miércoles, noviembre 12, 2025
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LA TOLERANCIA

La tolerancia es uno de los valores humanos más respetados y guarda relación con la aceptación de aquellas personas, situaciones o cosas que se alejan de lo que cada persona posee o considera dentro de sus creencias. Se trata de un término que proviene de la palabra en latín “tolerare”, la que se traduce al español como “sostener”, o bien, “soportar”.
Podríamos definir la tolerancia como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no atenten contra los derechos fundamentales de la persona…

La tolerancia si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de enorme importancia.
Se considera generalmente la tolerancia como una virtud, pues tiende a evitar los conflictos, «El espíritu de tolerancia es el arte de ser feliz en compañía de otros.».
Historia de la Tolerancia

La tolerancia empezó siendo tolerancia religiosa. La primera redacción de tolerancia fue llevada a cabo con el Edicto de Milán. Sin embargo éste junto con otros textos sobre tolerancia religiosa fueron mal interpretados.

Más tarde, J. Locke con su “Carta sobre la tolerancia” defendió la libertad religiosa añadiendo que la religión era un peligro para la paz y la convivencia social. También dijo que había que separar las funciones religiosas (personales) de las políticas.

Voltaire escribió el “Tratado sobre la tolerancia”, que decía que Dios no nos Había creado para odiarnos, sino para amarnos y respetarnos.
J. Stuart Mill, que escribió “Sobre la libertad”, dijo que la tolerancia era el punto medio entre el despotismo y la anarquía.

Estos tres autores son considerados como los pioneros en hacer efectivos los principios de la tolerancia.
La UNESCO en su 28º Conferencia General hizo pública una declaración de principios sobre la tolerancia, que decía que ésta debía estar presente también en la política y en la justicia, además de en el individuo y sus semejantes.

Importancia

La importancia de la tolerancia radica en la posibilidad que nos otorga de convivir en un mismo espacio con personas de diferentes culturas o con diferentes creencias. La tolerancia es la que nos permite vivir en armonía en un mismo país con personas que profesan diferentes religiones, que apoyan otras tendencias políticas, que poseen una condición sexual diferente, etc. La tolerancia no sólo es aplicable a nivel de país, sino que es algo que debemos desarrollar en nuestros hogares con aquellas personas a las que más queremos, como nuestra familia y amigos, así como también, a nivel mundial, donde se intenta convivir en armonía con un sinnúmero de culturas y personas muy diversas.

Tipos de Tolerancia

Actualmente podemos decir que hay los siguientes tipos de tolerancia:
-Tolerancia racial: el individuo convive y se respeta con otros individuos de otras razas. El racismo es la intolerancia racial.
– Tolerancia religiosa: el individuo convive y se respeta con otros individuos de distintas creencias o religiones.
– Tolerancia sexual: el individuo convive y se respeta con otros individuos del sexo opuesto. El machismo y el feminismo pueden ser formas de intolerancia sexual.
– Tolerancia étnica: el individuo convive y se respeta con individuos extranjeros, de otras culturas o de otros pueblos. La xenofobia es la intolerancia étnica.
– Tolerancia de ideales: el individuo convive y se respeta con otros individuos de pensamiento, ideales o principios diferentes. La derecha e izquierda extremas suelen ser intolerantes.
-Tolerancia social: el individuo convive y se respeta con otros individuos de distinta clase social. El clasismo es la intolerancia social.

¿Cómo enfrentar ese problema que me quita el sueño?

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¿Cómo enfrentar ese problema que me quita el sueño?
Luego de intentar todos los consejos para poder quedarme dormido y para no pensar más en el problema que me estaba quitando el sueño, habiendo hecho saltar el cerco a la oveja nº 5326, finalmente recé: “Espíritu Santo se que fuiste quién inspiró a los escritores de la Biblia y que los distintos libros, capítulos y versículos son igualmente importantes, pero si hubiera uno que sea apropiado para enfrentar el problema que me aflige ¿Cuál elegirías?”

El eco de mi pregunta se convirtió en un profundo silencio. No se si dormido o despierto, mi corazón escuchó:

– “Uno de los versículos más importantes que inspiré en toda la Biblia se encuentra en la primera Carta de Pedro. El apóstol habla de la necesidad de que nuestra fe sea probada: “Para que sometida a prueba su fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego. Esta prueba les merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús” (1 Pedro 1,7). En este mismo pasaje, Pedro te dice lo que puedes esperar cuando enfrentas tales pruebas de fe: “Por esto estén alegres, aunque por un tiempo tengan que ser afligidos con diversas pruebas” (v 6).

¿Y qué quiere decir esto?

La palabra griega que se usa para pruebas aquí significa “probar, examinar, prueba con dificultades y adversidades.” Pedro, fruto de sus experiencias, está diciéndote, “Si tú eres un seguidor de Jesucristo, entonces vas a pasar por muchas pruebas y tentaciones pesadas. ¡Serás probado severamente!”. Debes entender lo siguiente:

Dios te está diciendo, “Tu fe es preciosa para mí – más preciosa que todas las riquezas de este mundo, las cuales perecerán algún día. Y en estos días – cuando el enemigo envía toda clase de maldad contra ti – yo quiero que tú permanezcas de pie, fuerte con una fe inamovible”.

Te digo además, “¡Yo te cuidaré y te bendeciré a través de cada día oscuro! Tu parte en esto es simplemente tener fe en mí. ¡Tú serás guardado por mi poder, a través de la fe!”

Por eso me pide que te diga con Pedro: “Los protege el poder de Dios, por medio de la fe, con miras a la salvación que nos tiene preparada para el tiempo previsto.” (v 5).

En otra carta Pedro te dice: “Sabe el Señor librar de la dificultad a los obedientes…” (2 Pedro 2,9). La palabra griega que aquí se usa significa “poniendo a prueba adversidades.”

