día

¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que fuiste figurada en aquella nubecilla que el gran Profeta de Dios, Elías, vio levantarse del Mar, y con su lluvia fecundó copiosamente la tierra, significando la purísima fecundidad con que diste al mundo a tu querido Hijo Jesús, para remedio universal de nuestras almas: te ruego, Señora, me alcances de su majestad copiosas lluvias de auxilios, para que mi alma lleve abundantes frutos de virtudes y buenas obras, a fin de que sirviéndole con perfección en esta, vida, merezca gozarle en la eterna. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.

Oración final para todos los días

Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.