También Pablo aprendió en carne propia y escribe: “Ustedes todavía no han sufrido más que pruebas comunes. Pero Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento de la tentación les dará fuerza para superarla.” (1Cor. 10,13).
– ¡Suena sádico! Pensé.

– Claramente, Dios no quiere mantenerte en pruebas, como si en ellas se divirtiera. ¿Por qué estaría él interesado en mantenerte en medio de tentaciones y aflicciones? ¡El no recibe ninguna gloria de las pruebas de sus hijos – sino de los resultados de sus pruebas!

Sólo hay una manera de salir de tus pruebas – y es pasando el examen. ¡Te acuerdas cuando estabas en el colegio! ¿Cómo superaste cada año? Enfrentando el examen final para aprobarlo. Y si no lo pasabas, luego del recuperatorio, repetías el grado o el año.

Ese era el caso con el pueblo bíblico, cuando Dios los llevó al Mar Rojo. Dios estaba probando a su pueblo, tratando de capacitarlos. El los llevó al borde de la derrota – los rodeó con montañas en ambos lados, con el mar en frente, y con el enemigo que amenazaba por detrás.

Pero el Señor puso a Israel en esas circunstancias esperando una sola reacción. El quería que su pueblo reconociera que no eran omnipotentes. El quería escucharlos decir “Nosotros recordamos cómo Dios nos libró de las plagas. Recordamos cómo nos sacó del horno de aflicción donde hacíamos ladrillos sin paja y no teníamos descanso. ¡Dios nos libró entonces – y él lo hará otra vez! Animémonos en su fidelidad. El es Dios – y nos ha dado promesas que cumplirá. El nos capacitará para enfrentar a cada enemigo que venga contra nosotros.”

Antes de callar, me dijo: Hijo, repite en el momento de prueba: ¡Es una materia que el Espíritu Santo me ayudará a aprobar!

Cuando desperté por la mañana, mi primer pensamiento fue: ¡Esta prueba es una capacitación para algo más grande que viene!

Para meditar en Comunidad o en el Silencio de tu Corazón:

– ¿Con qué situaciones sientes que está siendo probada tu fe? ¿Cómo actúas en ese momento?

– ¿Crees que haces la suficiente “tarea” para estar listo para la prueba final?

“Espíritu Santo, guíame en el camino y dame la fortaleza para aprobar la prueba final”

Vivir con miedos te impide hacer muchas cosas en la vida

«Los dos teníamos nuestra vida profesional y personal en Madrid y aunque estábamos abiertos a un cambio de residencia, nunca nos hubiéramos imaginado que terminaríamos en Congo con nuestro hijo, trabajando juntos y en un hospital; esto sólo estaba en los planes de Dios». Así comienza la historia de ​Álvaro Perlado y Mayte Ordovás, casados y con un hijo de año y medio. Farmacéuticos madrileños residentes en Congo.

Álvaro y Mayte son farmacéuticos. Él trabajaba en una multinacional en consultoría y ella en una oficina de farmacia. Están casados desde hace tres años y tienen al pequeño Álvaro, de 19 meses. Son supernumerarios del Opus Dei. Ésta no es la historia de una huida de la crisis económica sino una carrera directa a ella.

El hospital Monkole, obra corporativa del Opus Dei, lleva 24 años en funcionamiento, pero está en plena ampliación; por eso, sus responsables buscaban a alguien de fuera del país para ocupar el puesto de director general adjunto. «Pensaron que mi perfil podría encajar –explica Álvaro–; además, querían cubrir un nuevo puesto en el servicio de farmacia y Mayte era la persona idónea».

«Lo primero que se te viene a la cabeza cuando te plantean algo así y tienes un niño pequeño es cambio, enfermedad, pobreza absoluta, subdesarrollo y caos –añade Mayte. Lo segundo, que como fieles de la Obra tenemos la responsabilidad de colaborar junto a otros que están allí. Nos daba respeto el tema de las enfermedades tropicales pero, como todo en la vida depende de los planes de Dios, decidimos abandonarnos en Él y tener prudencia para evitarlas. Vivir con miedos te impide hacer muchas cosas en la vida. Somos jóvenes, nuestro hijo todavía no tiene edad escolar y pensamos que nos podríamos adaptar a las diferencias del país. Así que dijimos: Dios sabe más. Nos vamos.»

Álvaro lleva aquí nueve meses y su hijo y Mayte, cinco. Él vino antes porque urgía cubrir su puesto en el hospital y Mayte tuvo que esperar con el niño, en Madrid, a que cumpliera doce meses para vacunarlo de la fiebre amarilla y tomar la medicación profiláctica contra la malaria. En marzo del año pasado vinieron a conocer la ciudad y el hospital. «La verdad es que si hubiéramos estado solos nos habríamos lanzado desde el primer momento pero con un bebé de meses, lo más prudente era tomar una decisión ‘in situ’. Yo vine un poco reacia, pero cuando conocimos a los congoleños, la labor que se hace en Monkole y todas las iniciativas de la Obra en el país, nos dimos cuenta de que este era ‘nuestro sitio».

Monkole, un hospital para todos

Álvaro y Mayte sabían que Monkole era una iniciativa impulsada por el beato Álvaro del Portillo, que empezó con dos camas en 1991 y hoy es un hospital de referencia de una zona de salud de 350.000 habitantes, que recibe más de 80.000 visitas al año. En Madrid existe la asociación «Amigos de Monkole» que organiza eventos solidarios para recaudar fondos destinados a proyectos del hospital.

Ellos asistieron en varias ocasiones sin sospechar que sería su futuro destino. Su filosofía -ofrecer al paciente una asistencia sanitaria basada en el respeto de la dignidad de la persona humana, sea cual sea su condición social y económica- es lo que más les atrajo. «Además en Monkole hay muy buen ambiente de trabajo, un equipo muy bien formado y todo el mundo se conoce. ¡Somos una gran familia de 350 personas!», cuenta Mayte.

La República Democrática de Congo está saliendo de una guerra que ha durado casi quince años en la región Este del país (1996-2011). Aún hoy sigue habiendo algunos focos. Las heridas están presentes: pobreza, enfermedades, tasas elevadas de paro, infraestructuras muy precarias. El acceso al agua potable es difícil y la red eléctrica un desastre. «La gente en Congo más que vivir, sobrevive –resume Álvaro.

El país es grande -cuatro veces España- y está en plena reconstrucción: escuelas de primaria y secundaria, hospitales inaugurados por el Estado, reducción de la tasa de inflación, dinamización del sector bancario, disminución de la deuda extranjera, lento crecimiento de la clase media, presencia más fuerte de la mujer en las universidades y en las empresas, organización de eventos internacionales, asociaciones para la promoción de la familia, etc. Es una joven democracia y se preparan para sus elecciones presidenciales en 2016. Serán las cuartas de toda su historia. «En mi opinión, la clave del autodesarrollo se encuentra en la educación. África tiene un gran futuro por delante porque prácticamente está todo por hacer, pero necesita un fuerte trabajo de base de las nuevas generaciones».

«Respecto a las enfermedades y brotes epidémicos –continúa-, Congo es el país donde se detectó el primer brote de ébola en 1976. En la capital no ha habido casos en la última epidemia de África Occidental sobre todo gracias a la experiencia que el país ha adquirido en su lucha contra la enfermedad en estos últimos años. Desafortunadamente, las tasas del VIH siguen altas (5%). En Monkole tenemos una unidad de tratamientos de pacientes infecciosos –principalmente VIH y tuberculosis– donde atendemos un gran número de casos gracias a la ayuda de colaboradores extranjeros. Los tratamientos antirretrovirales son muy caros y los pacientes no pueden costeárselos».

Vivir con miedote impide hacer nuevas cosas en la vida?:
Opus Dei de aquí y Opus Dei de allí

«Cuando ves la gran labor hecha -un gran hospital, escuelas de formación de enfermeras, centros de formación de agricultores, centros de investigación bio-sanitaria, centros culturales, clubes juveniles- y la dificultad de poner las cosas en marcha, te das cuenta que todo esto sale adelante porque Dios quiere, con el trabajo de gente alegre y tenaz, como el Abbé Hervás y el doctor Juan Bautista Juste, que fueron los que empezaron el trabajo de la Obra en la República Democrática del Congo en 1982. La ayuda que se presta aquí es sobre todo espiritual. La falta de medios, la extrema pobreza y la enfermedad crean vacío y necesidad de Dios. Lo más importante es quererles y acompañarles ante las dificultades».

En el campo socio-sanitario, la Iglesia ha hecho grandes aportaciones con la vida entregada de misioneras y misioneros que han pasado guerras, persecuciones y hambrunas y siguen en pie acogiendo en sus centros a la población. Estas acciones son muy valoradas por los africanos. La labor del Opus Dei allí procura sumar al conjunto.

«Mi experiencia –asegura Mayte- es que la Obra es exactamente igual aquí que en España. El espíritu y los medios de formación son los mismos. En Congo les atrae muchísimo el espíritu de la Obra, porque ven alegría, unión, cuidado de las cosas, etc. Un día, un paciente nos contó que cuando pasó por el edificio de Monkole pensó ‘este hospital es de ricos’ y cuando vio que entraban indigentes y se informó de la atención que ofrecía se quedó entusiasmado. No están acostumbrados a ver un edificio limpio donde la gente es amable y acogedora, piensan que no tienen derecho a esto. Hay que explicarles que Monkole es para todos. Además, le tienen mucha devoción al beato Álvaro del Portillo porque saben que hizo mucho por África y le están muy agradecidos. A su beatificación acudió un grupo muy numeroso a pesar de las dificultades para financiarlo».

La clave del progreso no es imponer, tutelar ni sustituir, sino ayudar a los africanos a sacar adelante su sociedad. «Se necesitan personas perseverantes que sepan mantener lo creado por ellos mismos. Con esta idea, varias personas de la Obra de Kinshasa han puesto en marcha desde hace unos años un par de colegios de educación primaria y desde hace más años, las mujeres han ido desarrollado centros de formación para la mujer africana: un centro de formación de enfermeras, el ISSI, y un centro de formación en hostelería, Liceo de Kimbondo, etc.», concluye.

África te cambia la percepción de todo

Álvaro y Mayte se han sentido en casa desde el primer momento. El pequeño Álvaro se ha convertido pronto en el ‘petit mundele’ y todos quieren jugar con él. «Vivimos en unos estudios que se hicieron para acoger a los extranjeros que trabajaron en la construcción del nuevo hospital. Está a una distancia de 100 metros de Monkole, lo cual facilita mucho los tiempos de la familia», dice Álvaro.

Y Mayte añade: «Cuando llegamos por primera vez a la casa nos lo encontramos todo decorado con mucho gusto: la pintura, los cuadros, las cortinas, las camas con las mosquiteras… Las mujeres de la Obra de aquí se encargaron de prepararla durante las Navidades para nuestra llegada, que fue el 10 de enero. Me quedé muy impresionada del cariño que habían puesto en este trabajo sin conocernos».

«Nuestro recibimiento fue excepcional. La gente del hospital, de la Obra, del barrio, todo el mundo sabía de nuestra llegada y nos sentimos muy arropados».

El problema fue la acogida por parte del país. A los siete días de llegar hubo un conflicto político que impidió que salieran de casa en una semana. Desde la Embajada de España les llamaron diciendo que el plan de evacuación estaba preparado para ponerlo en marcha y les dieron instrucciones de comportamiento para los siguientes días. «Hicimos caso y entre la gente del hospital y los demás de la Obra que viven en nuestro barrio, conseguimos abastecernos de comida y agua para esos días. Gracias a este inesperado episodio nuestra adaptación ha sido muy rápida».

«Los congoleños son alegres, sencillos, familiares y acogedores. En Europa nos creamos muchas necesidades y vivimos en una continua proyección hacia el futuro, todo está medido y planificado. Aquí aprendes a vivir al día y hasta una simple barra de pan te hace feliz. África te cambia la percepción de todo. Hemos aprendido a disfrutar cada momento y tenemos más tiempo para dedicarlo a la familia y a nuestros nuevos amigos congoleños».

Enseñar y acompañar, claves de desarrollo

Después del tiempo vivido en el Congo, Álvaro y Mayte se han dado cuenta de que la ayuda que tienen que proporcionar los países desarrollados a África es transmitirles su experiencia y acompañarles en el desarrollo de sus países. «Es importante hacer hincapié en la acción de acompañamiento porque muchas veces el hombre de Occidente viene, ejecuta, hace caja y se va, y eso significa dejar un arma de doble filo a alguien que no sabe cómo utilizarla», explica Álvaro. «Si queremos que nuestra ayuda sea eficaz, tenemos que comprometernos con proyectos cuyo objetivo esté orientado al desarrollo de la población africana. En Monkole tenemos la suerte de contar con algunos socios de Occidente que han creído en nuestro proyecto y gracias a su interés y perseverancia podemos ir sacando las cosas adelante».

Y aunque todavía quede mucho tiempo para volver, los dos anticipan su legado y su consejo para todo tipo de espíritus: «A los jóvenes con inquietud por ayudar les diríamos que busquen actividades en su día a día con las que puedan dar un mejor servicio a los que están a su alrededor. Si quieren involucrarse en proyectos de cooperación, que no duden en hacerlo y que se comprometan y sean pacientes y perseverantes. A la gente acomodada, que no tenga miedo de salir de su área de confort, que fuera de ella hay mucha gente que les necesita; que no tengan miedo de dar un giro a sus carreras y dedicarse a facilitar a otras personas mejores condiciones de vida aunque las condiciones materiales no sean las esperadas. Y a los que viven en una profunda crisis, que las penas son pasajeras y que Dios siempre sabe más. A todos les diríamos que lo único verdaderamente importante en la vida son las personas: quererlas, respetarlas y conseguir que se vayan al Cielo contigo».

Para la familia Perlado Ordovás habrá un antes y un después de Congo. «En la película francesa Bienvenidos al norte, -concluye Mayte- se dice que cuando un forastero llega a la región de Norte-Paso de Calais llora dos veces: cuando llega y cuando se va. Esto es lo que pensamos que pasará con nosotros. Al principio nos costó mucho soltar amarras de Madrid pero cuando tengamos que volver será duro dejar África, sobre todo su gente. El paisaje no es lo que engancha de África como pensamos por las películas y, aunque el río Congo sea el segundo más caudaloso del mundo, o te asombres ante los paisajes majestuosos y el lago Ma Vallée sea tan encantador, lo que te atrapa aquí son las personas».

¿Cómo logro ser una mujer de oración y comunión con Dios?

Esta es una pregunta que en nuestro papel de madre, esposa, hija y trabajadora, nos hemos planteado muchas veces. Nuestra inquietud por desempeñar cada función y cumplir nuestras responsabilidades tratando de llenar las expectativas de los demás y las nuestras propias pueden agobiarnos y frustrarnos sino aprendemos a descansar en el Señor.

Dios puede ajustarse de una manera perfecta a nuestra vida levemente imperfecta. El tiene el poder de complementar nuestras imperfecciones y darnos las fuerza y el apoyo que necesitamos.

Muchas veces creemos que nuestra fuerza proviene de nosotras mismas y no nos damos cuenta que en esto siempre nos quedamos cortas, hasta que comprendemos que nuestra única fuente confiable de poder y fuerza proviene de Dios como dijo Pablo en Colosenses 1:10 “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; 1:11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;”

Debemos de aprender dos cosas muy importantes:

PERMANECER EN SU PALABRA: Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mi y yo en el, este lleva mucho fruto, porque separados de mi nada podéis hacer”.

La palabra permanecer significa: “tener comunión, morar o habitar en”. Cuando moramos en El y El en nosotras es donde podremos mantenernos en comunión con Dios. Meditando constantemente en su Palabra podremos ser mujeres que tienen comunicación con el Señor

TENER FE: A menudo las mujeres somos impacientes y quisieramos solucionar la mayoría de situaciones de una manera rápida y a nuestra manera, pero déjame decirte que cuando actuamos así, muy pocas veces produce los resultados que deseamos. Un ejemplo es Sarai, cuando el Señor le habló que tendría un hijo, ella para solucionarlo rápidamente le pidió a Abraham que se uniera con su sierva Agar. Esto fue lo que decidió hacer ella en lugar de esperar el tiempo del Señor. Al final vemos que Dios cumple su promesa, les cambia de nombre y les da su hijo. Pero por el deseo de recurrir a la solución rápida y no esperar y creer en lo que Dios le había prometido, tuvo consecuencias de gran trascendencia en el proceso histórico de la humanidad.

Dios ve todo el panorama de nuestras vidas y nosotras solamente vemos una fracción, debemos de aprender a confiar en la Palabra de Dios y permitir que sus promesas y propósitos se cumplan en nuestras vidas. Cuando existe en tu corazón la necesidad de solucionar las cosas a tu manera y no la de Dios, puede estar reflejando tu falta de fe y sabiduría.

En conclusión debemos saber que para llegar a ser una mujer de oración y de comunión con Dios debemos de buscar continuamente Su Palabra, escudriñarla, y hacerla parte de nuestra vida, sin olvidar que el mejor ingrediente para que se cumplan sus planes en nuestra vida es ser una mujer de oración que cree y que habla fe. Solamente a través de la comunión con Dios, el conocimiento de Su Palabra y el temor reverente de hacer su voluntad, obtendrás la fe y la sabiduría para tomar decisiones en tu vida.

Efesios 3:16 “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 3:17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 3:18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura 3:19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”

Empieza hoy y decide conocerlo más y dejarte formar para que su obra y sus planes que son buenos y perfectos puedas verlos tú en tu vida y en consecuencia puedas bendecir a tu familia y los que te rodean.

Toma tiempo para buscarle, HOY.

¿Por qué y para qué nos ha creado Dios?

Yo suelo formular esta pregunta de otro modo: ¿Por qué meterse en el lío de crear? La estructura íntima de la persona nos remite a un Interlocutor Absoluto, sin límites, una Persona Infinita. El mundo material nos remite a un Ser Absoluto y eterno. Es lo que solemos llamar Dios.

Pero, si Dios es Dios, es infinito, perfección absoluta, inmutable. Lo tiene ya todo. Y no puede ganar nada. Si alguien lo tiene todo, no puede ganar nada. ¿Por qué meterse en el lío de crear, si Él no puede ganar nada?

¿Cuál puede ser el «motivo» de que Dios se meta en este lío de crear gente libre que puede fallarle? ¿Cuál puede ser la intención que anima el acto creador divino? Porque aquí estamos nosotros, libres para hacer el bien y para hacer el mal. Libres para ser generosos o para encerrarnos en nosotros mismos.

Utilizando la razón, uno se da cuenta de que, si Él no puede ganar nada, el único posible motivo de que se haya metido en este lío es que quiera que haya otros que puedan ser felices. No hay ningún otro posible motivo.

Si Dios quiere que haya otros que puedan ser felices, entonces los tiene que hacer libres. Porque solo la libertad nos permite experimentar la felicidad.

En efecto, todos sabemos que la felicidad se encuentra en el amor mutuo. Amar y ser amados sin límite. Pero, para eso hay que ser libres. Si no somos libres, no podemos entregarnos. Y sin entrega no llega ese enamoramiento total que nos permite, a su vez, experimentar la dulzura del amor del otro. En primer lugar el de Dios.

Efectivamente, uno no disfruta del amor del otro más que en la medida en que uno mismo está enamorado. Y, cuando uno ama, uno se hace vulnerable. Mi felicidad depende del otro. Pero sin esa apertura y ese abandono, no puedo experimentar el amor. La felicidad solamente es posible en la mutua y plena entrega. Requiere libertad.

Lo único que tiene sentido crear es personas que puedan ser felices. Algunas de las personas que Dios quiere son espíritus puros. Otras, somos personas de carne. Y por eso crea Dios un universo material en el que podamos vivir. Dios no hace cosas sin sentido. Dios crea personas que puedan ser felices, no un Universo vacío. Decir «Dios creador» y decir «Dios creador de personas» es exactamente lo mismo.

Es verdad, podría haber otras personas de carne distintas de los seres humanos. No sabemos si existen, pero da igual. Porque nuestra existencia requiere cada gramo de este Universo inmenso. Un poco menos de materia, y las leyes físicas serían distintas. Ya no podría haber hombres, sino otra especie de personas de carne. Y Dios no quiere a otros, te quiere a ti y me quiere a mí. Y nuestra información genética es parte de nuestra identidad personal.

El Universo físico, inmenso, ha sido creado para que nosotros podamos existir y ser felices. Parece una inmensa responsabilidad, y algunos tienen miedo de ser tan «importantes». Pero así somos para Dios: muy importantes. Y pone su corazón en juego.

Imagínate que eres Dios. Has creado el universo material y has puesto el corazón en unas personas de carne con la única intención de que puedan ser felices. Y, de hecho, hay en su mundo un lío espantoso. ¿Tú qué harías? Yo tomaría la iniciativa de intervenir en la Historia, para dar a los hombres una posibilidad de salir del desastre en el que se han metido. Aunque fuera sólo por «rentabilizar» la inversión: me duele el corazón con el amor que les tengo.

No se puede decir que esto sea una «demostración», que sea «necesario», que Dios esté «obligado» a salvarnos. Pero es congruente con el amor que le ha llevado a crearnos. Si yo fuera Dios, lo haría. Es lógico pensar que un Dios que se arriesga con nuestra libertad, por puro amor, un amor eterno y sin vuelta atrás, haya intervenido en la Historia para salvarnos.

Por eso, a partir de nuestra misma existencia como personas y del desastre actual del mundo, mi razón concluye que «tiene que haber» una iniciativa salvadora de Dios, y me pongo a buscarla.

EL COMBATE ESPIRITUAL DEL CRISTIANO

EL COMBATE ESPIRITUAL DEL CRISTIANO

Cuando hablamos del combate espiritual, muchos posiblemente tendrán en mente un libro publicado allá por 1589 cuyo autor es Lorenzo Scupoli (sacerdote y religioso italiano del siglo XVI); pero el artículo que presentamos a continuación no es un resumen o comentario de esa magistral obra de la ascética católica, más bien, tiene su punto de inicio en la homilía que Su Santidad, el Papa Francisco, pronunció el día 30 de octubre de 2014.

La vida es una eterna lucha. Desde que venimos a este mundo tenemos que ir superando obstáculos, desarrollando habilidades y potenciando cualidades, todo esto con la finalidad de conseguir el objetivo más preciado de la vida humana: La felicidad, o su sinónimo, la plenitud de vida. Como cristianos, debemos tener claro que nuestro objetivo no debe de pasar por una plenitud de vida sustentada en bienes materiales; más bien, la plenitud de vida del cristiano está en el amor – porque Dios es amor – y en sus dones espirituales (1), sin menospreciar las bendiciones materiales que Dios nos regala a diario.

Para todos aquellos cristianos que anhelamos alcanzar la plenitud en el amor cristiano y los dones espirituales de Dios, tenemos que luchar a diario contra diversos enemigos que impiden alcanzar estos objetivos; pero, ¿Quiénes son esos enemigos? En su homilía, Papa Francisco señala que la vida cristiana es un combate contra el demonio, el mundo y las pasiones de la carne. A continuación explicaré los tres elementos que nos enumera el Papa:

EL DEMONIO
El fundamento bíblico sobre la lucha contra el demonio está en la Carta de San Pablo a los Efesios, capítulo 6 versículos 11 y 12, cita bíblica que corresponde a la primera lectura de la fecha en la que Papa Francisco basa su reflexión. En su homilía, el Papa explica lo siguiente: “A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios! Aunque no estamos muy convencidos de ello”.

El demonio es un ser eminentemente espiritual, de naturaleza angélica y condenado eternamente (2), que posee cierto poder, el cual utiliza contra nosotros con la finalidad de alejarnos de Dios; pero éste ya ha sido derrotado por el triunfo de Cristo en la cruz. Aún así, la lucha sigue para los cristianos, es necesario recordar que el maligno “ronda como león rugiente buscando a quien devorar” (3). El demonio busca separarnos de Dios, porque le odia con todas sus fuerzas, y para lograr su cometido se vale de la tentación; por medio de la tentación, el demonio busca que desconfiemos de Dios, de su amor y bondad, pretendiendo que las personas nos rebelemos contra Él, que le rechacemos y que nos volvamos contra sus designios amorosos. La clave de la tentación es dividir, separar al hombre de Dios y separar al hombre del hombre mismo (recordemos, el hombre es imagen de Dios).

Es importante recordar que nuestra lucha es contra fuerzas que no son de este mundo y de la cual se derivan los demás enemigos que el Papa Francisco mencionó en su homilía; y esta lucha siempre será desigual, si nosotros la enfrentamos solos, tenemos que ponernos la armadura de Dios para combatir contra el enemigo.

EL MUNDO
Nuestra lucha no solo es contra el maligno, sino también contra el “mundo” antagónico a Dios que el mismo demonio ha creado (4). El mundo, en sí mismo, no es malo, pero este ha sido corrompido y deformado por el demonio, quien ha hecho que este se vuelva contra Dios. “Este mundo” es totalmente diferente y opuesto al mundo que Dios creó para la humanidad y los demás seres que lo habitan; este mundo “creado” por el demonio, tristemente engloba una materialización que rechaza y olvida a Dios, que promueve antivalores, normas y criterios totalmente opuestos al Evangelio predicado por Jesús.

“Este mundo” nos presenta el tener, el poder y el placer como ejes de acción y fuentes de realización para la persona humana, convirtiendo al individuo en un simple producto a merced de los caprichos de la sociedad que le circunda, despreciando la verdadera esencia del individuo, su dignidad humana.

Este mundo ejerce una sutil influencia en las personas de todos los tiempos y nosotros los cristianos católicos no somos la excepción, por eso nosotros debemos ir contra la corriente del mundo, no podemos dejarnos llevar por sus influencias, en esto consiste nuestra lucha. Por tal motivo, todos aquellos que remamos contra corriente del mundo dejamos de ser parte de este mundo que se aparta de los designios amorosos de Dios (5).

NOSOTROS MISMOS
Nuestra lucha no solo es contra el demonio o el mundo corrompido por él, sería irresponsable de nuestra parte culpar siempre al demonio o al mundo de nuestras caídas y de nuestra rebeldía hacia Dios, ya que, ni el demonio se la pasa todo el tiempo “tentándonos”, ni el mundo nos hala a cada instante a hacer lo que es contrario a Dios. Nuestra lucha es también contra nosotros mismos:

“Ninguno, cuando sea probado, diga: “Es Dios quien me prueba”; porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie. Sino que cada uno es probado, arrastrado y seducido por su propia concupiscencia. Después la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz al pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra muerte” (Santiago 1,13- 15).

El ser humano no es malo por naturaleza, porque Dios lo creó bueno y perfecto, pero al darle cabida al pecado, es el hombre quien deforma esa naturaleza; y, aunque sigue siendo bueno y perfecto por ser creación divina, está inclinado a obrar contrario a la voluntad de Dios, dejándose llevar por las pasiones de la carne que enturbian su espíritu.

El Papa Francisco habla de las pasiones de la carne y tiene razón, ya que son estas mismas pasiones las que van consumiendo a la persona, deformando su misma humanidad (6), convirtiéndonos en nuestros propios enemigos. Porque somos nosotros mismos los que con nuestros pensamientos, palabras, obras u omisiones negamos la voluntad de Dios, los que con nuestras pasiones desordenadas instrumentalizamos a las personas, volviéndolas meros objetos desechables que solo sirven de medios para alcanzar nuestros fines mezquinos y egoístas.

Somos nosotros mismos los que con nuestras acciones equivocadas atentamos contra los que están a nuestro alrededor, los que con palabras ofensivas y soeces insultamos a los que poseen nuestra misma dignidad, somos todos aquellos que vivimos esclavos de nuestros vicios, caprichos y malos hábitos; por todo esto y más, nosotros mismos somos nuestros propios enemigos y debemos de luchar contra todas esas tendencias que buscan separarnos de Dios, la cual es consecuencia directa del pecado cometido por nuestros primero padres.

Concluidos los tres puntos anteriores, puedes preguntarte ¿Cómo puedo combatir a estos enemigos? También se preguntó lo mismo el Papa Francisco en su homilía, ya citada. Su respuesta es contundente y apegada a la lectura que analiza (7): “No se puede pensar en una vida espiritual, digamos en una vida cristiana, sin resistir a las tentaciones, sin luchar contra el diablo, sin ponerse esta armadura de Dios que nos da fuerza y nos defiende”… Pero, ¿Cual es esta armadura de Dios?

La armadura que Dios nos da es Cristo mismo, que con su gracia nos da la fuerza y la resistencia para enfrentarnos a nuestros enemigos; para esto hay que procurar la presencia de Cristo en nuestras vidas, no contristando la acción del Espíritu Santo, quien nos acompaña en nuestro peregrinar por la vida. ¿Quieres alcanzar la verdadera plenitud de la vida cristiana? ¡Vive los medios para acrecentar tu vida espiritual!, estos medios son:

ORACIÓN: Vivir en constante oración, de ser posible diaria y en los momentos del día en que podamos entablar una conversación con Dios.
PALABRA DE DIOS: Leer y meditar diariamente la palabra de Dios y aplicar sus enseñanzas en nuestra vida.
VIVENCIA SACRAMENTAL: Ser asiduo al Sacramento de la Confesión, para acceder de manera plena a la Eucaristía.
VIVENCIA COMUNITARIA: Acércate a una Parroquia, descubre el valor de vivir en una comunidad cristiana. Es desprenderse del “yo” y vivir en función de los demás (8).
Estos medios de crecimiento son los cinturones que sujetan la armadura de Dios, que es Cristo; con esta armadura, podremos resistir los embates de los enemigos de nuestra vida espiritual y cristiana, para encausar nuestra vida humana a la salvación que Cristo nos ofrece.

Artículo escrito por nuestro colaborador y católico con acción Pedro Mira

1ª Co. 14, 1
Fortea, Jose Antonio, “Summa Daemoniaca”, Editorial Dos Latidos, Zaragoza, España, 2012.
1ª Pe. 5, 8
12, 2
17, 14- 16
4, 20- 24
6, 11-12
2, 42- 44

¿Cuál es el origen de la oración del Padre nuestro?

578. ¿Cuál es el origen de la oración del Padre nuestro? (2759-2760; 2773)

Jesús nos enseñó esta insustituible oración cristiana, el Padre nuestro, un día en el que un discípulo, al verle orar, le rogó: “Maestro, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). La tradición litúrgica de la Iglesia siempre ha usado el texto de San Mateo (6, 9-13).

“LA SÍNTESIS DE TODO EL EVANGELIO”

579. ¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en las Escrituras? (2761-2764; 2774)

El Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano); “es la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino). Situado en el centro del Sermón de la Montaña (Mt 5-7), recoge en forma de oración el contenido esencial del Evangelio.

580. ¿Por qué se le llama “la oración del Señor”? (2765-2766; 2775)

Al Padre nuestro se le llama “Oración dominical”, es decir “la oración del Señor”, porque nos la enseñó el mismo Jesús, nuestro Señor.

581. ¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en la oración de la Iglesia? (2767-2772; 2776)

Oración por excelencia de la Iglesia, el Padre nuestro es “entregado” en el Bautismo, para manifestar el nacimiento nuevo a la vida divina de los hijos de Dios. La Eucaristía revela el sentido pleno del Padre nuestro, puesto que sus peticiones, fundándose en el misterio de la salvación ya realizado, serán plenamente atendidas con la Segunda venida del Señor. El Padre nuestro es parte integrante de la Liturgia de las Horas.

“PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO”

582. ¿Por qué podemos acercarnos al Padre con plena confianza? (2777-2778; 2797)

Podemos acercarnos al Padre con plena confianza, porque Jesús, nuestro Redentor, nos introduce en la presencia del Padre, y su Espíritu hace de nosotros hijos de Dios. Por ello, podemos rezar el Padre nuestro con confianza sencilla y filial, gozosa seguridad y humilde audacia, con la certeza de ser amados y escuchados.

583. ¿Cómo es posible invocar a Dios como “Padre”? (2779-2785; 2789; 2798-2800)

Podemos invocar a Dios como “Padre”, porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo.

584. ¿Por qué decimos Padre “nuestro”? (2786-2790; 2801)

“Nuestro” expresa una relación con Dios totalmente nueva. Cuando oramos al Padre, lo adoramos y lo glorificamos con el Hijo y el Espíritu. En Cristo, nosotros somos su pueblo, y Él es nuestro Dios, ahora y por siempre. Decimos, de hecho, Padre “nuestro”, porque la Iglesia de Cristo es la comunión de una multitud de hermanos, que tienen “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).

585. ¿Con qué espíritu de comunión y de misión nos dirigimos a Dios como Padre “nuestro”? (2791-2793; 2801)

Dado que el Padre nuestro es un bien común de los bautizados, éstos sienten la urgente llamada a participar en la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos. Rezar el Padre nuestro es orar con todos los hombres y en favor de la entera humanidad, a fin de que todos conozcan al único y verdadero Dios y se reúnan en la unidad.

586 ¿Qué significa la expresión “que estás en el cielo”? (2794-2796; 2802)

La expresión bíblica “cielo” no indica un lugar sino un modo de ser: Dios está más allá y por encima de todo; la expresión designa la majestad, la santidad de Dios, y también su presencia en el corazón de los justos. El cielo, o la Casa del Padre, constituye la verdadera patria hacia la que tendemos en la esperanza, mientras nos encontramos aún en la tierra. Vivimos ya en esta patria, donde nuestra “vida está oculta con Cristo en Dios” (Col 3, 3).

LAS SIETE PETICIONES

587. ¿Cómo está compuesta la oración del Señor? (2803-2806; 2857)

La oración del Señor contiene siete peticiones a Dios Padre. Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia Él, para su gloria, pues lo propio del amor es pensar primeramente en Aquel que amamos. Estas tres súplicas sugieren lo que, en particular, debemos pedirle: la santificación de su Nombre, la venida de su Reino y la realización de su voluntad. Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de misericordia nuestras miserias y nuestras esperanzas: le piden que nos alimente, que nos perdone, que nos defienda ante la tentación y nos libre del Maligno.

588. ¿Qué significa “Santificado sea tu Nombre”? (2807-2812; 2858)

Santificar el Nombre de Dios es, ante todo, una alabanza que reconoce a Dios como Santo. En efecto, Dios ha revelado su santo Nombre a Moisés, y ha querido que su pueblo le fuese consagrado como una nación santa en la que Él habita.

589. ¿Cómo se santifica el Nombre de Dios en nosotros y en el mundo? (2813-2815)

Santificar el Nombre de Dios, que “nos llama a la santidad” (1Ts 4, 7), es desear que la consagración bautismal vivifique toda nuestra vida. Asimismo, es pedir que, con nuestra vida y nuestra oración, el Nombre de Dios sea conocido y bendecido por todos los hombres.

590. ¿Qué pide la Iglesia cuando suplica “Venga a nosotros tu Reino”? (2816-2821; 2859)

La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde ahora, gracias a la santificación de los hombres en el Espíritu y al compromiso de éstos al servicio de la justicia y de la paz, según las Bienaventuranzas. Esta petición es el grito del Espíritu y de la Esposa: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20).

591. ¿Por qué pedimos “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”? (2822-2827; 2860)

La voluntad del Padre es que “todos los hombres se salven” (1Tm 2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir perfectamente la Voluntad salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el cielo. Por la oración, podemos “distinguir cuál es la voluntad de Dios” (Rm 12, 2), y obtener “constancia para cumplirla” (Hb 10, 36).

592. ¿Cuál es el sentido de la petición “Danos hoy nuestro pan de cada día”? (2828-2834; 2861)

Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia, reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los otros.

593. ¿Cuál es el sentido específicamente cristiano de esta petición? (2835-2837; 2861)

Puesto que “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), la petición sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía, así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero.

594. ¿Por qué decimos “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”? (2838-2839; 2862)

Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia, porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, “obtenemos la redención, la remisión de nuestros pecados” (Col 1, 14). Ahora bien, nuestra petición será atendida a condición de que nosotros, antes, hayamos, por nuestra parte, perdonado.

595. ¿Cómo es posible el perdón? (2840-2845; 2862)

La misericordia penetra en nuestros corazones solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oración cristiana.

596. ¿Qué significa “No nos dejes caer en la tentación”? (2846-2849; 2863)

Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a merced de la tentación. Pedimos al Espíritu saber discernir, por una parte, entre la prueba, que nos hace crecer en el bien, y la tentación, que conduce al pecado y a la muerte; y, por otra parte, entre ser tentado y consentir en la tentación. Esta petición nos une a Jesús, que ha vencido la tentación con su oración. Pedimos la gracia de la vigilancia y de la perseverancia final.

597. ¿Por qué concluimos suplicando “Y líbranos del mal”? (2850-2854; 2864)

El mal designa la persona de Satanás, que se opone a Dios y que es “el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9). La victoria sobre el diablo ya fue alcanzada por Cristo; pero nosotros oramos a fin de que la familia humana sea liberada de Satanás y de sus obras. Pedimos también el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo, que nos librará definitivamente del Maligno.

598. ¿Qué significa el “Amén” final? (2855-2856; 2865)

“Después, terminada la oración, dices: Amén, refrendando por medio de este Amén, que significa “Así sea”, lo que contiene la oración que Dios nos enseñó” (San Cirilo de Jerusalén).

La Virgen del Carmen Madre de todos

La Virgen del Carmen Madre de todos :
Muchas son las advocaciones con las que invocamos a María. La Virgen del Carmen ha sido una de las devociones más populares durante setecientos años. Muchos cristianos se han sentido protegidos por María con el Escapulario. El escapulario es un signo especial de la protección de María, madre y hermana nuestra. El Escapulario del Carmen nos compromete a vivir como María, a ser personas orantes, a estar abiertos a Dios y a las necesidades de los hermanos.

María fue la favorecida de Dios, la «llena de gracia». Sabía que el Señor estaba con ella, sentía su presencia. Dios se había fijado en su humildad y cuidaba de ella. Estaba arropada por la fuerza de Dios. No podía temer a nada ni a nadie. María conocía el corazón de Dios, sabía de su infinita misericordia. Por eso, lo alababa y adoraba. Vivía de Dios, con Dios y para Dios.

Concibió y dio a luz a su hijo, «el Hijo del Altísimo» a quien puso por nombre Jesús, Salvador de cada pueblo y de todos aquellos que creen en él. En su vientre había llevado a Jesús y facilitó que estuviera en su corazón durante toda su vida.

María fue una mujer sencilla. Se ubicó entre los socialmente considerados inferiores, entre los que no tienen ni voz ni voto. Todos los necesitados tenían cabida en su corazón. Sin demora ni tardanza se puso en camino para atender a su pariente Isabel, para llevarle al Dios de la vida, para asistirla y ayudarla.

María tiene muchos títulos. Entre todos ellos, todos hermosos y grandes, sobresale el de ser Madre de Cristo y Madre nuestra. María es Madre de la Iglesia. Como dice Pablo, sufre por ella dolores de parto hasta ver a Cristo formado en cada uno de los creyentes. Ella cuida de sus hijos, como buena madre, durante la vida y en la hora de la muerte. Ella ayuda a caminar con Jesús y a esperar hasta el final.

María estuvo junto a su hijo en todos los momentos de su vida. En las alegrías y, sobre todo, en el momento de la cruz. Lo acompañó hasta la tragedia final del Calvario. Ella, la Dolorosa, también está cercana a nuestras penas y sufrimientos cotidianos. Los pobres, los enfermos, los que sufren, alcanzan de María la fuerza y ayuda para sobrellevar con fe una vida plagada de dificultades.

La historia y la leyenda nos han mostrado a la Virgen del Escapulario siempre cercana a todos aquellos que, viviendo momentos difíciles y amargos, han acudido a ella pidiendo su protección.

Llevar el Escapulario de la Virgen del Carmen es ponerse, como ella, un vestido nuevo, el ropaje de la fe, de la alegría…

Sí, hemos sido revestidos de Cristo y, como María, debemos permanecer fieles a Dios hasta el final.